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Este es el verdadero significado político que tuvo este término en la Atenas clásica, una expresión que cuando empezó a circular estaba muy lejos del glamour académico que terminaría adquiriendo en las famosas lecciones de Foucault del Collège de France. No hay más que leer las comedias de Aristófanes para comprobarlo. La parresía, para no andarnos por las ramas, era en primera instancia la garrulería que se le atribuía a la forma de hablar de los pobres, las mujeres y los esclavos (Ar. Th. 540-543). Lo que sucedió es que después de la batalla de Salamina los pobres tomaron conciencia de que gracias a su papel como remeros de la flota se habían convertido en el principal baluarte de la ciudad, y a partir de entonces empezaron a caminar con la cabeza más alta y a exigir que en las asambleas se escucharan sus intervenciones con el mismo respeto y dignidad con el que se atendía a los oradores de rancio abolengo. En este sentido, es muy sugestivo que Judith Butler haya dedicado una de sus últimas intervenciones públicas a la parresía (conferencia impartida en el Hebbel am Ufer de Berlín, y publicada en Sin miedo. Formas de resistencia a la violencia de hoy, 2020), porque lo que hicieron los pobres con esta palabra fue un ejercicio de resignificación similar al que hicieron los activistas del movimiento queer con la palabra que adoptaron de nombre (en español, «rarito»). Butler, sin embargo, no se adentra por este camino, porque su punto de arranque son las lecciones que Foucault impartió en la Universidad de California en Berkeley (cf. Discurso y verdad en la Antigua Grecia, 2004; y también sus lecciones en el Collège de France: La hermenéutica del sujeto, 2002; El gobierno de sí y de los otros, 2009; y El coraje de la verdad, 2010), y aunque estas lecciones son tan jugosas que siguen dando que hablar (y lo seguirán haciendo en el futuro, como demuestra la propia contribución de Butler), el punto de vista de Foucault no refleja el sentido de la parresía histórica. Esto no le quita a su reflexión un ápice de su valor, ni tiene por qué socavar el rendimiento político o filosófico de su conceptualización de la parresía. Simplemente, deja más espacio para pensar un concepto que a diferencia de lo que supuso Foucault no trata de la valentía que tienen los grandes oradores o filósofos cuando se ponen en pie para cantarle las cuarenta al pueblo, sino de la dignidad de la forma de hablar de los pobres y del asombroso acontecimiento de que esta dignidad se convirtiera en uno de los principios políticos más importantes de la ciudad. Esta reconceptualización de la parresía histórica, como espero aclarar en este artículo, tiene muchas cosas que aportarnos a los desafíos del presente y a los debates que han sido abiertos por la propia Butler (entre otros, su intento de repensar la parresía de Foucault en el contexto de los cuerpos, las resistencias y los movimientos sociales).
David Hernández Castro, Sin chusma no hay 'parresía', elsaltodiario.com 16/12/2022
–Cuando yo utilizo una palabra –dijo Humpty Dumpty en un tono más bien desdeñoso– significa lo que
yo quiero que signifique: ni más ni menos.
–La cuestión –dijo Alicia– es si puedes hacer que las palabras signifiquen tantas cosas distintas.
–La cuestión –dijo Humpty Dumpty– es saber quién manda.
Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas.
La noción de género es una noción de diagnóstico clínico que surge en un contexto médico psiquiátrico. No es por azar que mi libro se llame Dysphoria mundi. Hasta ahora, el ámbito de la sexualidad ha sido definido desde un lenguaje médico patologizante y que interpreta cualquier forma de disidencia respecto a la norma como disforia, como patología. Pero la noción de disforia no es médica, es política. Y no solamente no se refiere a mí, sino a cualquier cuerpo vivo que resiste a esta forma de imposición salvaje de la norma.
Las técnicas de muerte con las que se gestionaba a los cuerpos supuestamente subalternos se han expandido a la totalidad de la población (con la excusa del COVID). Me sentía como un médico de urgencias que de repente llega a casa de los normales y les dice: “Ojo, que ahora sois vosotros la carne de cañón”. También tiene que ver con el hartazgo de separar constantemente hombres, mujeres, heterosexuales, homosexuales. ¿Pero de verdad creéis que somos tan distintos? ¿De verdad creéis que, frente a lo que está sucediendo, el poder tendrá algún reparo en comeros y trituraros exactamente de la misma manera? Por eso digo que cualquiera de vosotros sois tan queer como yo porque estáis en el centro de esta pandemia. Si eres un cuerpo vivo sometido a regulaciones de vigilancia, control y tecnologías de la muerte, te conviene leerte esto, por si acaso.
Cualquier espacio se ha convertido totalmente en disfuncional y, por tanto, genera dolor, porque es imposible experimentar con tu propia subjetividad sin ser constantemente acosado. La cuestión es cómo posicionarse frente a eso. Una opción es pensar que estamos abocados a una especie de destrucción apocalíptica: sálvese quien pueda. La otra, y es lo que denomino dysphoria mundi, sería pensar que quizá por primera vez en la historia estamos en una situación límite y excepcional al mismo tiempo, porque tenemos la posibilidad de llevar a cabo un cambio de paradigma, una transformación radical de todos los modos de producción y de reproducción. La producción fósil o a través del trabajo, la reproducción heterosexual habitual, la taxonomía jerárquica que distingue entre humanos y animales... Ya sabemos que todo ese sistema está obsoleto. Y, desde esa postura, tendríamos la posibilidad de inventar colectivamente otra forma de vivir.
Cuando te haces consciente de tu posición excéntrica o disidente con respecto a la norma, hay muchas maneras de afrontarla. Una de ellas, claro, es desde la posición de la víctima. Y otra manera es entender ese pequeño espacio como un lugar de experimentación, como un lugar desde el que empezar, aunque sea de manera muy tímida y microscópica, a inventar prácticas de libertad. No estoy romantizando ni idealizando la falta de acceso a ciertos derechos políticos, que puedo compartir con gente que vive situaciones de discapacidad, trabajo sexual o inmigración, pero a veces pensamos que la norma es fácil y la disidencia es muy difícil. Y mi experiencia es que la norma es un lugar muy, muy duro, porque uno está siempre con una sensación de frustración, de fallo o de incompetencia. Sugiero que estar fuera de la norma puede ser un excelente lugar desde el que mirar lo que está sucediendo y desde el que establecer otras alianzas con otra gente, y empezar a disfrutar de la posibilidad de inventar otra forma de vida.
Carlos Primo, entrevista a Paul B. Preciado: "Estar fuera de la norma puede ser un excelente lugar para mirar lo que está sucediendo", Icon. El País 15/12/2022
Se trata en esto de una cuestión de jerarquía: ¿interesa la naturaleza en sí misma, o interesa la naturaleza porque interesa ese raro ser natural que es el hombre? O aún: ¿la causa de la naturaleza como instrumento para la causa del hombre, o más bien el saber del hombre al servicio de la preservación de una naturaleza de la que eventualmente el hombre ni siquiera formaría parte? Sin duda la respuesta a favor de la naturaleza resulta como corolario de toda relativización del peso del ser humano por homologación de nuestras facultades a las de otros animales.
Pero el peso ontológico (el peso en el conjunto de los entes) que se le da al ser humano es también rebajado cuando se homologa nuestra inteligencia a entidades del tipo Deep Learning soslayando la variable clave de que tales entidades son resultado de la existencia del hombre y no a la inversa. Ambas posturas se unifican en un discurso (incontestable desde el punto de vista fenomenológico) sobre el cosmos que cabe sintetizar así: enriquecida la naturaleza inanimada con la emergencia de la vida, y enriquecidos los sistemas de señalización e información con la aparición de un código complejo como es el lenguaje humano, el despliegue de las potencialidades de este último condujo a su reproducción en entidades que ya no tienen la vida como soporte, pero obviamente sí las leyes de la física. Las diferentes etapas sólo se diferenciarían gradualmente, siendo absurda la idea de erigir una de ellas en referencia o foco de significación.
Como ya he señalado nada cabe objetar a tal discurso…mientras nos atengamos a lo que la ciencia puede testimoniar. Pero la coherencia se rompe si nos permitimos introducir la pregunta: ¿qué da soporte al discurso de la ciencia? Pues es obvio que la ciencia es una manifestación del lenguaje refiriéndose a cosas que no son el propio lenguaje. La ciencia es fruto del hombre, y por ello el hombre mismo no puede ser homologado a nada de lo que la ciencia explora, no cabe por así decirlo una ciencia del hombre.
Una persona a la que exponía la idea que sustenta estas reflexiones, al apercibirse de la relativización (cuando no desvalorización) del ser humano que se desprende de las tesis reduccionistas, exclamó: ¡Y tan contentos! Y efectivamente algo en estas posturas llama poderosamente la atención: decimos que el hombre es un pasajero momento del orden natural, como si esto aboliera el sentimiento de que ese pasajero momento es el testigo incluso de tal pasar, de tal manera que fuera del mismo, fuera de lo que él describe (sea o no científicamente), lo seguro es nada. Y una vez más la pregunta:
¿Por qué esta rebaja en nuestro entorno cultural del peso de la variable lenguaje? ¿Por qué se niega la primacía del ser que es principio de toda afirmación como de toda negación? La respuesta es quizás que ello evita (al menos en estado de vigilia) la confrontación inevitable con la tremenda realidad de lo que somos. Y decididamente esta forma de denegación de la certeza (esta necesidad de imposible fusión con anímales, máquinas y eventualmente árboles) ha ganado la partida, empujando a los arcenes a todo aquel que dé signos de no comulgar y obligando incluso a plegarse a otras formas de religión, que en el pasado defendieron su “certeza” de la singularidad humana pero sólo en base al dogma de que una inteligencia creadora había querido que así fuera. ¡Sin duda era este segundo aspecto lo que confería la firmeza para conducir a la pira a quien sostuviera una tesis contraria!
Víctor Gómez Pin, ¡Tan contentos!, El Boomeran(g) 12/12/2022
Si la consciencia es un fenómeno emergente que generó la evolución tras agrandarse los cerebros y aumentar el número de neuronas, no sería descartable que lleguemos a la IAG (inteligencia artificial general) por la vía de modelos del tipo de ChatGPT de mayor tamaño. GPT-4 está a la vuelta de la esquina y se espera que tenga 500 veces más parámetros que GPT-3. Si ahora estamos con la boca abierta, no estamos preparados para el siguiente nivel.
Nuestra capacidad para predecir los efectos de una tecnología transformadora es muy limitada. Ya hemos discutido que una IA parezca que consciente sin serlo basta para cambiar nuestra visión del asunto por completo. Cuanto mejores resulten las versiones del modelo, más plausible será que podamos cederles las riendas en ciertas situaciones. Lo que parece más probable, de momento, es que vayamos hacia una creatividad asistida por inteligencia artificial. Dibujando, escribiendo o programando tendremos atajos, sugerencias de nuevas ideas o indicaciones de por donde deberíamos seguir. Una suerte de “autocompletar para todo” que aumentará la productividad, pero que, de momento y como mucho, solo nos aligerará las tareas de más bajo nivel del proceso creativo. Habrá cada vez más valor en la ideación, y menos en la técnica para implementar esa idea o solución.
