He participado en un seminario sobre la educación en virtudes que ha tenido lugar en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Lo menos que puedo decir es que ha tenido la virtud de alimentarnos muy bien. Pero, además, había una cordialidad en el ambiente muy notable, que facilitaba mucho los contactos y ya se sabe que lo que ocurre en los pasillos de estos encuentros es tan iportante como lo que ocurre en la tribuna.
He vuelto a casa con mi moleskine llena de notas que tengo que meditar. Transcribo a continuación alguna de ellas:
1. La virtud, más que la conducta del "vir", del varón, nombra algo que se encuentra en su (supuesta) raíz indoeuropea "-rt-", que ha dado lugar a términos como "orthós" (recto), "arithmós" (número), "ritmo", "arte", etc.
2. La virrtud en su sentido más propio es el desarrollo excelente de una función. No se puede decir de algo o de alguien que es virtuoso si ignoramos respecto a qué. Existen los virtuosos del piano, del balón o de la cocina. Un caballo de carreras que gana carreras es virtuoso en esto. Los griegos hablaban sin reparos de la "virtud del ladrón", porque un ladrón es virtuoso si desarrolla su función de manera excelente (con la mayor eficiencia). ¿Pero cuál es la función del hombre?
3. Volví a oir lo de que "aprender no es simplemente adquirir conocimientos". Obviamente, pregunté: "¿Si no hay un incremento del conocimiento se ha aprendido algo?" ¿Por qué esta reticencia a aceptar lo obvio? ¿No se cuela en nuestros discursos pedagógicos modernos, de manera más o menos subrepticia, un tufillo antintelectualista?
4. Nos olvidamos un poco de la teoría como culminación de las virtudes propiamente humanas. Este olvido fue otro tributo a los tiempos.
5. Los británicos que intervinieron dijeron sin matices algo que nosotros matizaríamos mucho: que los profesores son los representantes de los padres en el aula. ¿Quién tiene razón? Dijeron también -e insistieron en ello- que no existe la neutralidad docente. Pero entonces no son unos prepresentantes meramente vicarios. Y aquí está el problema.
7. Me gustó esto: "La humildad no consiste en quitarnos valor, sino en no quitárselo al otro".
8. Varios conferenciantes resaltaron 3 momentos de la práctica de la virtud en la escuela: la práctica en sí misma (una actividad coherente), la narrativa (propuesta de modelos de excelencia) y las tradiciones (inscripción en una tradición).
9. Una idea rupturista en tiempos innovacionistas: Las prácticas pedagógicas deben crear tradiciones propias.
10. En un seminario como este era inevitable insistir en la educación del carácter y así se hizo. Se señaló que en la escuela para que esta educación sea posible, se requiere un idioma común (en palabras y ejemplos) y se insistió mucho en basar la educación del carácter en determinadas narrativas.
11. Otra idea repetida insistentemente, y que comparto: No es suficiente con que el profesor acompañe al alumno. Ha de educar.
12. Puede ser que a nuestros alumnos les resulte difícil leer a los clásicos, pero el maestro debe estar empado de ellos, de manera que sus discípulos accedan a los clásicos a través de él. Al maestro -se dijo- se le supone la lectura. Lamentablemente solo el 7% de nuestros maestros son lectores habituales.
13. Juan Antonio Granados (director del colegio Stella Maris La Gavia de Madrid), comentando su práctica: "En cada asignatura se lee, se relata y se escribe".
14. Otra idea de Juan Antonio Granados: "El hérore moral vive su vida con el enigma que él mismo es".
15. Y otra más: "El Quijote ha de ser imprescindible en nuestros colegios. Los maestros han de leerlo y los niños han de vivirlo en el maestro".
Cicle filosòfic MANACOR PENSA Manacor Pensa, un cicle per posar la filosofia al centre de la vida i de la ciutat
Manacor Pensa és un cicle filosòfic que tendrà lloc a la Institució Pública Antoni M. Alcover del 4 a l’11 d’abril, de 18 h a 19.30 h.
Manacor Pensa és un cicle de conferències que vol posar la Filosofia al centre amb l’objectiu de «pensar Manacor, pensar-nos i saber qui som».
A part d’un seguit d’activitats dedicades als alumnes que es duran a terme al CP Es Canyar, al Conservatori de Manacor i a la Institució Pública Antoni M Alcover, la resta de conferències són obertes a tots els públics. Podeu fer la inscripció gratuïta aquí.
Dilluns 4 d’abril – Cafè filosòfic. Modera: Carolina Salvadó, professora de Filosofia de l’IES Berenguer d’Anoia.
Un cafè filosòfic vol ser un espai de trobada, un espai de tranquil·litat i pausa on es pugui pensar, es pugui escoltar, es pugui dir…El moderador guarda els límits perquè el pensar, l’escoltar i el dir es donin de manera especialment cuidada, conscient, atenta i precisa. Per aconseguir-ho, treballarem especialment els següents aspectes:
– Regular la impulsivitat i l’ànsia, la por de xerrar.
– Permetre els silencis.
– Emparar la lentitud.
– Jugar amb les idees (no apropiar-se’n).
– Atendre, comprendre, escoltar, així com reformular el que altres han dit.
– Acomodar-se en la possibilitat de discrepar.
– No tèmer l’error.
– Fer-se conscient del propi pensament i de les actituds, disposicions i fins i tot dels sentiments que ens acompanyen.
Es recomana dur paper i bolígraf. L’organització de l’esdeveniment facilitarà cafè o te.
Dimecres 6 d’abri – L’autoconeixement filosòfic, per Cristina Avilés Marí.
Una xerrada-taller per introduir l’autoconeixement filosòfic des d’una concepció de la filosofia
com a forma de vida, que ens proposa fer una indagació instrospectiva de com i des d’on ens
relacionem amb la vida i, que per tant, esdevé una acció transformadora per a desdibuixar uns
contorns que, en gran part, ens mantenen presoners.
Dijous 7 d’abril – Quaranta cobles a la saviesa. Presentació del poemari de M. Magdalena Gelabert i Miró.
Presentació del poemari de M Magdalena Gelabert dedicat a la Filosofia i als savis i sàvies des de l’Antiguitat fins als nostres temps. Tot un camí, que des de la poesia i les il·lustracions de Magdalena Tugores, ens porta al pensament filosòfic i a les qüestions més transcendentals.
Diumenge 10 d’abril – Filosofia 3/18, a càrrec de Sacramento López Martínez, mestra, formadora i membre de l’associació de Filosofia 3/18 Mallorca.
Segons la UNESCO, “la filosofia proporciona les bases conceptuals dels principis i valors
dels quals depèn la pau mundial: la democràcia, els drets humans, la justícia i la igualtat”.
Els infants es demanen sobre tot el que els envolta i les seves inquietuds estan molt a prop de
les grans qüestions filosòfiques.
A partir d’un joc, un conte o una obra d’art iniciarem un diàleg, deixarem fluir el nostre
pensament, escoltarem respectuosament el que pensen els altres i compartirem les
preguntes, inquietuds i també algunes respostes que l’activitat ens suggereixi.
Dilluns 11 d’abril – La Filosofia té nom de dona, a càrrec de Nerea Blanco.
Una xerrada sobre les dones i la Filosofia amb l’objectiu de conscienciar de la necessitat de la filosofia en el dia a dia i mostrar referents femenins en aquest camp. És necessari visibilitzar el paper de la dona en la Història de la Filosofia Occidental, un paper que ha existit però que no s’ha mostrat en quedar oculta davall els grans nomes de filòsofs. És temps de dones, de pensament crític i de donar eines al món per fer front a l’incertesa i els problemes.
Robarnos las palabras es convertir lo que nos dicen en vacíos, en absurdidades, en falsedades o en simples instantes para usar y tirar. El lenguaje nos compromete políticamente con nosotros , en el caso por ejemplo de la violencia sistémica contra el cuerpo de la mujer muchas veces convertimos las palabras en prejuicios al servició de un patriarcado inconsciente con lo que vive y hace. Ese deseo del cuerpo del otro se ejerce como una arma de poder que rompe y maltrata con toda la contundencia la buena intención de quienes piensan y están convencidos que son ejemplares de hombres tolerantes y feministas. En el lenguaje hay ética y hay política porque establece una determinada relación con los demás a partir de lo que hemos vivido , sentido , interiorizado, experimentado o leído. En ese significado de las palabras que nos representan la realidad lo universal y absoluto acaba siendo malsano . En este sentido hablar de valores en el fondo es atribuir a palabras vacías insustanciales como estamos viendo, sin garantía alguna de nada . A diferencia lo concreto dentro de un contexto deja de permitir banalizar absolutamente todo .
