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Hablábamos estos días del superhombre de Nietzsche y de cómo el deporte puede ser una fuente de ejemplos de personas convencidas de uno de los lemas que caracterizan al modelo de ser humano que nos presenta el alemán: “yo soy el que tiene que superarse a sí mismo”. Coincide esta explicación con la efervescencia mediática de la antigua entrenadora del equipo nacional de natación sincronizada, que lejos de esconderse tras las polémicas declaraciones de varias de las integrantes del equipo pasea por televisiones y periódicos. Preguntada por el asunto, su respuesta ha dejado bien clara su visión del deporte: se me pidió que crear un equipo campeón y lo he hecho, ya que no se puede ganar una competición como un mundial o unas olimpiadas si no eres capaz de superar tu propio umbral del dolor. Algo que no responde directamente a la pregunta sobre las hipotéticas vejaciones y humillaciones a sus pupilas, pero que deja bastante claro el asunto. Ganar. De esto es de lo que se trata en el deporte. Y habrá muchos que piensen que esto es algo indudable desde hace décadas o siglos: ganar es lo que importa. Nadie se acuerda nunca del segundo puesto, y mucho menos del cuarto. Pese a todo, no se puede ignorar lo que viene siendo el discurso “oficial” de los deportistas y del olimpismo en particular: lo importante es participar. ¿En qué quedamos entonces, cuántos “límites” es razonable superar para alcanzar la “gloria” olímpica”.
No sé si lograríamos un acuerdo en torno al dopaje. Aunque el discurso “oficial” parece rechazar esta práctica, los hechos parecen demostrar que si a los deportistas se les asegura que no van a ser detectados, están más que dispuestos a ingerir cuantos productos sean necesarios. Lo que sea con tal de ganar. Pero no es este el tema de hoy. Volvamos a las prácticas humillantes y vejatorias. La teoría, al menos la teoría, dice que el deporte es también una escuela de enseñanza moral. Cuántas veces hemos visto anuncios, reportajes o documentales que nos hablan de los valores del deporte: sacrificio, renuncia, esfuerzo, colaboración y un largo etcétera de palabras bonitas, que forman ya parte de la mercadotecnica deportiva. Luego resulta que no es así: que la competición de élite pasa, si nos fiamos de la exselecionadora, por ayudar a “superar el umbral del dolor”, lo que se concreta, siguiendo ahora a las jóvenes que competían, por insultos y vejaciones de la más diversa índole. En otras palabras: el deporte que quiere ser un modelo de humanidad esconde tras de sí prácticas inhumanas. Algo que en el campo de la psicología se conoce bien: abuso de autoridad. Son varios los experimentos que demuestran la brutalidad del ser humano a este respecto. La explicación posterior le resulta muy familiar a la que lograra la “gloria” con el equipo nacional: “me dijeron que lo hiciera así”. “Tenía la orden de hacer un equipo campeón”.
Ahí va un brindis al sol: de la misma forma que se persigue el dopaje en el deporte, deberían existir “comisiones éticas”, responsables de garantizar que los diferentes equipos entrenan respetando la integridad de las personas que compiten, y que derechos humanos fundamentales se respetan durante los entrenamientos. Dicho de otra forma: que todos aquellos que vemos competir en una olimpiada son personas, y no monstruos o animales de circo, a los que se roba la infancia y la adolescencia para que acudan a competir en busca de no se sabe muy bien qué gloria. Después de oler la visión del deporte de la antigua seleccionadora, que a buen seguro será compartida por una gran mayoría de los que se dedican al deporte de competición, dan ganas de lanzar un mensaje bien claro: es mejor no ganar ninguna medalla, que construir las victorias sobre la explotación y la exigencia irracional. Se ve que hace ya años se quedó obsoleto el viejo lema del deporte: mens sana in corpore sano. Si se asocia el deporte con ganar a toda costa, incluso maltratando a los deportistas, habría que reformularlo: mens insana in corpore sano. Probablemente, una frase empapada de ingenuidad, ya que parece presuponer que el deporte de alta competición es sano para el cuerpo. Algo está podrido en el mundo del deporte, pero quizás sea preferible mirar para otro lado mientras la gallina de los huevos de oro mutada en derechos televisivos y audiencias millonarias siga proporcionando un beneficio económico considerable.
by Jaime Francés Durá |
ENAMORAR-SE
Taller dinamitzat per l’equip de filòsofs de Granollers format per Mariano Fernández, Joan Carles Gómez i Joan Méndez Camarasa.
Entrada lliure.
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La suma de pequeñas acciones cotidianas puede contribuir a reducir las agresiones medioambientales y mantener el equilibrio ecológico.
La Tierra, nuestra casa común, merece que todos los días sean su día. Las continuas agresiones a las que se ve sometida por la acción humana han alcanzado límites insospechados hasta hace pocos años. Por ello, y más allá de las acciones que emprenden (o dejan de emprender) los responsables políticos , es mucho lo que cada uno de nosotros puede hacer en beneficio del planeta.
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Profes.net / Alejandro Feijoo
Con motivo del Día Mundial del Libro y del Derecho de autor, que se celebra hoy, recomendamos Los pequeños platones, una colección de libros publicada en España por la editorial Errata Naturae que tiene el objetivo de acercar a los niños la vida y el pensamiento de algunos de los grandes filósofos de la historia.
Los pequeños plantones es una colección de la editorial Errata Naturae pensada para niños de entre 9 y 13 años. Se trata de historias muy visuales, en las que la ilustración juega un papel fundamental, con el propósito de hacerlos más atractivos para los niños.
En origen, Les petits platons es un proyecto editorial francés dirigido por el profesor y editor Jean Paul Mongin, que vio la luz en Francia hace tres años, con gran éxito, y se ha traducido ya a veinte lenguas. Un día loco en la vida del profesor Kant, El filósofo-perro frente al sabio Platón y El fantasma de Karl Marx son algunos de los títulos de que consta la colección.
El proyecto se inspira en las propuestas de Matthew Lipman, filósofo y pedagogo norteamericano que planteó la enseñanza de la Filosofía en la escuela. Los libros cuentan con guías didácticas que pueden ayudar a padres y educadores a orientar la lectura de los niños.
Cada vez existen más proyectos educativos centrados en la programación, hasta el punto de que en algunos países, como Estados Unidos e Inglaterra, se están planteando la posibilidad de convertir la programación en una asignatura.
En el siguiente vídeo, creado por la Fundación Code, se aportan numerosos argumentos a favor de la inserción de la programación en la escuela tanto por el desarrollo de los niños, ya que contribuye a estructurar su mente, potencia su lógica, su capacidad para la resolución de problemas y su creatividad, como por la demanda de este tipo de conocimientos en el mundo laboral.
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Además, la Fundación Code facilita en su web una base de datos de lugares en donde se puede aprender a programar de forma gratuita.
Aprender con robótica
La robótica , cuyo trasfondo es la programación, resulta especialmente atractiva para los alumnos, al ser una experiencia que asocian con el juego. De este modo, casi sin darse cuenta, aplican conceptos de Física, Matemáticas y Tecnología, y se despierta en ellos el interés por la Ciencia.
Cuatro programas de robótica educativa
Arduino: plataforma de electrónica abierta para la creación de prototipos basada en software y hardware flexibles y fáciles de usar.,
Kodu: editor de videojuegos pensado para niños.
Lego WeDo: ofrece una forma divertida de iniciarse en la construcción y programación de robots, mediante la utilización de sensores sencillos y piezas básicas que se conectan al ordenador.
Scratch: un programa para crear y compartir historias interactivas, juegos, música y arte.