Antonio Ortiz, ¿Puede ChatGPT amenazar el negocio de Google?, Retina. El País
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En el encuentro Año Cero organizado por Retina, Mark O’Connell, autor de Cómo ser una máquina, presentó esa idea de resurrección perdurable, de neo-humanidad desvestida de la pesada carga de la parca. El transhumanismo, resumido fácilmente en cómo “subir nuestra mente a una máquina”, en palabras de O’Connell, no es un grupo de frikis-viciados al WOW, con ritualística ciencióloga, adoradores de la máquina como el Ministerio Post Natural Valenciano y sus Advenimientos Sónicos. El movimiento transhumanista cuenta entre sus filas con cabecillas de la talla de Peter Thiel, Elon Musk y Ray Kurzweil, verdaderos coroneles de Silicon Valley (EEUU). Un oasis de ricos, riquísimos, en todo lo que importa; ambición y dinero, inteligencia y dinero, contactos y dinero, locura y dinero… Los titanes del Valle de Silicio poseen tanto de todo ello que hasta algunos se pueden permitir la bizarrada, como contaba O’Connell, de montar instalaciones criogénicas en Phoenix (EEUU), donde ya hay unos cuantos visionarios metidos en el congelador a la espera de un futuro en el que se pueda extirpar su cerebro, escanearlo y subirlo a un terminal robótico. Algo muy similar a Ghost in the Shell o a los, ahora no tanto, delirios ficticios de Arthur C. Clarke.
Ya lo decía Aquiles en Troya: “Te contaré un secreto, algo que no se enseña en tu templo: los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último, todo es más hermoso porque hay un final. Nunca serás más hermosa de lo que eres ahora, nunca volveremos a estar aquí…”.
Desear la eternidad es el síntoma de una élite demasiado acostumbrada a tenerlo todo. Incapaz, como son los poderosos, de someterse a nada, incluso a los designios de la muerte. A esa muerte que expulsa a los muchachitos obscenos que somos y nos deja con lo que queda de nosotros. Algo inerme. Algo, en cierto sentido, puro. O también puede ser un reto. Un pulso egómano a la creación. El escupitajo definitivo a la cara de los dioses. Como bien apuntó O’Connell durante la charla, un ejercicio de sublimación freudiana; la reconducción de las pulsiones hacia objetivos más allá de lo sexual que en estos gerifaltes de la eternidad se materializa en deificarse.
Galo Abrain, Mercaderes del apocalipsis y el oscuro negocio del transhumanismo, Retina. El País
No quedan muy lejos algunos ejemplos de estoicismo moderno. Wittgenstein cuenta que de joven experimentó esa sensación de que “nada podía ocurrirle”. Era un modo de decir que, ocurriera lo que le ocurriera (una bala perdida, un cáncer), sabría aprovechar la experiencia. Una actitud que le permitió asumir el puesto de vigía en medio del fuego cruzado durante la primera gran guerra. Algo parecido encontramos en Simone Weil, siempre arriesgándose, ya fuera en la fábrica de la Renault o en los hospitales de Londres, con la humildad como valor supremo, que hace que el ego no apague la llama de lo divino. Curiosamente, la actitud de estos dos grandes filósofos, en los que reviven los viejos ideales grecolatinos, contrasta con algunas obsesiones actuales. Desde el miedo al propio cuerpo, que requiere un examen continuado, hasta la obsesión por la seguridad (to feel safe, to feel at home). Como si un escáner o un refugio pudieran otorgar esa tranquilidad, como si hubiera que encerrarse para sentirse seguro. Mientras un mandatario reciente se preguntaba cuánto dinero necesitaba para sentirse seguro y, al no hallar la cifra, se consagró a amontonar capitales, Wittgenstein se exponía en la trinchera y Weil en la columna de Durruti.
Juan Arnau, Más Séneca y menos ansiolíticos, El País 28/04/2022
https://elpais.com/cultura/2018/04/27/babelia/1524838978_764302.html?fbclid=IwAR38T44EwovvcYQ8PG3_9_qR7tGIPkX1B-GkjF41tccw_4s7_MZBNjSDIpU#?rel=lom
[...]. La ideología del movimiento explica a los seguidores sus tribulaciones y ofrece una propuesta de acción para remediar tales sufrimientos. Las ideologías más poderosas se alimentan de la ansiedad emocional latente en la población, como el deseo de justicia, las creencias religiosas, la liberación de la ocupación extranjera. La ideología proporciona un prisma, que incluye un vocabulario y categorías analíticas a través de las cuales se evalúa la situación. De esta manera, la ideología puede moldear la organización y los métodos operativos del movimiento» (1-65). «El mecanismo central a través del cual se expresan y se absorben las ideologías es el relato. Un relato es un esquema organizativo expresado en forma de historia. Los relatos son centrales en la representación de las identidades [...]» (1-66). El manual vuelve en distintas ocasiones a este, en particular en el capítulo sobre la Inteligencia: «La forma cultural más importante para comprender las fuerzas Coin [contrainsurgencia] es el relato [...]. Son los medios mediante los cuales las ideologías se expresan y son absorbidas por los individuos en una sociedad [...]. Al escuchar el relato, las fuerzas Coin pueden identificar el núcleo de los valores clave de la sociedad» (3-51).[1]
Lo más interesante (y desconcertante) es que los generales de los marines que escribieron el Manual retoman, con el lenguaje y la jerga de las ciencias humanas estadounidenses, las dos tesis fundamentales expresadas por el filósofo marxista francés Louis Althusser hace cincuenta años: a) «La ideología es una “representación” de la relación imaginaria de los individuos con sus propias condiciones reales de existencia»; b) «toda ideología tiene como función “constituir” a los individuos en sujetos»[2] (en el caso del Manual, en «sujetos de la insurrección»). El corolario es que, en cualquier caso, llevamos una ideología en nuestro interior, lo queramos o no. Por tal razón nadie puede decir la frase «no soy ideológico». Cuando no te adhieres voluntariamente a una ideología (o a una religión), te adhieres involuntariamente a ella, «respiras» ideología. Y por lo general, la ideología se niega a sí misma como tal, es más, vive de su propia negación y de atribuir ideologismo a todas las demás «representaciones».
De esta forma, mientras incluso los marines tienen que aprender hasta qué punto es importante la ideología, ¡la izquierda occidental se rasga las vestiduras acusando de ideologismo a su propio legado cultural y político!
En cierto sentido, la guerra ideológica desencadenada contra la izquierda, combatida y abrumadoramente ganada en los últimos cincuenta años, puede considerarse precisamente como una forma de counterinsurgency, de reacción a los movimientos de los sesenta. Esta guerra se libró y se ganó en primer lugar en los Estados Unidos.
Marco d'Eramo, Dominio, Barcelona, Anagrama 2022
(1) D. H. Petraeus, James Ames, FM-324 Counterinsurgency, descargable de [https:] o en versión impresa, The U.S. Army/Marine Corps Counterinsurgency Field Manual, University of Chicago Press, Chicago, 2007.
(2) Louis Althusser, «Idéologie et appareils idéologiques d’État» (1969), en Positions (1964-1975), Éditions Sociales, París, 1976, págs. 67-126. Las citas, en las págs. 101 y 110.
El comportamiento de los sistemas complejos nos resulta difícil de comprender y, a menudo, nos parece contrario a la intuición lógica. Está ejemplificado por el famoso efecto mariposa, cuando una respuesta sensible, dependiendo de las condiciones iniciales, puede acabar con grandes diferencias en una etapa posterior. Como cuando el aleteo de una mariposa en el Amazonas llega a provocar un tornado que arrasa Texas. Pero tales metáforas no siempre ayudan, y empecé a preguntarme si en realidad somos capaces de pensar de manera no lineal. Las predicciones sobre el comportamiento de los sistemas dinámicos complejos a menudo se presentan en forma de ecuaciones matemáticas aplicadas a las tecnologías digitales. Los modelos de simulación no nos hablan claro y directo; sus resultados y las opciones que producen deben interpretarse y explicarse. Dado que se perciben como científicamente objetivos, a menudo no se cuestionan. Pero, entonces, las predicciones adquieren el poder activo que les atribuimos. Si se sigue ciegamente, el poder predictivo de los algoritmos se convierte en una profecía de autocumplimiento: una predicción se cumple porque la gente cree en ella y actúa en consecuencia.
Así, me propuse salvar la brecha entre el nivel personal, en este caso las predicciones que recibimos como individuos, y lo colectivo, representado por sistemas más complejos. Nos sentimos cómodos con mensajes conocidos y comunicaciones que nos llegan a nivel personal, mientras que, a menos que adoptemos una postura profesional y científica, vivimos todo lo relacionado con sistemas complejos como una fuerza externa e impersonal. ¿No podría ser, me preguntaba, que se nos convenza tan fácilmente de confiar en un algoritmo predictivo porque nos llega a nivel personal? Y al mismo tiempo, tal vez desconfiamos del sistema digital, sea lo que sea que entendamos como tal, porque lo percibimos como impersonal.
Inesperadamente, la crisis del coronavirus reveló las limitaciones de las predicciones. Una pandemia es una de esas incógnitas previsibles que se espera que ocurran. Se sabe que es probable que aparezcan, pero se desconoce cuándo y dónde. En el caso del virus SARS-CoV-2, la brecha entre las predicciones y la falta de preparación pronto se hizo evidente. Estamos preparados para creernos ciegamente las predicciones que los algoritmos arrojan sobre lo que debemos consumir, sobre cuál tiene que ser nuestro comportamiento e incluso nuestro estado mental emocional en el futuro. Creemos lo que nos dicen sobre los riesgos para la salud y los avisos sobre la necesidad de cambiar nuestro estilo de vida. Tales datos se utilizan para la elaboración de perfiles policiales, sentencias judiciales y mucho más. Y, sin embargo, no estábamos preparados en lo más mínimo para una pandemia que se había pronosticado mucho tiempo atrás. ¿Cómo ha podido fallar todo?
Así pues, la crisis de la COVID-19, que lo más probable es que pase de ser una emergencia a ser una situación endémica, fortaleció mi convicción de que la clave para comprender los cambios que estamos viviendo está vinculada a lo que llamo la paradoja de la predicción. Cuando el comportamiento humano, por flexible y adaptativo que sea, comienza a ajustarse a lo que anuncian las predicciones, corremos el riesgo de volver a un mundo determinista, en el que el futuro ya está fijado. La paradoja se encuentra en la relación dinámica pero volátil entre el presente y el futuro: las predicciones, como es evidente, son sobre el futuro, pero actúan directamente sobre cómo nos comportamos en el presente.
