Escrita por Luis Roca JusmetLa Declaración Universal de Derechos Humanos es uno de los principales instrumentos para defender hoy la emancipación humana. Aunque no hemos de considerarlo un producto exclusivamente europeo, sí podemos decir que recoge una herencia básica que proviene de la tradición ilustrada. Uno de los grandes problemas que se plantea la filosofía de la ilustración es la de justificar una moral que no tenga fundamentación religiosa o metafísica. Spinoza, por ejemplo, había revolucionado la moral y políticos al socavar sus fundamentos religiosos y había considerado el bien relación a lo que produce alegría y desarrolla las potencialidades humanas.
Locke, por su parte formulará unos derechos inalienables, que serían la vida, la libertad y la propiedad. Ello en el marco de un poder democrático legislativo que limite el poder monárquico y un derecho a la insurrección si el gobierno no es justo. Por una parte tenemos a Kant. La moral es, para Kant, lo que nos dignifica, lo que nos humaniza, lo que nos separa del mundo animal. La idea de dignidad es fundamental, ya que es el concepto nuclear de la Declaración. Por otra parte Kant formula el principio de universalidad de las acciones morales a partir de considerar que cada ser humano es una finalidad y no un medio. Esta es la base de teorías morales contemporáneas, como la moral del reconocimiento de Axel Hanneth. También de la moral del respeto de Ernst Tugendath.También el ideal republicano y cosmopolita de Kant es un precedente.
Por otra parte hay que considerar la la aportación de John Stuart Mill. Su texto
Sobre la libertad es una de las grandes aportaciones sobre la necesaria defensa de la libertad individual. Su separación entre lo privado y lo público es fundamental. No es una diferencia de espacios sino de ámbitos simbólicos. La línea divisoria son los los derechos. De esta forma la vida familiar y la empresa dejan de se considerados los cortijos del padre y el empresario, donde es el amo que ejerce ( privadamente) su dominio. La moral utilitarista de Mill, cuyo objetivo es la felicidad general en un marco de libertad individual es un elemento fundamental en un planteamiento emancipatorio.
Políticamente deberíamos también remitirnos a los primeros ilustrados, con los antecedentes que conocemos en la Atenas democrática y en la Roma republicana. Y a Spinoza, el primer defensor de la democracia entre los modernos.
Lo que resulta igualmente importante es la vinculación de Karl Marx con lo que será el contenido social de la declaración. hay que decir que es, de todas maneras, una relación ambigua y ambivalente. Porque por otra parte Marx rechaza los planteamientos de derechos humanos por abstractos. Ello aunque la lectura althusseriana de considerar la declaración como expresión de la ideología burguesa sea excesiva. Por otra parte su defensa de la democracia directa tampoco coincide con el planteamiento más representativo que figura en la declaración. Pero es sobre todo su ideal de emancipación que pasa por los derechos sociales la que sí queda totalmente presente.
Podemos concluir que en la Declaración Universal de Derechos Humanos hay una herencia de la ilustración europea muy marcada. Lo cual ni quiere decir que no recoja ni deba recoger ( se ha de entender siempre como una declaración abierta y mejorable) aportaciones de todas la tradiciones y lugares.