Para seguir el hilo pensemos en esta relación que de manera forzada se establece entre capitalismo y nazismo. En estos tiempos cuando la verdad no forma parte de contenido alguno , lo opinable parece responder a populismos acríticos y sin reflexión alguna. Antoine Compagnon ."El demonio de la teoría" (literatura y sentido común) nos podría sugerir algunas ideas. Si pensamos en lo que hablamos , en aquello que decimos seguramente descubriremos la retórica a menudo que sostenemos vacía. "En filosofía nos pasa mucho esto que venimos diciendo. Libros , conferencias, clases, muchas veces incorporan un discurso nada narrativo sino todo lo contario. Repetir los autores como Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro, Séneca, Descartes, Kant, Hume, Mill , Nietzsche, Hegel, Adorno, ... como si se tratara de mantras bien dispuestos al uso del dogmatismo ajeno al pensar , convierte cualquier idea en un eslogan de mercado.
Valéry y su poética en Francia buscaba ese lenguaje no instrumental de una deconstrucción. En esa identificación de los signos para que se de cierta comprensión lectora , la lengua y el contexto del autor no sólo és necesaria sino resulta indispensable para no forzar las palabras . Esa manera de entender el texto incluirá o no el propio autor y precisamente esto convierte el texto en algo cercano o ajeno al lector mismo. Si el lector aprende en la lectura se produce una descomposición del texto como en el caso de Marta Sanz y su obra "pequeñas mujeres rojas" , el sentido de esta manera convierte al lector en un espeólogo del significado . En esa lectura el buceo del lector implica un ejercicio de sumergirse en el mundo que literariamente está creando y que señala el sentido de lo que se dice y como se dice-
Podríamos decir que en esa relación se gana o se pierde la capacidad de comunicarnos y de pensarnos con la literatura. Del "Menchs" al " Ündermenchs" como si cuando leemos lo escrito por el autor estamos haciendo un ejercicio de recuerdo que nos permite volver a pasar la experiencia por el corazón. De ahí que cuando escribimos para ser leídos o para leernos , eso que estamos haciendo , nos permita encontrarnos con lo que vivimos desde ese órgano de la memoria. La importancia del sujeto que escribe, que habla, que comunica implica que el lector no puede olvidar que significado y significante no deberían confundirse como dirá Compagnon . El sentido es como un motor que nos acerca a la intención del autor, es la idea que regula , la pretensión del autor en la obra , lo que nos quiere decir. Por eso la subjetividad del autor implica al lector. La significación es el impacto que tiene la obra en nosotros, lo que nos alcanza el texto porque lo hemos vivido o leído, eso que nos hace despertarnos cuando leemos.
Por eso el verdadero diálogo no puede falsificar las palabras haciendo que el texto no alcance al lector porque como hace la filosofía no existe. Platón escribe para , Descartes escribe para, Kant escribe para .El texto tiene un contexto y esto precisamente adquiere una determinada posición , un significado ético y relacional con lo que el autor escribe. De lo contrario hablar por hablar no tiene sentido alguno. Cuando decimos " te quiero" lo convertimos en un sentido frente a quien y en el como lo estamos diciendo , y el qué estamos diciendo , o porqué lo estamos diciendo , no da igual la frase aislada de todo. Hacer justicia al texto es que se haga entender , que adquiera una determinada postura para que sea entendido , y no como lo que pasa a menudo contrariamente.
Hoy la voluntad de silenciar las palabras desvirtuará el contenido . Por ejemplo creer que los testimonios de muchos supervivientes de los campos nazis son héroes por su capacidad de ser fuertes y valientes para sobrevivir la adversidad , convierte la experiencia en algo vacío de significado . Esto quiere decir que el superviviente forma parte de un significado propio y no ajeno , no puede ser secuestrado por quienes le hacen hablar como Adorno, Frankl,Levi.... incluso como testimonios de la propia experiencia . En esa separación del contexto la verdad se encuentra en juego y si lo hacemos ponemos en riesgo la pérdida del sentido y del significado del propio lenguaje.
El Fedón de Platón y la Primera epístola de Juan tienen algo muy relevante en común: la convicción de que la misología y la misantropía son dos caras de la misma moneda. Donde se da la una, se da la otra.
Ese prefijo "mis-" puede traducirse por repugnancia, enemistad u odio. La misología es, pues, la repugnancia (enemistad u odio) al lenguaje (y al razonamiento, pues el "logos" griego tiene este doble significado). Su contrario es la filología, que es apetito (amistad o amor) al lenguaje (y al razonamiento).
La misantropía es, pues, la repugnancia (enemistad u odio) hacia el hombre. Su contrario es la filantropía.
En definitiva, los tiempos de pensamiento débil son también tiempos de fidelidades líquidas.
Bon dia a tothom, ja ha arribat el moment de convocar els diferents concursos d’aquest curs:
A- Concurs d’articles d’opinió. Si vols escriure un article sobre un tema que no estigui aquí recollit, consulta-ho i en parlem.
– B: Concurs d’imatges filosòfiques:
Es pot presentar una imatge realitzada en qualsevol tècnica (fotografia, muntatge, vídeos, dibuix, collage…) que tingui una relació directa amb la filosofia (una teoria, un autor, un concepte…) que pugui servir com a capçalera del bloc de filosofia del centre.
Mida màxima del fitxer a penjar: 2 MB.
Dimensions recomanades de la imatge:1000 × 288.
Les imatges no poden ser més grans de 2 MB.
Amplada recomanada: 1024px.
BASES:
1- Pot participar qualsevol alumne de l’Institut Maria Aurèlia Capmany.
2- Per concursar cal presentar un article d’opinió escrit a doble espai, amb una extensió màxima de dues cares, en català o castellà. Els treballs s’han de lliurar a Adrià Àlvarez o a Jesús Gómez per mitjà del correu electrònic (adriaalvarez@institutcapmany.cat o jesus@institutcapmany.cat)
3- Els treballs s’han de signar amb nom i cognoms (que només coneixeran els administradors del bloc) i seran publicats al bloc (sota pseudònim) tot identificant-los com a treballs de concurs.
4- La data límit per al lliurament dels treballs és diumenge 3 d’abril de 2021. L’administrador es reserva el dret de publicar o no qualsevol treball lliurat fora de termini.
5- Tots els alumnes podran puntuar tots els treballs presentats excepte el propi. Les puntuacions s’efectuaran com a comentaris als articles publicats i seran publicades anònimament. El jurat tindrà en compte les puntuacions dels alumnes.
6- El jurat valorarà la coherència, originalitat i correcció de les argumentacions, així com la riquesa lèxica i la correcció tant en la redacció com en l’ortografia. S’aplicaran els mateixos criteris de censura als treballs de concurs que a la resta d’articles i comentaris del bloc.
7- S’atorgarà un primer i un segon premi, el valor del qual serà idèntic a la resta de premis atorgats als diferents concursos literaris de la diada. El jurat es reserva el dret de declarar desert el premi.
8- Els premis es lliuraran al llarg de les celebracions de la diada de Sant Jordi.
Poco más de 24 horas en Pamplona, pero muy bien empleadas. Exprimidas, incluso. Llegué el lunes a la hora de la comida y volví el martes después de comer. Me recibió y me despidió una ciudad fría, encogida y cubierta por un mil hojas de nubes con toodos los tonos del gris. El sol era un supuesto metafísico, "epekeina tes ousías", y la luz un intangible, por lo frágil. ¡Pero qué verde, el verde de mi tierra y qué alegre el despuntar de la primavera! ¡Y qué generosísimo derroche de cordialidad y eficiencia por parte de todo el mundo!
Iba a eso que algunos llaman, pomposamente, "trabajar" y que en realidad fue una continua tertulia entre amigos en la UNAV. ¡Qué lujo andar discutiendo sobre el debate público en España con gente tan lista y tan acogedora como Daniel Capó, Armando Zerolo, Pablo de Lora, Juan Claudio de Ramón, Helena Herrero-Beaumont, Enrique García-Máiquez, Aurora Nacarino-Brabo, Juan Meseguer, José María Torralba, Ricardo Calleja, Alberto Nahum, María Guibert y Santiago Fernández-Gubieda.
¡Y qué alegría, volver a encontrarme con el sabio bueno Ricardo Piñero, al que en cuanto se descuida le aletean las alas, que me regaló tres libros con estas dedicatorias enlazadas: (1) "Querido Gregorio: te dedico esta 'Trilogía de la prudencia'... porque tu amistad me acogió con dulzura", (2) "porque tu palabra siempre es el eco de lo hermoso, que es lo auténtico..." y (3) "porque siempre es un placer compartir los sueños con otros aventureros de la verdad, el bien y la belleza". Obviamente traigo aquí estas palabras como homenaje a su generosidad... un tanto desmedida.
Son las 6 de la mañana y llevo un rato sentado en mi sofá, con un libro en las manos y cubierto con mi manta preferida. Tener la manta adecuada ayuda mucho a proporcionarte el ambiente que necesitas para concentrarte.
Me gustan estas horas tan silenciosas, donde todo es calma y aún no ha asomado el alba por el horizonte marítimo. Se lee de otra manera.
