Escrito por Luis Roca Jusmet
Zizek trata en varias ocasiones el tema de la realidad virtual y su relación con la realidad ( entendiendo por ello la realidad física que estructuramos a través de lo simbólico y lo imaginario) y lo Real. De hecho Zizek ya plantea en un momento que lo interesante es saber la realidad de lo virtual, no su falta de realidad,
Parte de una crítica a las concepciones que plantean desde Jean Braudillard hasta Paul Virilo, para los cuales lo que ha creado el ciberespacio es el dominio de lo imaginario, es decir de las imágenes. Se pierde entonces lo simbólico, en su doble sentido de lenguaje y de ley, y lo real, es decir la realidad material. Ello daría lugar a un universo para psicótico de tipo alucinatorio, sin normas y en el que se confunde lo imaginario con lo real.
Las reflexiones críticas de Zizek son interesantes. En primer lugar porque introduce el sentido lacaniano de lo Real, que como sabemos no es lo mismo que la realidad. ¿ Que ocurre con lo Real en el ciberespacio ? ¿ Qué relación hay entre lo Real y la realidad virtual ? El tema es mucho más complejo entonces que como lo plantean los autores anteriores, Complejidad que aumenta cuando Zizek nos recuerda que la realidad que percibimos los humanos tiene siempre algo de virtual justamente porque lo simbólico es virtual. Es decir que lo simbólico, y lo imaginario ligado a él, es un mundo que construimos los humanos y que es la mediación, la pantalla, a través de la cual nos relacionamos con el mundo real, es decir físico. Existe la realidad porque la estructuramos virtualmente. Justamente lo Real es lo que se escapa. Pero nos distanciamos de lo Real a través de este filtro, que es lo que llama ( Zizek siguiendo a Lacan ) la castración simbólica. Reprimimos entonces la pulsión que no reconoce ni el antagonismo sexual ( la diferencia de sexos y lo imposible de la relación sexual) ni nuestros límites ( la finitud y, en definitiva, la muerte). El inconsciente no reconoce ni lo uno ni lo otro). La realidad virtual, el ciberespacio nos permite legar lo imposible ( la relación armónica de sexos y la inmortalidad) y la negación, como sabemos, es la psoción del perverso. Con lo cual, para Zizek, el ciberespacio no conduce a la posición psicótica sino perversa). El cuerpo del cibernauta se reduce a su globo ocular y a los mecanismos mecánicos de sus manos. Con la hiperactividad corporal ( gimnasia, footing, terapias corporales) intentamos compensar esta pasividad corporal.
Pero es nuestra proyección imaginaria la que se desarrolla, nuestro yo ideal, más que las máscaras simbólicas que forman parte del ideal del yo. Lo que ocurre entonces con las personalidades múltiples de un mismo sujeto que pueden existir en el ciberespacio es que hay una excesiva identificación, justamente porque es imaginaria y no simbólica. Entonces "somos muchos" en lugar de tener varias máscaras. Es la trampa del imaginario, que nos hace creer que somos, mientras lo simbólico nos permite entender que no somos, simplemente que tenemos apariencias. Pero detrás de las apariencias hay un vacío porque no somos nada más que nuestras construcciones.
Lo Real no puede simbolizarse en el ciberespacio. Existe lo simbólico, las reglas y las normas pero no las podemos
interiorizar. El Otro existe pero es espectral. Y somos m´ñas frágiles y vulnerables porque exponemos públicamente nuestras fantasías. Otra cuestión es si como el perverso nos quedamos fijados en ella o la exteriorizar de nuestras fantasías nos permite atravesarlas, como hace el analista.
Pero hay algo que no permite que aparezca la falta, a partir de la cual puede generarse el deseo. Es la saturación de imágenes. Lo virtual se convierte en más real que la propia realidad. Un universo cerrado y claustrofóbico en el cual las infinitas posibilidades nos acaban asfixiando.
En todo caso, concluye Zizek, la tecnología tendrá, como siempre unas consecuencias u otras en función de las redes y las estructuras sociales en que se integre. Por lo tanto no hay tampoco aquí un determinismo tecnológico.