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El café de Ocata
¿Hacia dónde tiende la actividad racional? Según Platón, hacia una verdad no hipotética e independiente de nuestros puntos de vista; según el subjetivismo, hacia una verdad psicológica (hacia una opinión o un punto de vista). Sólo en el primer caso la razón sirve como un tribunal de apelaciones.
Mi tesis es que en el transcurso del ejercicio racional del pensamiento, cada persona puede encontrar en su interior una verdad interpersonal. Tan impersonal que aspira a ser universal. La actividad racional nos permite alejarnos de nuestras opiniones, restándoles el valor que tengan por ser nuestras y sumándoles el valor que tengan por ser racionalmente compartidas. Nuestra singularidad desaparece tras la afirmación de una verdad que, estando en nosotros, no es nuestra, y que no siendo nuestra, nos obliga.
A pesar de ser seres contingentes, finitos y mortales, tenemos acceso a verdades eternas. Es decir, llevamos en nosotros algo que nos trasciende por ser eterno.
Creo, honestamente, que es muy difícil ser racional y carecer de algún tipo de religiosidad.
La comprensión es la vivencia de la empatía intelectual. Sé que al hacer mía una verdad, estoy haciendo mía una verdad del otro y que la vivencia de su verdad es común.
Razonar es aspirar a encontrar algo universal en mí. Es descubrir que, si persiste una diferencia intelectual con el otro, no podemos apelar a ninguna autoridad superior a la razón para ponernos de acuerdo, sino que ha de haber una manera racional de superarla.
Razonar es un ejercicio de ascetismo, una cura de humildad de la misma alma que es capaz de descubrir lo eterno y una vacuna contra la pereza intelectual.
Cuando defiendo el deber moral de ser inteligente entiendo que en la razón hay implícita esta moralidad ascética a la que acabo de hacer mención.
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El café de Ocata
¿Hacia dónde tiende la actividad racional? Según Platón, hacia una verdad no hipotética e independiente de nuestros puntos de vista; según el subjetivismo, hacia una verdad psicológica (hacia una opinión o un punto de vista). Sólo en el primer caso la razón sirve como un tribunal de apelaciones.
Mi tesis es que en el transcurso del ejercicio racional del pensamiento, cada persona puede encontrar en su interior una verdad interpersonal. Tan impersonal que aspira a ser universal. La actividad racional nos permite alejarnos de nuestras opiniones, restándoles el valor que tengan por ser nuestras y sumándoles el valor que tengan por ser racionalmente compartidas. Nuestra singularidad desaparece tras la afirmación de una verdad que, estando en nosotros, no es nuestra, y que no siendo nuestra, nos obliga.
A pesar de ser seres contingentes, finitos y mortales, tenemos acceso a verdades eternas. Es decir, llevamos en nosotros algo que nos trasciende por ser eterno.
Creo, honestamente, que es muy difícil ser racional y carecer de algún tipo de religiosidad.
La comprensión es la vivencia de la empatía intelectual. Sé que al hacer mía una verdad, estoy haciendo mía una verdad del otro y que la vivencia de su verdad es común.
Razonar es aspirar a encontrar algo universal en mí. Es descubrir que, si persiste una diferencia intelectual con el otro, no podemos apelar a ninguna autoridad superior a la razón para ponernos de acuerdo, sino que ha de haber una manera racional de superarla.
Razonar es un ejercicio de ascetismo, una cura de humildad de la misma alma que es capaz de descubrir lo eterno y una vacuna contra la pereza intelectual.
Cuando defiendo el deber moral de ser inteligente entiendo que en la razón hay implícita esta moralidad ascética a la que acabo de hacer mención.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
"Mi escudero os dirá quién soy", le dice don Quijote a la ventera en el capítulo XVI, poniendo así como el testigo más fidedigno de sus aventuras a Sancho, un escudero del que lo menos que puede decirse es que no tiene nada de común, cosa que sabe muy bien don Quijote, pues "en cuantos libros de caballerías he leído, que son infinitos, jamás he hallado que ningún escudero hablase tanto con su señor como tú con el tuyo" (XX). Es tan poco común y tan escasamente ejemplar que, llegado el caso, no tendrá inconveniente en hacer sus necesidades a dos palmos de las narices de su amo.
¿Quién es don Quijote para Sancho? Es el caballero de la Triste figura, si bien aquí nuestro hidalgo prefiere pensar que tan bien hallado título, no ha salido del magín de su escudero, sino que "el sabio a cuyo cargo debe de estar el escribir la historia de mis hazañas le habrá parecido que será bien que yo tome algún nombre apelativo como lo tomaban los caballeros pasados". ¿Es excesivo encontrar en este juego cruzado de referencias una dinámica que tiene no poco en común con la de Las meninas de Velazquez?
En esta referencia del protagonista de una historia al escritor de la misma, ¿no se admite que Cervantes es el único que sabe quién es don Quijote?
Don Quijote es un sujeto en busca la verdad sobre sí mismo.
Sin embargo, a pesar de esta referencia a Cervantes, Don Quijote no sólo está seguro de saber quién es, sino que tiene esta certeza como fundamento de la verdad de sus palabras: "Te juro por la fe de quien soy..." (XVIII). No duda de que, siendo un caballero, su conducta no se alejará ni un milímetro de la que le corresponde como tal, aunque a la hora de la verdad se comporte como un temerario imprudente que "acompañado de su intrépido corazón" (XXI) no conoce el miedo en la persecución de la gloria. Pero esto no lo sabe él, sino Sancho. Por eso, si se conociera bien, se cuidaría mucho de poner a su escudero como testigo de sus hazañas.
A don Quijote, la fe en sí mismo, por la misma razón que lo ciega ("¿Cómo puedo engañarme en lo que digo?" (XXI), le permite perseguir incansablemente su ideal y vivir volcado en la imaginación de sus grandezas caballerescas y en la fidelidad incondicinal a Dulcinea, "única señora de mis más escondidos pensamientos". El imperioso deber "de guardar la fe que tengo a mi señora", le permite también mantener firme la fe en sí mismo y rechazar las supuestas insinuaciones de Maritornes, conscientemente de que, sin ideal, sería propio "de un sandío caballero" dejar "pasar en blanco" la ventura de un lance amoroso.
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22:56
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El café de Ocata
Sigo con mi gozosa lectura del Quijote, poco a poco, aprovechando cada rato que tengo libre. Nuestro hidalgo ha llegado al capítulo XVI y Cervantes va preparando -¿quizás inconscientemente?- el terreno de la introspección. Apunto a la inconsciencia porque parece dominado por un daimon que le lleva la pluma con una cadencia precisa y hermosa, con frecuencia propia de un adagio, pero dispuesta siempre al tono heroico de los metales.
El inquieto don Quijote comienza proclamándose conocedor de un yo sin interioridad y poco a poco va asomándose a su alma. La transición está claramente facilitada por la amable acogida que le dispensan unos humildes cabreros a él y a ese crédulo racional que es Sancho, el escudero al que ha comenzado muy pronto a tratar de hermano, y por esa historia de ambiente pastoril de Grisóstomo y Marcela.
Alguna interioridad del caballero se nos va insinuando ya. Por ejemplo, nos hemos enterado de que, si bien anda fervorosa y muy castamente enamorado de su Dulcinea, no por eso deja de pensar en aquellas partes suyas "que a la vista humana encubre la honestidad", que "son tales (...) que sólo la discreta consideración puede encarecerlas, y no compararlas". Don Quijote es demasiado humano y su humanidad no cabe en el esquema de un caballero andante.
Me ha interesado mucho la canción del desafortundo Grisóstomo, que le da voz a su yo perdido. Grisóstomo, ciegamente enamorado, no sabe quién es él y habla de manera a la vez retórica y muy sentida de las heridas que lleva abiertas en el alma y de los despojos de la misma, así como de su pertinaz fantasía. La suya es el alma rota de un enamorado no correspondido, trágico, en su caso, porque "el verdadero amor (...) ha de ser voluntario, y no forzoso" y, por lo tanto, puede no ser correspondido.
