Escrito por Luis Roca Jusmet
El pensar se dice de varias formas. Estas maneras pueden reducirsem bajo mi punto de vista, a cinco. Formar conceptos, elaborar ideas, formular juicios, construir argumentos e imaginar posibilidades. En las cinco formas interviene el lenguaje. No considero que se pueda pensar sin lenguaje simbólico. En las cinco formas interviene la experiencia. Si no hiciéramos de la experiencia el soporte del pensar no podríamos diferenciar el pensar válido de la especulación vacía o incluso del delirio. El delirio, como ha mostrado el psicoanálisis, tiene una lógica impecable. Lo que ocurre es que se desvincula totalmente de la experiencia de los procesos reales que se dan en el mundo.
Los conceptos son maneras intuitivas de captar estos procesos reales del mundo. Si consideramos su origen podemos ver que el concepto es originariamente una abstracción de procesos empíricos. Me refiero básicamente a las imágenes, que no son sino un resto de las percepciones. Son las imágenes perceptivas. Pero también de las experiencias internas, es decir las emociones.
A partir de aquí podemos transformar las imágenes en fantasías. Pero los humanos también elaboramos conceptos teóricos. Estos conceptos pueden ser metafísicos, matemáticos, científicos o morales. Son también intentos de entender la experiencia, aunque no procedan de ella. Los metafísicos nos sitúan en el límite de nuestra experiencia, pero es a partir de ella que accedemos a realidades que no sean físicas. Hablar de Dios o del alma es una manera de querer entender nuestra experiencia más allá del lo sensible. Los conceptos matemáticos los validamos porque los aplicamos al mundo emp´ririco y funcionan. Los conceptos teóricos de la ciencia también se validan a partir de experimentos. los conceptos morales son, finalmente, una manera de valorar lo que experimentamos.
Las proposiciones enuncian juicios de hecho o de valor. Los juicios de hecho se contrastan con la experiencia. El problema es, por supuesto, definir lo que es la experiencia intersubjetiva. Los juicios de valor tienen que ver con nuestras concepciones éticas, morales y políticas. Estas concepciones son invenciones humanas que nos permiten evaluar los hechos desde unos principios. Principios que uno de los aspectos más importantes de nuestra elaboración de ideas. Los juicios de hecho que resultan más problemáticos son los universales. Hume ya señaló las limitaciones de la inducción. Las leyes científicas deben plantearse en unos términos diferentes y mucho se ha discutido sobre el tema.
Los argumentos son lo que habitualmente utilizamos para razonar, es decir dar razones. A partir de unas proposiciones que sabemos que son verdad ( que llamamos premisas) llegamos a una nueva proposición, a un conocimiento nuevo que no sabíamos. la argumentación deductiva es la segura pero el problema es que hemos de partir de verdades seguras y que la conclusión ya está, de alguna manera, contenida en las premisas. Los argumentos realmente fecundos son los no-deductivos. Son construcciones lógicas a partir de premisas que, aunque no son seguros, son los que nos permiten avanzar en el conocimiento. Son, por ejemplo, los jurídicos. O los científicos. Las razones, es decir las premisas, son pruebas. sabemos además que la argumentación no es solo una construcción lógica sino que tiene también un carácter dialéctico. Es el razonamiento que se establece en un diálogo. La retórica, que sería presentar el argumento de manera persuasivo, es un instrumento interesante pero peligroso. la seducción puede conducirnos a identificarnos con malas argumentaciones. Las falacias son las argumentaciones que, pareciendo válidas no lo son.
El último uso es el de imaginar posibilidades. Sartre señaló en su libro
El imaginario esta estrecha relación entre la imaginación y la libertad. La imaginación entendida en su sentido no separado de lo simbólico, es decir del lenguaje. Imaginación en el sentido de pensar lo posible. Pensando lo posible nos escapamos de lo necesario. La libertad aparece cuando hay un horizonte que se nos abre en el que lo que sucederá no tiene que ser una repetición o un automatismo.
Todo lo que digo es muy sintético pero pretendo establecer de manera clara lo que quiere decir pensar. Por que no cualquier actividad lo es: podemos imaginar, recordar y, en el peor de los casos, divagar.
Los orientales ( valga un término tan general como impreciso) contraponen la meditación al pensar. Lo cual no quiere decir que la meditación oriental no abra puertas al conocimiento. Pero no es un camino del pensar, es el camino de la meditación.
Meditar es estar en silencio. El silencio es el límite del pensar. lo decía Wittgenstein : de lo que no se puede hablar mejor callar. El lenguaje es el límite del pensamiento porque pensar con imágenes es mucho más limitado que hacerlo con palabras. Los defensores de la imaginación simbólica, como Mircea Elíade, que plantea que las imágenes simbólicas muestran aquello a lo que no llega el concepto caen en una contradicción. Esta consiste en utilizar los conceptos para explicar sus propias limitaciones. Al final, tienen que explicarse y lo hacen con el lenguaje simbólico-conceptual.