El poder predictivo de los algoritmos nos permite ver más allá y prever los efectos de las pautas emergentes, dentro de sistemas complejos obtenidos a través de modelos de simulación. Respaldados por una enorme potencia informática, y entrenados en una ingente cantidad de datos extraídos del mundo natural y social, podemos trazar algoritmos predictivos y analizar su impacto. Pero la manera en que hacemos esto es paradójica en sí misma: anhelamos conocer el futuro, pero nos desentendemos de cómo las predicciones nos afectan en el presente. ¿Qué creemos, pues, y qué descartamos? La paradoja surge de la incompatibilidad entre una función algorítmica, que al fin y al cabo es una ecuación matemática abstracta, y esas creencias humanas lo bastante poderosas para impulsarnos (o no) a actuar.
Los algoritmos predictivos han adquirido un poder poco común que se expresa en varias dimensiones. Hemos llegado a confiar en ellos bajo formas que incluyen predicciones científicas con una amplia gama de aplicaciones, como la mejora de las previsiones meteorológicas o los numerosos instrumentos tecnológicos diseñados para abrir nuevos mercados. Se basan en técnicas de análisis predictivo que han dado como resultado una amplia gama de productos y servicios, desde el análisis de muestras de ADN para predecir el riesgo de determinadas enfermedades, hasta aplicaciones en política (se ha llegado a apuntar a grupos específicos de votantes, cuyo perfil se ha establecido a través de bases de datos, algo que se ha convertido en una característica habitual de las campañas). Las predicciones se han vuelto omnipresentes en nuestra vida diaria. Regalamos nuestros datos personales a cambio de conveniencia, eficiencia y ahorro en los productos que nos ofrecen las grandes empresas. Alimentamos su insaciable apetito por más datos y les confiamos información sobre nuestros sentimientos y comportamientos más íntimos. Parece que nos hemos adentrado en un camino irreversible de confianza en tales compañías. El análisis predictivo prevalece en los mercados financieros, donde se instalaron hace mucho tiempo las evaluaciones de riesgo automatizadas de comercio y tecnología financiera. También es la columna vertebral del desarrollo militar de armas robotizadas, cuyo despliegue real constituiría una auténtica pesadilla.
Sin embargo, la pandemia de la COVID-19 ha revelado que el control es mucho menor de lo que pensábamos. Esto no se debe a algoritmos defectuosos ni a falta de datos, aunque la pandemia ha evidenciado hasta qué punto se subestima la importancia del acceso a datos de calidad y su interoperabilidad. No hubo algoritmos predictivos cuando se advirtió de posibles epidemias; los modelos epidemiológicos y la estadística bayesiana fueron suficientes. Pero las advertencias no fueron escuchadas. La brecha entre saber y actuar seguirá existiendo si la gente no quiere saber o encuentra muchas excusas para justificar su inacción. Por tanto, las predicciones deben verse siempre en su contexto. Pueden caer en el vacío o llevarnos a seguirlas a ciegas. La analítica predictiva, aun cuando se expresa como una derivada de nuestra ignorancia, viene como un paquete digital que recibimos con gusto, pero que rara vez nos vemos en la necesidad de desempaquetar. Tiene la apariencia de productos algorítmicos refinados, producidos por un sistema que parece impenetrable para la mayoría de nosotros y, a menudo, guardado celosamente por las grandes empresas que lo poseen.
Así pues, las observaciones realizadas durante mi viaje intelectual empezaron a centrarse en el poder de la predicción y, en especial, en el poder ejercido por los algoritmos predictivos. Esto me permitió preguntarme: ¿cómo cambia la inteligencia artificial nuestra concepción del futuro y nuestra experiencia del tiempo?
Lo que veo ahora es que ya ha llegado el futuro. Vivimos no sólo en una era digital, sino en una máquina del tiempo digital. Una máquina alimentada por algoritmos predictivos que producen la energía para empujarnos más allá del futuro que ya ha llegado, hacia un futuro desconocido que queremos dilucidar desesperadamente. Por tanto, nos apresuramos a compilar pronósticos y a participar en múltiples ejercicios de previsión, tratando de obtener una medida de control sobre lo que de otro modo parece incontrolable debido a su complejidad. Los algoritmos y análisis predictivos nos brindan tranquilidad al trazar las trayectorias para el comportamiento futuro. Les atribuimos poderes y nos sentimos apoyados por los mensajes que transmiten sobre las incógnitas que más nos preocupan. Nuestro anhelo de certeza es tal que incluso en los casos en que el pronóstico es negativo nos sentimos aliviados de saber lo que sucederá. Al ofrecer tal seguridad, las predicciones algorítmicas pueden ayudarnos a hacer frente a la incertidumbre y, al menos en parte, devolvernos algo de control sobre el futuro.
Por tanto, es apropiado recordar el trabajo de los profesionales de STS (Estudios de Ciencia y tecnología) que han analizado extensamente la configuración social de las tecnologías. Sus hallazgos demuestran que las tecnologías se aplican de forma selectiva. Tienen género. Se traducen en productos que abren nuevos mercados y que dan un nuevo impulso al capitalismo global. Los beneficios de la innovación tecnológica nunca se distribuyen por igual, y las desigualdades sociales ya existentes se hacen más profundas con el cambio tecnológico acelerado. Pero nunca es la tecnología sola la que actúa como una fuerza externa que provoca el cambio social. Más bien, las tecnologías y el cambio tecnológico son consecuencia de condiciones previas sociales, culturales y económicas, y resultado de muchos procesos coproductivos.
La propensión de las personas a orientarse en relación con lo que hacen los demás, en especial en circunstancias inesperadas o amenazantes, aumenta el poder de los algoritmos predictivos. Magnifica la ilusión de tener el control. Pero si el instrumento gana en comprensión perdemos la capacidad de pensamiento crítico. Terminamos confiando en el piloto automático mientras volamos a ciegas en la niebla. Sin embargo, hay situaciones en las que es crucial desactivar el piloto automático y ejercer nuestro propio juicio sobre lo que debemos hacer.
Al visualizar el camino por delante, veo una situación en la que hemos creado un instrumento altamente eficiente que nos permite seguir y prever la dinámica en evolución de una amplia gama de fenómenos y actividades, pero en la que en gran medida no entendemos las causas. Dependemos cada vez más de lo que nos dicen los algoritmos predictivos, sobre todo cuando las instituciones comienzan a alinearse con sus predicciones, a menudo sin darse cuenta de las consecuencias no deseadas que seguirán. Confiamos no sólo en el poder performativo de la analítica predictiva, sino también en que sabe qué opciones presentarnos, de nuevo sin considerar quién ha diseñado estas opciones y cómo, o que podría haber otras opciones igualmente dignas de considerar.
Cuando las profecías autocumplidas comienzan a proliferar, corremos el riesgo de volver a una cosmovisión determinista en la que el futuro aparece como prescrito y, por tanto, cerrado. El espacio vital para imaginar lo que podría ser de otra manera comienza a encogerse. La motivación y la capacidad de ampliar los límites de la imaginación se reducen. Depender sólo de la eficacia de la predicción oculta la necesidad de comprender por qué y cómo. El riesgo es que todo lo que atesoramos sobre nuestra cultura y nuestros valores se pueda atrofiar.
Además, en un mundo gobernado por la analítica predictiva, no existe ni lugar ni obligación de rendir cuentas. Cuando el poder político deja de rendir cuentas a aquellos sobre quienes se ejerce, corremos el riesgo de destruir la democracia. La rendición de cuentas se basa en una comprensión básica de causa y efecto. En una democracia, esto se enmarca en términos legales y es una parte integral de las instituciones democráticamente legitimadas. Si esto ya no está garantizado, el control se vuelve omnipresente. Los macrodatos aumentan aún más y los datos se adquieren sin comprensión ni explicación. Nos convertimos en parte de un sistema predictivo interconectado y afinado que se cierra dinámicamente sobre sí mismo. La capacidad humana de enseñar a otros lo que sabemos y hemos experimentado comienza a parecerse a la de una máquina que puede enseñarse a sí misma e inventar las reglas. Las máquinas no tienen empatía ni sentido de la responsabilidad. Sólo los humanos pueden rendir cuentas y sólo los humanos tienen la libertad de asumir responsabilidades.
Por fortuna, todavía no hemos llegado a ese extremo. Todavía podemos preguntarnos: ¿de verdad queremos vivir en un mundo completamente previsible donde el análisis predictivo invada y guíe nuestros pensamientos y deseos más íntimos? Eso significaría renunciar a la incertidumbre inherente del futuro y reemplazarla con la peligrosa ilusión de tener el control. ¿O estamos dispuestos a reconocer que nunca se puede lograr un mundo previsible del todo? Entonces tendríamos que reunir el valor para asumir los riesgos de un mundo falsamente determinista.
Nos hemos embarcado en un viaje para seguir adelante con algoritmos predictivos que nos permiten ver más allá. Afortunadamente, somos cada vez más conscientes de lo crucial que es el acceso a datos de calidad del tipo correcto. Somos cautelosos acerca de la erosión adicional de nuestra privacidad y reconocemos que la circulación de mentiras deliberadas y discursos de odio en las redes sociales representan una amenaza para la democracia. Confiamos en la IA y, al mismo tiempo, desconfiamos de ella. Es probable que esta ambivalencia perdure, ya que por inteligentes que sean los algoritmos cuando avanzamos hacia el futuro en la era digital, no van más allá de encontrar correlaciones.
Incluso las redes neuronales más sofisticadas, que son versiones simplificadas del cerebro, sólo pueden detectar regularidades e identificar patrones basados en datos que provienen del pasado. No está involucrado ningún razonamiento causal, ni una IA pretende que lo sea. ¿Cómo podemos seguir adelante si no entendemos la vida tal como ha evolucionado en el pasado? Algunos informáticos, como Judea Pearl y otros, deploran la ausencia de una búsqueda de relaciones causa-efecto. La «inteligencia real», argumentan, implica comprensión causal. Para que la IA llegue a tal etapa debe poder razonar de una manera contrafáctica. No es suficiente ajustar simplemente una curva a lo largo de una línea de tiempo indicada. Hay que abrir el pasado para entender una frase como «qué hubiera pasado si...». La acción humana consiste en lo que hacemos, pero comprender lo que hicimos en el pasado para poder hacer predicciones sobre el futuro siempre debe involucrar el contrafactual de que podríamos haber actuado de manera diferente. Al transferir un proceso humano a una IA debemos asegurarnos de que tenga la capacidad de discernir esta cualidad que es básica para la comprensión y el razonamiento humanos.
El poder de los algoritmos es tan grande que olvidamos con facilidad la importancia del vínculo entre comprensión y predicción. Los usamos para hacer previsiones prácticas y calculables que son útiles en nuestra vida diaria, ya sea en la gestión de los sistemas de salud, en el comercio financiero automatizado, para hacer negocios más rentables o para expandir las industrias creativas. Pero no debemos ceder a la conveniencia de la eficiencia y abandonar el deseo de comprender, ni la curiosidad y la perseverancia que sustentan tal deseo.
Aunque podemos predecir con seguridad que los algoritmos darán forma al futuro, la cuestión de qué tipos de algoritmos darán esa forma sigue abierta todavía.
