Escrito por Luis Roca Jusmet
Un conocido mío, muy izquierdista él, me dijo que Philip Pettit era un "republicano de derechas". Parece mentira como se instalan los prejuicios en nuestro imaginario. Este comentario me había prevenido contra la lectura de Pettit, sin ni siquiera darme cuenta. Dado que José Luis Moreno Pestaña, un amigo mío lúcido y con gran libertad de juicio, lo citaba en varios de sus fecundos escritos, me animé a leerlo. He leído una parte de "Libertad y gobierno : republicanismo. Me he encontrado con un trabajo denso y muy interesante. Voy a resumir aquí la primera parte, la que habla de la libertad republicana, y plantear algunas reflexiones que me sugiere.
Pettit plantea que quiere salir de un falso dilema: el que estableció Benjamín Constant al discriminar entre la libertad de los antiguos y la libertad de los modernos. A la primera le llamó libertad positiva y a la segunda libertad negativa, distinción que ha sido muy aceptada en el mundo académico. La libertad positiva es la posibilidad de participar en la vida comunitaria y la libertad negativa la de sufrir interferencias externas para hacer lo que uno decide. Hay también en la libertad positiva, la de los antiguos, una concepción del autodominio personal : no ser ni un esclavo de las propias pasiones ni de los otros. Es, por tanto, una concepción más comunitarista y más virtuosa. La libertad de los modernos es la que defienden los liberales, por ejemplo Isaac Berlín, y parte de una visión individualista del ser humano y de la importancia que cada cual pueda realizar su proyecto personal.
Pettit plantea que la tradición republicana recoge una tercer planteamiento, en el que en esta polarización queda diluida. Es la libertad como no-dominación, la libertad contra los poderes absolutos. Esto podría coincidir con la llamada libertad de los antiguos pero no es exacto. En primer lugar porque no se identifica exclusivamente con al participación política. En segunda lugar porque no va ligado a un ideal de virtud. Se trata de que nadie nos pueda dominar, pero en el sentido de que no pueda interferir arbitrariamente en nuestras vidas. Podría entonces suponerse que es lo mismo que la libertad como no interferencia pero tampoco es así. La palabra clave es arbitrariamente. Detrás de este término hay una cuestión clave en los planteamientos de base. La libertad como no interferencia parte de una dicotomía entre la libertad y la ley. La ley es mala, porque es un obstáculo, pero es necesaria como mal menor. Detrás de la concepción republicana de la libertad como no dominación hay un planteamiento de que la ley bien entendida es lo que posibilita la libertad. Porque la libertad no es algo natural, es un producto social.
La idea de la libertad como no-interferencia es la propia de la tradición liberal, tanto en sus formulaciones absolutistas ( como la de Hobbes) como en las no absolutistas (como la Bentham o actualmente la de Rawls).
Pettit señala otros aspectos. Uno es que hay que hacer constar que tanto para los liberales como para los republicanos premodernos la libertad es elitista, desde el punto de vista que solo concierne a los propietarios. Otro es que algunos filósofos anteriores a la Ilustración, como Maquiavelo y Spinoza anuncian una concepción interesante de la libertad, entendida como poder. Y el poder implica no ser dominado por otro.
Para Pettit la libertad como no-dominación no coincide con el ideal político de la autonomía, no porque sean incompatibles sino porque le parece demasiado maximalista. Hacia la autonomía hay que tender, pero no la podemos presuponer. Sería demasiado ambicioso, dice Pettit, hacerlas coincidir.
¿Cuales son las ventajas de la libertad como no-dominación sobre la libertad como no-interferencia ?
Para Pettit lo que hay que posibilitar que las instituciones puedan intervenir para garantizar la no-dominación. Hace falta discriminar entre la no-interferencia con la interferencia arbitraria. Es esta última la que siempre es mala, no la anterior. La dominación no niega la interferencia sino un dterminado tipo de ella, que es la interferencia arbitraria.
La independencia no deja de ser un mito : nadie es independiente, a lo máximo que podemos y debemos aspirar es a la autonomía con respecto a los otros. Tzevan Todorov tiene precisamente reflexiones muy interesante sobre lo ilusorio y lo negarivo de este ideal contemporáneo.
Las reflexiones de Pettit me han parecido muy interesantes. Su concepto de libertad como no-dominación me parece clave, tan útil como clarificador.
Leyendo a Pettit no he podido dejar de pensar en el último Foucault. Quizás la asociación me la dejó José Luis Moreno Pestaña en su libro Foucault y la política, en el que habla de Pettit. No lo sé. En todo caso yo lo he relacionado con una entrevista a Foucault en la que dice que las relaciones de poder aveces son inevitables y no tienen que ser necesariamente malas. Lo son cuando implican dominación.
También lo he relacionado con Castoriadis, como si este ideal de autonomía que a Pettit le parece deseable pero algo maximalista fuera el que plantea el anterior. Aunque difieren, eso sí, en que Pettit es un firme defensor de la democracia representativa y Castoriaidis de la directa.
Me parece que es en la tradición republicana donde hemos de buscar la referencia para una pauesta política de la izquierda. Pettit nos marca el camino adecuado. Con aportaciones como las de Foucault y Castoriadis podemos, además, enriquecer el debate.