Con frecuencia me preguntan cómo es que publico tantas cosas. Efectivamente, estoy publicando un par de libros al año, sin contar las colaboracones en libros grupales. No es moco de pavo. Pero es que es fácil madrugar cuando con cinco horas de sueño tienes suficiente (a veces completadas con una siesta), apenas ves la televisión y no lees la prensa. Eso sí, de vez en cuando vengo al ordenador a recoger una frase, apuntar una idea, o a escribir esto.
Nada nuevo, siempre ha sido un poco así, y la prevalencia de lo que uno u otro representan dependía de la coyuntura política específica. Kant nos ofrecía principios regulativos a partir de los cuales ajustar nuestras acciones, Hobbes nos recordaba la dificultad de su realización bajo circunstancias extremas. Uno se corresponde a momentos de tiempo despejado, otro al de condiciones atmosféricas tempestuosas. La perplejidad que hoy sentimos seguramente deriva de nuestro optimismo ilustrado, pensar que la historia era un proceso imparable hacia mayores cotas de bienestar y desarrollo moral. Por eso Putin nos ha fundido los plomos mentales con su guerra de agresión a Ucrania, que tanto nos recuerda al siglo XX, envuelta además en un anacrónico discurso imperial de pueblo y territorio. ¿Pero quién dijo que la historia no se repite? Todos los realistas políticos ―Tucídides, Maquiavelo, el propio Hobbes― pensaban que esta era circular, que no existe algo así como un avance lineal dirigido a un progreso continuo.
Fernando Vallespín, Kant y Hobbes, la extraña pareja, El País 20/03/2022
El sexo tiene que ver con la función reproductora de la especie humana, muy parecida a casi todas las demás especies animales. La reproducción en los humanos es binaria, hay personas que producen espermatozoides y otras, óvulos. Luego, socialmente, los dos sexos se han revestido de un constructo político, cultural y simbólico que dice cómo comportarse mucho más allá de la reproducción. Y eso es el estereotipo sexual, ahora llamado género. Y mientras que todos somos binarios en el sexo, nadie lo es en el género, porque nadie se ajusta al 100% al estereotipo sexual. Yo no soy Chuck Norris o Schwarzenegger. Mientras que el sexo es binario, el género no lo es. De hecho, todos somos transgénero, no hay nadie que no lo sea, nadie que mimetice el género al 100% y se exprese exactamente como lo indicarían los estereotipos sexuales. Entre los dos extremos todos estamos en medio. En el sexo, sin embargo, no caben intermedios. No cabe medio fecundar, medio gestar.
Berna González Harbour, entrevista a José Errati y Marino Pérez: "El género no se elige, ni la edad, como si fueras al supermercado", El País 10/03/2022
Si el metaverso es la vivencia ilusoria de un mundo que realmente no existe, la mente humana tiene mucho de metaverso, de ilusión, de interpretación personal de la realidad. Veámoslo.
Para empezar, sentimos que vivimos en nuestro cuerpo, es decir, que la mente es inseparable del cuerpo, ilusión que se desvanece fácilmente cuando el experimentador desincroniza lo que vemos con lo que tocamos creando una percepción extracorpórea, el sentimiento de que la mente sale del cuerpo viéndonos a nosotros mismos en la distancia, como nos vería otra persona. Los experimentos del investigador Henrik Ehrsson, del Instituto Karolinska de Estocolmo, llegan incluso a hacer sentir a una persona que su mente habita en artilugios no biológicos, como el plástico cuerpo de una muñeca Barbie. Pero es solo una ilusión, la más grande quizá, que es capaz de crear el cerebro humano.
Igualmente, sentimos que la luz y los colores están ahí fuera, rellenando el universo y el ambiente en el que vivimos, y que nuestros ojos lo único que hacen es captarla para percibirla. O creemos también que el olor sale de la taza de café caliente y lo percibimos cuando alcanza nuestras fosas nasales. Pero resulta que nada de eso es cierto, porque la luz no existe fuera de nosotros y nuestra mente, es decir, fuera de nuestro particular metaverso, siendo el cerebro el que la crea cuando recibe el torrente de pequeñas descargas eléctricas de las neuronas del nervio óptico, originadas a su vez por el impacto en nuestros ojos de la energía electromagnética que inunda el universo y que nosotros, ilusoriamente, sentimos como si fuera la luz misma. Del mismo modo, el olor no está ahí fuera, siendo solo el efecto sobre el cerebro de las descargas eléctricas que viajan por los nervios olfatorios cuando nuestra nariz recibe las moléculas de café caliente que salen de la taza. Los sonidos, la música que oímos, tampoco inundan el auditorio cuando la orquesta interpreta una composición, pues es el cerebro el que los crea al recibir los impulsos nerviosos que las vibraciones de las partículas de aire que originan los instrumentos musicales provocan en los nervios auditivos cuando alcanzan nuestros tímpanos.
No menos creíble resulta el sentimiento de que es la mano quien siente el tacto o la temperatura del objeto que toca, cuando en realidad es el cerebro el que, por así decirlo, siente ese tacto, pero, no sabemos cómo, crea la ilusión de que lo hace la mano. Es por eso que las personas que por un accidente o enfermedad sufren la amputación de una mano pueden seguir sintiendo el tacto en esa mano que ya no tienen, pues las neuronas de su cerebro siguen haciendo ese trabajo durante algún tiempo tras la amputación. Es la conocida ilusión del miembro fantasma.
La neurociencia tampoco consigue explicar todavía por qué la percepción del mundo en el que vivimos no se nos fractura o descompone, como ocurre cuando en el cine o la televisión la voz del actor no coincide con los movimientos de sus labios, pues los cambios de movimiento, sonido, color, forma, etc, de cada imagen o situación que percibimos no son procesados por el cerebro a la misma velocidad, siendo algunos cambios procesados más rápidamente que otros, lo que, en teoría, implicaría una desincronización permanente de nuestras percepciones. Así, la integración perceptiva en nuestra mente es otra de las grandes ilusiones que crea el cerebro humano.
Pero nuestro metaverso personal no es un capricho de la naturaleza, pues todas las mencionadas son ilusiones prácticas que nos facilitan la vida. Sintiendo, por ejemplo, que es la mano quien toca no dejaremos de alcanzar con ella la pluma para escribir o la llave para abrir la puerta de casa, comportamientos más difíciles de lograr si esos sentimientos los tuviéramos en el propio cerebro. Imagine igualmente el lector lo complicado que sería movernos por el mundo sintiéndonos fuera de nuestro cuerpo. La sabia naturaleza nos sumerge en un metaverso mental que nos facilita la vida, además de recrear en ese mismo universo la ilusión de que el mundo en el que vivimos está impregnado de luz, color, sonidos, olores y sabores.
Ignacio Morgado, ¿Es la mente humana un metaverso?, El País 09/03/2022
El Metaverso se abre ante nosotros como una realidad evasiva, que amplificará nuestros sentidos y nos permitirá tener la sensación de teletransportarnos a realidades paralelas. Sin duda las ventajas son innumerables, y no son pocos los negocios que han decidido adentrarse en esta aventura virtual ya desde sus ‘cimientos’. Sin duda llama la atención y las expectativas económicas son casi tan halagüeñas como las que genera la inteligencia Artificial. Goldman Sachs espera que la economía del metaverso mueva entre 2 y 12 billones de dólares durante esta década, mientras que Morgan Stanley lo sitúa por encima de los 8 billones de dólares. La cuestión es que este ‘nuevo mundo’ que ya aúna a muchas tecnologías emergentes abre grandes posibilidades en todos los sectores.
Transportémonos a esta nueva realidad durante unos momentos. A través de mi avatar puedo entrar en Nikeland, probarme prendas y zapatillas, y realizar ejercicio físico. Poco después, me muevo a Adiverso (Adidas), donde ya puedo pagar con criptomonedas mis productos . Los niños no volverán a aburrirse en el coche durante viajes largos, gracias a tecnologías de Metaverso, como la que está desarrollando Nissan. Y los trabajadores de BMW, específicamente los de su fábrica de Resensburg (Alemania) pueden probar ‘virtualmente’ diferentes opciones, antes de que les suponga un gasto físico. Inteligente ¿verdad?.
En definitiva, el metaverso no es mas que la confluencia de distintas tecnologías: realidad virtual, inteligencia artificial, blockchain, NFT´s, criptomonedas…, aderezado con un formato visual sugerente y fácilmente adictivo. El éxito está asegurado, siempre que se siga mejorando el hardware de acceso (en usabilidad y coste). Si las redes sociales supusieron, ciertamente, una revolución en las relaciones personales, nos encontramos a punto de entrar, de manera masiva, en el siguiente nivel. Con sus pros y sus contras. Con grandes retos pendientes, como la identidad digital (fundamental en este ‘nuevo mundo’) y una clara necesidad de grandes inversiones -técnicas y humanas- en ciberseguridad.
