Escrito por Luis Roca Jusmet
El tema de los abusos sexuales a los niños es un tema que despierta horror en cualquier persona con un mínimo de sensibilidad y de empatía. Los abusos sexuales a los niños implican de entrada un deseo perverso, que es el del adulto que se siente atraído por los niños. Es cierto que en la cuna de nuestra civilización, en Grecia, se consideraba el deseo de los hombres hacia los adolescentes algo reconocido socialmente. Lo cual da a pensar, ciertamente, sobre la carga cultural de la misma idea de perversión, que es tardía, ya que aparece en la psiquiatría del siglo XIX. Lo que existía anteriormente en nuestra civilización era la idea de vicio, de pecado de la lujuria. De hecho el término
pedofilia, que se refiere a esta atracción igual que el anterior procede del griego pero se sistematiza como perversión en la psiquiatría del siglo XIX. En todo caso no es lo mismo sentirse atraído por un adolescente que por un niño.
El abuso sexual implica a veces violencia física pero siempre es una violencia, si no física sí simbólica. El Otro que utiliza su poder delante del niño para inducirle a las relaciones sexuales está utilizando una violencia implícita, que a veces puede ser peor que la explícita del abusador desconocido que agrede al infante.
Para ver tres ángulos diferentes de abordar el tema voy a referirme a tres películas que lo tratan el problema. Son "Mystic river", "El leñador" y "No tengas miedo".
"Mystic River" presenta a Dave, un adulto anulado y disociado que padeció de preadolescente una agresión sexual durante días, encerrado en un sótano como objeto de goce del sadismo de dos adultos depravados. Es el abuso sexual más explícito y lateral y el que da menos juego al análisis de los matices.
"El leñador" es una película arriesgada porque se sitúa en la perspectiva del abusador. Situarse en su perspectiva no quiere decir justificarle pero sí entenderle. Se trata aquí de un hombre que quiere reinsertarse después de haber estado unos años en la cárcel por abuso sexual. Reinsertarse quiere decir poner freno a una pulsión sexual perversa que lo atrapa. Siente un impulso que lo domina y lo conduce al abuso sexual. Quiere reprimir la pulsión pero a la gran dificultad interna se le añade la incomprensión externa. Está solo y se siente por despreciado por casi todos. El casi es una mujer con la que establece una relación amorosa. El "todos" son los familiares, la policía, los compañeros de trabajo. Es el conflicto de un sujeto que padece pedofilia para no ser un pederasta. Digo padecer pedofilia porque es evidente que esta no es una decisión del sujeto sino una determinación sexual que se encuentra. la cuestión es no transformar este deseo en una conducta porque siempre será un abuso sexual. Por supuesto que el material que puede circular por Internet es y debe ser delictivo porque cualquier grabación es violencia sexual y porque incita al abuso sexual.
Pero voy a referirme sobre todo a la película "No tengas miedo.Estamos hablando ahora de la situación más compleja, que es la de los abusos sexuales en una relación incestuosa. Un padre que abusa de su hija, Silvia, desde los ocho años. Pero no es el padre violento, primario, que tiene aterrorizada a su familia. No es este el perfil. Es un dentista, miembro de la clase media-alta madrileña. Que mantiene una relación distante con una mujer que se acaba separando de él. Una mujer que no quiere saber nada de lo pasa entre su marido y la niña, que cierra los ojos porque quiere vivir su vida y los dos son para ella un estorbo. Un padre cariñosos frente a una madre que siempre ha sido muy fría con su hija. Un padre que es el que se ocupa de su hija. Este padre es el que un día, entre caricias, empieza a hacer cosas extrañas con la niña. Cosas que ella no entiende pero que, confusamente relaciona con lo prohibido, con algo tan difuso como la sexualidad. La película muestra de manera magistral el antes y después de esta experiencia para la niña. La niña alegre y extrovertida pasa a ser una niña triste e introvertida.
Y los abusos se reproducen a lo largo de los días, las semanas, los meses y los años. Sobre todo a partir del momento que sus padres se separan y ella, increíblemente, queda bajo custodia del padre. ¿Qué mejor que este padre amoroso para ocuparse de "su princesa" ?
¿ Hay violencia ? Claro que hay violencia, aunque no se manifiesta de manera agresiva. La violencia de este Otro en el que confía, el que debería ofrecerle seguridad y confianza y que le convierte en un objeto, en el objeto de su goce.
Este cortocircuito tiene consecuencias devastadores para los niños y las niñas ( también, aunque menos en los adolescentes) que los padecen. Silvia se convierte en una sombra. Vive en la melancolía, en una tristeza permanente. Esta totalmente bloqueada por su angustia. Somatiza de diferentes formas. Busca acciones compulsivas que la degradan, como sus apuestas en la ruleta. Tiene un pasaje al acto en el que hace un acto suicida.
Pero la película es esperanzadora, abre una puerta a la víctima, que puede convertirse en el sujeto de su vida, responsabilizarse y hacerse cargo de ella.
Hay en la película otros elementos impactantes, como los testimonios de otras víctimas desde su lugar de adultos que quieren superar un trauma que ha convertido su vida en un infierno. "Trauma" quiere decir algo insoportable, algo que no se puede soportar porque no hay recursos para hacerlo. El niño no puede asimilar lo que pasa, no está en condiciones para hacerlo, No puede. Es este Otro que lo aplasta literalmente para convertirlo en un desecho.
Lo único que no me ha gustado de la película es el enfoque terapéutico que aparece. Hay una neuropsiquiatra que pretende hacerle superar el trauma a base de no enfrentarse a él, relajándose con técnicas hipnóticos e infundiéndole "pensamiento positivo". Intentando eliminar su angustia sin darse cuenta que la angustia es lo que hay que escuchar para que ella pueda hablar. Me parece que solo una terapia basada en la palabra, en hacerle capaz de poner palabra a su trauma y no precisamente, como hace, en conectarle a emociones sin palabras. Pero esto ya es, por supuesto, cuestión de opiniones.
Se trata, en definitiva, de un problema tabú, del que no se habla pero que es tiene una dimensión social importante y consecuencias devastadoras. El psiquismo, la personalidad, la autoestima y la sexualidad de estos niños está tocada para siempre. Por supuesto hay terapias y hay salidas pero el precio que paga el sujeto es terrible. Delante de una lacra social de estas características hay que poner los medios para que la denuncia sea posible. Nos compete a todos.