Quizá ha llegado el momento de admitir que no tenemos el control de todo, de admitir con humildad que el frágil y arriesgado viaje de coevolución con las máquinas que hemos construido será más fecundo si renovamos los intentos de comprender nuestra humanidad y nuestra comunidad. De saber cómo podríamos vivir mejor juntos. Tenemos que continuar nuestra exploración para avanzar en la vida, mientras tratamos de mirar atrás hacia lo que hemos vivido, y unir ambas visiones. En tal caso, la predicción dejará de trazar únicamente las trayectorias hacia nuestro futuro, y se convertirá en una parte integral de la comprensión sobre cómo avanzar y vivir mejor. En lugar de predecir lo que sucederá, nos ayudará a comprender por qué suceden las cosas.
Después de todo, lo que nos hace humanos es nuestra capacidad única de hacernos la pregunta: ¿por qué suceden las cosas... por qué y cómo?
Helga Nowotny, La fe en la inteligencia artificial, Barcelona, Galaxia Gutemberg 2022
Aquesta novel·la de Gabriel García Márquez (1927-2014) es va publicar per primer cop el 1985 i va gaudir d'una gran recepció entre el públic i la crítica perquè va ser just la primera que va aparèixer després que l'autor rebés el Nobel de Literatura. Tanmateix, és una novel·la que no està a l'alçada de Cien años de soledad i que, en determinats moments, es veu més envellida que les seves altres obres. Jo la vaig llegir fa uns quants anys i en guardava un record diferent, potser perquè em van passar per alt aspectes de fons del relat sencer, com el seu punt de vista preeminentment masculí, i la insistència, fins a un nivell fatigós com més s'apropa el final de la novel·la, en el maltractament a les dones com a posició per defecte en les relacions entre homes i dones. És cert que la novel·la ens situa en un determinat moment històric, les últimes dècades del segle dinou i el tombant del segle vint, però tot i així no n'hi ha prou per justificar tot el que s'esdevé en la narració, que desdibuixa els personatges femenins sistemàticament, els fa totalment intercanviables, i glorifica sense aturador el comportament obsessiu i malaltís del seu protagonista.
La part més confusa i problemàtica de la història és, possiblement, aquest accent, present al títol i durant tota la novel·la, en l'amor com a tema principal de la narració. Florentino Ariza i Fermina Daza són dos joves d'extracció social mitjana, que s'enamoren quan són adolescents i s'embarquen en un llarg festeig apassionat a través de les cartes d'amor. El pare de Fermina intenta separar-los enviant la filla de viatge. Quan aquesta torna, se n'adona que s'ha desenamorat del seu pretendent i el rebutja, per acabar casant-se amb un metge de bona família, el doctor Juvenal Urbino, amb qui estarà casada durant uns cinquanta anys, fins a la mort d'aquest. Florentino Ariza, tanmateix, està disposat a esperar el que faci falta per estar amb la seva estimada i, justament la nit del funeral del doctor, renova les seves proposicions a Fermina. Durant tots aquests anys, Florentino ha estat passant el seu mal d'amors a través de tota una sèrie de trobades sexuals amb dones de totes les edats possibles, mentre que el matrimoni Urbino ha anat passant els seus alts i baixos.
Així és com la novel·la ens planteja dues visions contraposades de l'amor: d'una banda, tenim la passió pueril amb què Florentino manté la flama encesa del seu amor juvenil per Fermina, que arriba un determinat moment en què, sospitosament es transforma més en obsessió sexual que en cap altra cosa. En aquest sentit, l'últim capítol de la novel·la és una conclusió un punt pertorbadora a tota la història: el comportament de Florentino no fa més que reforçar la idea que, si l'home insisteix prou, la dona acabarà cedint encara que només sigui per avorriment. D'altra banda, tenim el matrimoni format per Fermina i el doctor Urbino, que comença com una relació més aviat de conveniència, però que es va solidificant a través de la convivència dins de l'espai domèstic compartit. La novel·la insisteix a romantitzar la primera de les relacions, tot i que aquest tractament arriba finalment a plantejar extrems malaltissos, especialment amb el tractament de Florentino envers les altres dones amb qui estableix relacions, i la seva incapacitat de sentir cap mena de responsabilitat per les conseqüències negatives que aquestes poden portar a les seves parelles. En canvi, la relació entre els dos cònjuges va prenent profunditats i matisos a mesura que se'ns descriu amb més detall, de forma que Fermina acaba contemplant sentiments ambivalents envers el seu marit fins ben bé el final de la novel·la.
De fet, un dels defectes més flagrants de El amor en los tiempos del cólera, en la meva opinió, és precisament la forma com desdibuixa la protagonista femenina a favor dels altres personatges. Al primer capítol, Fermina Daza se'ns caracteritza amb colors molt vívids i a través d'una simbologia molt rica en significats, per exemple, a través de la seva relació amb l'espai domèstic o amb els animals que col·lecciona compulsivament. La mort del doctor Urbino, que cau d'una escala intentant agafar el lloro parlador de Fermina per tornar-lo a la gàbia, és de fet el moment més metafòric de tot el text, en una narració que gira al voltant de la lluita de Fermina per guanyar la seva pròpia veu i el seu espai dins del món. El problema és que aquestes imatges no s'exploren en profunditat, i acaben desdibuixant-se a través de les següents seccions, més centrades en el paper social del doctor Urbino i en les anades i vingudes de Florentino mentre fa temps fins a poder realitzar el seu amor frustrat.
Fermina Daza acaba retratada com una víctima silenciada de les dues relacions: la que manté amb el seu marit, que encaixa plenament amb els esquemes de dominació patriarcal i li exigeix una submissió cega i un poder d'acció i de reacció que es limita, bàsicament, a la baralla dins l'espai domèstic i, d'altra banda, la que estableix posteriorment amb el pretendent platònic, que iniciarà el seu assalt definitiu un cop mort el marit. En aquest sentit, el desenllaç de la novel·la, que transita cap a una mena d'escapada simbòlica per als protagonistes, es pot llegir com a escapada romàntica des del punt de vista de Florentino i el seu arc narratiu, però arriba a extrems realment pertorbadors des del punt de vista de Fermina Daza i el seu grau de consentiment en la relació. Passa el mateix, però, amb la resta de personatges femenins, que acaben estereotipats i caracteritzats només en funció de la seva relació amb el protagonista, més que no pas amb un caràcter propi. La violència - especialment la sexual - acaba romantitzada fins a extrems realment carregosos, i fins i tot en determinats moments amb tints obertament racistes. Un tema totalment apart és la romantització de la pederàstia que té lloc amb l'última relació del protagonista, amb una menor de qui abusa sexualment amb plena consciència i sense mitges tintes per part de la narració.
Tot plegat se'ns presenta rere l'embolcall agradós de la prosa preciosista de Márquez, en aquest cas un punt més enfarfegada que en d'altres obres seves. El retrat social d'un país que intenta mirar endavant i desempallegar-se del seu passat colonial hi és present, tot i que en aquest cas queda en segon pla i no arriba a ser tan punyent com a Cien años de soledad. La divisió entre classes socials, que té un reflex vívid i directe en l'espai urbà - amb el seu barri colonial i el barri dels esclaus, per exemple - queda més o menys apuntada en el primer capítol, però més endavant aquestes caracteritzacions perden el fil a través de les següents seccions de la novel·la. En aquest sentit, la primera secció del relat és una obertura magnífica, plantejant-nos els dilemes morals dels protagonistes i el seu lloc en el món en termes altament simbòlics i realment visuals; és només que el desenvolupament de la història a través de la resta de capítols no està a l'alçada d'aquesta arrencada.
Sinopsi: Durant les últimes dècades del segle dinou, en una ciutat de províncies al Carib colombià, Florentino Ariza i Fermina Daza viuen el seu enamorament amb la passió de l'adolescència. Tanmateix, la noia acaba trencant el seu compromís un cop es desenamora del seu estimat, i acaba casant-se amb un metge de bona família, i accedint a una esfera social més benestant. Durant els cinquanta anys següents, Florentino accedirà a una bona posició a la companyia naviliera regentada pel seu oncle, mentre que anirà embrancant-se en tot un seguit de relacions sexuals amb altres dones.
M'agrada: El primer capítol de la novel·la, que presenta una obertura magnífica a una història que més endavant perd pistonada.
No m'agrada: El posicionament misogin, i a estones obertament racista, del text, que queda reforçat entre línies per l'accent en la perspectiva dominant dels personatges masculins. És cert que la novel·la està ambientada en una època històrica en què la violència contra les dones queda més normalitzada, però en aquest cas Márquez arriba a extrems difícilment justificables fins i tot dins d'aquest context.
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura
Tengo una amiga que se niega por sistema a sentarse en las mesas de los bares. O hay sitio en la barra o hay que cambiar de garito. Su argumento es que en las mesas se amuerma uno, y que donde pasa la vida es en las barras. Parece una tontería, pero solo si lo miras desde la cordura de la mesa. Vayamos, pues, a la filosofía de (la) barra.
De entrada, dice mi amiga, que es muy feminista, que la oposición mesa/barra representa una vieja estructura patriarcal. Y tiene más razón que una santa. A las mujeres, en los bares, se les ha tratado tradicionalmente de pena. Cuando entraban con sus maridos los domingos y fiestas de guardar (pues otro día, o solas, era indecente), se las abandonaba en la mesa (prolongación de la casa) mientras ellos ocupaban su sitio a pie de barra: ese fálico lugar en el que los machos beben, discuten, proveen a su prole (que espera en el nido de la mesa) y rivalizan por ver quién la tiene más larga.
Dense cuenta de que, en la estructura simbólica del bar, la barra equivale al espacio público y la mesa al privado; por ello el varón solía ocupar la primera y la mujer, a lo sumo, la segunda (salvo que la mesa fuera la del reservado de las conspiraciones, la juerga o los vicios prohibidos, en cuyo caso era también patrimonio masculino).
Mientras que por la mesa, más primaria, se prodigan las raciones, por el espacio público de la barra circulan el vino y las razones: dos ingredientes principales del desarrollo de la civilización. Con un plus democrático: en la barra (y salvando el tema de género) todo el mundo puede igualmente hablar y beber (otra cosa es que te escuchen o acepten la copa). Fíjense que si a la mesa va la tribu (familias, amigos, empresas…), a la barra va, con frecuencia, el ciudadano solo, y no solo a tomar algo, sino, sobre todo, a tomar la palabra junto a sus anónimos semejantes, aquellos a los que lejos del mostrador apenas dedicaría un saludo, pero que en la barra trata como a personas con voz y criterio, y si me apuran (o apura uno las cañas), como compadres o comadres en el duro oficio de vivir…
La barra de bar es doblemente embriagadora. No solo provee de balsámicos licores, sino también, y como si de un karaoke político se tratara, de un escenario accesible en que ensayar las relaciones cívicas. Así, además del lugar en que se encuentran los amigos, la barra puede ser púlpito donde dar el mitin o clamar al cielo, ventanilla en que desahogarte, despacho sobre el que arreglar el mundo o estrado en que administrar justicia (con sentencia adjudicada a golpes de vaso en el mostrador). Más en general, la barra es escaparate en que exhibir públicamente apostura, ingenio, maneras y poderío … Es difícil no encontrar la manera de «ser alguien» en una barra (sobre todo si uno no es todo lo que quisiera ser fuera de ella).
