Para empezar quiero decir que, como en todo artículo de opinión, el tema es subjetivo, y cada uno tiene su posición, y en temas como este, es todo muy debatible.
Para aclarar, en ningún momento voy a posicionarme a favor del bullying.
Ser víctima de bullying puede ser bueno, en la mayoría de casos, ya que te ayuda a ser más fuerte y crecer como persona al cabo del tiempo, pero no todo el mundo puede soportarlo. Cada persona tiene un nivel distinto de sensibilidad y resistencia, y a esto se le tiene que sumar el hecho de tener apoyo fuera de la situación de bullying, ya sea apoyo familiar, de amistades o bien profesional.
En mi caso, en 1º de la ESO, repetí curso debido al acoso constante, lleno de agresiones verbales y físicas, y sí que es cierto que lo pasé muy mal, pero eso me hizo aprender a valerme por mí mismo (ya que no tenía amigos), a tener una personalidad propia y fuerte (y no caer en las influencias de las acciones de los demás), y a saber valorarme un poco más.
Está claro que podría haber acabado todo en tragedia, por eso hay que tener muy claro que nunca hay que perder la esperanza, saber que no estás solo, y que todo mejora.
Se pasa muy mal, y por eso es importante tener a alguien, ya sea un amigo, un familiar o incluso una mascota, que aunque suene ridículo esto último, realmente funciona.
De verdad que todo mejora, y más en los días que corren. Hay muchas plataformas anti-bullying, y en muchos colegios empieza a haber tolerancia cero ante el acoso (aunque muchos otros hacen la vista gorda ante casos así), y hay muchísima más información y ayuda de la que había antes, e incluso hay leyes (que aunque a veces no se cumplan) que nos protegen, pero el punto de este artículo es demostrar mi opinión sobre que el bullying acaba siendo, a la larga, algo bueno para la víctima. El hecho de que te llamen gorda, o maricón o friki acaba causando muchísimo dolor, e incluso rechazo a la persona en sí misma, pero con algo de ayuda e información consigues transformar eso en algo positivo, y consigues por tanto hacer de ti una persona más carismática, valiente, fuerte y admirable, siempre que puedas y sepas manejar la carga emocional que el bullying supone.
Es importante distinguir, por tanto, entre preguntas “no muy buenas” que nos dejan indiferentes y, otras, en cambio, que nos conmueven profundamente porque abren nuevas vías para desdibujar los contornos que nos mantienen prisioneros. Si estás atento acerca de qué te preguntas, ante una situación de desasosiego, apatía vital, incertidumbre o confusión, podrás comprender mejor cuáles son tus límites para comprender el mundo. Por ejemplo, si te preguntas cómo solucionarlo, vas a enfocarte hacia el resultado, evitando una mirada que se sumerja de forma profunda en la realidad. Si te preguntas la razón por la que el mundo está confabulado contra ti, vas a contemplar la realidad desde una mirada de víctima. Si te preguntas por qué siempre lo haces todo mal, estás viendo el mundo desde una perspectiva impregnada de frustración, en la que el culpable eres tú.Filosofar consiste en preguntar por lo extraordinario… y no sólo es extraordinario aquello que se pregunta, sino el preguntar mismo… Todo preguntar es un buscar. Todo buscar tiene su dirección previa que le viene de lo buscado… El preguntar tiene, en cuanto preguntar por… aquello que se pregunta. Todo preguntar por es en algún modo preguntar a…
Por último, en la filosofía, se ha solido dar más relevancia a la pregunta que a la respuesta. Es evidente, tal como hemos dicho anteriormente, que las buenas preguntas marcan un territorio nuevo a explorar, en el que puedan brotar nuevas comprensiones. Es esa pregunta, que trastoca nuestro interior, la que nos permite entrever un amplio horizonte de nuevos sentidos. Esa pregunta siempre nos aturde y nos vuelve de nuevo una y otra vez. No nos deja tranquilos porque nos está avisando de que hay algo que necesita ser visto y trascendido. Sin embargo, también podemos hablar en el ámbito filosófico de respuestas cuando las entendemos en este sentido apuntado anteriormente, es decir, como una nueva comprensión que nos acerca a la verdad. La respuesta no la vamos a alcanzar a través del pensamiento, sino a través de la vinculación con ciertas experiencias -un estado de ser- que nos transforma. La respuesta, más que buscarla, nos llega, cuando estamos presentes y escuchamos. Supone, por tanto, también dirigir nuestra atención a lo que moviliza la pregunta en nuestro interior y “escuchar” la respuesta. Según Mónica Cavallé en El arte de ser:Mi arte mayéutica tiene las mismas características que el arte [de las comadronas]. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres, y en que vigila las almas, y no los cuerpos, en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que practico es, sin embargo, que permite saber si lo que engendra la reflexión del joven es una apariencia engañosa o un fruto verdadero.
