Escrito por Luis Roca Jusmet
La comparación entre Mill y Marx resulta fecunda, si nos alejamos de las respectivas escolásticas. Según la escolástica marxista, cuyo representante más potente fue Althusser, Mill representa una ideología y una clase: el liberalismo y la burguesía. Se trataría entonces de desmontarlo en función de un análisis científico de los procesos sociales. Hablaríamos entonces de la lucha de clases en el campo ideológico. Para los liberales Marx es, sencillamente, uno de los teóricos del totalitarismo moderno, En él estarían los gérmenes de las dictaduras comunistas. También hay que decir que los liberales aceptan a regañadientes a Mill. En el inmenso estudio de Lasalle ( ideólogo del partido Popular) dedicado al liberalismo no aparece Mill. También conversando con Antoni Fernández Teixidó, ex-camarada troskysta y hoy dirigente del ala liberal de Convergència Democrática de Catalunya, me decía que Mill no le convencía porque tenía un pie en el liberalismo y otro en la socialdemocracia.
La mejor es ir al texto y al contexto. Vayamos a lo que dicen y situar lo que dicen en función del su trayectoria sociobiográfica. Mill procede y forma parte de un sector de la burguesía inglesa. Burguesia media, con un cierto capital económico ( ingresos, patrimonio) y sobre todo con mucho capital simbólico, cultural. Es un burgués reformista e ilustrado, que desde su perspectiva elitista que reformar moralmente a la sociedad. Esta reforma moral pasa sobre todo, por la moral. Una educación que nos enseñe a respetar y ayudar al otro en un sentido utilitarista. Lo útil es lo que beneficia a todos, es lo que nos hace defender la felicidad general. Pero la felicidad general no es otra cosa que la suma de las felicidades individuales. Si todos somos altruistas, todos salimos ganando. Mill es democrático cuando defiende el gobierno representativo y el sufragio femenino. También lo es cuándo propone medidas para evita la formación de oligarquías políticas : libertad de voto de los parlamentarios, sueldo que no sea excesivo, ausencia de privilegios, mandato limitado, control a la financiación de los partidos. Su amiga y después esposa Harriet tuvo mucho que ver en ello.Pero lo es menos cuando dice que la democracia es posible en países muy civilizados como Gran Bretaña e imposible en los poco civilizados como la India. O cuando dice que los analfabetos y los que viven de la caridad pública no pueden votar. O que los que tienen más formación cultural deben tener un voto que valga el doble que los que tienen poca formación cultural.
En todo caso Mill representa lo más que se puede esperar de un miembro de esta burguesía media ilustrada. Es progresista en la medida en que se lo permite su clase. Pero esto no quiere decir que las opciones morales y políticas sean simplemente opciones de clase. Es todo mucho más complejo. La defensa que hace Mill de la libertad individual es asumible por cualquier ciudadano que quiera una sociedad emancipada.
Marx tiene razón cuando le dice a Marx que sin unas mínimas condiciones materiales lo que propone es inaccesible para la mayoría de la población. La lógica del capitalismo es incompatible con al democracia y con la felicidad general. Pero en el capitalismo pueden coexistir lógicas diversas. La lógica del pacto social, que es la que defiende Mill, es la que ha defendido la socialdemocracia.
La defensa de Mill de la libertad individual me parece imprescindible. El peligro de Marx es el caer en un comunitarismo, aunque es evidente que la lucha por la igualdad social es prioritaria y que tampoco podemos caer en un individualismo. Ello nos lleva también a la cuestión de como entendemos la democracia. Marx defendió el sufragio universal sin las limitaciones clasistas de Mill. Defendió también la democracia directa de la Comuna de París, solo posible en un contexto como el que apreció. La experiencia de los soviets en Rusia también nos enseñó sobre los peligrosa los que nos puede conducir la democracia directa.
Mi respuesta es que no hay que elegir entre Mill o Marx. Ni uno ni otro del todo. Pero no del todo. De los dos podemos aprender y debemos hacerlo, pero críticamente.Entendiendo las propuestas desde su trayectoria y su contexto y viendo como podemos actualizarlos en un proyecto emancipador.