Escrito por Luis Roca Jusmet
Un escritor dijo que la patria de cada cual es lo que configura su infancia, lo que oímos y escuchamos en nuestros primeros años. No sé quién fue y ni siquiera si dijo esto, pero en todo caso no me lo he inventado yo. Me sirve.
La patria es este imaginario radical, construido en la infancia, que siempre tiene su origen, como dijo Freud, en la percepción. Pero la percepción no es sensorial, es linguística. Percibimos significantes, es decir palabras-imágenes que nos significan algo. Y nos lo significan cognitivamente, emocionalmente, desiderativamente.
Cuando tenía unos doce años veraneaba en Valldoreix, que formaba parte del municipio de San Cugat y que básicamente estaba compuesto por torres de veraneo de gente de Barcelona, como mi familia. Un día, por la noche, mi hermano, algo más pequeño que yo, fuimos al cine que había montado artesanalmente en un local-bar de Mirasol, al lado de Valldoteix, y que estaba a una distancia de nuestra casa de Valldoreix. En el cine hacían "Psicosis". Fuimos con mi tío, hermano menor de mi madre, que tenía poco más de veinte años. Mi tío disfrutaba haciéndonos pasar miedo. Ya desde muy pequeños, cuando él era adolescente y pasaba parte del verano con nosotros. "Psicosis" tuvo en mí un efecto siniestro, lo que asusta y atrae al mismo tiempo, de una forma particularmente intensa. Me impresionó mucho, muchísimo. Pero por la noche volvimos a oscuras por aquellos senderos silenciosos bajo la risa perversa de mi tío.
"Psicosis" fue entonces un elemento clave en mi imaginario infantil. Este recuerdo me viene después de visionar una extraordinaria película-documento sobre el encuentro Hitchcock-Truffaut. Hitchcock dice que lo que que lo que quería era emocionar al público. Lo consiguió plenamente. Pero todo Hitchcock, todo su cine fue conformando mi imaginario. La película, por cierto, es altamente recomendable, es un magnífico puzzle en el que el centro es esta entrevista de dos personas que hicieron del cine el sentido de su vida. Dos personas libres porque ser libre, es, en definitiva, expresar la propia singularidad. Solo hablaron de cine, a todas horas, porque era lo que les interesaba, era lo que les unía, eran sus mundos diferentes y. al mismo tiempo, compartidos. Al mismo tiempo podemos gozar de comentarios de diversos directores, todos admiradores de Hitchcock.
No podría entender mi vida sin Hitchcock, forma parte de lo que soy. Verlo en este documental, oirlo, saborear sus escenas, ha sido para mí un enorme placer. Y estas son las identidades singulares en este mundo moderno que, para bien o para mal, ha diluido las identidades colectivas. Pero identidades singulares que no deben aislarnos sino unirnos. Y aquí me uno yo con todos los espectadores de esta extraordinaria película, con todos los directores que hablan de Hitchcock, con el mismo Hitchcock y con Truffaut. Pero también con Slavoj Zizek cuando leo su libro "Todo lo que usted quiere saber sobre Lacan y no se atarevció a preguntarle a Hitchcock." Y con el mismo Lacan, y con todos los lectores de uno y de otro. Y así vamos conformando una comunidad heterogénea de múltiples afinides. Esta debería ser nuestra patria, la de lo común y de lo diferente, la de lo universal y lo singular. Y aquí está Hirchcock cuando dice que un europeo, un japonés y un indio se estremecerán igual al ver "Psicosisi". Un lenguaje de las imágenes que se hace así universal.