La manera que tiene Cervantes de cantar la libertad de una mujer, la pastora Marcela, merecería un comentario aparte, por su convincente modernidad. Don Quijote, ese héroe sincero y anacrónico, se mostrará presto a acudir en su ayuda. Pero ella es demasiado autónoma como para necesitar la ayuda de nadie.
"Es menester mucho tiempo para venir a conocer a las personas", le asegura don Quijote a Sancho en el capítulo XV. Ese es el tiempo que se está tomando Cervantes para ir mostrándonos los perfiles de su héroe, que cada vez son más complejos y más cercanos. Es el tiempo de la gran literatura.
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13:35
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El café de Ocata
En el "yo sé quién soy" de don Quijote, ahora me doy cuenta, lo importante es el "yo" que afirma un saber sobre sí mismo, no la consistencia del saber afirmado.
Ese yo es la impugnación del rebaño como refugio del yo acobardado.
Si el rebaño es lo que se lleva, el "yo" de don Quijote pone a prueba lo que se lleva por su capacidad para someterse a un relato heroico, cosa que, por supuesto, es completamente ajena a la voluntad del rebaño.
Al rebaño le gusta el aprisco, no la intemperie.
Este empeño, ya lo sabemos, siempre acaba con un tipo u otro de cicuta, que es el precio a pagar por haber vivivo. ¿Un precio excesivo?
Aquí tenemos otro argumento para probar la imposibilidad de hacer del Quijote un mito político: El yo de don Quijote es más potente que el nosotros.
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0:57
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El café de Ocata
Terminaba el post anterior diciendo que El Quijote es la historia de esa triste búsqueda de alegría que es la vida. Añado ahora que esa vida es tanto la individual de cada uno como la nuestra, la vida colectiva de España, por eso no hay manera de hacer de esta joya literaria un mito nacional. Todos cuantos lo han intentado han fracasado ante la terca realidad de la verdad de esa chifladura de nuestro don Quijote, que no pudiendo vivir como "hidalgo sosegado", se empeñó en vivir como caballero andante, buscando en el desasosiego el plus de vida que necesitaba. Cuando se quiere hacer de don Quijote un mito nacional acabamos rebajando el mito o a pintoresquismo o a congreso cervantino. A lomos de Rocinante no hay héroe que sirva de estandarte de nuestro narcismo colectivo.
Cervantes nos ha legado una obra para la meditación, no para la acción.
"Yo sé quien soy", dice don Quijote en el capítulo quinto, mientras lo traen a casa sobre un borrico, derrotado físicamente, molido a palos, pero con su sueño intacto. Es un loco que no duda en declararse cuerdo, pero que, con su locura, ha logrado darle a su vida algo que los cuerdos que optamos por vivir como hidalguillos sosegados, no tenemos: un propósito unitario que nos guíe. Por eso don Quijote prosigue, incansable, su búsqueda de alegría y nosotros, sus paisanos, lo leemos en el tiempo libre que nos dejan nuestras rutinas.
La alegría, sin embargo, se encuentra, pero está en la escritura de Cervantes y brilla, incluso, en el tristísimo capítulo de la quema de los libros de caballería, en el que las llamas se presentan como terapia contra los sueños.
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8:08
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El café de Ocata
Le confesé hace un par de días a Tono Masoliver, a quien encontré casualmente sentado en la terraza de un bar y, como de costumbre, con un libro entre las manos, la pereza enorme que me daba intentar comprender algunas de las cosas humanas de nuestro tiempo.
Al poco rato recibí un mail suyo en el que decía: "Casualidad de casualidades, todo casualidad. Apenas te has ido he seguido con el Quijote y en el capitulo 22 de la segunda parte leo lo que dice don Quijote: "Hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas que, después de sabidas y averiguadas, no importan un ardite al entendimiento ni a la memoria". ¿Por qué crees que habré leido el Quijote unas 20 veces?"
El caso es que este mail me despertó el deseo de volver a la obra infinita de Cervantes y en ella estoy. No sé los años que hace que la leí por última vez. Quizás diez. Lo que sé, es que esta nueva lectura es una lectura nueva. Ahora no veo en don Quijote a un soñador desdichado de quimeras, sino que veo en sus quimeras desdichadas los sueños truncados de una vida, todo aquello que pudimos haber sido, según lo planeaban nuestros confiados sueños, y ahora sabemos que nunca será y que si fue, fue torcido. El Quijote es la historia de esa triste búsqueda de alegría que es la vida.
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20:25
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El café de Ocata
Acabo de leer un "estudio" de una importante institución pedagógica, cuyo nombre tengo intención de olvidar inmediatamente, sobre los aprendizajes telemáticos durante el confinamiento. Como suele ocurrir, la neolengua utilizada no defrauda, pero aunque merecería la pena detenerse en sus sofistiquerías, lo que me ha llamado la atención es un párrafo que he necesitado leer un par de veces para convencerme de que decía exactamente lo que parecía querer decir.
Los autores han tenido la muy loable intención de comparar las diferencias significativas de resultados entre "los docentes que se reconocen con un enfoque basado en contenidos y los que lo hacen con enfoque basado en competencias". Todos estamos, creo yo, de acuerdo en la necesidad de una comparación rigurosa de sus resultados, así que he continuado leyendo con toda atención hasta que me he dado cuenta de que la comparación estaba basada en las apreciaciones subjetivas de los profesores, lo cual deja en no muy buen lugar la pretensión de encontrar "diferencias significativas de resultados", pero lo relamente bueno viene después.
"Los docentes que manifiestan situarse en un modelo curricular basado en competencias [...] señalan que trabajan significativamente más [que los docentes que se sitúan en un modelo currícular basado en el contenido] en todos los casos, salvo en uno en el que significativamente trabajan menos: la corrección de tareas".
Aquí conviene relajarse y tomar aliento. ¿Cómo saldrán de aquí los redactores del informe? ¡Pues a la torera! Esto es lo que añaden: "Este dato resulta coherente con el principio de que en el enfoque competencial se le da más importancia a la evaluación de aprendizajes que a la mera corrección de tareas."
Es decir que, si lo entiendo bien, se puede evaluar la competencia de un alumno sin evaluar sus tareas. ¡Demonios! ¿A qué están esperando todos los profesores del mundo para "situarse en un modelo curricular basado en competencias"? ¿Es que son masoquistas?
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18:30
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El café de Ocata
Como los deberes son malísimos y en el verano no hay que hacer cosas malísimas, el Departament d'Educació de la Generalitat de Catalunya, tras llegar a la conclusión de que "el periodo de confinamiento no ha sido un tiempo perdido, sino un tiempo diferente", propone a los profesores que confeccionen un "plan personalizado de verano" para cada alumno que, además de estar adaptado "a las características y necesidades" de cada uno debe ser consensuado con él.
"El plan de verano" debera "incidir en los ámbitos competenciales; especialmente en los de carácter transversal (competencia comunicativa; aprender a aprender; autonomía, iniciativa personal y emprendimiento..." y se resalta que "es especialmente interesante incluir en el plan propuestas del ámbito artístico y de la comunicación que permitan expresar las emociones". Por supuesto, el plan "debe promover aprendizajes significativos y funcionales y no debe proponer deberes o tareas rutinarias descontextualizados de la realidad".
Esto, por supuestoo no son deberes, sino una propuesta que tiene en cuenta "la opinión, los intereses, las motivaciones y las curiosidades" del alumno. "Ha de ilusionar y motivar" y no debe sentirse como una continuación de las tareas escolares.
Yo solo me pregunto una cosa: ¿saben en el Departament d'Educació de la Generalitat de Catalunya lo que es una escuela?
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11:10
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El café de Ocata
Leyendo a Thomas Nagel me encuentro con una idea que, a pesar de ser políticamente evidente, nos cuesta aceptar: "No basta que la injusticia de una práctica o lo equivocado de una política se evidencie de manera palmaria. La gente debe estar lista para escuchar, y eso no lo determinan los argumentos".
