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El café de Ocata
Lo único que tengo que decir es que los albañiles llevan un día en casa y ya comienzo a echar en falta la cuarentena y cierra España. Por ahí afuera el gobierno sigue teniendo ideas, cosa que me preocupa cada vez más. Ahora, mientras unos estudian poner horarios para las salidas de casa, otros lanzan la idea de socializar el ahorro.
Escribe Samuel Richardson que "todos estamos perfectamente preparados para creer en lo que nos gusta". Ese, sospecho yo, es el mal del gobierno, puesto que parece tener un paladar muy caprichoso y voluble.
Añadido a las 10:59:
Tenía que haber previsto que mi amiga B. me podría ver; tendría que haberme puesto más elegante; pero la cuarentena te deja un tanto desmadejado e indolente:
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El café de Ocata
"El secreto de la felicidad es encarar el hecho de que el mundo es horrible, horible, horrible", dejó dicho el horrible Bertrand Russell, una depredador afectivo que allá por donde pasaba no dejaba más que corazones calcinados y cenizas (en Alan Wood, Bertrand Russell, the Passionate Sceptic).
En realidad, el mundo es tal como a uno le va y la manera de como a uno le va algo depende de su voluntad de encontrar belleza incluso entre los escombros.
Ayer fue un día hermoso, con un sol radiante, cielos altos, la primavera explotando y niños por las calles. Mi impresión es que la gente sabe lo que se juega, aunque no todos con la misma claridad. Mi nieto Gabriel vino a visitarnos y nos encontramos, a la debida distancia, en la calle.
Mi mujer y yo nos pasamos la tarde limpiando a fondo. Alguien dijo que uno no sabe lo que tiene hasta que no se empeña en limpiar a fondo. Pues eso... Pero estábamos obligados a hacerlo porque hoy, lunes, nos venían albañiles a casa -¡ya están aquí!-, que es una de esas cosas que, cuando han de hacerse porque no hay otro remedio, te animan a ver a Bertrand Russell como un paladín de la moderación. Curiosamente, esta mañana me he despertado con la conciencia clarísima de lo que estaba soñando: me había olvidado de hacer un mapa de Inglaterra que la profesora de inglés de la escuela nos había mandado de deberes. Nunca tuve una profesora de inglés en la escuela, pero sí he tenido albañiles en casa. A veces -aunque muy de cuando en cuando- sueño también que me llega una carta de la facultad diciendo que me falta un examen para que tengan validez mis títulos. Me imagino que son así los sueños de pobre.
Teniendo albañiles en casa es imposible no creer en el desconfinamiento.
10:18: Añado, tras venir de hacer la compra:
¿No os parece que hay demasiada gente esperando, expectante, encontrar en el comportamiento ajeno motivos para escandalizarse, como si creyeran que son tanto más morales cuanto más reniegan? Y cuando no encuentran en la superficie lo que buscan, escarban.
Al escribir "escarbar" he pensado en una moral de mondadientes.
Se me puede objetar que esta actitud es tan antigua como la misma vida en común, pero yo creo que las beatas de antes eran más honestas, porque sabían muy bien que eran las beatas del pueblo. La historia de los últimos 50 años podría explicarse como la de la metamorfosis de las beatas.
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El café de Ocata
Vivimos entre la desesperanza de la verdad y el miedo a la desinformación. La verdad puede ser políticamente malsana si desmoraliza y políticamente desmoralizadora si es malsana. Por eso los pueblos en las situaciones dramáticas necesitan a personas a quienes perdonarles que les digan verdades valientes, aunque sean verdades a medias. Nosotros no tenemos esas personas. Por la televisión, la mayoría de nuestros políticos o llevan trajes que les vienen demasiado grandes o tienen caras tan duras que les cubren las espaldas o, simplemente, se dedican a tocar la lira mientras Roma arde. ¡Qué de tonterías estamos oyendo!
Los expertos se merecen nuestra confianza cuando lo son realmente y en relación a aquello en lo que son expertos. El sitio de un cocinero experto es la cocina, no necesariamente un quirófano. Pero en la actual necesidad que tienen nuestros políticos de no exponerse a la intemperie, sino blindarse tras la ciencia, hay implícito un mensaje de cobardía y desconfianza. Primero, porque parece que todos los supuestos expertos en el coronavirus son aprendices más o menos adelantados con opiniones que distan mucho de ser coincidentes. Segundo, porque si el consejo de los expertos debiera evitar que los políticos dijeran tonterías, con ello no hay suficiente para decir la palabra que la ciudadanía necesita, que es una palabra de confianza en que los líderes llevan el timón con rigor y firmeza. Tercero, porque los mismos que nos dicen que hay que confiar en los expertos, nos aseguran que la situación es muy fluida y que lo que es bueno hoy quizás no lo sea mañana. ¿Qué visión de la ciencia transmite esta metamorfosis permanente de la verdad?
En España estamos viendo que los medios ideológicamente afines al gobierno tienen depositada en su gestión una confianza que parece indefinida, y los medios críticos una desconfianza que parece también ilimitada. El gobierno, a mi parecer, no está intentando ganarse la confianza de los medios críticos con las herramientas que podrían permitírselo, las de la información. Lo peor es que da la sensación de que no las tiene. Es la falta de trasparencia lo que a mi, personalmente, más me inquieta. Mirando a Alemania, a Nueva Zelanda, a Corea del Sur o a Taiwán, tengo la sensación de que aquí hemos hecho algo muy mal. Sin embargo hay quien justifica al gobierno con el argumento de que ninguno de esos países está contabilizando con transparencia sus muertos.
No debiéramos olvidar nunca a nuestros 14.000 ancianos muertos. A alguien habrá que pedirle responsabilidades por esta tragedia. No debiéramos ni dormir tranquilos con esta cifra escandalosa sobre nuestras conciencias. ¿Qué país es el país que se muestra insensible ante este escándalo? ¿Qué políticos son aquellos que frente a este fracaso dramático se siguen blindando tras los expertos que no han sabido preverlo?
Y una cosa más:
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12:45
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El café de Ocata
No solamente voy a contestar que sí a esta pregunta, sino que voy a defender que el humanismo (el humanismo no retórico) nació en Valladolid en 1550.
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El café de Ocata
No sólo Macron se ve obligado a jugar este papel. No sólo él venía a cambiar el mundo y ahora tiene que atender las urgencias de la vida y de la muerte. No sólo él se ve obligado a reconocer que la realidad no está obligada a seguir el cauce que le marcan nuestros proyectos.
La prensa norteamericana habla de "la nueva normalidad". Vería yo más ajustado a los hechos hablar de la inesperada anormalidad. No creo que nos podamos acostumbrar a esto. Aunque dudo que podamos recuperar, al menos a corto plazo, lo perdido. La nueva normalidad es, en realidad, la incertidumbre. Parece evidente que no podemos pagar la factura económica que supondría hacer lo que debiéramos hacer para preservar la salud, pero no sabemos si podremos soportar la factura humana de no poder pagarla.
Toda nuestra confianza está puesta en la ciencia. Esperamos que se descubra pronto un tratamiento, una vacuna, algo que nos permita recuperar la abandonada previsibilidad de nuestras vidas. Es decir, ponemos nuestra fe en las elites cognitivas. Pero actuamos en nuestras instituciones educativas como si el conocimiento fuese una carga que no debiera molestar la estabilidad emocional de nuestros jóvenes.
Ayer fue el cumpleaños de mi nieto Gabriel. 6 años. Él, que siempre está hablando de "la familia", se queja de que "este mes de abril no me está gustando nada, nada". Mi mujer y yo fuimos a visitarlo por separado y a feliciarlo desde la calle, mientras él se asomaba al balcón de su casa. Eso sí, llevábamos un bolso de la compra, por si acaso...
Tres cosas más a las diez en punto.
1. En la panadería a la que voy habitualmente a comprar el pan me han hecho un café con leche. Mi deuda con ella no caducará jamás de los jamases. La felicidad puede ser un café con leche en un día luminoso de primavera.
2. Un diálogo en plena calle:
- Se puede salir de casa tranquilamente porque no hay casi nadie en la calle.
- Pero no hay casi nadie en la calle porque los que se quedan en casa no piensan como tú.
3. En mi corto paseo de casa a la panadería y de la panadería a casa he visto dos puestos de venta de mascarillas. Uno, en una tienda de ropa de niño con la persiana a medio bajar; el otro, en un garaje. En los dos sitios había cola. Sensación de mercado gris oscuro.
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El café de Ocata
I En The Economist advierten de que hasta que haya una vacuna o un medicamento para combatir eficazmente el coronavirus, el resurgimiento de la epidemia será un peligro siempre latente. El problema es si es económicamente sostenible este estado de prevención de la latencia.
IITenemos un gobierno caricatural. Es cierto que, como decía Fraga, la política hace extraños compañeros de cama, pero uno no está preparado para ver ciertas cosas. Los comunistas, en el gobierno, ensalzan a Lenin. Los podemitas, en el gobierno, atacan a los jueces. Da la sensación de que comunistas y podemitas quieren estar a la vez en el gobierno y en la oposición, mientras los socialistas, en el gobierno, se empeñas en ser la oposición de la oposición. Cada día nos sorprenden con algo. La última sorpresa: la política populista de fijación de precios. Si obligas a vender mascarillas por debajo del precio de coste, el resultado es el mercado paralelo. III El populismo es la política a la que no le importa el hambre de mañana siempre que haya pan para hoy.
IVNuestros nietos contarán a sus nietos que un ser extraño, minúsculo e invisible, del que no se sabía si era o no un ser vivo, invadió las ciudades y dejó desiertas las calles y las carreteras, obligando a las familias a recluirse en sus casas porque el único procedimiento para luchar contra la invisibilidad del enemigo era evitarlo. La libertad se había vuelto un aliado del enemigo.
VUna buena utopía para estos tiempos: "Unitatem in necessariis, in non necessariis libertatem, in omnibus caritatem”. - Marco Antonio de Diominis, De Repubblica Ecclesiastica (1617).
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Hoy no es el día del coronavirus, sino el día del libro, así que me voy a permitir celebrar la lectura recordando al que, posiblemente, fue su mayor apologista en el siglo pasado, Leo Strauss. Aquí tienen algunas de sus reflexiones. I “Los hombres irreflexivos son lectores descuidados y sólo los reflexivos son lectores atentos.”
La persecución y el arte de la escritura, 1941
II“En un buen escrito cada parte, por ínfima que sea, es necesaria, y nada es superfluo.”
