Escrito por Luis Roca Jusmet
La primera constatación es que el Mal, entendido como una entidad, no existe. Lo dijeron Spinoza y Nietzsche : "los hechos morales no existen".
Lo que existe es la maldad humana. Pero la maldad no es otra cosa que el conjuntos de actos que provocan intencionadamente daño y dolor en el otro. Es decir, la violencia. Malo es el sujeto humano que, intencionadamente provoca daño y dolor en el otro a través de una conducta violenta. Hay por tanto, dos elementos, intención y acto.
Lo primero que hay que decir es que se puede provocar dolor/daño como efecto colateral, como un medio para conseguir un objetivo. El sujeto no desea el acto violento pero lo realiza para conseguir otro objetivo. Aquí podemos situar tanto a un sicario, un mafioso o empresario sin escrúpulos, Buscan un objetivo y utilizan la violencia para conseguirlo. Para poder hacerlo, por supuesto, es necesario que no experimenten ningún sentimiento de empatía o compasión y ningún principio ético que los frene. La maldad es, entonces, esta falta de respeto hacia el otro, este no tenerlo en cuenta como sujeto que sufre por tu conducta.
En segundo lugar tenemos la violencia provocada por el odio. Spinoza decía que odiamos al que consideramos causa de nuestra tristeza. El odio es muy potente y puede llevar a este deseo de destrucción, de provocar dolor y daño. También comenta Spinoza que provoca satisfacción este acto violento pero que detrás hay siempre una pasión triste.
En tercer lugar está la violencia como humillación del otro, como la manera de mantener una posición de dominio y al otro en una de sumisión. Es la violencia patriarcal, por ejemplo. Se combina, casi siempre, con el odio. Y tiene un elemento ideológico, aunque la causa de la violencia no sea la ideología. La ideología es más bien su justificación.
En cuarto lugar la violencia ideológica, la del fundamentalismo que tiene como límite el terrorismo. El fundamentalismo es absolutamente sectario, no respeta al contrario, se le odia, se le quiere destruir. Pero la acción terrorista, por ejemplo, no está siempre dirigido contra aquel que se odia. A veces es un atentado contra cualquiera para perjudicar al que se odia, al enemigo, aunque no sea la víctima. Se puede atentar contra un lugar lleno de gente aunque no haya un odio específico contra esta gente.
Finalmente está la violencia más perturbadora, la violencia como goce.. Sería la violencia, la maldad hacia el otro como satisfacción, como goce. Aquí hemos de bucear en la tradición psiconalítica, de Freud a Lacan. La noción de goce, que une la pulsión sexual y la pulsión sexual es la más interesante. Aquí es donde está la cuestión más enigmática.
En la serie "Mindhunter", dos agentes del FBI quieren entender la motivación de los asesinos en serie. es el caso más preciso de violencia por la violencia, del goce de hacer daño y destruir al otro. Aquí está el límite de nuestra comprensión, en el aspecto más oscuro y terrorífico del ser humano.
El problema del mal es, en definitiva, el de la maldad humana. Maldad ligada inevitablemente al acto violento contra el daño. Sea como medio, como dominio, como odio, sea como fanatismo, sea como goce. El hombre, decía Spinoza, se mueve por sus pasiones. La codicia, el odio son motores de la maldad. Hay elementos ideológicos que mueven estos afectos, que como bien decía el mismo Spinoza, no dejan de ser ideas, aunque sean inadecuadas.
Lo único que se le escapa a Spinoza es lo que aborda el psicoanálisis. Lo que empieza formulando Freud y acaba elaborando Lacan. No es la agresividad imaginaria, la de ataque o defensa frente al otro, la que compartimos con los animales. Conceptos como el de pulsión, sobre todo pulsión de muerte, goce, goce perverso, son, como mínimo, instrumentos teóricos para analizar algo que seguramene nunca acabaremos de entender ni de explicar.