Escrito por Luis Roca Jusmet
Charles Baudelaire es un personaje-escritor que ha fascinado a muchas generaciones de pensadores. Dos ejemplos claros serían Walter Benjamin y Jean-Paul Sartre, que le dedicaron respectivamente una de sus "iluminaciones" y una sugerente biografía.
En su crítica a la lectura que Foucault hace de los antiguos, Pierre Hadot le reprocha que los derive hacia una especie de estética de la existencia cuyo paradigma es el dandismo de Baudelaire.
Es importante que precisemos que es lo que dice exactamente Michel Foucault de Baudelaire y si realmente lo sitúan como un modelo de vida a seguir. El curso al que Foucault se dedica a analizar la figura del escritor francés es el último, el que titula "El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros,II", que realizó desde finales de 1983 hasta principios de 1984, pocos meses antes de su muerte. Foucault se refiere a él como una prolongación moderna del cinismo. Es una expresión artística, dice, de lo que había permanecido sumergido, excluido. Es el cinismo de la cultura, lo que se había considerado anticultura puesto al revés, como afirmación de la cultura. Antiplatónica y antiaristotélica en la medida en que rechaza cualquier forma establecida. Pero es una forma de cinismo que, al contrario que sus orígenes populares, se manifiesta de manera elitista y marginal. Es una vida verdadera porque asume el nihilismo, la "muerte de Dios" y desde aquí debe inventarse un arte de existencia.
Anteriormente, en el texto "¿ Qué es la ilustración?", publicado el mismo año 1984 y que está dedicado al artículo de Kant, Foucault formula una reflexión sobre lo que representa Baudelaire. Habla de él como representación del ethos ( una manera de pensar, de sentir, de obrar) de la modernidad. Cita la afirmación de Baudelaire es "lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente" pero también la voluntad de hacer algo heroico de este presente: " No hay derecho a despreciar el presente. Esta relación con el presente no es el del curioso, del que venera la novedad, sino del que lo entiende como una práctica de libertad, es decir que se plantea que siempre hay otra opción, y por tanto otra vida, posible. Pero la extrema atención que tiene el hombre moderno hacia si mismo no es para descubrirse sino para inventarse.
La conclusión es que para Michel Foucault, en contra de lo que plantea Pierre Hadot, no es un modelo de dandy en el que Foucault ve un ejemplo de "estética de la existencia." Lo que ve Foucault en Baudelaire son dos cosas. En primer lugar una prolongación moderna del cinismo, entendido como la propuesta de otro "ethos", de una vida verdadera, de una vida diferente a la normalizada. En segundo lugar, y esto es lo más importante, el complemento de la propuesta kantiana de pensar por uno mismo que sería el inventarse a uno mismo. Quizás se podría concretar, y esto es cosecha propia, en que al sujeto universal kantiano podemos añadirle la singularidad baudelairiana. Es decir, que en el marco del reconocimiento del otro ( moral kantiana) creamos una ética singular. Quizás sería una manera de resolver la tensión entre lo universal y lo singular que está tan presente en la obra de Foucault.