Sobre una nueva interpretación de la filosofía política de Platón, 1946
III“Aun cuando fuera cierto que podemos entender a los clásicos mejor de lo que ellos se entendían a sí mismos, sólo podríamos estar seguros de nuestra superioridad tras entenderlos exactamente como ellos se entendían a sí mismos. De otro modo podríamos confundir la superioridad de nuestra noción de los clásicos con una superioridad respecto a los clásicos.”
Sobre la tiranía, 1948
IV“Se aprende a escribir bien leyendo buenos libros”
¿Cómo estudiar el Tratado teológico-político de Spinoza? 1948
V“Yo sugiero que el fin del hombre debe ser comprendido en primer lugar como perfección de la comprensión”
¿Progreso o retorno? 1952VI“Es en la superficie de las cosas, y allá solamente, donde se sitúan los problemas que están en el corazón de las cosas”.
Pensamientos sobre Maquiavelo, 1958
VII“Platón sabía que la mayoría de los hombres lee más con su ‘imaginación’ que con una atención libre de prejuicios, y que por lo tanto obtienen más beneficio con mitos saludables que con la verdad desnuda.”
El liberalismo de la filosofía política clásica, 1959
VIII“Hay cosas que sólo pueden ser vistas como lo que se son si son contempladas con una mirada desarmada”.
¿Qué es la filosofía política? 1959
IX“La vida es demasiado corta para vivirla con algo más que con los grandes libros”
¿Qué es la educación liberal? 1961
X“Creo que los mayores errores que hemos cometido siempre, incluyéndome, por supuesto, a mí mismo, es que no prestamos suficiente atención a lo obvio, a la superficie”.
La República, curso del otoño de 1961
XI“Bajo la perspectiva moderna, al menos en ciertas escuelas, se cree que el método precede al conocimiento. Yo creo que el conocimiento es lo primero (...) no ha habido nunca un problema, una pregunta, que no haya ido precedida por el conocimiento”.
La República, curso del otoño de 1961
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10:25
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El café de Ocata
I Abril -dice el refrán- tiene cara de beato y uñas de gato. Hay que reconocer que este abril anda asomando sus uñas de gato con cierto recochineo. Estos días de lluvia, este cielo cenizo, estas ráfagas de viento, están haciendo mucho más pesada la cuarentena, refuerzan la sensación de que ahí afuera todo es intemperie.
IICreo que era Fraga el que decía del gobierno de Felipe González que sólo acertaba cuando rectificaba. No sé si Fraga tenía razón. Sé que este es un gobierno de Diego y de digo al que le falta capacidad de liderazgo. Tenía poco sentido que pudieras sacar a pasear al perro por donde quisieras y que para sacar a pasear a tu hijo tuvieras que ir al supermercado. "Alucinante -se quejaba un padre en las redes-. Yo vivo en el campo: puedo sacar a mi perra al campo para que corra, se desahogue, salte y disfrute de la naturaleza....pero si "saco" a mis hijos pequeños es sólo para llevarlos al súper o a la farmacia".
III Cuando escribí
La imaginación conservadora no podía prever hasta qué punto iba avanzada la sustitución del animal político por el animal terapéutico. Recurriendo a un famoso dicho español, oímos a los gobernantes repetir que "la salud es lo primero". ¿Pero es lo primero con respecto a qué? ¿Estamos seguros que todo lo demás es secundario? No me imagino a Churchill diciéndoles a los británicos que "la salud es lo primero". Claro que quizás por eso perdió las elecciones frente a Attlee.
IV¿Y de verdad la salud ha sido lo primero?
VEn vísperas del día del libro,
me encuentro con este regalazo.
VIHe cambiado de navegador y vuelvo a poder hacer comentarios.
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El café de Ocata
El domingo pasado estuvo todo el día lloviendo. Estos días desangelados, tristes, fríos, lluviosos, estos días ‘grisantemos’, deberían estar prohibidos en tiempos de cuarentenas. ¡Pero es que, además, al atardecer se fue la luz y no volvió hasta media noche! Asistimos, pues, con los brazos cruzados a la llegada de la oscuridad con una melancolía acentuada por las llamas de las velas y las sombras. Llovía, hacía frío y el barrio estaba sumido en un silencio denso y oscuro que parecía interminable. Incluso llegué a añorar las tardes de domingo de la normalidad.
¿Recuerdan aquella desazón anímica de las tardes del domingo?
En la
Historia de la decadencia escribe Cioran que “la única función del amor es hacernos soportables las tardes de domingo, crueles e inconmensurables, que nos dejan heridas que nos hacen daño durante el resto de la semana, e incluso durante toda la eternidad". Escribe esto, claro, porque no conoció la añoranza de las tardes de domingo.
Georges Seurat intentó pintar la tarde del domingo y, inevitablemente, le salió un cuadro enorme que tardó en terminar tres años. Lo tituló
Un dimanche après-midi à la Grande Jatte. Está habitado por figuras algo fantasmales que miran sin ver, salvo una mujer abrazada a un hombre indolente, indiferente a su afecto. Sospecho que abraza sin darse cuenta las sobras de un amor del sábado. Seurat creía estar fundando el neoimpresionismo y, en realidad, estaba anticipando esas tardes de domingo que ahora echamos en falta.
En aquellas tardes de domingo no es que estuviéramos tristes, simplemente nos compadecíamos de nosotros por nuestra falta de alegría.
El domingo pasado me compadecía de mí mismo por la falta de tardes de domingo.
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El café de Ocata
I“Nuestro objetivo es la refundación total del ser humano”, declaró uno de los principales “ingenieros del alma” del siglo XX, León Trotsky (Literatura y revolución). Y ya saben lo que ocurrió: que él mismo sucumbió a este proyecto.
IIEl hombre es un ser con fallos de diseño. Y ahí está la clave de su grandeza y de su miseria. Estamos condenados o a intentar acabar lo que se quedó a medio hacer o a aprender a vivir tullidos.
IIICada país es un régimen de gestión de los propios fallos de diseño. Por eso en todo político hay latente un ingeniero del alma o, al menos un potencial escritor de manuales de autoayuda para reparaciones anímicas de urgencia. La política es, y no puede ser otra cosa, una pugna de ingenieros.
IVNingún político sabe limitarse a ser representante de sus electores. Todos quieren ser también sus educadores.
VEn cada país las querellas entre ingenieros del alma presentan un tono específico. No suele haber muchas diferencias tonales. Lo realmente distinto es la tensión con que cada país percibe su diferencia. Nosotros tendemos a vivirla como excepcionalidad.
VIEsa querencia tan nuestra a dramatizar lo que nos pasa... Siempre estamos dispuestos a pasarnos con las especias. Nuestra sensación de diferencia, que comienza con la ignorancia de lo que ocurre fuera, acaba agravando nuestros problemas. Somos ingenieros con el pulso alterado.
VIIMe parece que en ningún país saben muy bien que hacer con sus reclusos (usted y yo, amigo), cómo sacarnos de nuestras casas para ir recuperando la normalidad. En todas partes se tiene miedo de que la normalidad sea, al menos a corto plazo, un peligro. El desconfinamiento es un "desconfiamiento".
VIIIQuizás el deseo más universal en estos momentos sea el de haber pasado inconscientemente, de manera asintomática, la enfermedad y estar blindados para la vida a la intemperie.
IXEl supuesto lapsus del Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel Santiago, al afirmar que parte del trabajo policial durante la actual crisis sanitaria consiste en minimizar "el clima contrario" al Gobierno, debe ser explicado con mucha mayor serenidad que lo hecho hasta ahora por el ministro del interior. Contra la gravedad, el remedio es la transparencia. Y que cada palo aguante su vela.
XLos ingenieros del alma españoles deberían proponerse como primer objetivo desmontar de una vez el dramatismo con el que nos vivimos, que es nuestro singularismo.
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El café de Ocata
ISuperamos los 20.000 muertos por coronavirus. La cifra oficial es, exactamente, de 20.043, pero todos sospechamos que se queda corta. Este número solo nos puede dejar indiferentes si no pensamos mucho en él. Si lo vemos meramente como una cifra sin contenido.
IIEn esta catástrofe los muertos no tienen rostro. No sabemos nada de sus rasgos físicos, sus biografías, sus planes, sus miedos, sus deudos... Nuestros 20.043 muertos son 20.043 muertos anónimos.
IIIMe resulta imposible llevar gafas y mascarilla. Se me empapan los cristales y no veo nada. Así que tengo que ir sin gafas por la calle, pero me las tengo que poner para pagar en las tiendas y aquí comienzan los problemas.
IVMe temo que todos creemos que los potenciales agentes contaminadores son los demás. Por eso ayer la propietaria de una frutería volvía la espalda a los clientes, se bajaba la mascarilla al cuello y tosía sin complejos. Por eso hay guantes por el suelo. Por eso es más fácil acercarse a un conocido que te encuentras por la calle que a un desconocido.
VSe atribuye a Jacques Chirac este esputo dialéctico: "Las mentiras políticas sólo vinculan a quienes las escuchan".
VIPor razones tecnológicas que se me escapan, no puedo ni responder ni agradecer los comentarios que ustedes dejan por aquí, pero hoy no quiero pasar por alto el de Eugenia Torres.
A mí, que no me olvidaré jamás de dónde vengo, me entristece profundamente que sean los padres de la escuela pública los que con más insistencia protestan contra las evaluaciones, los deberes y, en general, contra la exigencia académica escolar. Su actitud, además de contribuir a difundir una imagen poco rigurosa de los docentes, es profundamente lesiva para sus hijos. Un pobre pidiendo lástima es que es tan pobre que ha perdido hasta su dignidad. Si alguien no debiera nunca renunciar al pundonor, al orgullo, a la voluntad de superación es un pobre, a no ser que se dé por supuesto que la pobreza económica lleva aparejada una inevitable pobreza moral, cosa que me parecería insultante.
Cuando se habla de estas cosas siempre recuerdo un cartel electoral del PSUC en el que un obrero con las manos abiertas decía: "Mis manos, mi capital". No entiendo a quienes no quieren incrementar su capital, es decir, su autonomía. ¿Es que no se dan cuenta de que hay muchos conocimientos que si un pobre no los adquiere en la escuela no los va a poder adquirir en ningún otro sitio?