El poder de los argumentos en política sólo es real cuando hay la suficiente gente dispuesta a escucharlos. Pero la predisposición a la escucha no es algo que pueda proporcionar la lógica. La lógica, al contrario, es ese discurso que tiene sentido cuando hay personas dispuestas a escuchar.
¿Y qué es lo que altera la predisposición?
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18:13
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El café de Ocata
« Le sanctuaire est un lieu hors du temps, atemporel, ou plutôt détemporalisé : il ne s’inscrit pas dans la durée, il l’absorbe, comme ces silences inopinés qui interrompent une conversation, vous déconcertant à mesure qu’ils creusent l’espace et suspendent l’horaire à la manière d’un trou noir, jusqu’à ce que quelqu’un dise qu’« un ange passe ». Cet ange, pour les Grecs, c’est Hermès, messager des dieux et pourvoyeur de chance. Plus prosaïquement, les Italiens disent qu’un carabinier est né. Et les Japonais, que le silence est rempli de fleurs (Iwanu ga hana). »
Lucien d'Azay,
Un sanctuaire à Skyros
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8:05
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El café de Ocata
Ayer Xavier Graset me invitó a su programa en la televisión catalana. Era la primera vez que salía de Ocata desde el 10 de marzo. Y me olvidé la mascarilla en casa. Al darme cuenta, sentí, como Adán, vergüenza de mi desnudez. En los taxis han puesto una pantalla de metracrilato -o lo que sea- para separar a los pasajeros del conductor y la voz de este se oye un poco distante, pero tenía ganas de preguntar cosas, porque la de los taxistas es una de las profesiones que se mueve en la vanguardia de la realidad. No los vi muy entusiasas con la recuperación económica y sí preocupados por la negligencia de la gente. Me imagino que el taxista que me levó a Barcelona se refería a la gente que, como yo, no lleva mascarilla. Nada más llegar a los estudios pedí, por favor, una mascarilla para cubrir la desnudez de mi imprudencia. Había muy poca gente. No se maquilla a los invitados y el personal de limpieza se ha convertido en personal de socorro. Unos carteles en los espejos de la sala de maquillaje vacía decían que se necesitaba maquilladores y peluqueros. Todo tiene el aspecto de una provisionalidad que ha venido para pasar una larga temporada con nosotros. Al volver, pasadas las doce de la noche, llovía sobre unas carreteras vacías.
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12:14
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El café de Ocata
Mayo, el mes de las flores. "Veniiiid y vaaamos tooodos..."
Me explica mi nieto Bruno (10 años) qué es lo peor del mundo, "pero lo peor de lo peor", resalta. "Es cuando tu madre se empeña en besuquearte en la puerta de la escuela y a decirte que si esto que si lo otro y de repente te das la vuelta y ves que diez compañeros de clase han estado viéndolo todo".
Y, yo, también de repente, he caído por un pozo de la memoria hasta su edad y he entendido perfectamente lo que me decía. Pero mi conclusión ha sido muy diferente de la suya.
¡Qué tiempos aquellos, en los que lo peor del mundo -pero lo peor de lo peor- era que te quisieran demasiado!
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9:44
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El café de Ocata
Ramón Mercader en Lecumberri, junto a María Asúnsolo y otras personas que no he podido identificar.
Núria Escur trata en La Vanguardia de Ramón Mercader y plantea esta pregunta: ¿Qué actriz española pudo haber tenido un hijo con él?Ya que salgo citado, me parece conveniente apuntar algunas cosas que he ido descubriendo con el tiempo (porque no he abandonado, ni mucho menos, la investigación):
1. Sara Montiel y Ramón Mercader fueron amigos. Él la admiraba profundamente. Pero no fueron amantes.
2. Sara visitaba con frecuencia la cárcel de Lecumberri porque su pareja de entonces, Juan Manuel Plaza, figura relevante del PCE, suministraba a Ramón materiales tecnológicos sofisticados para poner en funcionamiento una emisora de radio que, desde la misma celda de Ramón, brindó importantísimos servicios al espionaje soviético.
3. Ramón Mercader aprovechó las visitas de Sara a su celda para enseñarle a leer y a escribir. Ella misma lo reconoció públicamente en la televisión mexicana.
4. Sara sí tuvo amores con todo un señor Presidente de México y quizás hacía aquí haya que mirar para explicar por qué ocultó el nacimiento de su hijo (en el caso, no comprobado, de que lo tuviera).
5. ¿Participó Sara en operaciones de espionaje para los rusos en México? Sospecho que ayudó en estos menesteres a Margarita Nelken y a Mateo Papaicónomos (colaborador y amante de Nelken).
6. Sobre Caridad Mercader: Hoy sé que, lejos de empujar a su hijo al asesinato de Trotsky, intentó convencerlo de lo contrario. Ramón decidió por su cuenta su participación para ayudar a su amigo Leonid Eitingon, con el convencimiento de que todo saldría de manera diferente a como salió.
7. Sara Montiel dijo alguna vez sobre Ramón Mercader lo siguiente: "Sabía que mató a Trotsky, no que fuera un asesino".
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21:33
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El café de Ocata
Home sweet home Por la mañana he acabado, firmado y enviado satisfecho un prólogo de 10 folios para una edición de la
Apología de Sócrates y del
Critón de Platón. Le he pedido al hipotético lector que ponga algo de interés en comprender a los jueces que condenaron a muerte a Sócrates si quiere entender lo que ocurrió. Un admirado farero me hizo ver en una ocasión que entre su entrada en la cárcel y el
Critón, Sócrates había permanecido 30 días en silencio. Ahora creo saber que ese silencio explica por qué los jueces que tanto patalearon sus discursos de defensa, hubieran aplaudido con fervor cada una de las palabras del
Critón.
Por la tarde, he termindo, firmado y enviado satisfecho un artículo de 13 folios sobre la vigencia del conservadurismo a una importante revista.
Si fuéramos dueños de nuestra inteligencia, podríamos programar las horas en las que estaremos fértiles. Por ejemplo, el miércoles de 7 a 9. Pero cuántas veces no encuentro la manera de escribir un folio con sentido y cuántas veces parece que el sentido es el que escribe solo el folio. En definitiva, que Sócrates tiene razón, todos tenemos un daimon caprichoso.
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15:12
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El café de Ocata
Esta mañana Álvaro Petit me ha regalado este poema de Mesanza
Lucrecio nos enseñó -le he contestado- que se puede decir lo más triste de la manera más hermosa... y, entonces, ya no es verdaderamente lo más triste.
Y él ha añadido este "bonus track" de Cirlot:
Este sonido triste que solloza es mi espada románica que piensa. Mi corazón oscuro la acompaña.Le he respondido con estos versos del mexicano Homero Aridjis:
Buenos días a los seres
que son como un país
y ya verlos
es viajar a otra parte
buenos días a los ojos
que al abrirse han leído
el poema visible
buenos días a los labios
que desde el comienzo han dicho
los nombres infinitos
buenos días a las manos
que han tocado las cosas
de la tierra bellísimaY entre versos nos hemos pasadoo un buen rato.
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El café de Ocata
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16:01
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El café de Ocata
Estás peleando con Heideggera brazo partido y justo cuando tras dejarte los nudillosla puerta se entreabrepara entregarte la luz de la nada del ser y su trascendencia, aparece tu nieto compungidopara enseñarte la tirita que tapona la hemorragia del cosmos en su dedo.
Vuelves a abrir el libro tras expulsar al caos y reinstaurar el ordeny justo cuando llegasa la plenitud y pobreza del significado del “es” tu mujer te interrumpe con un consejo sobre la compra del día.
Reiniciasrecuperas la senda perdidaporque el ser se manifiesta en todo caso como abismoy suena el teléfono o un pechirrojo se posa en el alféizar o tienes sed o asientes a la conveniencia de cambiar el color de las paredes un azul un poco más marinoy el techo, claro, blanco.