En este punto de la historia, podría parecer que muchas de las expectativas de las tecnologías de gran impacto que estamos viviendo, incluido el metaverso, pudieran parecer desmesuradas. Pero, en este caso, deberíamos no recaer mucho en las lamentaciones y empezar a prepararnos. No parece que este futuro esté muy lejano… Lo que ahora nos parece ciencia ficción y algo reservado a los videojuegos, posiblemente mañana sea una realidad (la vivamos parte en el mundo virtual, o no).
Idoia Salazar, ¿Nos mudamos al metaverso?, retinatendencias.com
El lector no se desconecta del mundo, sino que lo habita de otro modo, experimentando con los sentidos, poniendo en relación lo que lee y lo que ha leído, lo que lee y lo que ha vivido. Altísima intensidad de una inmovilización tan solo aparente, el cuerpo del lector corta en seco la fuga hacia adelante del sujeto de rendimiento neoliberal y hace una experiencia plena del presente.
Del lector arrebatado al lector disciplinado: los superpoderes que nos otorga la lectura hoy son distintos a los del pasado. No tanto imaginarnos seres distintos, como estar más presentes. No tanto vivir dos vidas, como intensificar la vida que hay. No tanto fugar hacia un mundo alternativo, como estar aquí y ahora.
Lectura como ejercicio utópico, lectura como ejercicio crítico, lectura como ejercicio espiritual: el mundo y las formas de dominio cambian, pero la lectura encuentra siempre el modo de ser una revuelta.
Amador Fernández-Savater, Tener superpoderes: la lectura como experiencia de emancipación, ctxt 07/03/2022
Existen brókeres de datos que poseen archivos sobre todos los usuarios de internet, en los que puedes encontrar lo que buscas online, lo que publicas en Twitter, tus préstamos o tu historial de salud. Estos datos se venden a aseguradoras, bancos, gobiernos o, simplemente, a quien quiera comprarlos. Algunos se utilizarán de manera legítima y otros no, aunque tú no te enterarás nunca, claro. Hay empresas que, por ejemplo, deciden las contrataciones de sus empleados en función de los datos: si se enteran de que estás intentando tener un hijo o de que padeces alguna enfermedad, elegirán a otro candidato y tú jamás sabrás cuál ha sido el criterio utilizado para tomar la decisión. Mientras las empresas tengan acceso a los datos, nunca estaremos al 100% seguros de que no los van a utilizar para mal, porque no existe una policía de datos que vigile. La información sensible crea vulnerabilidad en el sujeto de los datos, pero también en toda la sociedad. La privacidad no es solo una cuestión individual, sino colectiva. El caso más claro es el de Cambridge Analytica, en el que 270.000 personas compartieron sus datos y estos acabaron utilizándose para manipular la democracia.
Creo que podríamos fijar el inicio en el año 2001, cuando la Federal Trade Commission de Estados Unidos recomendó al Congreso regular la economía de datos por miedo a que se descontrolara. Muchas de aquellas recomendaciones se parecían a lo que luego ha quedado regulado en el Reglamento General de Protección de Datos europeo: que la gente debería tener derecho a la protección de sus datos, a pedir que sean borrados, a que se corrijan si hay algún error, etc. El problema es que, después de esa petición, llegó el 11-S y lo cambió todo. El Gobierno estadounidense se sintió culpable de no haber prevenido los ataques y decidió hacer lo que fuese necesario con tal de evitar otro atentado. Una de las medidas que se tomaron en nombre de la seguridad nacional fue la de hacer una copia de todos los datos recopilados por las empresas. Desafortunadamente, el big data ha demostrado no ser un método adecuado para prevenir el terrorismo: este es muy bueno cuando tenemos muchísimos datos sobre algo concreto, como los productos que la gente compra por internet, pero no para cuestiones generales. El problema fue que se permitió que las empresas recolectasen la mayor cantidad de datos posibles a cambio de algo que en realidad no funcionó. Además, nunca se les preguntó a los ciudadanos ni se sometió esa decisión a un escrutinio público. Al final, acabamos enterándonos de cómo funcionaba el mundo una década más tarde. Son situaciones como esa las que nos hacen pensar que vivimos en una sociedad que se rige bajo unas reglas que desconocemos por completo.
En el caso del coronavirus, la evidencia sugiere que las apps (que tuvieron muchos problemas desde el principio) no fueron fundamentales para frenar la pandemia. De hecho, recientemente, en el MIT Technology Review se publicó un artículo muy interesante sobre dos análisis en los que se estudiaron cientos de herramientas de inteligencia artificial utilizadas para diagnosticar y prevenir los contagios. La conclusión fue que, de todas ellas, ninguna había funcionado. Algunas incluso habían agravado la situación porque se cometieron errores garrafales con los algoritmos. Entonces, ¿la inteligencia artificial puede ayudar? En algunos casos, sí. Pero no podemos ser tan inocentes y creer que es una varita mágica que va a solucionar todos nuestros problemas; mucho menos, creer que podemos dar cualquier cosa a cambio.
Lo que necesitamos es una regulación. Y para que funcione hacen falta cambios culturales, que la gente sea consciente de la importancia que tiene la privacidad y que esté dispuesta a defenderla. Ni siquiera es necesario que todo el mundo lo haga; basta con que el 5-10% de la población se resista lo suficiente. En el libro doy muchos ejemplos de lo que la gente puede hacer, pero uno de los más importantes implica escoger servicios que den privacidad. Por ejemplo, conviene utilizar Signal en vez de WhatsApp; en lugar de Google Search, navegar con DuckDuckGo, o utilizar ProtonMail frente a Gmail, entre otras alternativas. También podemos contactar con los representantes políticos y transmitirles que lo que hacen con nuestros datos es algo que nos preocupa, o pedirle a las empresas que los borren. Incluso si no lo hacen o si tardan años en responder, esa petición deja en evidencia que no tienen nuestro consentimiento.La búsqueda de información en Google ofusca la percepción acerca del origen de lo que sabemos o creemos saber. Al demandar a Google datos, historias, piezas de conocimiento del tipo que sea, tendemos a considerar como propio el origen de la información que nos da el buscador. Esto es, tendemos a pensar que ya disponíamos de ella, y así sobrevaloramos nuestros recursos y capacidades cognitivas. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado hace unas semanas en la revista PNAS.
El hecho en sí, el recabar conocimiento ajeno, no es inhabitual en absoluto. Nadie lo sabe todo. Dependemos del conocimiento de familiares, amistades, colegas. Configuramos con esas personas sistemas cognitivos compartidos que nos permiten atender, procesar y recordar información de forma colectiva. No necesitamos saberlo todo; lo que necesitamos es saber quién sabe qué cosas. La ciencia, por ejemplo, funciona así, sobre la base de un conocimiento y comprensión de los fenómenos de la naturaleza compartidos de forma parcial por centenares de miles de personas, muchas de las cuales ni siquiera viven en la actualidad. La cognición humana no es individual; el pensar, recordar y conocer son, muy a menudo, colaborativos, el producto de la interacción entre recursos cognitivos propios y ajenos.
En las últimas décadas, a los mecanismos clásicos de cooperación cognitiva se ha sumado la internet y sus sistemas de búsqueda rápida. La red permite expandir la mente dotándonos de una memoria externa que se puede consultar cada vez que se necesita. Lo sabe casi todo y está siempre a nuestra disposición; nos proporciona la información que deseamos en el instante en que la solicitamos, sin esfuerzo por nuestra parte, con mayor facilidad, incluso, que si la obtuviésemos de nuestra misma mente. No tenemos que acudir a la biblioteca o consultar con un colega por teléfono. Es esa particularidad, esa facilidad para acceder a ella, la ausencia de otros actos intermedios, lo que, al parecer, hace que se difuminen las fronteras entre el conocimiento interno y el externo. Tendemos a pensar que el conocimiento de internet es nuestro conocimiento.
Como se difumina la frontera entre conocimiento externo e interno, quienes recurren con mayor frecuencia a internet para buscar información tienen más confianza en su memoria. A menudo olvidan, incluso, que habían recurrido a Google para saber algo. Creen que las respuestas obtenidas de internet procedían de su propia memoria.
Sabíamos del denominado “efecto Google”: cuando obtenemos información fácilmente en internet, tendemos a no almacenarla en nuestra memoria o, incluso, a olvidarla con facilidad. Pues bien, el estudio citado antes ha revelado la existencia de un segundo efecto Google, uno que no se refiere a lo que la gente sabe, sino a lo que cree saber. Como consecuencia, en un mundo en el que la búsqueda en internet es con frecuencia más rápida y fácil que bucear en la memoria propia, la gente puede llegar a saber menos, aunque crea saber más.
Las implicaciones de este fenómeno pueden ser variadas e importantes. Al aumentar la confianza de las personas en su conocimiento y comprensión, puede distorsionar su juicio acerca del aprendizaje y la motivación para aprender. Puede también otorgar mayor (e injustificada) confianza en el criterio propio a la hora de tomar ciertas decisiones. Y puesto que somos poco dados a cuestionar lo que consideramos conocimiento propio, al borrarse la frontera con el que obtenemos de la red, es más difícil detectar informaciones erróneas, con las consecuencias que se pueden derivar de ello.