Sí, los docentes están haciendo un trabajo fenomenal. El mayor elogio que se les puede hacer es el de reconocer que están a la altura de las circunstancias. Procuro mantenerme en contacto con un gran número de centros educativos y creo saber lo que estoy diciendo. Pero, si le he de ser sincero, a veces tengo la sensación de que su trabajo, inmenso, es un poco caótico, especialmente con los alumnos que no siguen un libro de texto. La crisis actual nos está demostrando dos cosas. La primera, que la tecnología puede -y debe- completar al maestro, pero es incapaz de sustituirlo. La segunda, que la improvisación no puede suplir una buena secuenciación de contenidos. Si los alumnos tuvieran un libro de texto, el seguimiento coherente de su trabajo en casa sería más fácil. Además muchos libros de texto tienen versión digital, con lo cual se facilitaría su seguimiento.
Repito aquí algo que he estado defendiendo en varios foros estos días: Un aprobado general no es otra cosa que el desprecio colectivo hacia el conocimiento convertido en regalo lastimoso a los alumnos más vulnerables para hacerles creer que así compensamos su vulnerabilidad.
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El café de Ocata
IGracias a todos los que ayer os preocupasteis por mí. Pero estoy perfectamente. Lo mío fue una pequeña pájara mientras subía el Tourmalet, al que no hay manera de verle la cima.
IIEsto de
uno de mis blogs de guardia, Auto/ficción: "Pienso en la inconsciencia del que pasea, incapaz de anticipar que con los años inéditos sentirá nostalgia de los pasos inocentes, perdidos para siempre, sabiéndose culpable, ahora, por no advertir -entonces--el peso magnífico de la luz y el aire suavemente aromático, y esa aspereza de la tierra con la que se alegran las manos de los campesinos".
IIIEl confinamiento es una invitación permanente a la inacción culpable, a pasar las horas muertas tumbado en el sofá, frente a una televisión encendida pero incapaz de decirte nada, aunque no pare de hablar, mientras piensas que hay mil maneras mejor de aprovechar el tiempo. Al prolongarse, inevitablemente nos obliga a mirarnos con displicencia. "¿Esto es todo lo que sabes hacer?", nos preguntamos.
IVPasar el tiempo, es decir, poner las riendas de nuestra vida en manos del tiempo, ese es el martirio blando de la desidia. Una dulzura amarga.
VLos antiguos, y Aristóteles en primer lugar, diferenciaban varias formas de relacionarnos con el tiempo:
1. La "skholé": Es la relación activa con el tiempo libre. Hay que subrayar "libre", porque esta actividad es propia de la persona que tiene cubiertas sus necesidades corporales y se dedica a las actividades liberales, las del espíritu. Los mejores ejemplos de estas actividades serían la música, la lectura y, sobre todo, la teoría. De aquí deriva nuestra escuela.
2. La ocupación ("askholia", o negación de la "skholé): Es el conjunto de actividades con las que tenemos que acarrear para poder disponer de tiempo libre. Es el trabajo ("ponos") que nos permite comprar el descanso. Dice Aristóteles que vamos al trabajo como a la guerra, para conseguir la paz.
3. La recreación ("anapausis"), es el descanso del trabajador, el paréntesis en el que se recuperar fuerzas, el rato del bocadillo o del cortado, vamos.
4. El juego (paidia), que nos relaja, entretiene y divierte.
En nuestra relación con estas diferentes formas de gestionar el tiempo se acaba formando nuestros carácter ("ethos").
VI
A veces Aristóteles utiliza el término "diagogué" en relación con la "skholé". El prefijo "dia" indica proceso, a través de (día-logos, día-metro...). El verbo "ágo" significa conducir. Hermes, el dios conductor de las almas, recibía el apelativo de "diagogueo".
Con esta relación, Aristóteles quiere indicar que la "skholé" es el proceso mediante el cual nos vamos transformando a nosotros mismos.
VIIY aquí me permito una breve parada en el "pedagogo", término formado con "paidós" (niño) y el verbo "ágo". En Grecia, era la persona que acompañaba al niño hasta el lugar donde se practicaba la "skholé". Cuando comenzó a utilizarse esta palabra en Italia, a la gente le sonaba a "pedante", que no significa otra cosa que "peatón", "andar a pie", porque tenían muy presente el contraste entre la arrogancia de muchos pedagogos (ya resaltada por Platón) y su pobreza (tanto material como de "skholé").
VIIIUn ejemplo un poco hiperbólico de lo que era la "skholé" nos lo proporciona Plinio el Joven en una de sus cartas, al relatar la permanente hambre de sabiduría de su tío, Plinio el Viejo. Nunca dejaba de aprender, fuese el que fuese el bullicio que le rodeaba. Incluso cuando iba a bañarse aprovechaba para escuchar algún libro o dictar algún texto. "A su lado había siempre un secretario con un libro y tabletas (...). Por esta misma razón prefería ser transportado en una silla por Roma. Recuerdo una vez que me criticó por ir caminando y me dijo: 'No deberías haber perdido ese tiempo', porque pensó que se desperdiciaba todo el tiempo que no se dedicaba al estudio".
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El café de Ocata
Ayer por la tarde, no sé muy bien por qué, viví un fuerte bajón anímico. ¿El primero?
De repente comencé a pensar que el hecho de haber estado protegido hasta hoy no significa que mañana no vayas a infectarte y que el hecho de haber generado anticuerpos positivos no es una garantía de protección y me vi a mí mismo recluido en casa por tiempo indefinido para proteger una fragilidad que la misma reclusión fragilizaba. Al mismo tiempo recibí varios mensajes de amigos que me comentaban que se lo estaban pasando mal, bien porque sus negocios estaban acumulando pérdidas cada día, bien porque estaban hartos de la cuarentena.
Todos los planes que tenía para este año se han visto alterados. Las fechas de entrega de varios textos se han pospuesto sine die y me vi rodeado de proyectos ilusionantes truncados. Me encerré en mi cuarto y sentado en el sofá estuve un buen rato sin hacer nada, sintiendo pasar el tiempo de manera deshilachada y vaga. Pasado un rato, comencé a leer. Me entretuve un poco con La educación de los hijos, de Nebrija y decidí que tenía que escribir algo sobre ese interesantísimo texto, pero pronto pasé a otra cosa, y a otra, y finalmente me fui a la cama dejando varios libros abiertos sobre la mesa. Me costó dormirme. Me sentía recluido dentro de la reclusión y mis pensamientos me llevaban a otra reclusión, la interior, que era como la reclusión de un vacío.
Hoy estoy más animado. Me imagino que no sólo las estadísticas del coronavirus tienen dientes de sierra.
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El café de Ocata
"No queremos entender que la precaución es el mejor médico del Mundo", escribía el polígrafo Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781) en
El mundo engañado por los falsos médicos. Algunos "expertos" dicen que la precaución, en el caso del coronavirus, va para largo.
He escrito en
El Subjetivo sobre la fractura moral que nos ha producido el coronavirus, aunque no parece escandalizarnos demasiado.
He titulado el artículo Rerum senilium, pensando en las cartas de Petrarca.
Veo también una fractura moral en la frivolidad con que se anuncia que se dará un aprobado general a los alumnos de primaria y secundaria En realidad, lo que se anuncia es una promoción mayoritaria, pero no general, puesto que se dice que sólo repetirán los casos imprescindibles (luego, habrá repetidores), que se planificarán actividades de recuperación para los que lo necesiten (luego se admite que la promoción no significa aprobado) y que la evaluación no será homogénea, ya que se tendrá en cuenta el diverso rendimiento del alumnado en los dos primeros trimestres del curso. Es decir, se copia a Italia pero con una salvedad, aquí se acaba dejando en manos de las Comunidades Autónomas la letra pequeña del asunto.
Las autoridades educativas parecen creer que no importa que seamos más o menos inteligentes, más o menos virtuosos, más o menos autónomos, más o menos egoístas, más o menos vagos... lo que importa es que somos vulnerables y hay que evaluar a los alumnos por su vulnerabilidad. Hay en esta convicción pedagógica una derrota moral que, sin embargo, muchos pedagogos consideran una victoria. Pero la vulnerabilidad es una propiedad universal del ser vivo y por sí misma es incapaz de discriminar entre diferentes modelos de vida. Para aspirar a una vida buena se necesita un criterio de evaluación de lo humano diferente, un criterio que apunte hacia lo mejor que cada uno puede llegar a ser, no a lo que todos, inevitablemente, ya somos.
Johnny E. Williams se pregunta si la "romantización" de la cuarentena es un privilegio social. La pobreza siempre cuenta, como es evidente, sobre todo en los países pobres. "¿Qué tipo de cuarentena vamos a tener aquí, me preguntaba un amigo mexicano, si mucha gente no tiene ni casa?" Pero entre nosotros, eso que Williams llama "romantización" no es sino una forma sofisticada de espantar el miedo. Lo que determina cómo vives las cuarentena no es tanto tu espíritu aventurero como la diferencia entre la salud y la enfermedad.
Les voy a hacer un regalo.
Echen una ojeada a la Fundación Robert Schuman.
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El café de Ocata
¡Lo que me cuesta escuchar en la tele a políticos y a expertos! No creo que sea del todo sana esta hartura mía, pero eso es lo que hay. Los veo como pésimos actores, sin registros, que temen defraudar a un público necesitado de actores creíbles. Pero peores, como dice Hughes, que los políticos y expertos, son los intelectuales que nos quieren convencer de que el futuro estará a la altura de sus prejuicios. Hay una auténtica epidemia de futurólogos incapaces de respetar su miopía. ¡Menos mal que los pueblos se empeñan en desmentir a sus profetas!
Rafael Gambra -¿alguien se acuerda de él?- comentaba en uno de sus artículos en El pensamiento navarro (17 de octubre de 1971) que una vez oyó en Navarra una expresión que designaba muy gráficamente la inutilidad o irrelevancia de una conversación o de unas deliberaciones: “es como lo que hablan los pobres en los pajares”.
El 15 de marzo comencé este diario. Llevo, pues, un mes, pobre de mí, hablando conmigo mismo en este pajar digital. ¿El primer mes?
Nota: Para las ironías barojianas sobre lo de "pensamiento navarro", recuerdo que El pensamiento español lo creó y dirigió el navarro más navarro que en la historia ha habido: Francisco de Borja Navarro Villoslada y Navarro Villoslada (sus padres, Manuel y María del Pilar, eran primos, de ahí la repetición del apellido) que, además, nació en Viana.
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El café de Ocata
I"De furia de villanos, de etcétera de notarios y de consulta de médicos, libera me Domine" - Juan Costa, "El gobierno del ciudadano", Zaragoza, 1584.