Y Heidegger queda desplazado porque hay cosas más urgentes que el drama del ser y el tiempo.
Es más esencial la ironía de lo cotidiano que reclama sus derechos sobre las gigantomaquias de la filosofía.
Y Heidegger se cabrea -pobre, no sabe reíry por no saber reír una parte de la verdad del insondable serse le escapacomo una lágrima en una carcajada.
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El café de Ocata
- ¿Cómo te has caído? ¿Has tropezado? -te preguntan los que se preocupan sinceramente por ti. Y tú asientes, porque es más fácil admitir el tropezón que la falta de sustento.
Cuando tropiezas, algo inesperado te ha sujetado el pie y caes de bruces al suelo por culpa de ese objeto que ha interrumpido abruptamente el ritmo de tus pasos. Cuando te falta el sustento ocurre otra cosa: pierdes el sentido de la verticalidad, así, de pronto, y sabes que lo has perdido porque sin tropezarte con nada caes estrepitosamente contra el suelo. Mejor dicho, caes contra algo que no debiera de estar ahí y que sólo con el golpe descubres que es el suelo. Por eso las caídas son tan aparatosas y la mirada de los que te rodean tan perpleja. Así que, en realidad, cuando te preguntan si has tropezado quieren decir: "¡Pero, hombre! ¿Con qué has tropezado si no hay nada con lo que tropezar?"
Podría escribir la historia de mis muchas caídas.
Notable fue la vez que caí rodando por las escaleras mecánicas de la estación de Sants, pero me levanté con el traje roto, que ya comenzaba a mostrar manchas de sangre en varios sitios porque teneía que ir a Madrid a rodar un capítulo de un programa de televisión que, por cierto, emiten los sábados por la 2.
Más sonada fue una caída en Puebla (México). Me caí en lo más llano, como un saco de patatas, sin elegancia ninguna. Mi cabeza rebotó contra el suelo y mis gafas salieron disparadas. La gente, amabilísima, me rodeó y se interesó por lo que podían hacer por mí, pero yo sólo quería encontrar mis gafas. Cuando entré en el aula de la conferencia noté la sorpresa de todos. No podía mantenerme de pie. Iba hecho un Ecce Homo. Pero di la conferencia y al acabar, pedí, por favor, que me llevaran a la enfermería, donde, por cierto, me atendió con la mayor amabilidad una doctora de Vic que, literalmente, me envolvió en bolsas de cubos de hielo, ya que cada vez que tocaba un punto de mi cuerpo y me preguntaba si me dolía, yo asentía.
Una vez en Madrid, en medio de un chaparrón...
La última fue hace dos días, en una de nuestras excursiones a la naturaleza. Resistí como pude, terminamos la caminata y volví a casa creo que con dignidad, pero llevo dos días sin poder moverme por las magulladuras.
Esto es lo que hay. Que conste que no me lamento. Lo constato. Si es el precio que tengo que pagar por hacer las cosas que hago, no me parece excesivo.
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El café de Ocata
Hoy han pasado el día en mi casa mis dos nietos, Bruno y Gabriel, de diez y seis años, respectivamente. Con el mayor he mantenido un trato frecuente durante el confinamiento, pero al pequeño hacia tanto que no lo veía... Ellos, nada más reencontrarse, han reanudado sus juegos habituales. A media tarde se han presentado en mi cuarto con un par de mantas y unos cojines y han convertido mi mesa de trabajo en una cabaña. Los he dejado hacer porque el niño que sigue habitando en mí se ha despertado con sus susurros y era perfectamente capaz de comprender cada uno de sus gestos. Hay mucha melancolía en la comprobación de las tantas y tantas cosas que permanecen latentes en nuestra memoria, esperando el estímulo adecuado que venga a despertar a este o aquel de los que fuimos. Pero con los nietos delante es una melancolía alegre. Viéndolos jugar he recordado escenas que parecían tan olvidadas en mí que ya no las echaba en falta, pero allí estaban, con sus mínimos detalles, esperando un poco de agua para reverdecer.
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8:22
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El café de Ocata
La historia es hermosa porque, aunque no sea verdadera, es consoladora, ya que nos sugiere la existencia de una justicia distributiva que todos quisiéramos cierta.
Un rey, enfermo desde hacía mucho tiempo, dijo un día:
- Daré la mitad de mi reino a quien me sane.
Todos los sabios del país se reunieron y buscaron una forma de curarlo, pero nadie sabía qué hacer. Finalmente uno de ellos dijo que si un hombre realmente feliz se desprendía de su camisa y si se la daba al rey, éste sanaría.
El rey ordenó buscar a un hombre feliz por todo su reino. Pero los emisarios no pudieron encontrarlo. A pesar de haber buscado con meticulosidad, no habían encontrado a nadie que fuese completamente feliz. Uno era rico, pero a menudo estaba enfermo. Otro, rico y saludable, tenía una mala esposa o malos hijos. No hubo ni uno que no se quejara de alguna miseria.
Pero un día, el príncipe, al pasar junto a una cabaña, escuchó estas palabras:
- ¡Bendito sea el cielo! Hoy he trabajado bien, he tenido suficiente para comer y me voy a dormir. ¿Qué más necesito?
El príncipe ordenó que le comprasen a aquel hombre su camisa por el dinero que pidiera. Pero el hombre feliz era tan pobre que no tenía camisa.
Leon Tolstoi.
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10:42
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El café de Ocata
Cuando me pongo a escribir un libro necesito correr. Y corro cuanto puedo. Quiero tener lo antes posible el esbozo, a veces confuso y enredado, de mis ideas, ante mí, negro sobre blanco, para poder pensarlas. Es decir, no escribo siguiendo el dictado de mis pensamientos, sino el de mi escritura. He reconocido muchas veces que no sé pensar. Quiero decir con esto que soy incapaz de aislarme en el silencio concentrado de la meditación para ir ensartando con orden mis razonamientos. A veces lo he intentado y después cuando me pongo escribir lo que he pensado, he olvidado la mitad. Por eso llevo siempre papel y lápiz en los bolsillos. Así que para pensar necesito discutir mis propios pensamientos objetivados en la escritura. Pero necesito también dos cosas más. Una, hallar el título provisional que me ayude a centrarme. Después ya se verá cuál es el definitivo, pues el propio proceso de la escritura lo irá perfilando. La otra, comenzar con una cita. El título de lo que tengo entre manos es "El poshumano en tiempos de pandemia" y la cita, de Sancho, ese hombre prudente que acompaña eternamente a don Quijote, es la siguiente: "Érase que se era, el bien que viniera para todos sea, y el mal, para quien lo fuere a buscar". Amén.
Ayer no salí a pasear. Di una conferencia por zoon. Me fui a la cama con la sensación de que me faltaba un plus de cansancio para completar satisfactoriamente el día y disfrutar plenamente del sueño.
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El café de Ocata
Se ha dicho alguna vez que la filosofía de Platón es una filosofía de la mirada. Algo de esto hay, efectivamente, pero es más justo decir que es un filosofía de la luz. Es una filosofía que nace de la admiración de que las cosas no nos sean indiferentes, de que podamos conocer, aunque sea parcial y precariamente el mundo gracias a la luz. La luz es el lazo de unión entre el objeto y el sujeto al mismo tiempo que los crea a ambos.
Los egipcios tenían una gran diosa, Maat, que fue la creadora, a la vez, de la luz y de los perfiles de los objetos, de los límites de las cosas. Antes de la luz había una oscuridad indefinida, donde nada tenía ni comienzo, ni fin, ni límite alguno.
Para Heideegger, el gran acontecimiento, el fenómeno que debe llenarnos de admiración, es la aparición de un ser, el hombre, que al mismo tiempo ve y delimita, es decir, hace metafísica.
La actividad de delimitar -la actividad metafísica inherente al hombre- lleva implícita la gran pregunta por el horizonte que hace posible toda delimitación. Si delimitamos, siempre hay algo en el interior de lo cual delimitamos. Por lo tanto, podemos preguntarnos por aquello que es la condición de posibilidad de toda delimitación, por el horizonte de todos los horizontes posibles.