Ahora reparen en el lado estético-cultural del asunto. Si es cierto que la mesa genera sesudas y chispeantes tertulias, la barra es más plural y versátil. En la barra se practica el diálogo y el monólogo (con camarero o sin él, según lo bebido), el cante solitario o con cómplice (agarrado del hombro, para que no escape), la anécdota parca o su teatralización completa (sobre taburete o a cuerpo gentil) y, siempre, la improvisación, la llegada del otro, la hebra pegada, el verbo seductor… Si la mesa es, en fin, el buen rato alquilado de lo familiar y previsto, la barra es la performance continua, el no saber cómo y con quién se va a terminar… desbarrando.
Sin embargo, y pese a lo dicho, el ecosistema-barra se extingue. Cada vez son menos y más exiguas. El bar dispuesto en torno a la barra (como el templo en torno al altar) se suple hoy con el ejército de mesas de la franquicia, la gastro-taberna, la hamburguesería o la terraza. Los jóvenes, con sus botellones y pizzas a escote, ni saben ya de lo que hablo. Es cierto que con la barra se hace poco dinero (en la mesa se consume, en la barra «se está» – y si uno bebe o habla lo suficiente, hasta «se es» –), pero sin ella la dimensión pública del bar desaparece. ¿Dónde encontrarse ahora con vecinos y desconocidos? ¿Dónde expresar públicamente nuestras cuitas, sin camarero frente al que hablar, parroquianos a los que invocar, o rincones donde echar (o dar) el cante?...
La sustitución de la barra como espacio de sociabilidad abierta es un síntoma más de la decadencia de la vida civil. Como lo es la sustitución de la plaza por el «mall», del parque público por el centro de ocio, o del encuentro real por el virtual… Piensen que todo lo que antes hacíamos en calles y bares, lo hacemos ahora en el laboratorio particular de esas corporaciones privadas (Twitter, Facebook, WhatsApp…) que se dedican a mercadear con nuestra vida, y no, ni de lejos, a preservar las relaciones cívicas y humanas.
Así que aprovechen y reivindiquen ese conato de civilización que son las barras. Si por mí fuera, hasta las declaraba patrimonio cultural de la humanidad. ¿Habrá cosa más humanizadora que compartir a pie de calle el vino y las palabras?
Això és una fal·làcia: generalització precipitada, perquè aquest partit polític està intentant convèncer de què no hi haurien d’haver immigrants en el país. Quan el que en realitat passa és que la persona que ha provocat el delicte, en aquest cas, és immigrant. Això no vol dir que perquè passi un cop, els immigrants, tot generalitzant, són tots uns assassins i lladres. Puc demostrar que delictes més agressius que aquests han sigut realitzats per persones del país.
Jaime Giménez Arbe, per exemple, un atracador de bancs madrileny. Ha comès diversos homicidis.
Aquesta novel·la de l'autora estatunidenca Brit Bennett es va publicar el 2020 i va ser tot un èxit entre la crítica i el públic. La seva traducció al català va rebre una resposta similar aquí a casa, i per això amb el temps em va anar despertant la curiositat. Ara que l'he llegit puc dir que em provoca sentiments ambivalents: és una lectura que està bé, però no m'ha semblat a l'alçada de la recepció que ha tingut. L'autora ens proposa una reflexió sobre el racisme i el colorisme des dels anys cinquanta fins als vuitanta en diversos escenaris dels Estats Units: les bessones Stella i Desiree Vignes creixen a Mallard, un poblet remot de Louisiana en què els negres han viscut obsessionats durant generacions a aconseguir un to de pell cada cop més clar. Des de ben petites, les bessones han d'afrontar el trauma per haver presenciat el linxament del seu pare i la pressió que els imposa la seva mare per casar-se amb un home respectable segons els estàndards de la comunitat. Quan la situació econòmica de la família les obliga a deixar els estudis per posar-se a servir amb una família blanca, les bessones prenen la decisió d'escapar del poble per sempre més i decidir el rumb de la seva pròpia vida.
La novel·la basteix una tensió molt ben travada al voltant de la relació de dependència entre les dues bessones i les circumstàncies vitals que les porten una vegada i una altra a fugir d'aquells que els estimen, fins i tot l'una de l'altra. Quan, un cop a Nova Orleans, la Stella fuig de la Desiree sense deixar rastre, aquesta última es queda destrossada, i intentarà durant tota la seva vida viure amb aquest abandonament i intentar donar-li un sentit. Ara bé, el relat també dilueix el seu propi potencial per crear misteri i tensió emocional en privilegiar l'argument per sobre de la psicologia dels personatges, no gaire treballada, i ens endinsa en una trama fulletonesca d'anades i vingudes entre diferents ciutats en què els personatges sempre s'acaben trobant per les casualitats més inverosímils. Quan les tensions de l'argument s'acaben resolent, el resultat és anticlimàtic, i el final m'ha resultat força decebedor. En aquest sentit, em sembla una novel·la amb una arrencada molt potent, però en què la tensió va decreixent, i que distreu molt la lectura amb trames de personatges secundaris que no acaben de trobar un lloc definit en la imatge de conjunt sinó que semblen presents només per omplir una quota de representació o de diversitat.
En aquest sentit, la novel·la sembla un punt massa ambiciosa a l'hora de voler tractar diversos temes a la vegada, i introdueix les preocupacions de la comunitat transsexual i homosexual (posades dins d'un mateix sac) a Califòrnia durant els anys vuitanta, només per deixar-les apuntades al marge de la narració sense arribar a tractar-les amb profunditat, mentre que el centre d'interès principal de la novel·la, les relacions racials i el racisme intern dins la comunitat negra, s'acaben desdibuixant entre tantes trames secundàries. Per a mi, la història de Mallard i les bessones ha funcionat, però les aventures de la següent generació, amb les anades i vingudes de les filles de les bessones, m'han deixat més aviat indiferent. Al meu parer, el misteri sobre la desaparició de la Stella es resol massa aviat dins la novel·la, tot just al principi, i això li resta tensió al conjunt de la narració. Hauria funcionat millor com a thriller de misteri: la Stella desapareix misteriosament de la vida de la Desiree i aquesta ha d'anar resseguint el seu rastre fins a descobrir el seu secret en últim terme. O bé, una altra opció hauria estat aprofitar el potencial simbòlic i metafòric que té la imatge de les bessones - al principi sembla que la novel·la vagi en aquesta direcció, però després la imatge queda desaprofitada - i presentar la novel·la en dues meitats simètriques: el relat d'una bessona primer i després el de l'altra, que donaria resposta a tots els misteris.
Pel que fa al conflicte principal de la novel·la, el fet que la Stella pren la decisió de fer-se passar per blanca i ha d'assumir les conseqüències d'aquesta decisió durant la resta de la seva vida, aquesta tensió al voltant de la raça m'ha semblat desaprofitada. El misteri de la desaparició de la Stella ja se'ns anuncia a la contraportada mateixa, però durant la novel·la aquesta tensió queda diluïda sense més, i les motivacions internes de la Stella queden apuntades més que no pas retratades en profunditat. La influència de Nella Larsen i de Toni Morrison sobre el text és més que evident, però l'autora no aconsegueix portar aquest conflicte al voltant de la raça i les seves violències intrínseques al centre de la narració. En resum, és una novel·la que brilla pels seus mèrits propis i que fa de bon llegir, però que a mi no m'ha acabat de fer el pes més per qüestions formals que de contingut. En aquest sentit, autors contemporanis que han tractat l'herència històrica de la identitat afroamericana als Estats Units com Jesmyn Ward o Colson Whitehead m'han semblat més agosarats i punyents sobre la pàgina.
Sinopsi: A Mallard, un poblet ignot a l'estat de Louisiana, les bessones Desiree i Stella Vignes creixen amb la seva mare després de l'assassinat del seu pare. De tota la vida les han educat per casar-se amb homes de pell clara com a marca d'estatus i respectabilitat. Quan es vegin obligades per les dificultats econòmiques a deixar els estudis per posar-se a treballar, fugiran del poble sense dir res a ningú per poder iniciar una nova vida a ciutat. Tanmateix, la Stella desapareixerà novament de la vida de la Desiree sense deixar rastre.
M'agrada: El plantejament inicial de la novel·la és molt potent, i la simetria creada entre les dues bessones em sembla una imatge molt suggestiva a l'hora de plantejar les tensions racials que proposa el text.
No m'agrada: És una novel·la que crec que dilueix el potencial de les seves pròpies imatges en una trama més aviat melodramàtica, que posa l'argument per davant del desenvolupament dels personatges.
Aquest assaig de la filòsofia italiana Silvia Federici es va publicar per primer cop en anglès l'any 2018, i és una compilació de diversos assajos que havien aparegut prèviament en d'altres publicacions al voltant de la crítica feminista al discurs marxista. El plantejament del llibre neix com a justificació teòrica del moviment "Wages for Housework" ("Remuneració per a la feina de la llar") nascut als anys 70, del qual Silvia Federici va formar part juntament amb altres teòriques feministes de l'època. Aquest moviment demandava per primer cop a la història una remuneració proporcional a les hores treballades per a totes aquelles persones que no es troben en pla d'igualtat dins del sistema de producció capitalista perquè, per començar, no reben cap tipus de remuneració pel seu treball. Dins d'aquest grup hi podem comptar majoritàriament les dones que tenen cura de la llar i dels fills des de la dependència econòmica del sou del marit, el servei domèstic no remunerat i, també en moltes parts del món, el treball agrícola dedicat a la subsistència. Aquest plantejament va causar un conflicte intern important dins l'esquerra, en tant que feia palesa la negligència que han patit històricament aquests sectors de la població dins la lluita obrera.
Ara bé, "Wages for Housework" no planteja aquesta demanda per arribar a un hipotètic anivellament de tots els treballadors o, com han destacat alguns crítics del moviment, per lligar les dones a un determinat rol de gènere. De fet, la campanya planteja la seva reivindicació com a crida d'atenció sobre una de les injustícies més ignorades que ha creat la lluita de classes tradicional - la tensió interna entre assalariats i no assalariats, que beneficia directament l'acumulació autosostinguda del capital mateix - i, d'altra banda, per presentar la necessitat d'acabar amb el sistema de relacions capitalistes, especialment des del seu gir neoliberal de les últimes dècades. És per això que Federici observa paral·lelismes entre la lluita feminista i la lluita postcolonial des dels països del Tercer Món. El discurs oficial del marxisme tradicional observava les relacions capitalistes com a fase necessària d'emancipació dels treballadors, és a dir, no tenia en compte el treball no assalariat perquè l'analitzava com a residu precapitalista. Dins del plantejament orignari de Marx, l'única via d'alliberament dels treballadors passava necessàriament per la fàbrica, instrument de racionalització i mecanització de la producció que portaria la societat a un estadi més avançat de desenvolupament. L'acumulació primitiva era una fase d'aquest procés que quedaria superada per al bé dels treballadors. Tanmateix, els anys que ens separen de Marx ens han demostrat sobradament que el procés d'acumulació és autosostingut i es perpetua indefinidament.