IIUn nuevo vídeo de animales urbanizándose. Esta vez muestra a un par de ciervos paseándose como dos turistas ociosos por las calles de un barrio de París.
IIILa Generalitat de Catalunya, reticente ante la vuelta al trabajo en actividades esenciales, ha advertido de un posible rebrote de los contagios si no se acata el confinamiento estricto de la población. Al mismo tiempo, el Servei Català de Trànsit informaba que el Lunes de Pascua, estando vigente el estado de alerta que obliga al confinamiento en las casas, han regresado al área metropolitana de Barcelona 40.432 vehículos. El presidente de Foment del Treball ha defendido el retorno a las actividades no esenciales porque “la que se nos viene encima es grande”.
IVLa primavera está explotando en mi jardín:
V
La OMS: “El nuevo coronavirus que da lugar al covid-19 es 10 veces más mortal que la gripe A (H1N1), que apareció en marzo del 2009 en México”.
VI
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Jesús Silva-Herzog sostiene en su blog “Andar y ver” que la falta de realismo político “es, aunque parezca extraño, resultado de una imaginación seca”. Estoy de acuerdo. El pobre de imaginación es incapaz de ver nada que ponga en cuestión sus prejuicios y no sabe mantener un trato saludable con lo que tiene delante de las narices. No ve más que la parte de la realidad adicta a sus preconcepciones. El resto le resulta sencillamente impensable. “La imaginación es la perdición del ideólogo”, concluye. Pues bien, la Generalitat de Catalunya se ha sentido gravemente ofendida porque el gobierno de España le ha mandado 1.714.000 mascarillas. ¡1.714! Ha tomado la cifra como un agravio a la historia de los catalanes. A Navarra han mandado 16.000 mascarillas. Curiosamente el año 1600 se derrumbó el claustro gótico de la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles y Francis Bacon descubrió la existencia de una cosa llamada "sesgo confirmatorio".
VIII
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La liturgia de los aplausos de las ocho de la tarde se ha impuesto en mi calle como una celebración eucarística. Diría que hemos descubierto colectivamente el placer de tener la obligación de un ritual compartido. Ayer estaba hablando amenamente por teléfono con un amigo de Málaga cuando dieron las ocho y le dije que tenía que colgar. No solo aplaudimos con ganas e, incluso, con cierta rabia. Lo principal es que nos saludamos unos a otros con nuestros aplausos, atentos a que no falte nadie. Me gusta tener esta sujeción a tierra firme, como a un amarre al más allá del confinamiento. Creo que a estas alturas todos tenemos claro que aplaudimos porque así tenemos algo que ofrecernos.
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El café de Ocata
Tras varias mañanas soleadas, hoy amanece nublado. Ha llovido durante la noche y, muy probablemente, volverá a llover durante el día. La primavera es voluble, como la naturaleza. Ayer circuló por las redes un vídeo en el que se veía un gamo corriendo por las desiertas calles de Valladolid.
E.R. me envía un mail con sus observaciones sobre el lenguaje que, pretendiendo ayudarnos, no deja de acosarnos en esta crisis:
- Las mascarillas no son necesarias en marzo, pero son imprescindibles en abril.
- El virus es como la gripe en febrero, pero en marzo es una pandemia mortal.
- Tenemos la mejor sanidad de Europa, pero no tenemos camas, ucis, respiradores, ni mascarillas para los hospitales.
- Tenemos controlada la epidemia, pero no sabemos cuántos contagios hay porque no tenemos tests y desconocemos el porcentaje de asintomáticos.
- Nadie puede salir de casa, salvo los que tengan que ir a trabajar en puestos esenciales, en puestos no esenciales, y los que deban ir a hacer la compra...es decir que confinados realmente solo están los niños...
- Hemos adquirido mascarillas pero no las distribuiremos hasta que acopiemos más.
- Decían en febrero-marzo: "No OS protejáis con mascarillas (en residencias, en empresas..) para no crear alarma". Y al cabo de una semana, se decretaba el estado de alarma.
- No hemos acabado el confinamiento del estado de alarma, pero se puede ir a trabajar porque no se puede colapsar la economía.
- Los que deban ir a trabajar, que vayan en transporte privado, aunque las mascarillas las repartiremos en la entrada del metro.
Podemos añadir algún mensaje paradójico más
- Debemos dejar atrás las palabras gruesas y el lenguaje agresivo, pero los de mi partido, seguirán igual.
- Todos debemos trabajar unidos en torno a un gobierno desunido.
- Todas las medidas están basadas en criterios científicos, pero no todos los científicos comparten las medidas.
- Las muertes descienden, pero en los días festivos no sabemos muy bien qué pasa; habrá repuntes y no hay que descartar que vuelva a ser necesario tomar medidas extremas.
- Hay que volver al trabajo y las empresas deben garantizar la protección de los trabajadores, pero la CEOE denuncia que el Gobierno no ofrece los medios para ello y los sindicatos piden no trabajar "sin protección".
- El gobierno asegura que se negocia con los empresarios mientras estos se quejan de que a penas se los informa y, en todo caso, prefieren no ser informados por Iglesias.
Lo único cierto es que el número oficial de fallecidos asciende ya a casi 17.000. Y todos sabemos que el número oficial no es el real.
E.R. concluye su mensaje: “y así....se puede listar innumerables mensajes con doble vínculo en el que el ciudadano queda atrapado hasta la esquizofrenia social”.
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El café de Ocata
IDomingo de Resurrección. «La luz es lo más hermoso de este mundo, y del otro», decía Miguel Servet.
IIAlemania nos ha demostrado en esta crisis que la política es el arte de elegir perjudicados, es decir, de elegir quienes no forman parte de los nuestros. Vista la contundencia con que ha defendido a los suyos, los alemanes ya no están en condiciones para mirar por encima del hombro a Viktor Orbán.
IIILas familias en reclusión viven como vivían antes, pero amplificando sus rasgos. La cuarentena no ha hecho aflorar nada nuevo, solo ha subido el volumen. Leo en la prensa que "un hijo pega a su padre porque este se niega a salir a comprarle marihuana".
IVHay muertes invisibles por coronavirus: las de los ancianos que mueren solos en sus hogares y que no aparecen en los datos oficiales. A veces un vecino llama a la policía porque en el piso de al lado el teléfono no deja de sonar...
VEl escritor norteamericano Nick Tosches solía tener un lamento en los labios: “I wanted to be alone, not forgotten”. Hay que tener a alguien que te quiera mucho al lado para que te deje solo sin abandonarte ni un minuto.
VICuando Petrarca decía "sé que en las cosas humanas no hay nada sólido", miraba al cielo y se tranquilizaba. Allí reinaba lo estable.
VIIA partir de mañana y visto que las cifras de muertos y contagiados mejoran día a día, los trabajadores de sectores no esenciales volverán al trabajo. La medida del gobierno es arriesgada, porque no cuenta ni con el beneplácito de todos los expertos ni con la unanimidad en el Consejo de ministros. Pero parece claro que si no comenzamos a descongelar la economía, la falta de recursos puede acabar siendo insoportable. El gobierno de la Generalitat se ha apresurado a culpar a Sánchez de un posible rebrote de la epidemia.
VIIIEl futuro siempre sorprende con sus grandes descubrimientos históricos. Nos esperan grandes descubrimientos en las próximas semanas.
IXGracias, B.:
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El café de Ocata
IEuropa, decía Steiner, es una plaza con una terraza de un café. Sueño con los densos y aromáticos cafés del Petit Cafè. Su terraza era, a partir de las 11:00 mi lugar de trabajo. Allá estaba mi mesa, a la sombra de un plátano.
IIQuizás lo que quede de esta crisis, dada la evidencia de que la memoria es la gran prófuga de la política, sea el recuerdo efímero del sentido de lo trágico. Pasadas unas pocas semanas, volveremos a creernos posmortales... siempre que el virus no mute, claro.
III Una palabra me ronda desde hace días, la de "descontemporáneo". Hay que ser algo descontemporáneo para poder alejarse un poco del presente y observarlo a la distancia que permita comprenderlo. De cerca, se ve todo borroso.
IV¿Y si solamente ante Dios -ante el Cristo velado del Sábado Santo, también- pudiéramos tener una imagen completa de nosotros mismos? La liturgia cristiana nos dice que Dios no se nos da en una única imagen, sino en la historia.
VLo veo cada vez más claro: Se está pasando el miedo. ¿Es por el efecto balsámico del tiempo o por el enorme empeño de nuestras autoridades -acompañado por el de la mayoría de medios de comunicación- por ocultarnos los muertos y así convertir nuestra reclusión en una burbuja de aburrimiento, de un aburrimiento... y de nada más?VILeído en las redes: "La vida normal comenzará el día que abra el bazar chino del barrio".
VII
El volcán Krakatoa ha hecho erupción, despertando a otros seis volcanes. Hubo un tiempo en que creíamos en signos premonitorios. Ahora tenemos que conformarnos con regularidades estadísticas.
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El café de Ocata
La cuarentena es una molestia soportable. Es cierto que comienza a percibirse una saturación. Hartos de recluirnos entre cuatro paredes, vamos asomándonos cada vez con más descaro a las puertas de nuestras casas y perdiéndole el miedo a la intemperie. Nunca he visto a más personas sin prisa paseando melancólicamente a sus perros por la calle mientras se entretienen con el móvil. Pero la reclusión, aunque canse, es llevadera. Comemos y bebemos bien. Hay montones de canales en la televisión, siempre hay libros interesantes por leer y los amigos son amables y llaman de vez en cuando para decirnos que están ahí.
Las cosas cambian radicalmente cuando el virus se entromete de sopetón en nuestras vidas y descubrimos, de repente, cuál es la auténtica realidad de lo que nos está pasando. Quien choca con el virus, no puede evitar, por lo que me cuentan, sentirse pasajero del Titanic. La tripulación es incapaz de tapar las vías de agua que se han abierto en el "estado del bienestar" y tus demandas de socorro se pierden entre los gritos de auxilio de un pasaje asustado e impotente.
El estado de bienestar funcionaba porque en realidad no lo habíamos puesto a prueba. Nunca le había llegado el agua al cuello.