Y en esa pregunta nos acecha, agazapado, lo que, con Santo Tomás, podemos expresar de esta manera: "Et hoc dicimus Deum".
Ayer nos pusimos a andar cuando faltaban quince minutos para las 8 de la tarde, y, yendo de horizonte en horizonte, ya sabéis, "un poco más allá, hasta aquel recodo", subimos a Sant Mateu, desde donde disfrutamos, iluminada por la placida luz de la tarde, que caía en diagonal, la declinación del mundo. Allá a lo lejos, Barcelona, y, más allá, tras las montañas, el perfil difuso de Montserrat (penúltima imagen). 13 kilómetros de paz que nos regalaron ese sueño profundo en el que te dejas caer desmoronándote en la indefinición como un castillo de naipes.
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El café de Ocata
Se lamentaba Karl Kraus en
La antorcha de que se habían clausurado los tiempos heroicos. En nuestros días parece no haber oportunidad para la epopeya. Eso sí, a cambio disponemos de informaciones periodísticas que pueden hacer de cualquier hombre un héroe en veinticuatro horas, aunque, claro está, será héroe por un día.
Ocurre lo mismo -esto lo digo yo- con el villano. Aquí nadie es villano dos días seguidos. Sea cual sea su villanía, el alud de nuevas informaciones periodísticas, el ascenso cotidiano de héroes efímeros, nos ayudará a olvidarla rápidamente.
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El café de Ocata
... entre las hojas de acanto:
La primera:
Gregorio Luri e Mikel Azurmendi sono stati protagonisti di un’interessante discussione riguardante l’ultimo libro di Julián Carrón.La segunda: Ayer recogía la prensa catalana una noticia que para mi ha tenido un significado muy especial: que el Teatre Nacional de Cataluña (TNC) abrirá la próxima temporada con un espectáculo en torno al Decamerón de Pasolini que consistirá en diez monólogos que están "ya escribiendo una serie de autores del país y extranjeros entre los que se cuentan Valère Novarina, Najat el Hachmi, Narcís Comadira, Cristina Morales, Perejaume, Marta Marin-Dòmine o Gregorio Luri". Este encargo suñpuso para mí una fomidable sorpresa que me permitió volver a afirmarme en mi convicción de que siempre hay que decir que sí lo inesperado, porque es el azar amigo llamando a tu puerta.
La tercera: esta pobre barca varada en el abandono con la que me encontré ayer en mi paseo vespertino:
Y una cuarta que acabo de descubrir.
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El café de Ocata
He ido recogiendo muchas informaciones de centros educativos de diferentes lugares de España. Aun siendo consciente de que estadísticamente no dan para hacer afirmaciones tajantes, sí creo que, dada su reiteración, nos ofrecen algunas indicaciones interesantes:
- A algunos alumnos les ha ido muy bien. Han trabajado metódica y disciplinadamente y han adquirido conocimientos nuevos. Cuando se les pide que valoren lo que les ha ocurrido suelen comentar que trabajando individualmente pueden seguir su propio ritmo sin tener que esperar a los alumnos más lentos. Podrían llegar al 10%.
- Si exceptuamos a los alumnos del grupo anterior, se han adquirido menos conocimientos en casa que en la escuela.
- En general, los alumnos que han trabajado bien han sido aquellos cuyas familias se han implicado directamente en sus aprendizajes, convirtiéndose en una prolongación del centro educativo. Estas familias han dedicado en torno a 6 horas diarias a las tareas escolares. Podríamos estar hablando de un 20% de familias, porcentaje que incluiría a los alumnos del primer punto.
- En el resto de las familias, la educación telemática se ha vivido como una carga, debido a la incapacidad de los padres para ayudar a los hijos, ambiente familiar alterado, etc. Estas famílias han dedicado menos tiempo a las tareas escolares (en torno a 4 horas) y este tiempo no siempre ha sido de calidad.
- El porcentaje de alumnos cansados con la educación telemática ha ido creciendo a lo largo del confinamiento y posiblemente supera hoy el 80%. En estos momentos, muchos alumnos y muchas familias dan claras muestras de agotamiento.
- Cuanto más pobre culturalmente es el medio familiar, menos contenido nuevos se han aprendido y más conocimientos se han olvidado. El proceso, sin duda, se acelerará en verano.
- En torno al 10% de alumnos desconectó de la escuela el primer día del confinamiento. El goteo de desconexiones ha sido permanente. Probablemente ahora esté por el 15%.
- Más relevante que la brecha tecnológica ha sido la brecha cultural.
- Han abundado las actividades en las que se les pide a los alumnos que busquen información para hacer un trabajo. Han funcionado bien cuando los alumnos han tenido alguien al lado que les ha podido ir ayudando paso a paso, corrigiendo al momento sus errores.
- Los profesores, sin duda, han trabajado mucho. ¿Pero han trabajado bien? Creo que con frecuencia han dado a las familias la imagen de que sus actividades no estaban bien coordinadas, que podían pasar de un trabajo a otro un poco arbitrariamente y que no calibraban bien la dificultad de las tareas. No sé si esta sensación se ha correspondido con los hechos, pero sí que ha sido real.
- No todos los buenos padres son buenos padres de alumnos. Ni todos los buenos padres de alumnos han podido compaginar su trabajo diario y el seguimiento teleformativo de sus hijos. Como me dice un padre, "si no llegamos ni a poder llevar la cotidianeidad de comida, limpieza, lavadoras, cenas, con nuestros respectivos horarios, cómo vamos a ponernos con los deberes, como no sea el fin de semana?"
- Creo que hubiera sido más adecuado, en estas circunstancias, haber diseñado actividades de enseñanza-aprendizaje bien secuencializadas, en las que se progresase de manera ordenada y clara, paso a paso, y en las que el feedback hubiera sido lo más cercano posible a la actividad. Pero no sé si nuestros actuales recursos tecnológicos dan para tanto.
- La educación telemática parece funcionar mejor cuanto mejor reproduce la educación presencial.
- Ayer un gruppo de estudiantes universitarios españoles me envió una copia de la carta que han dirigido al rector de su universidad. Entre otras cosas, dice lo siguiente: "Para el curso que viene si sigue siendo necesaria la docencia online (...), recaben las experiencias y opiniones de los profesores y estudiantes que hemos pasado por todo esto -que no haya sido en vano-, formen a los docentes, unifiquen los criterios de actuación para ejercer una docencia online de calidad, investiguen sus límites para poder examinar a los alumnos con equidad, proporcionalidad y justicia."
- Por último, una imagen de una clase de Harvard:
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El café de Ocata
Conserva el Maresme, la comarca de Cataluña en la que vivo, paisajes aún preservados a la invasión del tiempo, suaves y dulces, que caen en una ondulada pendiente hacia el mar. Es un regalo del cielo pasear por ellos un domingo por la tarde. No te encuentras con nadie, porque nadie deja hoy en día un camino por una senda, y uno siente la bendición de la tarde y de la luz declinante como una oración. Vistos desde aquí, todos los hombres son buenos y todo observador, un filántropo. El paseante regresa a casa con los ojos llenos de paz. Después, sentado frente a la noche con un vaso de vino en la mano, siente su interior más amplio, como si algo que estaba recluido se hubiera desplegado para impregnarse de luz "no usada".
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El café de Ocata
Unos meses antes de su repentina muerte, Kojève concedió su última entrevista a Gilles Lapouge. Se puede encontrar en
El emperador Juliano y su arte de escribir, Grama ediciones, 2003. Hoy, al abrir este libro para consultar otra cosa, me he detenido a leer lo que en su momento había subrayado de esta entrevista:
- Hay en Kojève un extraño desplazamiento de la vanidad: el mundo lo admira porque lee a Hegel como quien lee Tintin y él se enorgullece de haber inventado un sistema de preferencias tarifarias y de haber logrado imponerlo.