¿Se imagina un mundo lleno de ignorantes que creen saberlo casi todo? Sé que exagero, pero quizás no demasiado. Piénselo.
Juan Ignacio Pérez, Ignorantes que creen saberlo todo, Cuaderno de Cultura Científica 06/03/2022
Tres días intensos en Madrid llenos de conocimientos, personas nuevas y cordialidad.
Llegué a Madrid el lunes por la tarde y me dirigí directamente al Recuerdo, el colegio que los jesuitas tienen en Chamartín con más de 2.500 alumnos. Más que colegio, es una ciudad en la que, por cierto, no se ve ni un papel en el suelo ni una raya en las paredes. Mantuve un diálogo muy ameno con los padres, cené con los jesuitas y dormí en sus habitaciones. Vi mucho, escuché mucho; aprendí mucho. Conocí a Carlos Mulas Diego.
El martes el día estuvo dedicado a las buenas gentes del San Pablo-CEU. Comencé con un encuentro con los alumnos de Grados de Educación en el Colegio Montepríncipe y seguí con un desayuno con el Consejo de Dirección de este mismo Colegio; después, en la Universidad, un acto de CEU Talks y comida con profesores universitarios. Tarde de larga siesta, paseos lentos y placidez bajo un cielo inquietante, anaranjado, envuelto en una atmósfera de calima.
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura
Hay motivos para explicar esta buena disposición entre los jóvenes: mayor nivel de formación, una exposición menor que la de sus mayores a la demagogia nacionalista, una educación – aun mínima y sometida a vaivenes políticos – en los valores propios a una ciudadanía democrática y cosmopolita (tolerancia, aprecio por la igualdad y la diversidad, insistencia en el diálogo como modo de solventar conflictos, respeto por los derechos humanos, preocupación por el medio ambiente…), y una cierta experiencia, todavía minoritaria, y a veces obligada, de estudio y trabajo en otros países de la Unión.
En cualquier caso, si queremos afianzar una identidad europea libre de eurocentrismos xenófobos, populismos y nacionalismos disgregadores, hay que trabajarse más seriamente aquello que desde hace cincuenta años se viene llamando la «dimensión europea de la educación». Quizás sería bueno implantar ya, en colegios e institutos, un área o ámbito, e incluso un departamento didáctico, consagrado a la UE y que promueva y fortalezca ese sentido de identidad abierto al mundo que nos define como ciudadanos europeos.
¿Y de qué habría que tratar en esa materia o ámbito europeo de educación? Lo primero, como es obvio, de la fundamentación ética de los valores que tenemos en común, y sin los cuales no hay proyecto de integración que valga. Y subrayo lo de «fundamentación ética» porque uno de los valoresmás sutiles, pero más específicos, de la identidad europea es justamente el de la reconsideración crítica de todo valor. Diríamos que el «espíritu europeo» es tan alérgico a los dogmas que necesita reevaluar y refundar de continuo, ética y filosóficamente, sus pocas pero significativas certezas. De ahí el segundo de los asuntos fundamentales a tratar en una educación para el «ser europeos»: el del pensamiento crítico, esto es, el de la competencia para enjuiciar las creencias propias y de otros en orden a comprobar su validez racional y medir sus implicaciones morales y políticas.
El tercer objetivo de una materia en Unión Europeadebería consistir en una enérgica inyección de teoría crítica del conocimiento (tal como se hace, por ejemplo, en el Bachillerato Internacional), con objeto de «vacunar» al alumnado contra las cada vez más complejas estrategias de manipulación y desinformación que pululan, inevitablemente, en un sociedad abierta y plural como la nuestra.
Otro aspecto esencial del «espíritu europeo» es su radical diversidad, de manera que educar para ser europeo habría de consistir también en desarrollar la capacidad empática de comprender otras posiciones y costumbres políticas, morales o sociales, sin tener que dejar por ello de ser uno lo que ya es. A esto en filosofía se le suele llamar «dialéctica», y en términos más prosaicos se puede detallar como el ejercitarse en un tipo de identidad flexible, integradora y evolutiva que no niegue la diversidad como amenaza, sino como un motivo para crecer y perfeccionarse.
El quinto elemento de una educación paneuropea debería ser, sin duda, el de una formación teórica y práctica en el sentido de la equidad. No hay identidad ni sentimiento de pertenencia a una comunidad democrática y fundada en los derechos humanos si antes no se dan unas condiciones suficientes de igualdad y justicia en el acceso a la educación, el trabajo, la justicia, la participación política y los servicios y beneficios públicos.
En cuanto al sexto «tema» fundamental para reforzar nuestra identidad europea, este debería de ser, justamente, el de relativizarla y proyectarla al mundo; esto es: el de desarrollar una perspectiva global, transdisciplinar y sistémica de comprensión de problemas de naturaleza planetaria (la desigualdad, la guerra, las cuestiones ecosociales, el cambio climático…) como principal herramienta de una ciudadanía mundial capaz de hacer frente a los mismos.
Más allá de estos seis elementos básicos (la ética, el pensamiento crítico, el conocimiento, la dialéctica, la justicia y la conciencia global), ya solo restarían unas pinceladas acerca del patrimonio y las lenguas y, como algo completamente imprescindible, la participación efectiva (y afectiva) en el propio proceso de integración, por ejemplo, mediante la intensificación de los intercambios internacionales entre estudiantes (la generalización de las becas Erasmus en secundaria es una excelente iniciativa a este respecto). Ahí tienen ustedes la simiente de un curso, a completar durante toda la vida, sobre lo que fundamentalmente significa la Unión Europea.
Estos días de finales de invierno son siempre revoltosos. Al invierno le gusta despedirse con algún portazo. Es su naturaleza desabrida. Más de una vez, cuando creemos que ya se ha ido, regresa súbitamente con una nevada y arroja sobre nosotros el frío que se ahorró en enero. Durante el fin de semana nos ha regalado un epílogo de nubes densas y bajas, lloviznas caprichosas, intérvalos de chaparrones furiosos y unas esporádicas ráfagas de viento que, tal como ahora mismo estoy viendo, parecen empeñadas en arrancar de sus pinzas las ropas puestas a secar y convertirla en cometas del caos. Pero el espectáculo verdadero está en el mar, en esas olas blanquísimas que rompen en espumas dehiscentes, en ese horizonte remoto que se diluye en el cielo, en esos grises plateados que las olas le arrancan al agua. Son días estos para mirar por la ventana, con la nariz pegada al cristal, observando embobado lo indefinido y perdiéndose en vaguedades mientras el cristal se va empañando con tu aliento. En ese gesto vuelve también un poco el niño que fui, que sale de su escondite a acompañarme un rato.
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura
El de la docencia es un oficio apasionante pero duro. Dar clases es solo la punta del iceberg. Por debajo están las tareas de coordinación, las tutorías, la atención a los alumnos, la planificación, la preparación de las sesiones, la elaboración de material, la evaluación, la formación, la investigación… No hay dinero que pague esto, ni que compense la enorme responsabilidad que supone guiar y formar cada año a cientos de niños, adolescentes y jóvenes. Por esto es esencial que aquellos que ejercen la docencia, sea al nivel que sea (y tan trascendental – ¡o más! – es la educación infantil como la universitaria), tengan una decidida vocación y sean los mejores entre los mejores.
¿Pero los mejores en qué? No es fácil definir con precisión el oficio de uno. Un docente no es solo un experto en la transmisión del saber, es también un referente cívico y personal para su alumnado y, si me apuran, para la sociedad entera. Por eso, para ser maestro o profesor no solo cuentan las aptitudes académicas o las habilidades didácticas; también importan, y mucho, la vocación, el carisma y la integridad personal, rasgos que, aun siendo decisivos para explicar los resultados más visibles del trabajo educativo, son en sí mismos imposibles de medir.
La aptitud académica no debe infravalorarse. No he oído nunca opinión más estúpida que aquella que afirma que un maestro o un profesor de secundaria “no tiene que saber demasiado”. Es del todo imposible transmitir o divulgar con eficacia nada que no se conozca con la mayor profundidad. Da igual la materia de la que se trate: el docente tiene que ser un experto de primer nivel en aquello que enseña. Por ello hay que aplaudir la propuesta ministerial de endurecer el acceso tanto a los grados de educación infantil y primaria como al máster de educación secundaria. Es lo que hacen otros países que se toman muy en serio la educación. Y es una pena que esta filosofía no se extienda también al proceso selectivo de ingreso al cuerpo, para que a la evaluación cada vez más decisiva de la competencia pedagógica le correspondida una exigencia mayor en el examen de la capacidad científica. Nadie entiende que se exija lo que se exige a un ingeniero de telecomunicaciones o a un notario, y no a quienes han de ocuparse de educar a los ciudadanos.