Me han contado historias terribles. Me gustaría poder detallar lo que el director de una residencia de ancianos me ha dicho, pero le he prometido mi silencio y lo tendrá. Ayer, una amiga me relataba con detalle su perplejidad cuando una voz remota le aconsejó por teléfono que confinase a su hijo de catorce años en su habitación porque tiene todos los síntomas del coronavirus, a pesar de que en su familia han llevado la cuarentena a rajatabla. La misma voz le añade que lo lleve a urgencias "si empieza a ahogarse", pero que no hay tests. Llegarán, pero no saben cuándo. Lo importante es que le observen la temperatura con frecuencia. ¿Cómo, si el termómetro de casa está estropeado y es imposible encontrar uno en las farmacias? Me cuenta más cosas inquietantes que no me atrevo a transcribir porque me cuesta creer que sean ciertas.
A pesar de las dimensiones de la tragedia, nos negamos a ver las imágenes de los ataúdes alineados en los espacios habilitadas para ello. No queremos contemplar el retorno de la muerte, esa cosa tan obscena que habíamos alejado de nuestras vidas, recluyéndola en tanatorios higiénicos, con máquinas de café y estrictos horarios de visita. Nos negamos a mirar cara a cara a la desnarigada porque, si lo hiciéramos, nos veríamos obligados a aceptar nuestra pequeñez, tan vulnerable. Pero la muerte, esa molestia insoportable, se ha empeñado, nos guste o no, en exhibirse sin complejos en la plaza pública de una sociedad que, hasta hace pocos días, quería creerse a las puertas de la posmortalidad.
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El café de Ocata
Parece que, poco a poco, se va viendo más gente por las calles. Los paseos de los perros se van alargando unos metros cada día, el camino de la compra es menos directo, la puerta de las calle más tentadora... Estamos comenzando a sentirnos saturados. ¿Hasta cuándo seremos obedientes?
Sobre el dilema de ayer, la respuesta es que, si necesitamos ser morales es porque somos finitos. En el fondo, es el mismo dilema que nos planteaba Platón con su famoso anillo de Giges: ¿Cómo actuaríamos si fuéramos propietarios de un anillo que nos hiciera invisibles? Eso es ética-ficción. La cuestión importante es cómo actuar cuando tienes cuerpo y cortas miras. En una ocasión, Moyano desarrolló un largo discurso en el Parlamento sobre lo que hubiera ocurrido de no haber triunfado la revolución del 68. Sagasta le contestó: “S.S. me recuerda lo que le pasó a uno que se entretuvo toda su vida escribiendo una obra de muchos volúmenes para demostrar los milagros que hubiera hecho un santo, si tal santo hubiera venido al mundo”.
Viendo las declaraciones y ruedas de prensa de nuestros gobernantes, me acuerdo de la historia de aquellos dos vecinos que contaba Freud. Un vecino le dice al otro” Yo jamás te pedí prestado tu caldero y, además te lo devolví intacto y, por otra parte, ya estaba agujereado”.
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El café de Ocata
Día -¡al fin!- de trabajo intenso y productivo. Productivo no significa que haya escrito páginas admirables, ni tan siquiera que haya avanzado en la resolución de algo, sino que me pasé el día ahondando en la complejidad de un problema que tenía entre manos. Digamos que al anochecer su complejidad era mucho mayor que al amanecer. Y eso está bien. Quisiera escribir una defensa del humanismo, escandalizado como estoy por lo que estamos haciendo con los ancianos. Tengo la sensación de que nos estamos derrotando moralmente a nosotros mismos al plantearnos siquiera la cuestión de qué vidas son más o menos útiles. Una vez abierta esta rendija, los fantasmas que se cuela por ahí son incontrolables. Volví a Kojève y me llevé un interrogante a la cama: ¿Y si el poshumanismo ya ha tenido lugar y estamos viviendo en una situación en la que no nos importa a cuánto tenemos moralmente que renunciar para preservar nuestro bienestar material? Agamben parece no dudar de que, efectivamente, esto es lo que pasa. Pero no deja de ser pasmoso que los jóvenes no comprendan que los viejos no son alienígenas, sino, simple y estrictamente, su futuro.
La perplejidad se me hizo explosiva cuando me detuve ante el siguiente dilema moral que nos presenta Saul Smilansky, un profesor de filosofía de la Universidad de Haifa: Lo que somos no es independiente de lo que nos ha hecho, así que o lo queremos todo o lo rechazamos todo. ¿Si pudiéramos hacerlo, qué preferiríamos: eliminar del pasado las circunstancias calamitosas que, sin duda, provocaron enormes sufrimientos a otras personas, eliminando también la posibilidad de nuestra existencia, o elegirnos a nosotros y por lo tanto todo lo que nos ha hecho posibles, incluyendo el sufrimiento ajeno? (
Saul Smilansky, “Morally, Should We Prefer Never to Have Existed?” Australasian Journal of Philosophy).
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IComienza a hablarse de la salida del túnel, del retorno, de la recuperación de la actividad económica, de estabilización, de mesetas, del plan para recuperar progresivamente la normalidad.
¡"Normalidad", qué palabra!
En las últimas 24 horas han muerto 205 ancianos en las residencias catalanas de la tercera edad por el coronavirus. Nos vamos acercando al millar de defunciones y, sin duda, rebasaremos la cifra porque no deja de crecer el número de positivos y hay más centros con presencia del virus que sin él. Mientras tanto, el ayuntamiento de Barcelona ha declarado que no tiene capacidad para incinerar a todos sus fallecidos.
IICuenta Estobeo (Florilegio 3.7.69) que "cuando una plaga estaba afligiendo a los espartanos, a causa del asesinato de los embajadores de Jerjes -que habían exigido tierra y agua como signos de servidumbre-, recibieron un oráculo según el cual serían salvados si algunos espartanos fuesen seleccionados para ser ejecutados por el rey. Entonces Boulis y Sperkhis dieron un paso adelante porque creían que eran dignos de ese sacrificio. El rey, impresionado por su valentía, les ordenó que se fueran a casa".
Es decir, hubo un tiempo en que las plagas tenían sentido. Quiero decir, había una razón moral que las explicaba y, por lo tanto, había una razón moral para superarla. Ahora no. Ahora sabemos que el virus es amoral. Morimos sin razón, porque no hemos tenido suerte.
IIILa palabra "cuarentena" proviene del italiano "quaranta", pero su origen remoto se encuentra en la Biblia, donde la purificación está frecuentemente asociada a este número: los cuarenta días y cuarenta noches del diluvio, los cuarenta años de errancia de los israelitas en el desierto... y los cuarenta días de Cuaresma.
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El café de Ocata
B. me envía un interesantísimo artículo que Bernard-Henri Lévy firma en Le Point ("Hystéro-virus", 9 de abril de 2020).
El filósofo francés comienza repasando dos importantes pandemias de la segunda mitad del siglo XX por las que hemos pasado muchos de nosotros. La primera, la gripe asiática de 1957-58, causó la muerte de entre uno y dos millones de personas. La segunda, la gripe de 1968, conocida como gripe de Hong Kong, se cerró con, al menos, un millón de muertos.
Observa Bernard-Henri Lévy que nadie se acuerda de estas dos pandemias por la sencilla razón de que nadie las consideró dignas de ser rememoradas. En su transcurso, nadie imaginó, tampoco, la posibilidad de un confinamiento masivo o de paralizar la economía. Podemos sospechar, pues, que no son los hechos colectivos los que dejan por sí mismos una huella en nuestra memoria, sino el eco que esos hechos encuentran en los medios de comunicación. Un acontecimiento no es histórico, ni marca la frontera de un antes y un después colectivo si los medios de comunicación no se empeñan en asegurarnos que será así.
Hoy, resalta Lévy, sin darnos apenas cuenta de la relevancia de lo que estamos haciendo, consideramos como algo evidente que la vida tiene prioridad sobre la economía. “Eso es magnífico”. Pero no debemos olvidar que, en contra de lo que frecuentemente se oye, no estamos ante una tragedia sin precedentes, sino ante una histerización mediática de una tragedia, porque los “showcratas de los medios de información” se han empeñado en que así sea.
La pregunta que esta situación le sugiere a Lévy es inquietante: “¿Qué privilegios, qué derechos y libertades estamos dispuestos a sacrificar en el altar de nuestro sueño de un Estado sanitario en el que nos curaríamos de todo, hasta de la muerte?” Al leer esta pregunta he pensado inmediatamente en el "Estado universal y homogéneo" de Kojève, que garantizaría nuestro bienestar colectivo y nuestros pequeños placeres cotidianos a cambio de ir diluyendo en el caldo de la satisfacción corporal la sustancia moral de una democracia digna de su nombre.
Hay dos miradas posibles a la historia, que son también las dos maneras posibles de entenderla. La primera es la que lanzamos desde los valores del presente al pasado y, la segunda, la que lanzamos desde el pasado al presente. Todo se ve distinto según la perspectiva elegida. Por ejemplo, la actual pandemia, vista desde el pasado es una más, y no de las más graves porque nos pilla con un sistema de salud muy sofisticado, pero que puede tener consecuencias importantes por nuestra manera de afrontarla. Vista desde el presente, creemos estar asistiendo al derrumbe de algo indefinido y al nacimiento de no sabemos muy bien qué.
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El café de Ocata
Derrida señaló una inquietante similitud entre el animal, el criminal y el soberano.
Ninguno de ellos respeta la ley.
El animal (incluyo aquí al coronavirus), simplemente la desconoce. Vive en la inconsciencia de la ley.
El criminal, la conoce. Tanto es así, que la posibilidad de su existencia como fuera de la ley depende de la existencia previa de la ley. Tiene experiencia de los beneficios que pueden proporcionarle el saltársela. Como se cree más listo que la ley, la amenaza de la pena no lo frena. Es menor que su confianza en sí mismo. Se cree el soberano, pero no lo es. Es sólo su parásito.
El soberano es el que crea la ley y, por lo tanto, vive por encima de la ley. Por eso se cree capacitado para hacer leyes nuevas.
El criminal vive de trampear con la ley; el animal, de ignorarla; el soberano, de crearla.
En situaciones de crisis, como la actual, se sitúan frente a frente el animal y el soberano. El criminal es sólo una anécdota a pie d página. Son los dos primeros los que escriben la historia porque ambos compiten por la creación de lo nuevo.
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El café de Ocata
INo tenía muy claro al principio a qué, exactamente, salíamos a aplaudir a las 8 de la tarde, pero allí estábamos, asomándonos a las calles vacías desde las ventanas de nuestra reclusión, dejándonos las manos con unos aplausos más encendidos que los que nunca dedicaremos a ningún artista. Pero poco a poco he ido comprendiendo que salimos a aplaudirnos. Por eso los vecinos nos miramos mientras damos palmas a un ritmo que una batuta anónima dirige con destreza y sentimos que nos estamos empujando hacia adelante, en un esfuerzo colectivo que, al menos de las 8 de la tarde es muy útil. Por eso mismo nos tiene a todos aplaudiendo durante cinco minutos y saludándonos con gestos cómplices para decirnos que allí estamos, antes de regresar a la clausura. Este y el de bajar la basura son los únicos ejercicios físicos que estos días me tomo en serio, casi litúrgicamente. El tiempo, mientras tanto, avanza y en los noticiarios hablan de que quizás, quizás, se comience a ver, allá al fondo, la luz de la salida del túnel.
