Luis Roca Jusmet
Muchas de las disparatadas críticas que se han hecho a Podemos se basan en una extrapolación de lo que supone el liderazgo de Pablo Iglesias. Evidentemente, compararlo con Hitler, es delirante. Lo mismo ocurre con el fenómeno expresado en lo que ocurrió en el experimento que refleja la obra de teatro-película
La ola. Lo que ocurrió aquí es que un profesor se convirtió en un líder absoluto que manipuló de forma absoluta a sus alumnos, convertidos en un grupo uniforme y obediente. Pero que cualquiera que tenga una mirada objetiva vea que las comparaciones son delirantes no supone que no sea importante entrar en el tema, que hay que aclarar desde una perspectiva exculpatoria.Propongo empezar con tres ideas : de Sigmund Freud, de Claude Lefort y de Michel Foucault. Freud analiza el fenómeno del líder en su estudio sobre la psicología de masas. Para él el líder representa el Ideal : identificarse con un líder es identificarse con un Ideal. La cuestión es si es una identificación absoluta y relativa. Si es absoluta tenemos la servidumbre voluntaria, la obediencia al líder, contraria a cualquier proyecto emancipatorio. La identificación relativa es hoy aceptable y quizás necesaria. En una sociedad emancipada no hay líderes porque es totalmente democrática. El líder, como decían los antiguos, se basa en elementos aristocrático. Es considerado, de alguna manera, "el mejor". Pero si la identificación es crítica y relativa un líder sirve para cohesionar un proyecto.
Claude Lefort analiza muy bien el totalitarismo. Considera que es propio de la sociedad moderna, de la crisis de lo tradicional. La incertidumbre genera democracia si se asume y totalitarismo si no se asume. Hay una identificación de sociedad = pueblo = partido = líder. Esto no tiene nada que ver con Podemos, como sabrá cualquiera que conozca el movimiento.Finalmente Foucault, después de analizar todas las redes de poder que funcionan en todos los niveles de la sociedad, acaba considerando que las relaciones de poder son inevitables. El poder del padre sobre el hijo, del maestro sobre el alumno, del gobernante sobre los gobernados, del líder sobre el grupo. Pero ha de ser un poder móvil que nunca puede cristalizar en una relaciones de dominio, en una jerarquía.Conclusión : aceptemos a Pablo Iglesias como líder. Manteniendo la distancia, el criterio propio, la capacidad crítica y evitando que se consolide como Líder. Un líder sí, un Líder no. Esta es la diferencia, que no es poca. Evitemos decir : " Es que Pablo Iglesias dice...". No, escuchemos a Pablo Iglesias si queremos pero digamos lo que pensamos.