Otro aspecto a no despreciar es el didáctico. Los maestros y profesores son pedagogos, por lo que es incomprensible que los haya sin idea alguna de pedagogía, y que presuman, incluso, de no guiarse más que por la gramática parda de la clase magistral y el examen. Es como si hubiera médicos alardeando de no tener más conocimiento que el de los cirujanos barberos. Por ello, hay que alegrarse también de que se planteen medidas largamente demandadas, como la de las asignaturas didácticas en los grados, o el refuerzo de la formación práctica, que tendría que ser mucho más seria, guiada por tutores expertos y bien pagados, y realmente decisiva para acceder a la profesión.
En cuanto a lo demás y más importante – la vocación, el carisma, la integridad personal…– no hay grado en que se enseñen ni manera reglada de evaluarlo. Lo primero de ello, la vocación, debería ser la condición para afrontar con éxito las pruebas y demostrar el nivel de excelencia exigible para ejercer la docencia. En cuanto al tipo de carisma – ligado fundamentalmente a la sabiduría – y la integridad personal que caben esperar de un maestro, son dos de las cualidades que definen a los mejores ciudadanos. Ahora bien, ¿cómo atraer a estos a la enseñanza? La retribución importa, pero no es lo esencial. Lo decisivo es la satisfacción en el trabajo, es decir: el poder hacer bien las cosas. Y para ello se precisa una escuela bien dotada, una administración que dé al profesor la máxima autoridad y confianza, unas ratios que favorezcan el trabajo artesanal con cada alumno, y tiempo y facilidades para que el docente progrese, se forme e investigue en su disciplina y en la didáctica de la misma… Parece un sueño, sí. Pero es la única manera de hacer algo realmente decisivo por el sistema educativo.
Vuelvo a publicar, aunque corregido y muy ampliado (y esta vez llegará a las librerías), el libro que me encargó la Compañía Nacional de Teatro Clásico sobre el Siglo de oro. Se tituló El recogimiento y llevaba como subtítulo La aventura del yo. Ahora lo publicará la Editorial Rosamerón con el título de El eje del mundo y el subtítulo de La conquista del yo. El mes que viene estará en las librerías. Un adelanto: Termina con sor María de Ágreda. Hoy me he pasado el día corrigiendo el texto. A estas horas ya puedo decir, con confianza, que todo está en orden.
En la editorial las cosas marchan mucho mejor de lo previsto y para celebrarlo haremos una especie de fiesta inaugural en la Bodega Saltó de Poble Sec (Blesa, 36), el día 30 del presente mes de marzo. Tendrán cumplida información en los próximos días, pero ya les aseguro que están ustedes invitados.
Sigo sintiendo la necesidad, casi el imperativo moral, de entregar un artículo o una colaboración periodística varios días antes de la fecha que me han marcado. Y, si puedo, me adelanto varias semanas. La voz de mis padres insistiéndome en no dejar nada para el último momento, sigue viva en mí. Y siento que, con mi anticipo, me concedo a mí mismo un premio y les rindo un pequeño homenaje a ellos. Es un gozo íntimo y gratuito que me temo que no comprenderá mucha gente, pero que es real y se llama pundonor.
L’amor i la picadura de l’escorpí.
De Safo a Bad Bunny
Manuel Villar Pujol
Revista Cartografías, nº 5, febrer 2022
De l’amor, com de la vida, difícilment se’n surt il·lès. I si la vida s’entén com una línia recta discontínua en què es van entrevirant moments d’amor i moments de desamor resulta inimaginable que algú no s’hagi convertit en un col·leccionista de ferides infligides, autoinfligides o patides a causa de l’amor. Ni tan sols els déus estan exempts d’aquest turment. Si l’existència dels mortals és un “sin vivir”, la dels immortals és un “sin morir”.
“Ningú va tenir una visió tan clara d’aquest assumpte com Safo”, escriu Anne Carson[i]. Aquest “assumpte” és l’amor: “quan ens enamorem experimentem tot tipus de sensacions en el nostre interior, doloroses i plaents al mateix temps”. “Ningú va captar els seus trets adjectius amb adjectius més precisos” que aquesta poeta del segle VII abans de Crist. Safo va ser la creadora del neologisme glukupikron per definir l’amor, allò que és alhora dolç i amarg. En aquesta paradoxa s’amaga el sentit profund de l’amor.
La paradoxa, escriu Carson[ii], “és una forma de pensar que intenta assolir el final d’un pensament però que mai no l’assoleix”. Com en la famosa paradoxa d’Aquil·les i la tortuga de Zenó, el guerrer famós per la seva perícia atlètica mai no arribà a avançar l’animal. Cada cop que s’ho proposava la distància que els separava augmentava progressivament, fins al punt de fer-se infinita. En aquest exemple, l’amor i el pensar coincideixen; com en tot amor i en tot pensament en l’inici existeix el plaer que excita l’afany de posseir allò que no es té o que està absent, l’estimat o el saber, però també el temor que finalment no es posseirà del tot, que està fora del nostre abast o que mai no estarà del tot present. A explorar la paradoxa de l’amor, ens recorda Carson, Plató li va dedicar quatre diàlegs[iii].
En la nostra època, el filòsof Alain Badiou[iv]assenyala com una amenaça a l’amor els llocs de cites d’internet que es presenten com una mena d’assegurances a tot risc emocionals. Aquests coachings digitals sentimentals, amb pòlisses de sofriment-zero, pretenen extirpar l’ambivalència del nostre cos, la dolça-amargor de la que parlava Safo, allò que fa bategar el cor de l’amor. El diagnòstic de Byung Chul-Han[v]encara és més pessimista que el del filòsof francès. L’amenaça de la qual parla Badiou s’ha convertit en realitat: en una societat on tot és possible, com es defineix la “societat del rendiment”, l’amor ha mort. “L’amor es positiva avui per convertir-se en una fórmula de gaudi”, afirma el filòsof coreà. “Així que ha d’engendrar sobretot sentiments agradables. L’amor (per tant) queda reduït a una emoció i una excitació sense conseqüències”. Alliberat de tota negativitat, desapareix la possibilitat de la ferida i amb ella també la possibilitat del l’amor autèntic, conclou. El sociòleg Zygmunt Bauman[vi]ja va observar en el seu moment, en la societat que ell anomena “societat líquida”, el mateix símptoma que els dos pensadors anteriors: l’intent persistent de desactivar el gust amarg del xarop de l’amor. En un context social dominat per l’individualisme, d’una banda, es busca sufocar en les relacions amoroses les inseguretats provocades per la solitud i adquirir així el suport emocional que cal per tirar endavant i, d’altra, es prioritzen relacions caracteritzades per no ser especialment sòlides perquè en qualsevol moment puguin ser fàcilment desmuntades si s’experimenten com una sobrecàrrega excessiva per a la autonomia personal. El que s’espera d’aquest tipus d’amor, sosté Bauman, és degustar només la seva part més dolça i desfer-se dels bocins més amargs sense cap recança. Una sèrie francesa produïda per Netflix i estrenada al 2019, Osmosis, significa un pas més en les nefastes conseqüències descrites per Badiou. Osmosis, una empresa que fa bandera de l’optimisme transhumanista, promet al seu usuari que els seus implants l’ajudaran a trobar el seu gran amor, sota un entorn segur sense sofriments i desconfiances. Ana, un dels personatges de la sèrie, manifesta així la seva rebel·lia i el motiu del fracàs de l’empresa: “Em cansa aquesta tirania de la felicitat. Se us va oblidar una cosa crucial, l’amor de vegades fa mal” (Episodi 5)[vii]. L’amor millorat, aquesta és la tesi de la sèrie, no és el millor dels amors.
La sociòloga Eva Illouz[viii] atribueix els nostres fracassos en la nostra vida emocional a l’existència de “certs ordres institucionals”, i més encara, a la modernitat, en concret, al nucli dur cultural i institucional de la modernitat: “el contractualisme, la integració de homes i dones al mercat capitalista i la institucionalització del drets humans com a eix de la personalitat”, la causa del “malestar crònic, desorientació i fins i tot desesperança” que produeix l’amor.
Marina Garcés[ix]es pregunta: “com poder estimar-nos bé avui?” Contra el menú tancat d’altres èpoques, la societat actual ens ofereix una carta extraordinàriament variada de plats a escollir. Tanmateix, aquesta oferta tan atractiva genera ansietat i frustració entre la clientela davant la impossibilitat física d’atendre als il·limitats suggeriments del xef social. La solució, tal com la planteja Garcés, s’ha de fonamentar en una emulsió d’ingredients que sovint no lliguen bé: “llibertat i compromís, atenció i experimentació, vincle i descoberta, cura i passió, el jo i el nosaltres”. Una mena de quadratura del cercle gastronòmic-filosòfic. No es tracta simplement de fer molt l’amor i de qualsevol manera en un món alliberat d’entrebancs, sinó fer bé l’amor, o, amb les seves paraules, “fer de l’amor lliure un bon amor”.