IINono de Panópolis, un monje cristiano del alto Egipto que vivió en el siglo V, cuenta en sus
Dionisíacas que el dios del tiempo, Cronos, “pastor de los siempre fluyentes años”, acabó sintiendo compasión por las interminables fatigas del hombre. Dirigiéndose a Zeus, le suplicó: "Que sea otro quien cargue sobre sus espaldas el discurrir del tiempo, yo estoy ya cansado de tanto compadecer a esos desgraciados mortales. Prometeo no debió haber robado el fuego, sino el dulce néctar que regocija el corazón de los dioses".
IIIClaro es que hay formas y formas de pasar el tiempo. Por ejemplo el diario
La Rioja informaba ayer que "unas catorce personas permanecen encerradas en cuarentena en el Pub Macumba de Rincón de Soto", dado que se han registrado allí algunos positivos. El Macumba es un famoso club de carretera de La Rioja, situado entre Alfaro y Calahorra, al que suelen acudir clientes de los pueblos cercanos. No haré más comentarios.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Siento un cierto cansancio de noticias. Hay demasiadas, demasiado sesgadas, frecuentemente son contradictorias y, la inmensa mayoría, muy poco estimulantes. Pero si uno apaga la televisión, descubre pronto que no hay refugio en las redes. Vuelvo pues, al fin, a la lectura.
Pero es imposible sustraerse a lo que nos ocurre, principalmente a las dudas del gobierno. Ahora sale el vicepresidente Pablo Iglesias diciendo que el patriotismo es poner lo general por delante de lo particular. Posiblemente está pensando en lo que los suyos llaman "la socialización del ahorro". No, señor Iglesias, el patriotismo es el reconocimiento espontáneo de lo propio en lo nuestro.
Leo que cuando salimos a comprar llenamos la cesta especialmente con productos frescos (comprensible), repostería, cerveza y bebidas de alta graduación. El consumo de cerveza se ha incrementado un 23% y el de destilados un 17%. Me imagino que estos datos no tienen en cuenta la reducción del consumo debida al cierre de bares y restaurantes.
Navegando por esos mares tecnológicos de Dios, me encuentro con estas palabras de Maya Angelou: "There is nothing quite so tragic as a young cynic, because it means the person has gone from knowing nothing to believing nothing".
¿Nos curará esta pandemia a los europeos del cinismo manso al que nos hemos ido rindiendo relajadamente, poco a poco?
¿No hay un rastro de cinismo en la tentación de aislarse del ruido circundante?
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El café de Ocata
ITras asegurarnos que las mascarillas no servían para nada, las "autoridades" nos advierten ahora que no podemos salir a la calle sin ellas. Sin embargo, no hay manera de comprarlas. ¿Dónde las ha conseguido toda esa gente que ha comenzado a llevarlas como bozal de su desconfianza?
IINunca he sentido tan evidente como estos días aquella sentencia que, según Leo Strauss, le repetía su abuela: "Te maravillarías, hijo mío, si supieras con qué poca inteligencia está gobernado el mundo". Y la política no tiene reservas de inteligencia a las que recurrir.
IIIHoy he sentido de manera muy viva cómo diferentes personas se alejaban de mí, en la calle y en el mercado, tomando una distancia elusiva que entiendo, pero que no deja de ser la del temor al apestado. ¿Será porque no llevo mascarilla, por ser viejo, porque cada vez hay más miedo... o por todo junto?
IVHe mantenido una larga conversación por zoom con un pedagogo de la República Dominicana. Me ha costado responder a su pregunta por cómo van las cosas en España. He optado por la mentira piadosa.
VXavier de Maistre nos asegura en su viaje alrededor de su habitación que se siente "lejos de los inquietas preocupaciones de los hombres e independiente de la fortuna". Definitivamente, mi habitación es muy otra.
VIHay otro libro del que se está hablando mucho estos días,
La peste, de Camus. Allí encontramos una sentencia que reclama nuestra fe: "Lo que aprendemos en medio de las plagas es que hay más cosas que admirar en los hombres que cosas que despreciar." Me parece a mí que las situaciones de excepción no hacen más que sacar a la superficie, ampliándolo, lo que cada uno ha ido construyendo en las situaciones de normalidad.
VIILas 20:00, comienzan los aplausos. Dejo esto para unirme. Hoy me apetece más que ningún otro día. Son señales de navegantes perdidos en alta mar. Pero antes les diré que tengo la fortuna de estar leyendo una joya que ha caído casualmente en mis manos:
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El café de Ocata
Tras varios días grises, vuelve el sol a lucir radiante, para iluminar nuestro desconcierto. Pero esto es la primavera: tiempo variable, como la historia. Ayer en España superamos los 10.000 muertos. Es decir, los 10.000 muertos registrados por coronavirus. ¿Recuerdan cuando nuestro mayor problema por estas fechas eran las alergias? ¡Cómo ha envejecido la normalidad!
Parece que las cifras que se nos dan, tanto aquí como en el resto de países, hay que tomarlas con precaución. Pero es difícil saber qué información es la fiable. En
El País se puede leer hoy que sólo en uno de los cementerios de Wuhan han ingresado más cadáveres estos últimos días que el número total de fallecidos en toda China. ¿Es verdad? Si lo fuera, sería una verdad bien paradójica, ya que las imágenes que nos están llegando de esta región nos muestran que, dos meses después del estallido del coronavirus, las tiendas vuelven a abrir y la gente regresa a las calles, parte esencial de nuestro ecosistema existencial.
Uno de los males asociados al coronavirus es la incertidumbre. Es difícil saber a dónde mirar para encontrar información fiable. A las redes sociales, no, que se han convertido en una pugna feroz de ladridos. Pero el auténtico problema es la mirada de escepticismo que dirigimos a las autoridades que nos debieran estar liderando.
Otra flor negra que florece en esta primavera atroz: el paro. En marzo aumentó en España en 302.365. No están registrados los ERTES. Un ERTE viene a ser como el limbo del empleo.
Una curiosidad: En los últimos días se han disparado las visitas de norteamericanos al Café de Ocata. Bienvenidos sean.
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El café de Ocata
Me pregunta pello@ugleskola.org cuál sería la lectura correcta de Platón con respecto a la salida de las caverna.
No tengo hilo directo con Platón. Pero tampoco parecían tenerlo sus sucesores en las Academia, ya que pronto se observó en la misma una clara deriva escéptica. Las interpretación del platonismo en clave escéptica tuvo una larguísima historia. Por poner dos ejemplos, ahí están los
Prolegómenos a la filosofía de Platón, escritos por un maestro de una escuela platónica posterior a Proclo o los platonistas ingleses del entorno de Grote que dieron forma a la filosofía utilitarista a partir de una minuciosa lectura del vocabulario de la utilidad en Platón, preferentemente en el
Protágoras.
Pero sin tener hilo directo con Platón, de una lectura minuciosa de
la República es fácil deducir que se trata éste de un diálogo que pretende más curar al lector de toda tentación de idealismo político, que animarlo a creer en la ciudad ideal. En la
República se construye una ciudad en el
logos que, como se admite al final del diálogo, no resistirá los embates del tiempo y que, además, está edificada, toda ella, sobre una "noble mentira". Por si fuera poco, la tantas veces analizada analogía entre las partes del alma y las de las ciudad, se hunde estrepitosamente cuando Platón considera que hay otra parte más en el alma que es potencialmente letal para cualquier polis que pretenda organizarse racionalmente. Le da el nombre de
τὸ ἀγανακτητικόν, que podemos traducir por "parte emotiva" o "parte variable" o, incluso "extravagante".
Para Platón no hay una vida política más allá de la caverna por la sencilla razón de que la ciudad es la caverna. Y no hay salida. Cuando al final del diálogo habla de la vieja querella entre la filosofía y la poesía está resaltando este hecho. Platón no ha venido a liquidar esta querella sino a mostrar la sustancial reticencia de la política a la racionalidad. Por algo sacó a la filosofía de las calles de Atenas y la refugió en el jardín de Academo.
Sócrates, que tan escandalosamente fracasa educando a Alcibíades, nada tiene, evidentemente, de filósofo-rey. Si algo nos muestra su figura son los límites de la persuasión filosófica.
La ley no es algo que subyazga al caos de lo contingente y que, por lo tanto, se pueda rescatar para domeñar el caos y la contingencia. Es el caos el que se acaba imponiendo como ley, porque suya (llamemos al caos naturaleza, si se prefiere) es siempre la última palabra. Esto es lo que nos muestra el diálogo que pone a la ciudad en el tiempo, el
Critias, y nos revelan también estos días en los que la Generalitat de Catalunya les dice a los ancianos que "morirse en casa es la mejor opción".
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El café de Ocata
IEn Cataluña, a día de hoy, parece que los ancianos fallecidos por coronavirus en las residencias son, al menos, 250 más que los reconocidos. Ante el colapso de la sanidad, recurrimos -también en Cataluña- a eufemismos que nos permitan afrontar nuestra derrota moral: hay que “limitar el esfuerzo terapéutico", hay que priorizar el ingreso hospitalario para “aquellos que se puedan beneficiar del mismo en cuanto a los años de vida salvados y evitar ingresos en pacientes con escaso beneficio”, “en el caso de los pacientes en situación final de vida se puede plantear el tratamiento en el entorno residencial”... Las mismas "autoridades" que dicen lo anterior aconsejan no “referirse al hecho de que no hay camas para todos como motivo para denegar los cuidados intensivos”.
IIMe escribe B. desde París:
“Al escuchar Resistiré, canción que no conocía, pensé que padecía una alucinación auditiva. Cuando la cantante comienza los primeros compases, creía estar escuchando el comienzo de mi canción española favorita, Porque te vas, en la magnífica y sublime película de Carlos Saura, Cría cuervos. Escucha el pasaje que te envío, ¿no es cierto? Me vi a mí misma mucho tiempo atrás, en los años 75-80, una época en que recorría los pequeños cines del Barrio Latino, en los que se podía ver una obra maestra casi todas las semanas... Así que yo también, a mi escala, he experimentado lo del revenant”.