Si se nos hace una pregunta de cierto alcance, solemos creer que, para responder adecuadamente, tenemos que analizar antes lo que vamos a responder y controlar de algún modo nuestra respuesta. Pero lo cierto es que, simplemente estando presentes y escuchando, la respuesta se alumbra sin necesidad de empujarla, controlarla o manipularla. Dirigimos la atención, pero, acudiendo a la expresión oriental, «no empujamos el río». Y dirigir la atención es escuchar. Si escuchamos bien, estando presentes en nuestra escucha, la respuesta surgirá por sí misma. Más genéricamente, cuando en nuestra vida escuchamos la realidad, la situación global en la que nos hallamos, nuestra propia interioridad, a las personas, etcétera, las respuestas adecuadas –palabras y acciones– surgirán; y si alguna de estas acciones requiere esfuerzo y disciplina, el esfuerzo y la disciplina también surgirán.
En la continuación del texto, Hobsbawm muestra cómo un trabajo histórico riguroso permite refutar los mitos proclamados por los nacionalistas reaccionarios en la India, Israel, los Balcanes y otros países, y cómo la actitud posmodernas nos desarma ante esas amenazas.el crecimiento de las modas intelectuales «posmodernas» en las universidades occidentales, sobre todo en los departamentos de literatura y antropología, que hacen que todos los «hechos» que aspiran a una existencia objetiva sean, simplemente, construcciones intelectuales. Resumiendo, que no existe ninguna diferencia clara entre los hechos y la ficción. Pero en realidad la hay y, para los historiadores, incluidos los antipositivistas más acérrimos entre todos nosotros, es absolutamente esencial poder distinguirlos.
"Todas las generalizaciones son falsas, incluyendo ésta."Mark Twain
by Juan Colombato |
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La descripción es desoladora: sobre la cabeza del prisionero que llega a esta casa de melancolía ponen una caperuza negra y con este sudario, emblema de la cortina que le separa del mundo vivo será conducido a la celda de la que no saldrá hasta que cumpla su condena. Nunca oye nada acerca de su mujer e hijos o de la vida y muerte de la gente. Cuando describe la salida de los prisioneros, cuenta Dickens que pierden todo sentido de la orientación. No saben caminar, la luz del sol los ciega y apenas oyen. Sus lazos sociales se han roto y con ellos el tejido que ata su mente al mundo. Si Dickens hubiera escrito un relato de náufragos, seguramente esta sería la descripción que haría de la fenomenología de su experiencia. Pero decidió escribir sobre la nueva forma de prisión que comenzaba a ser el Londres industrial.Over the head and face of every prisoner who comes into this melancholy house, a black hood is drawn; and in this dark shroud, an emblem of the curtain dropped between him and the living world, he is led to the cell from which he never again comes forth, until his whole term of imprisonment has expired. He never hears of wife and children; home or friends; the life and death of any single creature. He sees the prison-officers, but with that exception he never looks upon a human countenance, or hears a human voice. He is a man buried alive; to be dug out in the slow round of years; and in the meantime dead to everything but torturing anxieties and horribledespair. (100–101)
La descripción es desoladora: sobre la cabeza del prisionero que llega a esta casa de melancolía ponen una caperuza negra y con este sudario, emblema de la cortina que le separa del mundo vivo será conducido a la celda de la que no saldrá hasta que cumpla su condena. Nunca oye nada acerca de su mujer e hijos o de la vida y muerte de la gente. Cuando describe la salida de los prisioneros, cuenta Dickens que pierden todo sentido de la orientación. No saben caminar, la luz del sol los ciega y apenas oyen. Sus lazos sociales se han roto y con ellos el tejido que ata su mente al mundo. Si Dickens hubiera escrito un relato de náufragos, seguramente esta sería la descripción que haría de la fenomenología de su experiencia. Pero decidió escribir sobre la nueva forma de prisión que comenzaba a ser el Londres industrial.Over the head and face of every prisoner who comes into this melancholy house, a black hood is drawn; and in this dark shroud, an emblem of the curtain dropped between him and the living world, he is led to the cell from which he never again comes forth, until his whole term of imprisonment has expired. He never hears of wife and children; home or friends; the life and death of any single creature. He sees the prison-officers, but with that exception he never looks upon a human countenance, or hears a human voice. He is a man buried alive; to be dug out in the slow round of years; and in the meantime dead to everything but torturing anxieties and horribledespair. (100–101)