- ¡Ah, sí! Fue muy bueno, lo de la Ecole de Hautes Etudes. Allí fue donde introduje la costumbre de fumar en clase. Y luego íbamos a comer con Lacan, Queneau y Bataille a un restorán griego del barrio que todavía existe, el Athénes.
- ¿Los filósofos? ¿Heidegger? Como filósofo, no siempre ha acertado. Y aparte de Heidegger ¿quién? Por otra parte, los filósofos no me interesan, busco sabios. Y encuentre usted un sabio
- Sobre el fin de la Historia: La famosa aceleración de la Historia de la que tanto se habla, ¿no ha notado usted que al acelerarse cada vez más el movimiento histórico avanza cada vez menos?
- Se puede morir por snobismo, como los kamikazes. Conoce sin duda la historia de Federico II, en el campo de batalla, cuando escucha los gritos de un joven herido mortalmente en el vientre: “Hay que morir como es debido”, y pasa.
- Este discurso filosófico, que nació en Grecia, junto a un hombre llamado Thales, conoció enseguida dos vertientes extremas: Parménides, cuyo discurso conduce al silencio, y Heráclito, que prefiere un discurso ininterrumpido, un discurso infinito en el que cada frase puede seguirse de otra. De ese discurso provienen los retóricos y los sofistas. Y bien, los sofistas modernos, hijos de Heráclito, son los sociólogos e historiadores cuyo discurso se caracteriza principalmente por ser infinito. Es el río de Herádito.
- Si un antropólogo nos explica que todo proviene del neolítico y que todo estaba ya en el neolítico, olvida que algo faltaba en el neolítico y que es el antropólogo mismo.
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12:13
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El café de Ocata
Ayer llovió y me quedé sin mi paseo vespertino. El día se hizo muy, muy largo y aunque trabajé muchas horas, aproveché muy poco.
- ¡Que aproveche! - se decía antes cuando pillabas a alguien comiendo.
"Aprovechar", leo en el diccionario, es sacarle el máximo rendimiento a algo, adelantar en virtud (estudios o artes) y "orzar cuanto permite la dirección del viento reinante".
Hoy hace un día magnífico, aunque el cielo, enharinado, parece reservarse la última palabra sobre la evolución del "astro".
- ¿Qué astro se espera? -se preguntaban los viejos de mi infancia, en mi pueblo, para informarse de la evolución previsible del tiempo.
El diccionario, que de esto sabe menos que los viejos de mi puieblo, sólo entiende por "astro" o bien un cuerpo celeste o bien una persona que sobresale en su profesión ("un astro de la pantalla).
Hoy, cómo no sé cómo acabará el día, para traer aquí la foto primaveral correspondiente, me he ido a visitar al único platanero que tenemos en Ocata, que es el platanero menos altanero del mundo, pero es el nuestro, aunque sea un platanero tullido y desgarbado.
"Desgarbado": Falto de garbo, es decir, de gallardía, "desinterés y generosidad". Hay que reconocer que en esto del generoso desinterés, las plantas, con las excepciones inevitables, nos ganan por goleada.
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22:05
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El café de Ocata
El mensaje de los bordes de los caminos: que en toda meta hay una pérdida, que hay grandes satisfacciones en la demora, que la mirada satisfecha no es la que busca, sino la que casualmente encuentra; que en la contemplación de la belleza efímera se resume todo Platón.
Dicen que el diablo se puso a llorar cuando oyó a un niño interpretar una sencilla melodía con una flauta. Quiso detener las notas y no pudo, se le disolvían en el tiempo, y entonces comprendió que estaba condenado a enamorarse de las cosas que pasan y que sólo Dios permanece.
¿Dios permanece? Según Leo Strauss, la respuesta que Dios le dio a Moisés cuando éste le preguntó por su nombre, fue la siguiente: "Seré lo que seré".
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23:46
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El café de Ocata
Dice mi nieto Bruno que al español le falta la palabra "inorgulloso". De hecho, no ha comprendido por qué una palabra tan necesaria no se encuentra en el diccionario. ¿Qué sentido tiene un diccionario si no están las palabras que se necesitan para nombrar las cosas con precisión?
Creo que esta ha sido su primera gran decepción cultural. Quizás algún día descubra que la cultura es un mantel más pequeño que la mesa que pretende cubrir.
Por cierto, hoy nos hemos escapado los dos de casa y hemos ido a ver a mi otro nieto, Gabriel, al que hemos llamado desde la calle para que se asomara al balcón.
A la vuelta hemos descubierto que en el "bosquet" (un pequeño parque próximo a mi casa) las flores que florecen son blancas.
Esta mañana, tenía programa en RNE y he contado los detalles de aquella vez en que mi nieto Bruno tosió. Tenía 6 días. Y lo llevé a urgencias. El pediatra, amabilísimo, me explicó que los bebés también tosen.
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7:42
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El café de Ocata
I Ayer por la noche participé como invitado en una tertulia de una radio catalana para hablar del presente educativo. Participaba también un alto cargo de la administración educativa catalana que me sorprendió mucho por su vacuidad. Según nos dijo, "todo es muy complicado", "no tenemos apenas certezas", "hay que actuar con cuidado para no ser imprudentes", "habrá que ver"... No le oí ni una palabra de confianza, algo que sonase como "tranquilas, familias, que vuestros hijos están en buenas manos". Esto del "paradigma" de la complejidad sirve para justificar mucha pereza. La pregunta es obvia: ¿Si no saben qué hacer, qué hacen ahí? Daba la sensación de que no tenía ni un dato seguro al que aferrarse para planificar el nuevo curso.
Los datos internacionales que van apareciendo nos muestran un panorama altamente preocupante. Cuanto más pobre es el medio de un centro educativo, menos contenidos nuevos se han trabajado. Añadamos que, mientras alrededor de un 11% de los alumnos está aumentando sus conocimientos, en torno al 60% los está reduciendo.
En mi opinión las diferencias entre los que aprenden y los que olvidan no se explican por su diferente acceso a las nuevas tecnologías, sino por su diversa implicación en el aprendizaje. Hay familias que, por decirlo así, se han autoinstituido en sujetos de aprendizaje colectivos y todos, padres e hijos, trabajan conjuntamente las tareas escolares e incluso las superan con actividades culturales que se procuran autónomamente. Hay familias en las que el prendizaje está siendo un motivo de roces permanentes entre el niño que está viendo la tele y los padres que le dicen que tiene que trabajar. Hay familias que han dejado al niño a su aire.
La administración educativa tiene el deber de conocer con detalle lo que está pasando y plantear alternativas que ayuden a compensar estas diferencias y, si hace falta, trabajar en diferentes escenarios, ofreciendo, a la sociedad la seguridad que esta necesita.
IIAyer asomé a la primavera, que estos días está girando hacia el violeta, a mi nieto Bruno. Él me preguntaba por cosas de mi infancia y yo le preguntaba por cosas de la suya.
IIIEn El Subjetivo hablo del psicosocialismo.
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El café de Ocata
I William Wordsworth:
Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.Yo no estoy tan seguro de esto como el poeta, pero es dulce mentirnos a nosotros mismos con palabras hermosas.
II Me llegó ayer esta maravilla, editada por primera vez en Pamplona en 1575. ¡Qué rica es la historia de la filosofía política española! Y está ahí, a nuestro alcance, como una herencia disponible para el que la quiera reclamar.
IIILo dije ayer públicamente en el diálogo que mantuve con Armando Pego por Youtube y lo repito hoy. Muchas son las cosas que se han visto en esta pandemia, pero a mí las que más me han llamado la atención son estas tres:
1. El retorno de las fronteras como instituciones terapéuticas en un mundo que hasta ayer creía que la mundialización era imparable.
2. El redescubrimiento de la familia como ámbito de acogida en el que la solidaridad no caduca. Cuando a los jóvenes se les han puesto las cosas cuesta arriba, han vuelto a la casa de sus padres, porque saben que nunca les faltará un plato en la mesa. Visto que ese marciano que tenemos de Ministro de Universidades, además de alabar la modernidad del alumno que copia en los exámenes, promueve la existencia de créditos en todas las facultades sobre perspectiva de género, yo, teniendo en cuenta el papel que en las horas críticas cumple la familia, propondría créditos de perspectiva familiar.
