Escrito por Luis Roca Jusmet
Spinoza nos enseña que el hombre se mueve por sus pasiones y no por su razón. Esta ha de ser la base de las propuestas políticas. Si el hombre se moviera por su razón, que para él quiere decir por las ideas adecuadas que nos permiten distanciarnos de los afectos y no dejar que nos atrapen.la cuestión sería diferente. Porque entonces nuestro estado interno sería la alegría y seríamos generosos con los otros. Entenderíamos además que lo mejor sería cooperar con los otros y que el respeto y el reconocimiento del otro sería lo mejor para todos. Si así fuera no sería necesario el estado ni las leyes y podríamos apostar por el anarquismo. Pero como las cosas no son así las utopías o son inútiles o acaban en pesadillas si se aplican.
Voy a reflexionar sobre cuales son las pasiones que dominan a los gobernantes y a los ciudadanos respectivamente. y hasta que punto podemos aprovecharlas o canalizarlas para que el Estado y la sociedad civil sean lo más útil posible para convivir bien.
1) Pasiones de los ciudadanos
Miedo : tristeza al imaginar una cosa futura. Desde el punto de vista de Spinoza es necesario porque esto obliga a los hombres no sabios a cumplir las leyes.
Esperanza : alegría al imaginar una cosa futura. Crea expectativas positivas respecto al futuro de la propia sociedad.
Los tres que vienen a continuación son los sentimientos morales
Culpa : tristeza al considerar una acción propia como injusta.
Compasión : tristeza al identificarnos con la tristeza del otro.
Indignación/ira : odio hacia el que consideramos que nos ha provocado tristeza por una acción injusta.
Curiosamente podemos deducir que, como dice Deleuze, Spinoza plantea una ética contrapuesta a una moral. La ética de Spinoza es la del hombre libre que desea vivir bien con los otros. La moral es necesaria para los hombres que no son sabios porque les obliga a no perjudicar a los otros. La compasión les frena, la culpabilidad los sanciona internamente, Aquí podemos hacer una comparación con Nietzsche, que siempre da resultados ambivalentes. En el primer aspecto están de acuerdo : ética contra moral, carácter negativo para el hombre libre de la culpa y la compasión. Pero en el segundo Spinoza acepta la moral como necesaria en su proyecto político y Nietzsche la rechaza en un proyecto político contrapuesto al anterior.
Admiración : imaginar en el otro algo que se considera por encima de lo que tienen los otros. La admiración tiene que ver con el segundo elemento de reconocimiento de la autoridad, como el miedo. Ya lo señaló Maquiavelo. también para Spinoza el hombre sabio no admira, aunque reconoce el valor del otro, pero los hombres guiados por sus pasiones sí.
Con la indignación y la admiración, de todas maneras, hay una oportunidad y un peligro. La oportunidad es que los ciudadanos pueden indignarse contra el tirano y admirar a los buenos gobernantes. Pero también podría ocurrir lo contrario.
Otras pasiones que cita Spinoza son la envidia hacia los que están bien, que es el odio causado al que tiene lo que tú quieres. esta pasión es absolutamente negativa; y la venganza, que es el odio hacia los que consideran que te causan tristeza. Esta pasión se canaliza a través de las leyes y sanciones y queda claro que el ciudadano renuncia a actuar en consecuencia.
2) Pasiones de los gobernantes
Gloria : alegría acompañada de la imagen de ser admirado por otros. ser admirado por los otros.
Ambición : deseo inmoderado de gloria.
El gobernante busca la gloria, el reconocimiento, el prestigio. El deseo de reconocimiento no debe considerarse negativo. Pero si aparece la ambición como pasión entonces es una pasión que mueve al gobernante a querer la gloria por encima de cualquier otra cosa. Esto si es negativo porque acaba rodeándose de aduladores.
Amor propio : alegría acompañada de la imagen de nuestra potencia.
Soberbia/vanidad : quererse más de lo justo.
Aquí ocurre lo mismo que en el caso anterior. El gobernante debe quererse a sí mismo pero no de manera inmoderada porque no caepta la crítica.
Dicho de otra manera: necesitamos gobernantes que, aunque no sean sabios, tengan deseo de gloria y amor de sí, que les dará confianza y seguridad, que no sean ambicioso ni vanidadosos en exceso, porque le conducirá a la tiranía. Pero como esto no se puede garantizar entonces deben tener también sentimientos morales y, sobre todo, miedo. Esto significa que el estado debe tener procedimientos para sancionar a los gobernantes. Si no es así, nada puede garantizar no acabar en una tiranía.
De todas maneras generaliza la ambición, que entiende también como el deseo de dominar al otro. Aquí también hay una diferencia con Nietzsche. Para este último la afirmación de uno mismo lleva al dominio sobre el otro, afirmación que Spinoza cuestiona y rebate.
De todas maneras, en este preciso análisis de Spinoza falta una pasión fundamental, que es la identificación. Esto lo vieron bien los gobernantes cuando impulsaron el nacionalismo. El nacionalismo, en dosis moderadas, puede conducir a una cohesión de los ciudadanos de un Estado, pero en cuando se convierte en pasión o deseo inmoderado es uno de sus principales peligros, como la Historia bien nos ha enseñado.
Evidentemente de lo que se trata es de aumentar al máximo los hombres sabios, libres. Estos hombres no están dominados por las pasiones sino por los deseos, que surgen de ideas inadecuadas, que no nos dominan. El hombre sabio es un hombre con carácter y generoso. No es reactivo sino activo ( como diría Nietzsche), lo cual quiere decir que se mueve por determinaciones internas y no externas, por deseos y no por pasiones. Y es capaz de potenciar los afectos positivos para la convivencia, que son la piedad y la la generosidad, que a diferencia de la compasión no es una pasión triste. La fortaleza es el afecto del sabio.