Per a alguns filòsofs, en canvi, la confiança en l’amor no depèn d’una sàvia combinació de sabors creada per una representant de l’alta cuina filosòfica ni depèn tampoc d’un canvi infraestructural de les condicions socials, perquè l’amor per si mateix sent més realitzada la seva golafreria natural en un buffet lliure d’un restaurant de carretera que en un tres estrelles michelin i perquè l’amor, de natural, està mancat d’imparcialitat sigui quina sigui la base econòmico-emocional hegemònica. L’amor humà està fet així; és capriciós, discriminatori, injust, poc igualitari. Quan l’amor es converteix en l’únic fonament de les relacions personals acaba sent abusiu. Un excés d’amor per part de qui estima pot desembocar en una situació no volguda per la persona estimada. Per amor, amb les millor de les nostres intencions, podem fer molt de mal a qui estimem. Pot limitar o acabar amb la llibertat de l’altre. Pot significar rebre ajuda quan l’altre no se l’espera, quan ni tan sols l’ha demanat. “Hay amores que matan”, diu la dita popular. Com declara Ernst Tugendhat[x]: “l’amor necessita de la moral per no acabar sent una relació de poder”. Fernando Savater[xi] afirma que “tot el que l’ètica es proposa ho pot aconseguir sense proposar-s’ho l’amor. Però també és cert que tothom pot proposar-se ser ètic, però no tothom pot proposar-se estimar“. En una línia similar, poden trobar a Comte-Sponville[xii] que diu que si “amb l’amor n’hi hagués prou no caldria la moral”. La moral, continua el filòsof francès, és un succedani de l’amor, “la moral demana que et comportis com si estimessis”. Si som honestos, tal com ho plantegen aquests últims pensadors, l’amor manifesta les seves limitacions a l’hora d’incorporar-se a la categoria de principis morals universalitzables. L’imperatiu categòric kantià, si funciona en algun cas, només pot funcionar en l’amor en un sentit negatiu. No podem estimar a tothom, perquè no volem que tothom ens estimi, (només uns quants). En l’amor s’acostuma a ser molt selectiu. L’amor per a ser moral hauria de trair la seva particular essència.
De la mateixa manera que s’ha de barrar l’aspiració de l’amor de convertir-se en un principi moral, tampoc no l’hem de criminalitzar tractant-lo com un dels principals promotors del mal en el món, sobretot, quan es detecta la seva absència. En un llibre d’Ernst Tugendhat[xiii], que acostumava a utilitzar en les meves classes d’ètica a 4t de l’ESO, El llibre del Manel i la Camil·la, apareix aquest problema moral: es pot considerar responsable l’individu que, sense saber que ha ferit una altra que li estimava en secret, inicia una relació amorosa amb una altra? Aquest comportament es podria considerar similar al malestar que pot provocar el desenllaç d’una partida d’escacs a qui perd o a la condemna de la loteria per aquells que no són premiats amb la grossa. La persona que ha mantingut en secret el seu amor té dret a titllar de cruel i de comportament reprovable a aquella persona que desconeixia els seus sentiments? És just el seu ressentiment? Qui ha guanyat la partida d’escacs ha de demanar perdó a qui ha perdut? Caldria prohibir la loteria perquè només una minoria surt agraciada? El dolor en aquest casos és producte de la intencionalitat o de la negligència dels agents que l’han provocat? Si no és així el dany és inevitable i les queixes no tenen valor moral perquè no hi ha raons acceptables per atribuir la responsabilitat a qui fa l’acció. Un dels personatges del llibre, la Camil·la, afirma que “ni tan sols en un món ideal es pot eliminar totes les formes de sofriment”. Tugendhat defensa que la moral no té com a objectiu acabar amb el patiment en el món (i menys el provocat pels malentesos amorosos), l’únic que ens pot servir és per evitar els patiments innecessaris si i només si són evitables.
La mateixa Marina Garcés[xiv] en un altre article, a diferència de l’anterior, mostra el seu escepticisme davant de la possibilitat d’eliminar del tot el dolor generat per l’amor. Fa ús d’una cita de l’anarquista italià Errico Malatesta, en la qual el revolucionari admet que fins i tot en la societat més lliure i perfecta els humans continuarem patint dels mals d’amor. Malatesta estava d’acord amb els filòsofs esmentats abans: “estimar tothom s’assembla molt a no estimar ningú. L’amor singularitza i ens singularitza”. I va més enllà en la seva reflexió sobre la crueltat íntima de l’amor: què passa amb els que “no són estimats mai, per ningú. O molt poc, o tan remotament que ja ni se’n recorden”?. “Aquesta possibilitat existeix, encarnada en les vides de moltes persones que ens envolten i que viuen en silenci la seva falta d’amor”. L’article acaba d’aquesta manera: “Malatesta sabia que (el dolor provocat per l’amor) cap revolució no podria resoldre(‘l) del tot”.
Com el picar està en la naturalesa de l’escorpí, fer mal també està en la naturalesa de l’amor. Repudiem l’amor perquè de tant en tant d’ell sorgeix la possibilitat de provocar dolor? És legítim afirmar que l’escorpí és dolent perquè la seva picadura fa mal? Per a l’escorpí picar és inevitable, com és inevitable que l’amor ocasionalment mossegui. Arribar a entendre aquesta obvietat va ser letal per a la granota de la faula. L’experiència de la cara dolorosa de l’amor és una font inesgotable d’apostasies en l’actualitat. Com a mostra, Soy peor[xv], una cançó interpretada per Bad Bunny, J. Balvin, Ozuna i Arcangel, on es fa una declaració coral a ritme de trap contra el culpable de les seves desgràcies, un homenatge a la innocent granota que va imaginar-se per un moment lliure de la picadura de l’amor.
No me dediques estados en Facebook porque no los leo
Ni me tires por Snapchat, lo tuyo yo nunca lo veo
Tú me hiciste peor, y del amor ateo
Me cago en tu madre y en la de cupido
A los dos yo les saco el dedo
Barcelona, 19 de desembre de 2021
[i] Carson, Anne, Eros, el dulce amargo, Buenos Aires, Fiordo Editores, 2015, pp. 217-233
[ii] op.cit., p. 116
[iii] op.cit., pp.13-25
[iv] Badiou, Alain, entrevistado por Nicolás Tuong, Elogio del amor, versión epub, base vl.2, 2009
[v] Han, Byung-Chul, La agonia del Eros, Barcelona, Herder 2014
[vi] Bauman, Zygmunt, Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005, pp. 8-10
[viii] Illouz, Eva, Por qué duele el amor. Una explicación sociològica, Buenos Aires, Katz Editores, 2012, pp. 13-24
[ix] Garcés, Marina, “Amor lliure”, Ara, 20/09/2015
[x] Tugendhat, Ernst, Diálogo en Leticia, Barcelona, Gedisa, 2001
[xi] Savater, Fernando, El contenido de la felicidad, Madrid, Ediciones el País, 1986
[xii] Comte-Sponville, André, entrevistado por Delia Rodríguez: “La pareja feliz es la que ha pasado del deseo a la alegria”, Huffington Post, 23/11/2012
[xiii] Tugendhat, Ernst, El llibre del Manel i la Camil·la, Barcelona, Gedisa, 2001, Capítol 3
[xiv] Garcés, Marina, “Mal d’amors”, Ara, 12/04/2015
Viaje ayer por la tarde a Santpedor, al norte de Manresa, a pasar un rato con un grupo de profesores en la escuela Llissachs que acabó con una cena serena y cordial. Mucho podría hablar de estos docentes, pero lo que quiero resaltar es el texto que me encontré sobre la puerta de entrada: "Para alcanzar la verdad es necesario hablar bien y razonar correctamente". Efectivamente son cosas elementales como estas las que hoy es imprescindible recordar. Un consejero de educación me pidió recientemente mi opinión sobre lo que debería de hacerse en las escuelas. "Back to basics", le respondí.
Al terminar la cena eché una mirada al móvil. Tenía un mensaje de José Ángel González Sainz. Ya les decía ayer que a Soria siempre se vuelve. Entre otras cosas me decía: "Hablamos de tu, nuestra, Sor María de Agreda. Si te apeteciera, estaría encantado de poder contar contigo para un LEER a Sor María de Agreda".
Es posible dudar de muchas cosas. De hecho la historia de Europa es (también) la de la metamorfosis de sus dudas, de Pirrón para aquí; pero es difícil negar que estás a gusto en la compañía de alguien cuando la buscas precisamente por el bienestar que te proporciona. Con la edad vas descubriendo que merece la pena seguir el rastro de las personas luminosas tanto por lo que te iluminan por sí mismas como por la luz que reflejan de otras personas luminosas con las que te ponen en contacto. En definitiva, que si los amigos de Encuentro Castellón me dicen "Ven", lo dejo todo. Sé que volveré a casa con las alforjas a rebosar de buenos recuerdos.