Sobre el Voyage autour de ma chambre, de X. de Maistre, B. recuerda Les vieux, de Brel:
“Leur monde est trop petitDu lit à la fenêtrePuis du lit au fauteuil Et puis du lit au lit’’.
Y concluye así: “À Paris, il fait un peu froid, mais depuis deux semaines le ciel est d’un bleu pur. Un temps idéal pour la promenade”.
IIIParís.En la madrugada de ayer falleció en Estrasburgo, por coronavirus, Rafael Gómez Nieto, el último superviviente de La Nueve, la legendaria compañía de soldados republicanos españoles que entró como avanzadilla en París el 24 de agosto de 1944 al mando del general Leclerc. Tenía 91 años. Al entrar en París conducía un carro blindado que llevaba pintado el nombre de “Guernica”
IVEstamos padeciendo una auténtica epidemia de eufemismos. Léanse, para comprobarlo, las palabras de la ministra portavoz del gobierno: "No se ha detenido la actividad, sino que se ha incorporado la economía a una especie de hibernación, donde se han detenido los servicios esenciales para tener la economía en un sistema basal".
VOído ayer en la panadería: "En casa nos peleamos por ver quién baja la bolsa de la basura".
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19:44
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El café de Ocata
A media mañana he salido a comprar. Lloviznaba, pero no me apetecía coger el paraguas. Estaba deseando mojarme. El recorrido ha sido corto: La panadería, la frutería, el supermercado. Pero qué satisfacción, poder andar, dar un paso tras otro sin tener que estar topando con paredes, sentirme a mí mismo lejos de sillas y sofás, sensualmente satisfecho, acogiendo con alegría la presencia del hermano viento en mi cara, redescubriendo la gozada que es tener dos piernas articuladas en tobillos, rodillas y femorales y comprobar que todo funciona como en un día de estreno. La vida activa es la vida en actividad. Casi me parecía sentir mi propia sangre deslizándose satisfecha como un torrente por cada una de mis venas y explayándose por mis músculos.
Pero se ha acabado y el vuelto a los viajes alrededor de mi casa.
Estos días se están hablando mucho del Viaje alrededor de mi cuarto que escribió el hermano de Joseph de Maistre, Xavier, mientras penaba un arresto domiciliario de 42 día por haber participado en un duelo.
Como si quisiera vengarse de los jueces, Xavier escribe con cierta altanería: "Me han prohibido ir y venir por la ciudad, pero me han dejado el universo entero; la inmensidad y la eternidad están a mis órdenes."
No hay duda de que Xavier tiene un vasto mundo interior que le permite recorrerlo sin cansarse, y una imaginación feraz que le ayuda a poblarlo con mil fantasías: "Nada, creo, más atractivo que seguir el rastro de las ideas, cual cazador que persigue a la presa sin atender ruta fija."
Cuando finalmente recupera la libertad siente que el mundo exterior le sabe a poco, que las calles son mucho más estrechas que su alma y se lamenta porque la sujeción a los negocios le hará imposible volver a disfrutar de la libertad espiritual de su celda.
No es mi caso. A mí me gustan las calles, las tiendas, las plazas, las fachadas, los parterres, los coches aparcados, las personas con las que me encuentro y a las que no me atrevo a saludar muy de cerca, me gusta sentir que camino para afirmarme a mí mismo caminando y que mi cuerpo sigue vivo mientras voy a comprar pan.
He vuelto a casa con el bolso de la compra repleto, mojado y feliz.
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12:24
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El café de Ocata
"Aunque queramos eliminarlo, siempre hay un pasado que retorna", escribe el ultratradicionalista Francisco Elías de Tejada, que por ser tradicionalista era federalista, por cierto. Elías de Tejada recoge la idea del Ortega de La rebelión de las masas: "El pasado es un revenant y si no se le domina con la memoria, refrescándolo, él vuelve siempre contra nosotros y acaba por estrangularnos".
Yo creo que el pasado es, efectivamente, un revenant, pero a veces vuelve como tragedia, otras como comedia y otras más como un pasajero "déjà vu".
Vuelve, ciertamente, con algunos de sus contenidos (ahí tenemos a nuestra memoria histórica y sus derivados), pero también vuelve como forma histórica. Este último regreso es el que más me interesa, porque lo que en realidad pone de manifiesto con su insistencia en inmiscuirse en el presente, es una constante antropológica. Por ejemplo, en tiempos de crisis (revolucionarias o epidémicas), una de las necesidades más urgentes de la población es una canción colectiva. A veces se crea y a veces se recupera. Es el caso que estamos viviendo esos días con el revenant Dúo dinámico y su Resistiré.
Como todo aficionado al fútbol sabe, no hay nada que te duela cuando estás cantando el himno de tu equipo.
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16:34
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El café de Ocata
Alain Minc firmó ayer un interesantísimo artículo en Le Figaro: "Frente a la crisis, los estados y las sociedades civiles ofrecen serias razones para la esperanza".
Es un artículo que pone la probidad al servicio de la salud política colectiva, del que extraigo cinco ideas:
La primera: "En nuestra turbia vida cotidiana, es una higiene psicológicamente saludable atender a las razones para ser optimistas. Las autoridades se equivocan al proclamar que estamos experimentando una crisis peor que la de 1929: es paradójicamente gracias a ellas por lo que evitaremos otra Gran Depresión. Si los gobiernos y los banqueros centrales de aquel momento hubieran tomado las medidas adoptadas hoy por sus sucesores, tal vez Occidente habría evitado la cadena fatal que condujo a Hitler."
La segunda: "¿Quién hubiera imaginado que las opiniones mórbidamente individualistas, narcisistas y anarquizantes, tan renuentes a todas las formas de orden, aceptarían sin protesta restricciones en su forma de vida que ni siquiera habían conocido en tiempos de guerra y, lo que es más, las aprobarían en proporciones increíbles?"
La tercera: "¿Quién hubiera pensado, hace dos meses, que "héroe anónimo" pasaría a ser en un término genérico? No me refiero sólo a los trabajadores de la sanidad, sino a todos los trabajadores que se hacen cargo del país todos los días, desde cajeros hasta basureros, policías, repartidores, comerciantes..."
La cuarta: "En un mundo que se empeñó en descalificar cotidianamente la acción política, esta acción está conociendo una legitimidad desconocida durante década".
La quinta: "Un mínimo contrapunto a la dictadura del pesimismo y la melancolía es esencial".
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8:47
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El café de Ocata
ITal como funcionan los debates políticos y dada la convicción generalizada de que el valor de un argumento depende de si el que lo defiende es de los nuestros, podemos establecer ya con certeza una de las enseñanzas que sacaremos de todo esto: la culpa la tuvieron los otros.
IILos hogares familiares se han convertido en las trincheras de esta singular guerra contra el coronavirus. Y el armamento más poderoso de las familias resulta ser la serenidad, la organización y la alegría.
IIISe necesitan tests para saber quién ha producido ya los suficientes anticuerpos como para ponerse a trabajar y sacar a flote nuestra economía. ¿Es así, verdad?
IVEl pasado mes de julio, paseando en la placidez de la noche vallisoletana, Joan José Laborda se lamentaba del poder creciente de la "efebocracia" en el seno de los partidos políticos. No podíamos sospechar que medio año después veríamos desplegado todo ese poder socialmente en el menosprecio de la vejez al que estamos asistiendo.
VEmilio Lledó es un filósofo que me gusta bastante cuando calla. Cuando habla dice cosas como esta: "Ojalá el virus nos haga salir de la caverna, la oscuridad y las sombras”. Todo filósofo que crea que hay una salida de la caverna, ha leído mal a Platón.
VIMi admirada y querida María Blanco en
El Español: "La deuda es la nueva esclavitud". ¡Si al menos fuéramos capaces de aprender esta sencilla y obvia lección!
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16:04
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El café de Ocata
El Cultural ha enviado a catorce personas a decir algo con sentido en cuatro líneas sobre lo que nos pasa. Pueden encontrar las 14 aportaciones
AQUÍ.
La mía, titulada "El futuro de la arrogancia", es la siguiente:
Hasta el 8 de marzo todo era política: la ley, la caricia, el género…Ahora nos recluyen porque todo lo que la política puede ofrecernos para calmar nuestra inquietud ante la naturaleza, es la promesa terapéutica de dos límites: la frontera nacional y la casa familiar. ¿Quién nos iba a decir que íbamos a encontrar refugio contra la naturaleza en la patria y en la familia? La ciencia, claro, no sabe ofrecernos nada de esto.
El Estado, repetíamos, era una entidad prepotente predispuesta a transformar cualquier emergencia en estado de excepción. Pero ahora el propio Estado anda asustado por la soberbia de un virus minúsculo, que es el auténtico soberano, porque no discrimina. Estamos perplejos porque antes fuimos arrogantes en la demagogia y en la negligencia, y del desdén al miedo hay un paso. En el rico e hiperideologizado Occidente, habíamos olvidado la naturaleza, un recuerdo que sólo se podían permitir los países pobres. ¿Aprenderemos algo de todo esto? Lo mismo que en la pasada crisis económica: que la memoria es la gran prófuga de la política, pero quien no sepa soportar la frustración, no sabe nada de política.
Yo me reafirmo en convicciones que ya tenía: que cuando las grandes instituciones se tambalean, la familia sigue ahí ofreciendo una solidaridad inagotable; que las naciones son instituciones morales y los virus no; que los Salvini se alimentan ideológicamente de lo que los Trudeau no saben gestionar.
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13:08
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El café de Ocata
Estoy recibiendo llamadas telefónicas muy extrañas. Dado que van en aumento, no sé si obedecen a un incremento paralelo de la confusión general o a que el aburrimiento acaba expulsándonos de la televisión y arrojándonos al teléfono.
Acabo de pasar cinco minutos al teléfono convenciendo a una tal Aurelia de que yo no era Lorena. Y no sé si lo he logrado del todo.
Ayer por la noche, muy tarde, me llamó un señor con acento andaluz que quería comprar mi máquina elevadora. Tampoco había manera de convencerlo de que yo ni sé que es eso. El hombre insistía en que había visto el anuncio por algún sitio.
El sábado me llamaron para preguntarme a dónde tenían que ir a buscarme.
Que quede muy claro: no me quejo. Al contrario, agradezco mucho cada llamada. De hecho, estiro cuanto puedo el hilo de la conversación, porque en tiempos como estos, no hay que desperdiciar ninguna oportunidad de distracción. Un ratico de diálogo de besugos con un desconocido que duda de tu identidad es una bendición del cielo que hay que agradecer con buenas maneras, educada, amable y pacientemente.