Per això la resposta tradicional no serveix per als reptes que ens presenta el capital avui dia. Els assajos de Federici en aquest volum destapen una fal·làcia arrelada dins la lluita obrera tradicional, i que ha portat a aquesta negligència essencial respecte del treball no remunerat: el prejudici que fora de l'horari del treball assalariat no s'està treballant per al capital. És un dilema que també han hagut d'afrontar els països que històricament han estat colonitzats per Occident: la cursa del desenvolupament parteix també d'aquest prejudici històric que equipara més capitalisme amb més progrés i, per tant, amb més emancipació, mentre que a la pràctica ha acabat creant tan sols més desigualtat. De la mateixa forma, l'ecofeminisme ha destapat la devaluació de la natura i de la reproducció de la vida com a valors característicament femenins, contraposats al progrés tècnic, històricament associat a l'agència masculina. En aquest sentit, el marxisme com a discurs és fruit del seu temps, i la crítica que en fa Federici contribueix precisament a posar-lo en context, sense deixar d'apreciar-ne els aspectes constructius que pot haver aportat a la lluita feminista a través de la història.
Així doncs, el feminisme se serveix de la visió dialèctica de la lluita de classes, d'una banda, i de l'altra també es nodreix de la visió de l'ésser humà com a subjecte a les seves condicions socials i materials, més que a qualsevol essència definida prèviament. Ara bé, el discurs marxista tradicional ha plantejat la lluita obrera sempre en termes de salari, sense parar atenció a tot un sector del proletariat que no rep remuneració pel seu treball. En aquest sentit, Federici també analitza la construcció de la figura de la mestressa de casa proletària a finals del segle dinou, amb la segona revolució industrial, moment en què la indústria tèxtil va deixar pas a la indústria pesant i les dones i els infants van deixar la fàbrica per fer lloc a una força de treball exclusivament masculina. Aquest canvi va anar acompanyat d'una pujada de salari generalitzada, que anava dirigida a poder mantenir l'esposa a casa: una treballadora domèstica no assalariada que es dedicaria a la reproducció de la força de treball. Per més que pugui sobtar la fredor d'aquest plantejament, la diagnosi que en fa Federici és prou perspicaç per destapar també la retòrica de l'amor i el desinterès dedicada a lligar la dona a aquest treball no remunerat: és un discurs que relega el treball domèstic totalment a l'àmbit privat, i crea la il·lusió de desvinculació amb les relacions capitalistes.
El patriarcat del salari és un assaig molt interessant i informatiu sobre les lliçons que encara avui dia podem extreure del discurs marxista clàssic, i també dels aspectes en què aquest ha quedat més obsolet a través dels anys, així com també dels punts cecs dels quals partia per començar. En aquest sentit, el feminisme és un discurs que beu d'aquestes fonts, però que ha guanyat prou autonomia a través de les dècades per tal de fer crítiques totalment pertinents i il·lustratives a un moviment emancipador que només contempla una part del proletariat com a protagonsita de la seva lluita. Això no vol dir que el discurs de Federici deixi tots els fils lligats. La proposta sembla excessivament optimista en determinats moments, especialment pel que fa als seus plantejaments de futur, que queden en un pla força indeterminat.
Continguts: Després d'una introducció general sobre la crítica al marxisme que planteja l'autora des del feminisme, el primer capítol planteja la qüestió de l'explotació del subjecte no assalariat dins l'esquema de les relacions capitalistes. El segon capítol analitza les referències esparses al gènere que es poden trobar a El capital de Marx, i n'analitza els punts cecs, especialment pel que fa al reconeixement de la lluita de les dones, i el seu arraconament a l'espai domèstic, al qual el capitalisme no s'ha oposat perquè ha actuat com a factor pacificador de la lluita obrera. El tercer capítol analitza la segona revolució industrial en el seu context històric i exposa el naixement de la mestressa de casa dins la classe obrera. El darrer capítol planteja una visió de futur en la "construcció dels comuns", o alternatives a les relacions de producció capitalistes en el treball comunitari, la cooperació i la resistència conjunta al capitalisme.
M'agrada: La seva crítica al plantejament originari del marxisme des del punt de vista del feminisme és del tot encertada, i molt aclaridora en la seva exposició.
No m'agrada: Veig Federici un punt massa optimista a l'hora de plantejar una futura caiguda del capitalisme, sense arribar a concretar com es realitzaria ni com seria el món futur postcapitalista en aquest cas. En aquest sentit l'últim capítol, que planteja la política dels comuns, queda en un pla excessivament idealista i indeterminat.
Hace decenios que se repite proféticamente que el fin de Occidente está cerca, y que el eje del poder económico, político y cultural se traslada inexorablemente al sudeste asiático y, concretamente, a China; un tópico este que da mucho que pensar.
Antes de nada, ¿de qué China estamos hablando cuando admiramos, denostamos o tememos su reciente conversión en potencia mundial? Porque la China tradicional, considerada la principal antípoda cultural de Occidente, hace mucho que desapareció. La colonización europea, las guerras y la revolución marxista de Mao (también importada de Europa) la dejaron convertida en el solar histórico que se necesitaba para edificar esa «copia económica» de Occidente que es hoy el país; hasta tal punto que, salvo en los folletos turísticos o la demagogia de sus gobernantes, podríamos decir que China ya no existe, y que su peso internacional se debe al éxito de su conversión desesperada (era eso o disolverse como la URSS) en un clon barato del mundo occidental, esto es: en una mezcla entre el capitalismo global (especulación, grandes urbes contaminadas, consumo desaforado, desigualdad galopante, hedonismo digital, moral del éxito individual, referentes mediáticos globales…) y los residuos, ya menos que marginales, de su tradición cultural.
Así que, logre lo que logre ser China en un futuro próximo, dicho logro no será más que la confirmación del triunfo absoluto del modelo económico, social, moral y cultural de Occidente. Un modelo que, bajo la estrategia de la disgregación y relativización de todos los parámetros ideológicos (ese juego con la diversidad y lo trans, que no es sino la cara amable de la homogeneización de todo bajo el imperio de la libre transacción), se ha ido infiltrando en el último gran reducto de «otredad» que quedaba en el mundo para deconstruirlo y reedificarlo a la medida de las necesidades expansivas del mercado.
Ahora bien, que China haya quedado reducida a una exitosa amplificación de Occidente no elimina la inquietud con respecto al potencial expansionista de su sistema político (este sí relativamente original) mezcla de capitalismo sin complejos y dictadura orwelliana. Mientras este sistema persista, el mejor fruto de esa forma de neocolonialismo posmoderno que representa la globalización («un sistema, un planeta») no estará del todo maduro.
En este sentido, la gran pregunta es: ¿Tiene futuro a medio plazo el régimen político chino? ¿Hasta qué punto (o plazo) son compatibles el liberalismo económico y la autocracia política? En su visionario manifiesto de 1848, Marx cayó ya en la cuenta de que el imperio global de las mercancías conllevaba inevitablemente un intercambio simbólico con importe revolucionario: el modelo de vida occidental transmitido por el consumo y el mercado (un modelo individualista, moralmente «líquido», hedonista y cínico) resultaría letal – decía Marx – para todo régimen político fundado (como es hoy el chino) en la fortaleza y perdurabilidad de creencias excluyentes y supremacistas.
Abrirse al mercado – no hay más que recordar el caso de nuestro propio país en los años 60 – suele ser, pues, el primer paso en el derrumbe del absolutismo político. ¿Debemos confiar entonces en que las jóvenes clases medias chinas, una vez acumulen experiencia en el disfrute de la riqueza y de la cultura – occidental – que andan adquiriendo en sus modernas universidades, vayan a exigir masivamente al goce de los derechos que se les niegan hoy? ¿Son las protestas por la asfixiante y paternalista política frente al COVID, o las recurrentes revueltas prodemocráticas, los primeros pasos hacia ese cambio de escenario? Desde luego, el discurso ultranacionalista de los líderes chinos parece un claro síntoma (dime de qué presumes…) del temor de la oligarquía a un mayor reparto de poder que ralentice un desarrollo económico cuya rapidez depende, justamente, de la ausencia de trabas políticas…
Que una futura democratización y, por ello, completa occidentalización de China (que ya copia, perfeccionándolo, hasta nuestro modo de neocolonización «soft power») vaya a dar mayor estabilidad económica y geopolítica al planeta creo que está fuera de dudas. Miles de millones de chinos reconvertidos definitivamente de súbditos en ciudadanos y trabajadores conscientes de sus derechos, ofrecen buenas garantías de que ningún visionario va a lanzarlos a una aventura bélica; entre otras cosas porque una China democrática con masas de trabajadores concienciados ya no podría ser la incomparable potencia industrial que ahora es.
La segunda y temible opción es que los jerarcas chinos, aliados con otros oligarcas poco deseosos de compartir el poder, pretendan extender el modelo de autocracia digital y capitalismo de estado al resto del mundo; algo que sí que podría representar un riesgo cierto para todos.
Aquí tenéis, grabada en vídeo, la charla que ofrecimos hace unos días para la Sociedad Científica de Mérida en el Centro Cultural Alcazaba de Mérida, sobre la relación entre filosofía, educación y democracia (y a partir de este artículo publicado recientemente). Gracias a Rufino Rodríguez Sánchez por la invitación y a Ángel M. Felicísimo por la grabación, así como a todos los asistentes por el interesante coloquio posterior.
La interesante entrevista que nos hicieron los amigos de LaBerrea89, en Canal Extremadura Radio. (Desde minuto 8.40)
«La sociedad es una maravillosa máquina que permite a las buenas gentes ser crueles sin saberlo»
Aquest recull de poemes de l'autor irlandès W. B. Yeats (1865-1939) es va publicar per primer cop el 1899 i és, possiblement, una de les seves obres més conegudes. Pertany plenament a la seva primera etapa creativa, i el poemari és difícilment destriable de la selecció dels seus diaris i contes curts que es va publicar tres anys després amb el títol de El crepuscle cèltic. En aquesta etapa, el Yeats més romàntic es troba plenament immers dins del moviment estètic i literari del Celtic Revival, o Renaixença Cèltica, un moviment de recuperació de la cultura cèltica amb inspiracions medievalitzants, i clarament influït pels principis dels moviments romàntics europeus. Tot i així, la divisió lingüística provocada per les tensions colonials entre anglesos i irlandesos fa que aquest moviment es desenvolupi en gran part en llengua anglesa, com és el cas de la poesia de Yeats, que pertanyia a una elit d'intel·lectuals protestants que, en aquell moment, van donar forma a una determinada imatge de la identitat irlandesa a través de la recuperació del folklore i la mitologia cèltica, transmesos de forma oral a través dels segles.