Llegué a Castellón, con retraso, el sábado a las 16:15 de la tarde y ya me estaba esperando un coche que me llevó al casino, donde Ferran Riera, en la puerta, mostraba impaciencia por mi tardanza. Mantuvimos los dos un diálogo muy cordial y creo que honesto ante una audiencia que, por su atención, se merecía alguien con más carisma que nosotros que les multiplicase el pan y los peces de la caridad. Nosostros solo pudimos darles un bocadillo de mortadela.
¡Qué gente más admirable! Tras el diálogo, una entrevista y cena en Benicasim, en una casa situada cerca del que, para mí, es uno de los hoteles más bonitos del mundo, el Voramar. Llegué a mi hotel en Castellón, muy tarde. Me costó dormirme y me desperté muy pronto. En el restaurante del hotel me encontré con J. A. González Sainz, que estuvo hablando en Encuentro de su admirable libro La vida pequeña. Congeniamos pronto y quedamos en que, tarde o temprano, iría a Soria (a Soria siempre se vuelve) a hablar de la correspondencia entre sor María de Ágreda y Felipe IV. Volví a casa a mediodía, con el tiempo justo para despedirme de mi mujer que partía a Pamplona.
Culture wars. Els nord-americans van manllevar aquest terme de l’alemany Kulturkampfa inicis del segle XX. Avui entenem les guerres culturals com la batalla pel discurs entre sensibilitats polítiques —dit a l’engròs, entre conservadors i progressistes, o tradicionalistes i liberals—. Als Estats Units, les qüestions candents han anat variant dècada a dècada. Algunes es mantenen perennement divisòries, com ara l’avortament, el dret a les armes i el rol social de la religió. Els últims anys han vist l’auge de la qüestió del gènere, la transsexualitat i l’anomenat racisme estructural. Aquestes qüestions han estat cabdals en els discursos polítics de la nova generació de demòcrates i han esdevingut temes de capçalera als mitjans liberals.
Cancel culture. Com el gat de Schrödinger, la cultura de la cancel·lació és alhora viva i morta. Mentre les seves suposades víctimes asseguren que els ha destrossat la vida, revistes de capçalera dediquen assajos a declarar-la inexistent. Els qui la neguen diuen que la cultura de la cancel·lació és la veu del poble fiscalitzant actituds abans intocables per hegemòniques. És a dir: quan una empresa acomiada un treballador per un tuit problemàtic, o una editorial es nega a publicar un llibre, es tracta d’una democratització del contingut. Sigui com sigui, la cultura de la cancel·lació és una vara útil per mesurar l’estat de les guerres culturals. Des de fa uns anys, i amb un pic a l’estiu de 2020, grans empreses generadores de contingut han tendit a cedir a la més lleu crítica online; és millor cancel·lar una sèrie abans que semblar desfassats. Pot ser que el cas recent de Spotify i Joe Rogan marqui un canvi de tendència. Davant la campanya que exigia a Spotify que eliminés el podcast de Rogan —el més escoltat del món—, pel seu escepticisme antivacunes, la plataforma ha donat un cop sobre la taula: els 200 milions de dòlars que van pagar per distribuir el podcast bé valen uns quants tuits enfadats.
TERF. Terme nínxol dels moviments feministes primigenis, en circulació des dels anys setanta i que va reviure a l’internet dels 2000. Originalment, les feministes transexcloents (TERF per les inicials en anglès) eren aquelles feministes radicals que no creien en la inclusió de les dones trans en el moviment. Sovint en feien mofa i negaven la seva existència, al·legant que eren homes disfressats de dones. Avui, TERF és un terme paraigua que engloba un ventall d’actituds crítiques envers discursos i legislacions referents a les persones trans. Si bé l’etiqueta TERF pot ser una drecera útil per als qui estan molt ficats al safareig digital, sovint s’utilitza per desacreditar arguments ad hominem i limitar el debat a postures moralment acceptables. La TERF per excel·lència és J. K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter, qui ha despertat un odi tal a les xarxes que fins i tot el New York Times l’ha capitalitzat finançant una campanya contra ella.
Cultural appropriation. Com tants altres termes de l’univers woke, el concepte d’apropiació cultural neix a l’acadèmia i s’infiltra al debat públic. Denomina qualsevol absorció, per part d’un grup majoritari, d’un tret cultural d’una minoria o d’una cultura que no li és pròpia. Alguns exemples clàssics: una persona caucàsica fent-se rastes o disfressant-se de mariachi per les festivitats del Cinco de Mayo. Una versió nostrada va ser acusar Rosalía d’haver adoptat l’estètica gitana i el cant andalús. A l’hora de repartir tiquets d’apropiacionisme cultural, és important no caure en l’absurd: vivim en un món globalitzat, i sovint costa determinar quina apropiació és fruit d’un intercanvi sa i inevitable i quina de la voluntat de burla.
Toxic masculinity. La idea que hi ha una sèrie de trets propis de la masculinitat que són inherentment novius, tant per als homes com per a la societat. Es tractaria d’una versió exagerada de l’agressivitat, la possessivitat, la voluntat de competir. És la mateixa masculinitat que plany Eric Zemmour i que l’Ajuntament de Barcelona voldria erradicar amb el centre de noves masculinitats. La pregunta què omplirà el buit un cop eliminada la noció de virilitat, i com evitar que sigui igualment tòxica per la banda de la passivoagressivitat.
Anna Pazos, Benvinguda, M. Butler, El País 05/03/2020
En la inefable LOMLOE se estableece (articulo 10, punto 3) que en educación primaria se impartirán a los alumnos "contenidos referidos a la ciudadanía mundial". Me pregunto cómo demonios debemos interpretar hoy esto.
Filosofía significa algo parecido a “deseo de saber”. Pero quien desea algo es porque no lo posee. Es más: en este caso no puede poseerlo, porque quien lo hiciera dejaría de ser filósofo para ser simplemente sabio, poseedor legítimo de un conocimiento positivo. Que la filosofía no ha dado hasta la fecha el paso desde el deseo de saber hasta la ciencia plena lo prueba el hecho de que este nombre haya pervivido durante dos mil quinientos años, en lugar de haber sido sustituido por otro que denotase la completa realización de sus aspiraciones. Y por si acaso esta razón suena meramente nominal, digamos también que hay un fundamento objetivo para esta pervivencia, y es que aquello de lo que la filosofía quiere saber –ese ámbito que abarca nada menos que “todas las cosas”, tanto las relativas a la naturaleza como las que tienen que ver con la libertad– es algo de lo que no puede haber ciencia.
Sin embargo, comprender que la filosofía no es un saber positivo no equivale a su derogación. Sócrates no se consideraba sabio ni hablaba contra los ignorantes –de cuyo número admitía formar parte–, sino contra los que desconocían u ocultaban su ignorancia fingiendo un saber ilimitado e irrefutable y se presentaban como expertos en aquello de lo que no puede haber expertos. Por eso consagró la práctica totalidad de su vida a combatir a los sofistas, no porque él tuviese más ciencia que ellos, sino porque la conciencia de su ignorancia le bastaba para mostrar a todos que el pretendido saber total de la sofística es solo palabrería que nubla el pensamiento; algo que había aprendido al experimentar la facilidad con que la propia filosofía se convierte en vaniloquio cuando rechaza su carácter irremediablemente tentativo. Platón llamó a este combate “arte del diálogo”. Aristóteles lo denominaba “técnica peirástica”, práctica que consiste en someter a prueba los argumentos mediante la discusión pública para refutar a quienes impiden la libre discusión. Y esto mismo es lo que, desde la Ilustración, llamamos crítica.
A quienes atacan o defienden a la filosofía deleitándose en declarar que no sirve para nada hay que responderles que, en efecto, ella no sirve para construir proposiciones científicas, y mucho menos teorías, pero es muy solvente a la hora de refutar las afirmaciones inverosímiles y las seudoteorías sofísticas. Y a quienes se lamentan de que hoy ya no haya “grandes filósofos” como en el pasado hay que recordarles que la filosofía no es nada más –y nada menos– que un interminable combate contra la sofística y a favor de la lucidez y que, por tanto, no le falta en la actualidad el material sobre el que ejercer su actividad crítica. Ahora bien, la crítica solo puede ejercerse a condición de que haya libertad de pensamiento o, lo que es lo mismo, derecho a la libre expresión pública del pensamiento. Los sofistas de hoy, aunque disfrazados de científicos sociales, solo prosperan, como los de ayer, minando la independencia intelectual de los interlocutores, restringiendo la libertad de expresión y atentando contra la posibilidad misma de argumentar para imponer su charlatanería. Por eso, aunque se llamen “filósofos”, son enemigos de la filosofía.
José Luis Pardo, Filosofía y libertad de pensamiento, Letras Libres 01/03/2022
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Santiago Alba Rico, La fi del món (comú), Barcelona Metropolis octubre 2020
Santiago Alba Rico, La fi del món (comú), Barcelona Metropolis octubre 2020