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22:34
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El café de Ocata
IEl sofá cansa. Y cuanto más cómodo, más cansa.
IIHay tardes en las que sólo hay dos alternativas al sofá.
IIILa primera es la del frigorífico. Pero hay que resistir. Mejor optar por el cansancio.
Nunca había intentado ver tanta televisión como ahora. La tele aburre.
La tele aburre, el sofá cansa, el frigorífico es un instrumento de tortura de la voluntad.
IIILa segunda alternativa es ir al baño. Puedes subir y bajar escaleras, hacer lo que tengas que hacer, lavarte las manos, entretenerte con las formas de las aguas de una baldosa, mirarte en el espejo, aprovechar para echar una mirada al exterior. Está lloviendo.
IV Me refugio finalmente en mi cuarto. Más sofá. Vuelvo a Quevedo. Comienzo Visita de los chistes.
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13:53
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El café de Ocata
Mañana espléndida, un auténtico regalo primaveral. En la terraza, tumbado a la bartola con los Sueños en la mano. Quevedo me arranca de vez en cuando una carcajada y en cada página me presta algún motivo para la sonrisa. Me voy entregando dulcemente a ese rescoldo de luz que crece en mí. Hay una brisilla leve, de nuevo aliento, que permite que el sol me vaya macerando en una placidez serena. Esta mañana el alma me viene a la medida del cuerpo. Mientras tanto, en el horno se está haciendo una lubina a la sal. Somos dos, pero somos un mundo.
Se pueden disfrutar paréntesis de felicidad suspendida en el aire en medio de la peste que todo lo emborrona porque en esta mañana todo es presente. No hay vacíos que llenar y la mirada está satisfecha con lo que alcanza a ver.
Mañana volverá a ser lunes.
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23:17
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El café de Ocata
Esto que hoy llamamos pandemia durante muchos siglos se llamó plaga y todo el mundo sabía que las plagas siempre vuelven.
Mi abuelo Federico recordaba a veces la plaga que vivió en 1918 (mi madre tenía 3 años y mi padre, 5), la de la Gripe española, y contaba de manera muy dramática y misteriosa que la gente se moría de repente, que igual estabas hablando con uno en la plaza y súbitamente caía fulminado por la muerte. No sé qué había de verdad en esos recuerdos, pero lo que me interesa resaltar es el recuerdo mismo.
"¿Qué cambiará tras el coronavirus?", se empeñan en preguntarme.
"Lo mismo que tras la primera guerra mundial", he contestado hoy. Es decir, buenos propósitos olvidados al poco tiempo y la memoria herida de los supervivientes que tenderán, de forma espontánea, a añadir de vez en cuando una pincelada dramática a las historias que contarán a sus nietos para ganarse su atención.
Las crisis graves producen una gran cantidad de literatura sobre lo que ya no volverá a pasar. Me imagino que necesitamos fe en nosotros mismos y eso nos ayuda a pensar que somos listos y que ciertos errores de bulto relacionados con lo inmediatamente vivido no se cometerán nunca más.
Es falso. El hombre siempre tropieza en las mismas piedras (las de su naturaleza).
Una de las características de la vida política es la mala memoria. El hombre vive hacia adelante y no suele mirar al retrovisor. Somos, en la vivencia inmediata de nuestras cosas, más futurizadores que rememoradores. Pero es que, además, las nuevas generaciones nacen, afortunadamente, sin memoria, y en poco tiempo, entre la desmemoria de unos y la novedad biológica de otros, vamos dejando aislados a los supervivientes traumatizados.
El olvido de las permanencias antropológicas es una de las características del presente y el pensar que vamos a aprender no sé cuantas cosas de nuestro dolor, una de las manifestaciones de este olvido.
Nadie ha reflexionado más que los griegos sobre el "páthei máthos" (πάθει μάθος), es decir, sobre las enseñanzas del dolor. Su conclusión fue que a algunos el dolor les enseña a ser humildes. Pero la humildad nunca estuvo muy de moda en política.
La gripe de 1918. ¿Observan las máscarillas?
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0:42
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El café de Ocata
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22:50
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El café de Ocata
El primer ministro de Portugal, Antonio Costa, lo ha dicho resaltando cada sílaba: "Re-pug-nan-te”.
Respondía así a una embestida que el ministro holandés de finanzas acababa de dirigirnos a España e Italia, al sugerir que sería interesante investigar por qué carecemos de los recursos necesarios para afrontar esta crisis, a pesar de que la zona euro lleva siete años ininterrumpidos de crecimiento.
Habiendo tantos muertos por medio, esta reticencia a tomarse en serio los estragos de la pandemia del coronavirus tiene, efectivamente, algo de repugnante. Pero precisamente por ello no debiera hacernos olvidar un punto bastante elemental: cuanto menor sea el déficit de un país, más margen de maniobra tiene ante situaciones imprevistas y menos expuesto está a soportar inoportunos reproches.
Los antiguos sabían que, como a las vacas gordas les suceden siempre las vacas flacas, no conviene que la llegada súbita de estas últimas nos pille con las arcas vacías. Menos conveniente es aún que nos pille cargados de deudas.
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10:14
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El café de Ocata
Amanece y ya sé todo lo que haré a largo del día. Decidme la hora y yo os diré cuál será mi actividad o mi pasividad. Será la de ayer y la de mañana. Únicamente los cielos cambian cada día la intensidad de su luz. Mientras tanto, ahí fuera, las glicinas llevan avanzada su floración y millones de flores se marchitarán en los invernaderos y campos de cultivo porque se han quedado sin destino.
Coléte Stérol, "Coronamaison"
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15:01
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El café de Ocata
INo hay alternativa científica a la política. Por eso el político que se parapeta tras los científicos es muy mal político. Las cosas humanas no son cosas de tubos de ensayo. Pero es que, además, la ciencia pocas veces ha sido una voz unánime. La ciencia suele ser -y ahora lo es- una polifonía. Lo que podríamos llamar la “epistemocracia”, es decir, el gobierno de la ciencia o de los sabios es una pesadilla.
IIEntre los científicos también hay populistas.
IIIAcabo de enviar un largo artículo, de 7 páginas, a The Objective. Saldrá el sábado y comienza así:
“Todo estaba preparado -¿recuerdan?- para que el Mobile World Congress nos confirmara que el futuro ya era una rutina, que la tecnología 5G, los big data y la inteligencia artificial tomaban el mando… y, de repente, a un chino normal y corriente le da por zamparse un filete de pangolín (o de civeta o de murciélago -¡qué más da!) y, de nuevo, el factor humano mandó al carajo a nuestras agendas y puso al mundo en cuarentena".
IVLa política se ha transformado en terapia. Pero terapia política.
VHay un riesgo enorme en atender la terapia y olvidar la economía, porque una mala economía sólo puede proporcionar una mala terapia.
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8:12
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El café de Ocata
Los días van perdiendo su nombre a medida que se suceden en una procesión de clones. ¿Es hoy miércoles o jueves? ¿Fue ayer o anteayer cuando...? Por su consistencia todos saben igual. Van todos de uniforme. Sin embargo, me considero afortunado por vivir en una casa unifamiliar con una pequeña terraza y un pequeño patio trasero. Puedo salir a "que me dé el aire", a empaparme lánguidamente de sol o a ver cómo mi mujer se empeña en mantenerse en forma saltando a la comba a un ritmo frenético. ¿Cómo pasará estos días una familia de cinco miembros en un piso de 80 metros cuadrados? Me considero afortunado, también, por tener tantos amigos que me escriben o me llaman interesándose por mi salud.
Ayer me comentaba el frutero que tiene dos tipos de clientes, los viejos y los demás. Los viejos llegan preocupados, tristes, apenas hablan. Se sienten la diana de esta crisis. Los demás están pasando una cuarentena, más o menos incómoda, pero que obedece a una amenaza remota. Poco después pude confirmar sus palabras viendo el vacío que se creaba en torno a una anciana con un carrito de la compra.
Afuera se suceden las pugnas políticas -que muestran la falta de un liderazgo claro en la gestión de la crisis- y las noticias sobre heroísmos y miserias humanas. Ambas cosas van unidas. Si hay héroes es porque no todos lo somos y si las miserias son noticia es porque mientras nos escandalicemos nos sentimos humanos.
Mientras tanto, la primavera sigue asomándose a nuestras ventanas, a incordiar.
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18:04
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El café de Ocata
"Los médicos, conscientes de la fragilidad humana y conociéndola bien, son a menudo, en novelas y películas, los personajes más tolerantes e indulgentes, con una cara 'resignada y tranquila' (Carlo Collodi), solidarios de los márgenes extremos de la vida humana."
- Carlo Ossola
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12:49
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El café de Ocata
Las crisis, inevitablemente, sacan a relucir nuestras mejores virtudes y nuestros peores defectos. Son tiempos de cobardes y de héroes, de apóstatas y de mártires.
Dos ejemplos.
El martes pasado en La Línea, decenas de personas apedrearon y abuchearon a los policías que custodiaban a un grupo de 28 ancianos con coronavirus que trasladaban a esta ciudad desde la residencia de Alcalá del Valle. Los ingresaron en la residencia Tiempo Libre (¡cómo juegan con nosotros nuestras palabras!), dejando allí un dispositivo policial para garantizar la seguridad de los recién llegados.
El mismo día, en la residencia San Jerónimo, de Estella, 15 trabajadores decidieron encerrarse con los 62 ancianos residentes, recluyéndose para pasar junto a ellos el tiempo que haga falta. Todos los ancianos están sanos, pero así garantizan, cortando el contacto con el exterior, que lo seguirán estando. La idea surgió de los propios trabajadores.
En la mayoría de las residencias el virus no lo introducen los ancianos, sino el personal que los cuida o los familiares que los visitan.
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12:03
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El café de Ocata
Vengo de hacer la compra. Caminar es cada día que pasa un placer a la vez más intenso y más reticente. En el supermercado han cerrado la panadería, la pescadería y los productos cocinados. Pero lo que más me ha sorprendido ha sido comprobar que la distancia de precaución, que era, hasta hace poco, una distancia de educación que hemos ido ensayando con buena fe, se ha convertido en una distancia de miedo. Nos rehuimos, nos separamos cuanto podemos, intentamos no cruzarnos en la acera, no rozarnos en el supermercado. Las reticencias crecen.