És per aquest motiu, principalment, que els poemes del Yeats jove s'allunyen de moment del que després seran les preocupacions polítiques del poeta per l'alliberament nacional d'Irlanda i el paper que hi jugarà la violència. A El vent entre les canyes hi trobem principalment la veu dels Sidhe, el poble mític de les fades i els esperits que habiten Irlanda i encara s'apareixen de tant en tant als viatgers solitaris i guerrers intrèpids que s'endinsen en els paisatges on viuen. En aquest sentit, els poemes són profundament atmosfèrics, i fan molt per pintar uns retrats de lloc totalment vívids i directes d'una forma tremendament concisa i econòmica sobre la pàgina. Tot i el romanticisme de la proposta, només cal llegir els poemes per entendre per què Yeats és un dels poetes més grans de la història, en tant que les imatges que ens proposa en els seus poemes defugen qualsevol recurs a clixés o preconcepcions ensucrades que ens podrien venir al cap només sentir-ne les premisses. El món dels Sidhe és un món en retirada, és el vestigi vivent i sempre present d'un passat mític que ha estat eliminat del paisatge traumàticament, i en aquest sentit no és debades que el tret més característic que es transmet en els poemes sobre aquest poble mític és el poder de la seva veu i la seva música, que arriba al present a través dels segles, com si es tractés de la llum d'estels ja extingits fa milions d'anys. En són exemples "The Hosting of the Sidhe", que obre el poemari, o "The Host of the Air".
Així doncs, el poemari no ens presenta aquest món des d'un punt de vista ingenu, ni ofereix una escapada de fantasia a un món imaginari. En el pla més simbòlic, aquests relats de trobades entre els viatgers i el món dels esperits, empremtes vivents d'un món més antic que ja s'ha esvaït, ens apunten cap a una predisposició de la persona que se'ls troba i que els reconeix com a propis. El llibre ens planteja, així doncs, una pregunta profunda i indefugible sobre què fer amb els fantasmes del passat que encara viuen entre nosaltres, i com abraçar-los i reconèixer-los com a propis quan la solució fàcil seria, senzillament, ignorar-los o desterrar-los definitivament de les nostres ments. Els mateixos Sidhe se'ns presenten amb un cert nivell d'autoconsciència sobre la seva pròpia desaparició: cap al final del recull, en alguns dels poemes, com per exemple "The Blessed", "The Secret Rose" o "The Travail of Passion", ells mateixos anuncien l'adveniment del cristianisme que els acabarà superant. Tot i així, la veu poètica es posiciona fermament a favor del llegat d'aquest passat pagà, quan dona a aquests personatges mítics una veu pròpia per expressar-se que ressona terriblement combativa. Així doncs, el poemari explora també aquest ideal romàntic que glorifica en el passat sempre quelcom de més preciós i valuós que el que arriba després, com es veu clarament a "The Unappeasable Host" o "Into the Twilight".
De la mateixa manera, el visionari que ha aconseguit accedir a les veus dels Sidhe i ser testimoni del seu últim llegat també és conscient que aquesta experiència només podrà ser preservada a través de la memòria, però mai reviscuda de forma literal. Aquesta és l'experiència de l'ancià Aengus, per exemple, a "The Song of Wandering Aengus", que manté l'esperança de tornar a trobar la noia del riu algun dia, encara que sigui fora del temps mortal. Els poemes d'amor del recull també es veuen imbuïts d'aquesta malenconia essencial: sovint Yeats parla d'un amor no correspost que el poeta ha de patir per dins com una càrrega, o a l'inrevés, que el poeta mateix no pot correspondre, o fins i tot que ja ha arribat a la seva plenitud però ara queda reduït tan sols a record. En conclusió, és una exploració ambivalent de la relació del poeta amb un llegat mític i cultural que s'esvaeix i, en aquest sentit, el final apunta a una certa nota positiva fins i tot a través del seu pessimisme intrínsec: la memòria no és tan fàcil d'esborrar ni tan sols a través de les atrocitats més inimaginables de la història, i és més profitós per a la subjectivitat humana aprendre a conviure amb les veus del passat que intentar resistir-s'hi o combatre-les infructuosament.
Contingut: El vent entre les canyes és un dels poemaris més famosos de W. B. Yeats, que es va publicar el 1899 i recull alguns dels seus poemes més coneguts de l'etapa del crepuscle cèltic. En aquests poemes, Yeats fa parlar els personatges del passat mític irlandès, que es resisteixen a passar a la història en silenci, i fan valer les seves veus en les trobades que tenen amb els mortals disposats a escoltar-los.
M'agrada: La forma com Yeats equilibra el seu romanticisme amb una malenconia i un pessimisme intrínsecs, com si a cada línia l'exaltació dels protagonistes s'autorefrenés constantment.
Palma, a 2 de desembre de 2022
Benvolgut/da company/a:
Tal com indiquen els nostres estatuts volem convocar-te a l’Assemblea General Ordinària que tindrà lloc el dilluns 19 de desembre per meet a les 18:30h. en primera convocatòria i a les 19:00h. en segona convocatòria (hora real perquè quedi legalment constituïda l’Assemblea) amb el següent Ordre del Dia:
1. Lectura i aprovació de l’estat de comptes.
2. Accions de l’AFIB durant el 2022.
3. Situació LOMLOE, i actuacions REF en les Proves EBAU.
4. Presentació del cursos de formació del professorat sol·licitats.
5. Balears pensa 2023.
6. Informacions diverses activitats 2023 (Olimpíades filosofia, VI Congrés català de filosofia,...)
7. Torn obert de paraules.
8. Lectura i aprovació, si pertoca, de l’acta de l’assemblea.
L’enllaç del meet de l’assemblea:
Ben cordialment,
Elisa Roselló i Forteza.
Presidenta de l’AFIB.
Aquest inici de curs ha estat mot dur amb la implantació de la LOMLOE, això ha fet que no tingueu comunicacions de l’AFIB, però seguim aquí amb un seguit de propostes per aquest curs:
Cursos de formació: Volem recuperar els cursos de formació que oferia l’AFIB, cursos específics de filosofia que no s’oferten per part de la Conselleria ni dels sindicats. Hem sol·licitat fer-ne dos:
- un sobre elaboració de Situacions d’aprenentatge en les matèries dels departaments de Filosofia. Seria un curs semipresencial, per tal que es pugui fer des de totes les illes i permeti compartir experiències entre companys de filosofia.
- Un de Filosofia 3/18 junt amb el col·lectiu Associació Filosofia 3/18 Mallorca.
Assemblea ordinària de l’AFIB: vos convoquem a l’assemblea ordinària que es farà el DILLUNS 19 de Desembre a les 19:00h (1a convocatòria a les 18:30h). Tothom, sigui soci o no hi està convidat en el següent enllaç de meet: [https:]]
Balears pensa: El curs passat les companyes i companys de Manacor, Alcúdia i en algun institut de Palma van organitzar unes jornades filosòfiques “Mallorca pensa” que van ser tot un èxit. Aquest curs volem animar a seguir creant espais oberts a la filosofia als mateixos que ho varen impulsar el curs passat i fer la convidad de manera extensiva a Inca, a més centres de Palma, i si fos possible a Menorca i Eivissa. La proposta és fer el Balears Pensa just abans de les vacances de pasqua: els dies 3 i 4 d’abril.
Gestions LOMLOE: seguim en contacte amb la REF donant suport a iniciatives conjuntes per reclamar el paper de la Filosofia en les futures proves EBAU. Vos informarem d’aquest i de tot el relatiu a la LOMLOE a l’assamblea. Adjuntem el darrer comunicat de la REF perquè feu difusió.
Altres informacions:
Olimpíades de Filosofia: està oberta la inscripció a les Olimpíades que enguany es tornen a fer presencials. Trobareu tota la informació a: [olimpiadafilosofiabalears.blogspot.com]
Banc de Situacions d’aprenentatge: en Joan Bort, professor de Filosofia de l’IES Son Ferrer, ens convida a compartir les SA en una carpeta DRIVE que ha creat. Si hi voleu participar, li podeu enviar un correu a l’adreça jjbort@iessonferrer.net i ell us compartirà l’accés a la carpeta.
VI Congrés Català de Filosofia: convocat per La Societat Catalana de Filosofia, en col·laboració amb l’Associació Filosòfica de les Illes Balears, la Societat de Filosofia del País Valencià i la Societat Andorrana de Ciències, que tindrà lloc a Manresa els dies 15, 16 i 17 de juny de 2023. podeu enviar comunicacions fins el 18 de desembre. Més informació a: [https:]]
Tota proposta i suggerència serà ben arribada. La junta de l’AFIB us vol agraïr el vostre recolzament i suport, gràcies per ésser-hi.
Ens trobareu al mail afib.balears@gmail.com o al blog: [afib-filosofia.blogspot.com]
Una aproximació interdisciplinària entre arqueologia i psicologia evolutiva revela una hipòtesi inaudita sobre l'origen dels més de quatre mil "ídols" de pissarra en forma de mussol trobats al sudest de la Península Ibèrica. L'estudi apunta que podrien ser joguines o amulets tallats pels mateixos infants de l'Edat de Coure. El seu origen lúdic i artístic no exclou que també s'utilitzessin com a ofrenes funeràries.
La notícia obre el debat, però. La crítica que ha rebut l'estudi també és força significativa: el catedràtic escèptic acusa l'estudi de simplista, i de caure en el prejudici eurocèntric de considerar infantil l'art prehistòric. Cosa que potser també apunta a un altre prejudici, força estès: valorar la percepció del món que tenen els infants com a inherentment inferior a la dels adults. En canvi, una experta que va publicar un article similar a Austràlia està d'acord amb el plantejament de l'estudi.
Podeu llegir l'article en anglès al següent enllaç:
La expresión “Estado democrático” que aparece espontáneamente desde la introducción de su obra ¿no expresa mejor el proyecto de Tocqueville, como si se tratara de encauzar el flujo tumultuoso de la democracia en el lecho del Estado? Al asociar la democracia con el Estado, ¿no trata acaso Tocqueville de disociarla de la revolución? Porque ¿para la democracia, el Estado no es un lecho de Procrusto?
De este modo, la democracia que reposa sobre el principio de soberanía del pueblo se encuentra, a pesar de ello, expuesta a engendrar una forma de despotismo inédito, difícil de nombrar: un poder tutelar más que un poder tiránico, que introduce una nueva forma de servidumbre, “reglada, suave y apacible”. De esta manera, la revolución democrática, lejos de continuarse en un movimiento revolucionario permanente, está condenada a poner fin a las pasiones revolucionarias y sustituirlas por nuevas pasiones que tienen más a ver con la conservación de lo existente que con la subversión.
Miguel Abensour, La democracia contra el Estado (Marx y el momento maquiaveliano) (2004) Traducció de Jordi Ribas, editorial Los libros de la Catarata, publicat 2017
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periodico Extremadura
Digo esto por el kafkiano laberinto normativo en que se está convirtiendo la aplicación de la nueva ley educativa (la LOMLOE); una ley que vino para librarnos de la infausta LOMCE pero que, al final, está siendo distorsionada de tal manera que va a acabar por ser más reglamentista y controladora aún.