3. La presencia de la muerte, esa impertinente, empeñada en recordarnos que hay muerte porque hay vida.
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14:55
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El café de Ocata
Esto de internet es una ruina existencial.
No paro de dar charlas y entrevistas.
Creo que nunca había trabajado tanto y aquí, además, los horarios no importan.
El propósito para el nuevo año será: aprender a decir no.
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El café de Ocata
Pensando que el furor por hacer deporte que nos ha entrado a todos tras el confinamiento se habría calmado un poco, me he atrevido a dejar mis viñas y bajar hasta el paseo de la playa, el mismo que me he hecho tantas veces en solitario con mis auriculartes, siguiendo con el ritmo de los pasos el de la música. Además me he seleccionado algo especial: la música pura de los últimos cuartetos de cuerda de Beethoven.
Pues bien, la experiencia ha sido deprimente.
Todo el mundo tiene derecho a salir a pasear, pero mi paseo estaba irreconocible. Parecía las Ramblas. Había que caminar regateando para no chocar con nadie y en algunos tramos casi te daban ganas de abrirte paso a codazos. Así que, en cuanto he opodido me he alejado de allí y he vuelto a las viñas. Lo floración ha cambiado. Ahora dominan los amarillos en las flores silvestres.
Ayer, leyendo a Rousseau tras haber pasado unos días con Foucault, se me ocurrió que hay unos cuantos filósofos que no aman la vida, que huyen de la vida o se dedican a jugar con ella a la ruleta rusa. A los dos citados podríamos añadir al incomprensible Agamben, a Deleuze, a Althusser...
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El café de Ocata
- ¿Nos grabarás con el móvil un vídeo de unos cinco minutos y nos lo mandas?- No tengo inconveniente, siempre que tenga algo que decir.- ¡Seguro que sí!- ¿Sobre qué tema?- Sobre la salida de todo esto.- De acuerdo.
Lo grabo y lo envío.- ¿Qué título le ponemos'- Parerga pandémica.- Pero eso no lo va a entender nadie. ¡Es para twitter! ¡Por favor!- Pues ponle el que quieras.
A mí me gustaba, pero claro, si hay que aspirar a que te entiendan...
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Cierro aquí este diario del coronavirus.
En primer lugar, me sugiere el cierre el fetichismo del número 75. Mejor acabar aquí que en el 83, por ejemplo, ya que en algún momento hay que acabar.
Por otra parte, echo la persiana con la repetida constatación de que sigue en nosotros bien vivo el tipo de persona que éramos antes del pasado mes de marzo. Vengo de hacer la compra y en el mercado me he encontrado con esas mujeres, muy señoras de su casa ellas, que sólo eligen lo mejor para los suyos y que para elegirlo bien se vuelcan sin mascarilla sobre el género expuesto para indicar que este no, sino aquel de allá o, mejor, aquel otro.
Echo el cierre también porque quiero rumiar todo lo escrito en estos días, ya que me han hecho una propuesta muy interesante sobre este diario y tengo que valorar lo que da de sí. En su momento, si la cosa sale, que es lo que parece, les mantendré informados.
La vida sigue y yo recupero mis particulares manías. Por ejemplo, la de despertarme a horas intempestivas con el convencimiento de que eso que he escrito antes de irme a la cama no está bien. Hoy me he levantado a las cuatro para revisar un texto sobre Foucault. Una frase leída sin darle aparentemente importancia se me había quedado atravesada y ha sido la culpable de mi desvelo: "
Foucault gleefully hurled stones at the police, he was nonetheless careful not to dirty his beautiful black velour suit."
Ya he dicho más de un vez por aquí que yo no soy el que pienso mis pensamientos, sino que alguien que sólo en parte soy yo, es el que me piensa a mí corrigiéndome. Mi conclusión, ya avanzada la mañana, es que el pensamiento de Foucault sólo es comprensible si no se lo aleja mucho de las tendencias suicidas y masoquistas del mismo Foucault.
Esto de despertarme a horas monacales es el índice más claro de mi personal vuelta a la normalidad. Les tengo que confesar que a lo largo de estos días pasados he dormido como un lirón.
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El café de Ocata
Ayer, al atardecer, tomamos de nuevo el camino de las viñas.
Por algún sitio cuenta Pavese que, de vez en cuando, los dioses olímpicos, aburridos de tanta previsible felicidad como la que están condenados a disfrutar eternamente, bajan a las viñas de los hombres, a sentir la belleza de lo que la muerte ha tocado. Caminando entre ellas sienten lo que sólo entre los hombres se siente: las sorpresas de la fragilidad.
Ahí están las uvas nuevas.
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El café de Ocata
Continúan preguntándome por el mundo tras el confinamiento. Comprendo a los periodistas, hay que publicar algo. ¿Pero no podrían ser un poco más creativos con sus preguntas?
- ¿Cómo cree usted que será nuestra sociedad en la nueva normalidad?- ¿Qué cree que hemos aprendido?- ¿Qué cambios debemos hacer para que no vuelva a pasar?
Los periodistas parecen tener un repertorio único de preguntas del que, por lo visto, no pueden salir.
Lo único que sé sobre el futuro es que, pase lo que pase en el presente, el futuro suele confirmar los prejuicios que nos dominaban en el pasado porque estaban tan bien sedimentados que las turbulencias no hacen sino enturbiar el agua de la superficie.
Cuando voy caminando por la sierra litoral, envuelto entre pinos prímulas y aromas florales, asombrado del florecer de esta primavera extraordinaria, me encuentro con frecuencia con "runners" y paseantes. Lo que caracteriza a todos es que parecen no tener ojos para la belleza circundante. Los "runners" sólo se preocupan de llegar a punto a su cita con el cronómetro y los paseantes hablan por el móvil. Nunca había sentido lo que siento estos días: que la primavera es para mí solo. Me imagino que más de una de las personas con las que me encuentro considerarán a la famosa Greta la salvadora de esa misma naturaleza que ellos se niegan a ver.
Pasear hoy al atardecer por los senderos de la sierra, teniendo por encima los pinares y por debajo el mar y allá, sobre Collserola, unas puestas de sol de una luminosidad de plata, es la confirmación de que todo sigue igual.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
La tarea más urgente es la que recoge la locución latina "vitam instituere". Hay que celebrar de nuevo la vida, reconstruirla en sus pequeños detalles e instituir la normalidad, pero no la nueva, sino la de siempre, la de las cosas humanas, con su cotidianeidad y la poesía de sus rutinas habituales.
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El café de Ocata
Ayer nos hicimos algo más de diez kilómetros, porque no sólo de pan vive el hombre.
El placer de hollar las sendas que están casi completamente cubiertas de vegetación. Si la naturaleza siempre vuelve, nosotros también, con ilusión de exploradores.
La alegría de los colores vivos, que respiran. "El alma", decía Aristóteles, "es en cierto modo todas las cosas", porque a todas las acoge como una mano cordial. Desde Dionisio a Averroes, esta frase se interpretó como la confirmación de nuestra familiaridad con los dioses: Somos todo.
Somos, decían los filósofos griegos, los ojos que la naturaleza se ha dado a sí misma para contemplar su belleza.
De la montaña al mar, porque el hombre también se alimenta de horizontes y de las ensoñaciones que estimulan.
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El café de Ocata
¡Qué bello es caminar!
A las 8 en punto de la tarde abandonamos a nuestros vecinos aplaudiendo y salimos a pasear, con hambre de horizontes amplios. Sospechando que la mayoría de la gente se habría ido para la playa, mi agente provocador y yo nos dirigimos a la montaña, hacia las viñas y, efectivamente, nos encontramos a pocas personas dispuestas a subir cuestas. Pero el campo estaba allí, con todos sus verdes y todas sus humildes flores, y su brisa y sus panorámicas. Andar, ver, respirar, qué actividades tan elementales y qué satisfacción pueden proorcionar...
De todas las tonalidades de los verdes, me quedo con la de las viñas, que son casi transparente en sus pámpanos traspasados por la luz y alimonados en sus hojas nuevas. El renacer de las viñas es siempre un acontecimiento para los que nos hemos criado entre aperos de labranza.
La mecánica de la primavera es la cosa menos rivial que existe y, a pesar de que siempre sea la misma, siempre es nueva. Posee la novedad de la resurrección. La primavera es la fiesta de la aspiración colectiva hacia la luz.
En fin, que nos hicimos casi nueve kilómetros y llegamos a casa con la certeza de que seguíamos teniendo cuerpo, ya que habíamos experimentado que aún estaban en nosotros toda una serie de articulaciones cuya presencia ya casi habíamos olvidado. Y, después, ese dormir del cansado físicamente que le arranca todo su sabor al sueño...
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El café de Ocata
Resulta que hay una palabra en japonés para nombrar mi torre de Pisa de libros por leer, "tsundoku". La he encontrado en uno de esos libros que tengo a medio leer.
Mary Beard escribe en el
TLS sobre el cliché-mantra de "los científicos" a los que el gobierno dice seguir. Asegura que cada semana le resulta más difícil de soportar.
No existe una cosa llamada "la ciencia" de la que cada científico sea un portavoz fiel. Lo que existe es una variedad de hipótesis científicas en pugna. Pero, aunque existiera, "la ciencia" sólo podría proporcionarle al político un elemento para su toma de decisiones. El político es político porque hace política, es decir, porque elige entre alternativas en pugna que benefician a unos ciudadanos y perjudican a otros. Sí, la política es también el arte de elegir perjudicados, como en estos días estamos viendo muy bien.
No hay líder político en el mundo que no se jacte de seguir la senda de la ciencia y, sin embargo, sus políticas siguien diferentes caminos. Distan mucho de ser homogéneas.
En política, el recurso a los científicos tiene algo de falacia, porque se convierte en un arma arrojadiza contra el que te quiera objetar la convenencia de una decisión: "¿Y tú, qué científicos tienes detrás?"
La ciencia no nos va a decir cómo actuar para que el cuidado riguroso de la salud no nos condene a la miseria por el hundimiento de la economía.
Sospecho que cuando necesitas blindarte con tanto afán tras la ciencia, eres poco sensible a los matices de la realidad y, si actúas honestamente, propenso a una fe que tiene poco de científica. Si no actúas honestamente, eres un tramposo que está utilizando a la ciencia para impedir el debate honesto.
La ciencia aún no sabe muy bien hasta qué punto compartimos lo que exhalamos.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Cuando la fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno me invitó a dar una conferencia por zoom, pensé en lo que estaba escribiendo en aquel momento y les propuse el título "¿Merece la pena tener alma?" Cuando me añadieron que eran conferencias con bastante asistencia, que habitualmente superaba las 200 personas, me temí que el título asustase. Pero decidí mantenerlo.
A medida que iba escribiendo su contenido, me decía que debía rebajar el nivel, hacerlo más asequible. Pero no tenía ni idea de cómo sería el público que pudiera estar estar escuchándome y creí que debía tratarlos como adultos.
Los días previos a la conferencia comencé a recibir mensajes de amigos de México, Colombia, Argentina, Chile... que me decían que se habían apuntado y comencé a sospechar que podrímos llegar a los 200. Lo que no me esperaba, de ninguna manera, era que en zoom superásemos las 500 personas y que hubira no sé cuantas más conectados por otros medios.
Por supuesto, mi ego se sintió perfectamente complacido con el eco de mis palabras, pero hay algunas cosas que me interesan más que mi vanidad:
- En primer lugar, el hecho de que estuvieramos reunidos tantos para hablar del alma.
- En segundo lugar, la capacidad de nuestra lengua para congregar a personas de lugares muy distantes.
- En tercer lugar, que no hay que hablar de lo que te interesa, sino solo de lo que te apasiona.
- En cuarto lugar, que tiene razón Nietzsche: donde no puedas amar, pasa de largo; pero donde puedas amar, trata a los adultos como adultos.
- En quinto lugar, que hay otra puerta abierta en mi vida. No sé lo que encontraré más allá de su umbral, pero estoy decidido a cruzarlo.
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El café de Ocata
En
The Atlantic se preguntan si el contacto físico humano es necesario. Para los mediterráneos, sin duda, es imprescindible. ¿Habrá que ir aprendiendo a dejar de ser mediterráneo? ¿Pero para qué salir a la calle si tenemos que ir por ahí con cara de desconfianza? ¿Sólo para que nos dé el aire y hacer ejercicio?
Me siguen preguntando por el mundo pos-coronavirico. Me molesta muchísimo esta pregunta. ¡Y yo qué sé! ¡Si aún no estamos seguros de comprender el mundo coronavírico, cómo vamos a saber qué habrá después de él! Mi tendencia espontánea es decir que no aprenderemos nada. Pero lo digo intentando ser optimista, ya que, vistas las cosas que algunos nos dicen que habrá que cambiar...
¿Qué hemos aprendido del mundo pre-coronavírico? ¿Qué hemos aprendido del cosmopolitismo, del fin de las naciones, del poshumanismo, del mundo multipolar, de la pospolítica, de las guerras identitarias, etc.? Pues no mucho, porque cuando llegó el virus, nadie quiso tratarlo como un enemigo común y corrimos a protegernos todos detrás de nuestras fronteras nacionales, a ver quién las tenía más inexpugnables. No parece que haya habido mucha coordinación internacional ni tan siquiera en la UE. Nos costará admitirlo a los europeos, pero, cuando despertemos, la nación seguirá ahí.
En El Subjetivo me atrevo a hablar de nuestra patria.
Ayer en
El Norte de Castilla y en
El País
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El café de Ocata
No recuerdo qué actor era el que decía que "como fuera de casa, en ningún sitio". No es mi caso, aunque echo mucho en falta mi terraza del Petit Café, pero, por lo que veo, no son pocos los que por muy grande que sea su hogar, a los cuatro días del confinamiento comenzaron a sentirse como personas sin techo, "homeless".
"Aquel que quisiera aprender a volar", dice Zaratustra, "debe primero aprender a caminar y a correr". El gobierno parece haber seguido las instrucciones de Nietzsche para llevarnos al tiempo prometido de "la nueva normalidad".
Ya hay fechas para imaginar el futuro. Parece que el 11 de mayo se reabrirán las terrazas y que a finales de junio se podrá ir a la playa. En la repetición cotidiana de lo mismo no había futuro, sino un presente indefinido.
Me entero de que la mortalitad per covid-19 es más del doble en hombres que en mujeres. Siempre he sostenido que el masculino es el sexo débil.
Acabo de leer un artículo en The New Yorker que me ha provocado una especial desazón. Este es su titular: "Deaf-Blind People Fear That Doctors Won’t Save Them from the Coronavirus". Por lo visto, los americanos ciegos y sordos están siendo olvidados en la pandemia.
Walter Mehring, La biblioteca perdida (Die verlorene Bibliothek): “Cervantes no me abandonaba nunca. Era para mí el primero de los socorros, un bálsamo consolador capaz de sanar todas las locuras que herían mi corazón".
Mail de B.: "Ce matin, je suis passée place des Vosges en allant faire mes courses. Je n’ai pu résister à l’envie de faire une photo de cette galerie actuellement déserte et morte. C’est à l’endroit où nous nous sommes arrêtés et où je vous ai parlé de Victor Hugo et de DSK (page 193 de El Cielo... ). Votre légère ironie au sujet de cette conversation me fait sourire, rétrospectivement".
Hay también pequeñas pero entrañables utopías en el pasado, que hemos decidido dejar atrás como fortalezas sin conquistar, para que nuestro avance en el tiempo no nos haga insensibles a sus incursiones melancólicas por la retaguardia.