Digo que se está distorsionando porque la LOMLOE no vino al mundo con la intención de imponer talibanamente un modo u otro de enseñar. La idea era más bien la contraria: permitir que los maestros y profesores más innovadores pudieran trabajar bajo un marco legal más ancho y permisivo para que así, y gracias a la eficacia y calidad de sus propuestas, se incitara a otros a subirse al carro.
Es por esto que los precursores de la LOMLOE insistieron desde el principio en la necesaria autonomía de centros y docentes, en la importancia de la vocación y la formación de estos, y en generar una estructura curricular que los liberara de la camisa de fuerza de los contenidos (desarrollados de modo enciclopédico por la ley anterior), señalándoles no más que unas competencias generales, una relación básica, ampliable y flexible de saberes, y una serie igualmente genérica de criterios de evaluación que cada centro, departamento y educador podría afinar para ajustarla a su alumnado, a su particular estilo pedagógico y a la realidad variable de sus aulas...
Pero nada de esto ha ocurrido. Gran parte de las comunidades autónomas han decidido (o eso parece) que dar tanto poder a los agentes educativos reales (los centros y sus maestros y profesores) no podía ser bueno. Por ello, y no sé para demostrar qué, han llenado las leyes de prescripciones y desarrollos absurdos que solo sirven para desanimar a los que quieren cambiar las cosas y multiplicar el rechazo de los que no quieren cambiar nada.
Así, hay comunidades que han multiplicado por dos la extensión de los currículos ministeriales, empeñándose en prescribir a los docentes (no sea que ellos no fueran a caer) cada una de las relaciones que pueden establecerse entre competencias para cada una de las materias, en multiplicar los saberes básicos y los criterios de evaluación, en inventar retóricas e incomprensibles instrucciones, en establecer porcentajes para ponderarlo todo, o en repetir hasta la náusea las mismas invocaciones retóricas a los preceptos y valores de rigor… Todo como si hubiera que demostrar que en tal o cual comunidad se legisla más y mejor que en ningún otro sitio o que, puestos a reformar y a ser innovadores no hay quien los gane...
Hay cosas que, en este afán por ser más papistas que el papa, rozan el surrealismo más absoluto. Un ejemplo son las famosas «situaciones de aprendizaje», un recurso didáctico (entre muchos otros) que no se sabe quién (ni por qué) ha decidido estipular como formato universal de toda actividad en el aula. Otro es el de las «rúbricas» que, de herramienta de uso ocasional, han pasado a constituir una suerte de rito de contabilidad obligatorio. Otro el de la cansina alusión a los “retos y desafíos del siglo XXI”, una relación común (y un tanto desmadejada) de problemas y objetivos socioeducativos, aparecida en unos cuantos artículos pedagógicos, que tuvo que parecerle pasmosa (o suficiente para dar el lustre que se buscaba) a algún gerifalte de los que marcan tendencia en los despachos. De todas estas cosas da igual, además, lo que se sepa (poca gente sabe hacer realmente una situación de aprendizaje o una buena rúbrica); lo importante es que «estén», que se nombren, que aparezcan en los papeles…
Podríamos seguir contabilizando dislates burocráticos, pero esto lo sería aún más. Baste recordar con melancolía que la educación nada tiene que ver con la repetición mecánica de técnicas o mensajes, ni con el registro o la evaluación obsesiva de cada gesto o paso del aprendiz (nadie aprende nada – más que a depender de la aprobación de los demás – sometido constantemente a juicio). Parece que hubiera un miedo atroz a permitir que docentes y alumnos puedan enseñar y aprender en libertad, sin más pauta que un índice elemental de competencias, contenidos y normas. ¿Será ese miedo el que explica nuestra insana afición a reglamentar al milímetro lo que ni puede ni debe serlo? Tal vez. Pero en ese caso lo que toca es aventurarse… Al fin, es mucho más educativo cuestionar las normas que seguirlas ciegamente…
La Societat Catalana de Filosofia, en col·laboració amb l’Associació Filosòfica de les Illes Balears, la Societat de Filosofia del País Valencià i la Societat Andorrana de Ciències, convoca el VI Congrés Català de Filosofia amb la voluntat de debatre els problemes que la filosofia té plantejats tant a casa nostra com arreu.
CRIDA A LA PARTICIPACIÓ
Fins el 18 de desembre de 2022 es poden enviar propostes de comunicacions al correu: congres.catala.filosofia@gmail.com
Podeu trobar més informació a:
Aquesta antologia de relats curts de l'autora brasilera Clarice Lispector (1920-1977), traduïts al català per Josep Domènech Ponsatí i Pere Comellas Casanova, es va publicar per primer cop el 2020. És una selecció de contes prèviament publicats en diversos reculls, així com d'altres d'inèdits, i la seva publicació per part de Comanegra va fer arribar al mercat la primera traducció de relats de Lispector al català. Ja vaig dir en el seu moment que Lispector és una autora en què no he acabat d'entrar; d'una banda el seu estil narratiu m'agrada, però la seva aposta per l'abstracció i la imatgeria no sempre figurativa em desconcerta força, i en general puc dir que l'he llegida amb la sensació d'estar-me perdent alguna cosa i d'arribar al final sense haver-ne tret l'entrellat. Els relats curts crec que els he gaudit més que les novel·les que n'he llegit, aixi que en general puc dir que aquest cop el balanç de la lectura ha estat positiu.
Els contes recollits a Restes de carnaval són tots força breus, alguns fins i tot entrarien dins la categoria del microrrelat, i ens ofereixen una exploració de l'espai de les relacions quotidianes, especialment les familiars, des de la sensibilitat particular de l'autora per a l'anàlisi de la subjectivitat dels seus protagonistes. Si existís una categoria per classificar els contes de Lispector hauria de ser la de "contes de realitat transfigurada". És l'única forma com se m'acut explicar-los. Les protagonistes en la majoria dels casos són dones que es dediquen a cuidar la casa i criar els fills i es troben immerses en aquest tipus de quotidianitat. Tanmateix, en un moment determinat un detall d'aquesta vida diària - pot ser un detall discordant dins la imatge de conjunt o l'element més anodí i prosaic imaginable dins la normalitat - revela una profunditat insospitada dins del teixit mateix de la realitat: els orígens de l'univers ens són descoberts de cop i volta, o la realitat mateixa ens revela la seva coherència intrínseca com si sempre s'hagués trobat allà a l'abast de la mà des del principi. Són aquestes petites - o grans - epifanies diàries que Lispector descriu en els seus contes.
Això li passa a la protagonista d'"Amor", que veurà com la visió d'un cec que descobreix des de la finestra del tramvia li revela un món sencer de símbols que representen la realitat en termes religiosos i simbòlics. També li passa quelcom semblant a la protagonista de "La imitació de la rosa", que torna a la salut mental després de patir una crisi, i que es veu en la necessitat de negociar què és ordinari i què és extraordinari en la seva primera presa de contacte amb la realitat després del sotrac emocional que ha patit. També té aquesta experiència la protagonista de "Restes de carnaval", la disfressa de la qual opera una transformació en la seva persona, i ens revela el que possiblement ningú més no veu a través de la seva aparença real. Aquesta transfiguració de la realitat arriba a un extrem de veritable opacitat, per l'absoluta impossibilitat d'interpretar el conte, a "Misteri a São Cristóvão" en què els tres personatges emmascarats fora de la casa s'apropien de la nit, així com dels personatges que habiten la casa a l'interior. Aquesta aposta per l'abstracció també arriba a certs extrems en altres contes que giren tan sols al voltant de conceptes, com per exemple l'"ésser" o "el silenci", i no tenen uns personatges reconeixibles o un argument definit. Un dels símbols recurrents dins del recull i receptacle continuat de tot tipus de lectures i abstraccions és l'ou, que esdevé símbol de maternitat i d'origen, però que també revela la fragilitat inherent a la construcció mateixa de l'univers.
D'altra banda, també tenim els contes que se centren en l'experiència de la infància en primera persona, amb tot el que té de realista i reveladora sobre el caràcter del que després serà l'adult. És el cas de "Miòpia progressiva", "Felicitat clandestina", "Una història de tant d'amor" o el meravellós "La legió estrangera". En d'altres casos, en canvi, les protagonistes són ancianes que es transformen en una presència incòmoda per als seus cuidadors, i que apunten a interrogants sobre l'existència humana sencera des del seu punt de vista particular, però que resta inaccessible a ningú més que no siguin els lectors. En definitiva, els contes recollits a Restes de carnaval és una bona recomanació si us voleu aproximar a l'univers narratiu totalment únic i difícilment classificable de l'autora. L'antologia ens ofereix prou varietat per descobrir-hi relats realment curiosos i detalls que de ben segur cridaran l'atenció a qui els llegeixi. Se'm fa difícil recomanar Lispector, perquè reconec que la seva narrativa no m'acaba d'entusiasmar, però tot i així puc dir que és una autora d'un talent extraordinari per al retrat de la quotidianitat i els seus moments de lucidesa sobtada.
Continguts: Restes de carnaval és una antologia de quaranta contes breus de l'autora brasilera Clarice Lispector. La majoria tenen a veure amb situacions quotidianes per als protagonistes que revelen profunditats insospitades sobre l'existència mateixa.
M'agrada: M'han agradat molt alguns dels contes, fins i tot més que les dues novel·les que he llegit de l'autora. En especial, "Amor", "Els desastres de la Sofia", "Misteri a São Cristóvão" o "La legió estrangera".
No m'agrada: Hi ha quelcom de Clarice Lispector que se m'escapa i m'omple d'inquietud quan la llegeixo. De vegades els contes poden resultar excessivament pertorbadors, i no per cap motiu en concret.
… tan pronto como un pueblo se da representantes deja de ser libre y deja de ser pueblo.
El pueblo inglés piensa que es libre y se engaña; lo es sólo mediante la elección de los miembros del Parlamento; tan pronto como éstos son elegidos cae en su condición de esclavo, no es nada.
Rousseau, El Contrato Social, libro III, capítulo 15
Hi ha tres classes de tirans: uns tenen el poder gràcies a una elecció popular, altres per força de les armes i els altres al dret de successió.
... si bé arriben al poder per camins diferents, la seva manera de governar és sempre aproximadament la mateixa.
Étienne de la Boétie, Discurs de la servitud voluntaria
En su pureza, el concepto de democracia implica que hay coincidencia entre quienes toman las decisiones sobre la vida colectiva y quienes habrán de obedecer esas decisiones: que hay coincidencias entre gobernantes y gobernados. (…) El ideal democrático es un ideal de autogobierno. Su realización es la realización de la aspiración humana a la libertad; aquí es donde acecha la fascinación por la democracia directa.
La representación implica la distinción, no la coincidencia, entre gobernantes y gobernados: los representantes deciden y los representados obedecen. Por tanto, la representación es lo opuesto a la democracia.
Francesco Pallante, “El exceso de democracia mata la democracia”, La Maleta de Portbou 55, noviembre-diciembre 2022
Jorge Riechmann, aqui: