-
-
7:58
»
El café de Ocata
Firmo esta necrológica sobre Sir Roger Scruton que aparece hoy en El Mundo:
Sir Roger Scruton, un hombre, blanco, heterosexual, cristiano y un intelectual extraordinariamente culto y defensor de la “common decency”, falleció el domingo 12 de enero. Nacido el 27 de febrero de 1944, ha sido uno de los principales protagonistas del movimiento de renovación del conservadurismo que recorre, como un nuevo fantasma, Europa. Ha escrito ensayos de filosofía política, moral, estética, arquitectura, música, religión…, a los que hay que sumar varias novelas y dos óperas. Y todo lo ha hecho con una claridad epigramática, ágil, elegante y valiente. Para algunos, ha sido el mejor escritor inglés desde Orwell.
Se hizo conservador en las calles del barrio latino de París, durante mayo del 68. Desde entonces fue muy crítico con los jóvenes autoindulgentes de clase media que creen haber venido a este mundo a cobrar facturas pendientes mientras desprecian el sentido burgués de la vida.
Yo no sé si era el filósofo más importante del Reino Unido. Sí sé que era, y lo continuará siendo para sus muchos lectores, un estímulo para mirar hacia lo alto.
A Scruton se le pueden aplicar, sin menoscabo alguno de la verdad, aquellas palabras que Posidio dedicó a San Agustín: “fue un hombre de los que se han ganado su fin”. Esto es lo primero que tenemos que recordar de él. En el caso del hombre, el fin ilumina el trayecto vital y nos desvela su auténtico sentido. El fin nos muestra la distancia que separa lo que llegamos a ser de lo que podríamos haber sido. Bien podríamos dar el nombre de alma a eso que desde lo mejor que podemos llegar a ser nos llama a luchar contra la inercia de lo trivial.
Con justa razón se han difundido tanto por las redes sociales estas palabras que escribió en The Spectator en las navidades pasadas, cuando ya sabía que tenía las horas contadas: “Durante este año, mucho ha sido lo que me han quitado: mi reputación, mi posición como intelectual público, mi lugar en el movimiento conservador, mi tranquilidad, mi salud. Pero ha sido mucho más lo que me han dado […]. Al acercarte a la muerte comienzas a saber lo que significa la vida, y lo que significa es gratitud”.
Si hay una virtud que hoy expresa la quintaesencia del conservadurismo es la gratitud. En un mundo de indignados y resentidos, la gratitud aclara la mirada al mundo, ilumina los abundantes motivos que tenemos para amarlo; nos permite celebrar todo cuanto ha hecho posible lo que somos y afirma la esperanza y la solidaridad.
Era un hombre agradecido a la naturaleza, a la caza, al buen urbanismo y a la buena arquitectura, al buen vino, a Hegel, a Wagner, a su familia, a los suyos, a su país y, sobre todo, a la vida, incluyendo su componente doloroso, porque sin el compañero dolor (el compañero, no el tirano), no hay sabiduría.
En mayo del año pasado, nada más de llegar de Brasil, a donde había ido a dar una conferencia sobre el sentido de la vida, le descubrieron el cáncer con el que se ha ganado su fin.
Fue objeto de una persecución despiadada por parte aquellos que, tras una máscara de tolerancia y relativismo moral, esconden una rabiosa intolerancia y un poderoso conformismo con una gran capacidad para modelar conciencias. Fue intimidado por los que en una entrevista a Le Figaro calificó de “predicadores sin Dios”, porque se resistió a adoptar un mundo al que, por lo visto, hay que adaptarse sin críticas. A la mínima, serás condenado al ostracismo mediante la caricaturización groseramente ridícula de tus posiciones.
Nos ha mostrado con su vida que hoy, como ya anunció Maura, la libertad se ha hecho conservadora, mientras que la ortodoxia encuentra un agradable cobijo en la izquierda. Si Wittgenstein y Nietzsche advirtieron que no se puede pensar libremente si se piensa con miedo a hacerse daño, hoy podemos decir que si piensas libremente, te harán daño. Pero, digámoslo claro: si la guardia roja de la corrección política no te ha tratado aún de fascista, tienes que empezar a dudar de tu libertad de pensamiento.
¿Qué es ser conservador? Es ser respetuoso y, sobre todo, agradecido con el proceso dinámico de la tradición para poder proporcionarle así la posibilidad de un futuro. Aquello que ha pasado la prueba del tiempo, bien merece disponer de oportunidades de desarrollo. No se puede ser conservador si no se tiene nada a lo que garantizarle un futuro. Por eso el conservador sólo puede ser ecologista. En este sentido el conservador no pretende tanto conservar como reencantar. La conservación sólo merece la pena si lo que se conserva es bueno y bello. Si hay una idea que “el provocador” Scruton ha repetido incesantemente es que, sin amor a la belleza circundante, es absurdo ser conservador. De ahí La urgencia de ser conservador.
Si tomó partido a favor del Brexit, fue porque estaba convencido de la necesidad de restaurar una soberanía nacional y una ética comunitaria que la UE es incapaz, no ya de crear, sino ni tan siquiera de plantearse como posibilidad. No hay ética comunitaria sin conciencia del nosotros y sin una vivencia clara de la copertenencia que es, en sí misma, una virtud política. Animaba a resistirse a la imposición foránea de leyes que pretenden modificar nuestro estilo de vida. La nación, la soberanía del pueblo y el amor tradicional a la belleza de lo nuestro (todo eso que sustenta el sentido común) son las únicas fuentes de confianza en caso de urgencia.
Veía en el Brexit la posibilidad de refundar los lazos horizontales de copertenencia y el apego a la Corona entre las naciones que forman el Reino Unido.
El conservadurismo de Scruton, quizás por la preponderancia del amor a la belleza, es propositivo, ajeno a esa obsesión por el declive que se ha apoderado de no pocos conservadores continentales, en particular franceses. Un conservador lacrimoso no es más conservador, lo que tiene es problemas de visión.
Roger Scruton fue también compositor aficionado. Además de un par de óperas, escribió las canciones que ha agrupado con el título genérico de Three Lorca Songs. En ellas pone música a la Casida de la rosa, la Canción del jinete y a la Despedida. En su última celebración -tardía- de cumpleaños, el 27 del pasado mayo, la soprano Emily Van Evera le cantó las tres. La más emotiva, como es fácil de entender, fue Despedida, cuya melodía acompañó a Scruton durante los últimos meses de su vida. Despidámonos, pues, de él con los versos de la Despedida de Lorca:
Si muero,
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).
¡Si muero,
dejad el balcón abierto!
-
-
14:05
»
El café de Ocata
Roger Scruton (1944-2020), I Drink Therefore I Am: A Philosopher's Guide to Wine:
The right way to live is by enjoying one's faculties, striving to like and if possible to love one's fellows, and also to accept that death is both necessary in itself and a blessed relief to those whom you would otherwise burden. The health fanatics who have poisoned all our natural enjoyments ought, in my view, to be rounded up and locked together in a place where they can bore each other rigid with their futile nostrums for eternal life. The rest of us should live out our days in a chain of linked symposia, in which the catalyst is wine, the means conversation, the goal a serene acceptance of our lot and a determination not to outstay our welcome.
-
1:05
»
El café de Ocata
Me piden una necrológica. Tengo tantas cosas que decir que no sé qué dejar en el tintero.
-
-
22:14
»
El café de Ocata
Leo por ahí que el nuevo ministro de cultura cree que Sánchez tiene mucho de Quijote. Lo dice como halago. Yo siempre he considerado al Quijote como un héroe desquiciado.
Leo también que, casi al mismo tiempo, una nueva ministra y una consolidada banquera se consideran activistas. Me lo creo. El activismo es una militancia a tiempo parcial en varias causas que se consideran buenas.... Pero no tan buenas como para dedicarles más tiempo.
Me parece constitucionalmente muy poco respetuoso que la Moncloa haya ido filtrando los nombres de los ministros. De acuerdo con la Constitución, a los ministros los nombra el Rey. Sánchez lo sabe, por lo cual su gesto sólo puede tomarse como un desplante.
-
12:06
»
El café de Ocata
Voy a comprar tirando de mi carrito, cada vez más destartalado. Es temprano.
En la Plaza Nueva me encuentro con una pareja de adolescentes enamorados. Tienen las piernas entrecruzadas como pulpos rijosos. Pero cada uno está pendiente, exclusivamente, de la pantalla de su móvil.
En el mercado me entero de la muerte de un vendedor. A mi lado, un cliente comenta que últimamente no para de morirse gente que no se había muerto nunca.
Al volver paso delante de los adolescentes, que están en el mismo sitio y en la misma posición. Es imposible que no se les duerman las piernas, pero quizás ni las sientan.
-
-
16:40
»
El café de Ocata
Eduardo de Filippo
Me piden del TNC (Teatre Nacional de Catalunya) que escriba un prólogo para una maravillosa tragicomedia de Eduardo de Filippo,
Le voci di dentro, que, dirigida por Xavier Albertí, está previsto que se estrene el próximo mes de mayo en la sala grande. No han podido darme mayor alegría.
Y, justo al escribir esto, Daniel Capó me comunica que el 15 de diciembre murió Jean de Viguerie, para el que también escribí no hace mucho un prólogo. Por un segundo me ha pasado por la cabeza la idea de publicar mis "prólogos reunidos".
-
-
17:42
»
El café de Ocata
Orgullo: encontrar tu nombre en la página 224 del libro de Rajoy Una España mejor.
Humilde: Porque, en realidad, Rajoy cita mi cita: "El profesor de filosofía Gregorio Luri ha ilustrado esta tendencia tan castiza con una cita de Ramón y Cajal..."
-
7:15
»
El café de Ocata
Estaría bien dejar de ser víctimas de nuestro derecho a pensar como nos plazca.
En El Subjetivo
-
-
6:32
»
El café de Ocata
Cuando las cosas se enrevesaban y parecía que andábamos perdidos y sin norte, mi madre solía decir: "Tranquilos, que el agua siempre va a lo hondo". Y, efectivamente, más pronto que tarde, descubríamos esta verdad elemental.
No hay que dejarse engaravillar por las circunstancias. Las inercias siempre acaban imponiendo su lógica a los partidarios de los frenazos súbitos.
Otras cosas:
Ando disfrutando, y mucho, de la lectura de
Historia de una amistad, de Vicente Marrero (1971). Así inicio mi particular "Año Galdós". Sobre el fondo de la ciudad Santander se van dibujando las relaciones cruzadas de amistad entre Menéndez Pelayo, Valera, Galdós, Clarín, Pereda y Rubén Darío. Son personas de ideologías diferentes, pero que saben reconocer lo que los otros tienen de valioso y celebrar conjuntamente sus afinidades. En este sentido son el ejemplo de una España que pocas veces nos complacemos en resaltar.
De las páginas de este libro extraigo estas tres joyas:
"Como Clarín nos trata bien a usted y a mí, le perdonamos sus excentricidades, porque nuestro recto juicio tiene por auxiliares la gratitud y el egoísmo". - Carta de Valera a Menéndez Pelayo.
"Le falta a usted piedad para ser un humorista verdadero". Palacio Valdés a Clarín.
"Y lo primero que hace falta para decir lo nuevo es conocer bien lo viejo, penetrar su valor, saber sentirlo, y hasta amarlo, en lo que tiene de amable". - Clarín.
Y, por último: Resulta que en
El Cultural me han hecho italiano, lo cual tampoco me desagrada del todo, pero sí me ha pillado de sorpresa: "Sobre sus temas habituales se explayan los italianos, Gregorio Luri, en
La escuela no es un parque de atracciones (Ariel) y Alessandro Baricco, con
Una cierta idea del mundo (Anagrama)".
-
-
16:58
»
El café de Ocata
Ayer por la tarde volvía en tren de Barcelona a Ocata cargado de paquetes, por imperativo de la Noche de reyes. En frente estaban sentados dos jóvenes que lucían con orgulloso desdén una languidez flácida y unos peinados aparentemente desaliñados cuyo lucimiento, a buen seguro, les costaba una fortuna en tiempo y dinero. Ninguno de los dos levantó ni un instante su mirada de sus móviles. Todo lo que había de interés en su mundo se hallaba en las pantallas. A un lado el mar, brillante y espléndido, no merecía ni un instante de su atención. A la izquierda tres jóvenes negros, que no creo que llegasen a los veinte años, hablaban entre sí en una lengua que me resultaba incomprensible, haciéndose bromas y riendo. De vez en cuando se les escapaba alguna palabra en español. Pude anotar las siguientes; tranquilo, cabrón, tío y mira. Quizás, las primeras palabras de la primera lección de un curso de español de calle.
-
-
9:09
»
El café de Ocata
“Mi esposo la mayor parte del tiempo es un hombre bastante aburrido, pero doy gracias a la Virgen de Guadalupe porque de vez en cuando por las noches se convierte en un demonio rojo y entonces se termina el aburrimiento por algunas horas y esas horas compensan todos los días aburridos y rutinarios”.
-
-
23:02
»
El café de Ocata
I Una utopía razonable: la Navidad en un convento de clausura. Comidas frugales y poco sofisticadas, agua fresca para beber, largas meditaciones por el claustro, leer, ir a la iglesia a seguir en silencio contemplativo el sigiloso pábulo de la llama de la vela, regularidad a la hora de dormir y levantarse... Y ninguna noticia del mundo.
IIHe ido al cine con los nietos. Jumanji. Insoportable, a pesar de los nietos. No soporto los diálogos anodinos, las secuencias previsibles, las gracias de recetario... en definitiva, el llamado cine familiar. Me estoy convirtiendo en un viejo cascarrabias. Y comienzo a sospechar que a mis nietos eso no les desagrada del todo. Me toman como el complemento adecuado de la abuela.
IIIEl descubrimiento del día: la
rumpología. Nuestro tiempo es fascinante. Si se empeña, acabará haciendo de la ridiculez una obra de arte. Todos vivimos ya en Las Vegas.
IVLeo titulares que hablan de posnacionalismo y de buscar respuestas técnicas y no ideológicas a los problemas políticos, y me digo que Gonzalo Fernández de la Mora es el ideólogo de la actualidad española.
VEl electorado español premia las buenas intenciones. Y la síntesis de nuestras buenas intenciones es el diálogo. ¡Pobre del partido que pueda ser acusado de negarse a dialogar! No ser dialogante es lo peor de lo peor. Yo no tengo mucha fe en los resultados de un diálogo honesto. Sospecho que las condiciones de posibilidad del diálogo no son dadas por el diálogo y, por lo tanto, tampoco las condiciones de posibilidad de su éxito, y que si es, de verdad, honesto, lo máximo que nos suele ofrecer es una mayor claridad de las diferencias, que no es poca cosa. Pero lo que la gente quiere es que se dialogue. Cree haber encontrado en el diálogo la desdramatización de la política o, al menos, como diría alguno, la neutralización del enfrentamiento. "Política es hablar", nos repiten los abanderados del diálogo. Y tengo que reconocer que llevan razón en algo: mientras se dialoga, remamos, y el barco se mantiene a flote. Eso sí, mejor no preguntar por el rumbo. Pero lo realmente importante es señalar al excluido del diálogo, porque ese es el culpable.
-
6:55
»
El café de Ocata
"Mi hijo Arturo se había vuelto un jipi desobligado. Se la pasaba leyendo libros gordos y fumando mariguana y yo le pedí a Nuestra Señora de Zapopán que le enderezara su carrera y gracias a ella mi muchacho sigue leyendo sus librotes y fumando, pero ya se consiguió un buen trabajo y se puso zapatos".
-
-
10:34
»
El café de Ocata
No nos cansemos de sorprendernos. No hay que hacer mucho esfuerzo para ello. Basta con mantener los ojos abiertos. Para mantener bien abiertos los míos una de las cosas que hago es coleccionar exvotos mexicanos, porque si hay cosas que sólo pasan en la realidad, les aseguro que no hay realidad en la que pasen más. cosas que en la mexicana.
"En la temporada de luchas, el Cavernícola y yo nos enamoramos y nos mudamos a vivir juntos y somos muy felices, pero nunca nos quitamos las máscaras porque así somos más misteriosos. Damos las gracias a la Virgen de Guadalupe por toda nuestra felicidad."
¿Tengo razón o no?
-
2:17
»
El café de Ocata
Que la mayoría de los años no comiencen en lunes me parece a mí que es un signo de la debilidad de los relatos históricos.
-
-
9:15
»
El café de Ocata
Es inevitable: toda novedad repetida tiende a convertirse en rutina. Hasta en la vanguardia artística está ocurriendo esto. Recuerdo que hace unos cuantos años defendí en un trabajo universitario que la posmodernidad era la vanguardia rutinaria, que es como decir que la vanguardia ya no va abriendo expectativas, como lo hizo en el siglo pasado en París, sino que confirma previsiones. Ya no abre camino, sino que lo pavimenta. Pues esto pasa con los años nuevos. Lo que la edad nos permite esperar de cada año nuevo es una confirmación de la repetición, del retorno de lo mismo, pero, con los achaques, lo mismo es un poco más pronunciado. Y, sin embargo, hay que engañar a la vida. Hay que engañarla con festejos, música, literatura, trabajo... Últimamente estoy descubriendo en el rito religioso el más sublime arte de engañar a la pretendida gravedad de la vida con la pretendida ingenuidad de, por ejemplo, un villancico. El domingo pasado, al acabar la misa, me puse en la cola de los que íbamos a besarle los pies a la imagen de cartón-piedra de un niño mientras cantábamos: "En tu honor frente al portal tocaré, / con mi tambor". No se me ocurría ni acción más ingenua, ni repetición más nueva, ni manera de darle más densidad a la vida.
-
-
20:11
»
El café de Ocata
Retrato que me ha hecho mi nieto Bruno.
-
-
17:52
»
El café de Ocata
Decía un cínico -y los cínicos no por serlo han de ir siempre ligeros de razones- que tres son las cosas que diferencian al hombre de los animales: beber sin sed, comer sin hambre y el celo permanente. A primera vista, parece que aquí, efectivamente, reconocemos tres notables diferencias específicas (aunque lo del celo permanente dicen que lo compartimos con las hienas), pero para poder afirmarlas cabalmente como tales hay que añadirles una cuarta sin la cual pierdan su peculiar sabor humano: la mala conciencia.
El día de los inocentes es el día que se inicia el viacrucis de la mala conciencia navideña por los excesos en la comida y la bebida, a pesar de que sabemos muy bien que dentro de nada nos cae encima la noche vieja, el año nuevo y, un poco más adelante los Reyes con su roscón. Así que la mala conciencia no se convertirá en propósito de enmienda hasta el día 8 de enero... con suerte.
Tras aflojarme un agujero más la correa del pantalón he decidido ir andando esta tarde a paso de marcha hasta el puerto de Premiá. No había mucha gente, lo que me ha confirmado en mi tesis sobre los propósitos de enmienda. A la vuelta, el sol, un sol inmenso, de un amarillo oxidado, como yema de huevo, se ha ido poniendo lentamente tras Barcelona, dejando un riel de reflejos metálicos luminosos sobre el mar justo cuando en mis auriculares estaba sonando el concierto para piano y trompeta del amigo Shostakovich, santo patrón de la mala conciencia. Y he sentido que mi cuerpo se debilitaba y perdía peso a medida que mi alma se ensanchaba. Ya dice Santo Tomás por algún sitio que lo que colma al alma no está en el alma. Por eso el alma hay veces que se desvive por un asado de cordero.
-
-
17:21
»
El café de Ocata
Cuenta Benito García de los Santos en su Vida de Balmes, publicada en 1848, pocos meses después de la muerte del filósofo de Vic:
“Un día ]Balmes] leía en Hobbes la siguiente idea: -Si yo hubiera leído tanto como ellos, sería tan ignorante como ellos. Al leer esto, decía Balmes con su natural viveza: -Salté de la silla creyendo haber descubierto un gran tesoro. Leyó otra vez en Malebranche, que este profundísimo pensador acostumbraba a meditar mucho encerrándose en una habitación por horas enteras. Balmes unió estas dos ideas y desde entonces pasaba tres o cuatro horas diarias paseándose solo en su habitación, cerrados los balcones y sin luz”.
Apago la luz para pensar y no irme por las nubes que recorren remota y perezosamente el cielo:1. No se puede aprender a pensar si no se sabe soportar la soledad y el silencio.2. No se puede aprender a pensar si no se insiste en pensar contra nuestras propias ocurrencias y opiniones.3. Pensar es resistir la inercia de las distracciones, imponiéndoles un relato conceptual que se va desplegando en un diálogo con nosotros mismos.4. Pensar es difícil, distraerse y opinar es fácil.
-
9:07
»
El café de Ocata
-
-
20:57
»
El café de Ocata
Feliz Navidad
-
-
23:41
»
El café de Ocata
Me llega de la añorada isla de Siltolá un regalo inesperado, este
Tratado de la Tribulación, de Pedro Ribadeneira y me lanzo a abrirlo no para calmar mis tribulaciones, sino para gozar de su lectura, pues, como se escribe en el anónimo prólogo, "el mundo sabio le ha reputado siempre [a Ribadeneira] como uno de los primeros maestros en el habla castellana y en el arte de expresar con novedad y viveza los afectos, concebir un alto pensamiento y desarrollarlo a maravilla". Casi nada. Bendita sea la amistad que nos proporciona sorpresas como estas, contribuyendo así a hacer llevaderas las tribulaciones inevitables.
Sabemos desde Lucrecio que una bella escritura puede hablar de penas de forma dulce, actuando como el médico que administra una medicina poniendo una gota de miel en el borde de la copa para engañar al enfermo. Quizás entonces la forma sincera de hablar del mal sea la de una escritura intratable. ¿Pero quién soportaría ese doble tormento?
-
10:32
»
El café de Ocata
Las estadísticas nos dicen que las tasas de nacimientos están cayendo en picado. Cada vez nacen menos niños. Cada vez se verán menos niños por las calles.
Hay aquí, obviamente, un problema demográfico, pero yo intuyo algo más grave, más profundo.
¿Y si nuestro progresivo desapego de la infancia estuviera poniendo de manifiesto que hemos dejado de amar la vida o, al menos, que no la amamos tanto como nos parece?
Nuestros discursos ecologistas, humanistas, pacifistas, veganos... podrían estar movimos por el miedo.
No queremos morir... ni queremos matar, pero, por encima de todo, no queremos dar vida.
¿Y qué podría significar esto sino que tenemos miedo, un miedo creciente, a nosotros mismos?
El miedo nos impulsa a la huida, mientras que el amor a la vida es la expresión más diáfana de la afirmación de la propia vida.
Filóstrato habla en la Vida de los sofistas de un tal Filagro, un filósofo menudo, de rostro severo y mirada penetrante que se encolerizaba fácilmente. Cuando uno de sus amigos le preguntó por qué no quería tener hijos, contestó: "Porque no disfruto de mí mismo".
Me dicen algunos supuestos entendidos que las jóvenes parejas no quieren tener hijos porque es carísimo. No me parece que sea, ni mucho menos, más caro que lo que les resultaba a sus abuelas. Yo sospecho que tiene que ver con la forma de disfrutar de sí mismos.
¿Sabemos lo que decimos cuando nos deseamos una feliz Navidad?
-
-
10:42
»
El café de Ocata
Cada vez que termino un libro, paso unos días desorientado y desganado, ligeramente apático. A pesar de que tengo bastantes cosas que hacer, no me pongo con ninguna. Leo una página de un libro, lo dejo; cojo otro... Comienzo un artículo, me enmaraño, decido recomenzar más tarde. Mi atención se va, más allá de los cristales, hacia el horizonte. Escucho algo de música, pierdo el tiempo por las redes sociales, intento ver si encuentro una de esas series que tanto les gustan a la gente... Me echo largas siestas... Abro con desgana el frigorífico. Bebo agua. Miro con un sentimiento de culpa la torre de Pisa de los libros por leer, que va creciendo, inestable, mientras me digo que no volveré a comprar otro hasta que no rebaje considerablemente su altura, cosa que sé que no cumpliré. Sé que esta desidia durará tres o cuatro días y que después volveré a las andadas. No tengo fuerzas para oponerme a este estado de ánimo. Todo lo que puedo hacer es esperar a que él se canse de mi.
Pero, en fin, por educación, que no quede:
-
6:52
»
El café de Ocata
-
-
10:51
»
El café de Ocata
Nada nuevo bajo el sol:
Christian D. Larson,
Brains and How to Get Them, 1914:
-
-
23:31
»
El café de Ocata
No me olvido del Café de Ocata, pero no tengo tiempo de pasarme por aquí con un poco de tranquilidad. Hoy he terminado de corregir el libro que tendrá esta portada (con algún retoque) y que, si todo sale bien, saldrá a principios de marzo. Sin tiempo para reponerme, me llegan dos peticiones a las que no me puedo negar. Una, de
Correlatos, una revista editada en la UPAEP, una universidad de Puebla. No puedo decir que no por dos razones fundamentales, porque me apetece escribirlo y porque conocí a la directora de la revista en un viaje que hicimos a Huamantla, inolvidable y, como decía mi madre, "el roce hace el cariño". La segunda petición viene de la revista
Política Exterior, de donde me solicitan un texto sobre la evolución del conservadurismo y, obviamente, para cosas como esta escribí
La imaginación conservadora. Pero, al mismo tiempo, estoy trabajando con unos amigos en un texto pequeño, pero que quiere ser enjundioso, sobre la escuela cristiana y me he comprometido con una actividad en Madrid. Hay alguna cosa más que les ahorro. Que quede claro que no me quejo. Al contrario. Hago lo que me apetece por el placer de hacerlo. Ya no importa ni el CV ni ningún mérito académico. Tengo, además, cuatro cosas a mi favor: me gusta madrugar, no leo la prensa (hace tiempo que descubrí que la única manera de entender lo inmediato es desde la distancia), veo muy poca televisión y el café del Petit Café me sigue inspirando. Me gusta sentirme activo, proyectar, conocer a gente, meterme en proyectos un poco insólitos, defender mis ideas que, sin embargo, no suelen ser exactamente las mismas cuando comienzo a escribir un texto largo con intención de defenderlas y cuando acabo de escribirlo. Los argumentos acaban sublevándose contra mis intenciones. Intento no meterme con nadie, ser irrespetuoso con ciertas ideas, pero respetuoso con todas las personas y habitualmente la cosa me sale bien. Me imagino el infierno como un sofá muy cómodo en el que estoy obligado a permanecer sentado toda la eternidad con un mando a distancia en la mano, frente a un televisor de última generación con mil canales diferentes.
-
-
15:39
»
El café de Ocata
Días de mucho movimiento, trenes y hoteles. Pero estando en Tudela me llega lo importante, esta imagen:
Ya tenemos montado el Belén en casa y con él me atrevo a felicitaros la Navidad a todos. Mi mujer está muy satisfecha con el resultado, pero mis nietos se han decepcionado con el proceso. Como me ha confesado Bruno en un aparte, este año ha ido todo peor, porque la abuela fingía que no le gustaba la vaca en el tejado del pesebre. Así que otra tradición rota. Claro que, por otra parte, ¿qué es la Navidad, sino la comprobación anual del espectacular crecimiento de los más pequeños?
Me vuelvo a casa con un gran recuerdo de Tudela. Pero no puedo quedarme mucho tiempo. Pasado mañana viajo a Madrid, porque he pasado a ser el portavoz de una campaña promovida por la Fundación Alcohol y Sociedad que, sin duda, dará que hablar.
-
-
23:36
»
El café de Ocata
He estado un par de días en la Facultad de Teología hablando del mito de Prometeo. Creo que nos lo hemos pasado bien, es decir, que hemos profundizado en el mito y en su exégesis y que el esfuerzo dedicado ha sido compensado con creces con el placer del descubrimiento. Han interesado especialmente las imágenes prometeicas de los sarcófagos romanos del siglo II de nuestra era y este poema que Goethe le dedica a Prometeo:
Cubre tu cielo, Zeuscon vapor de nubes
y manifiesta tu poder, como un niñoque descabeza cardos,
sobre encinas y montañas;
pero no te atrevas con mi tierra
y mi cabaña,
que tú no has construido,
ni con mi hogar
cuya llama me envidias.
No conozco bajo el sol
nada más pobre que vosotros,
los dioses.
Alimentáis vuestro poder con sacrificios e inciensos
y languideceríais
si criaturas y mendigos
no fuesen necios llenos de esperanzas.
Cuando yo era un niño
no sabía a quién dirigirme,
levantaba hacia el sol
mis ojos extraviados,
como si allá arriba
hubiera alguien dispuesto
a escuchar mi queja,
un corazón que, como el mío,
compadeciera al afligido.
¿Por qué he de honrarte yo?
¿Acaso has aliviado jamás
el dolor del inquieto?
¿Es que a mí no me han hecho hombre
el Tiempo omnipotente
y el Hado eterno,
tan señores míos como tuyos?
¿Quizás suponías
que odiaría la vida
y huiría al desierto
porque no todos mis sueños
maduraban?
Aquí me mantengo firme,
modelando hombres a mi imagen,
una estirpe que sea como yo,
que sufra, llore,
disfrute y se alegre
sin estar pendiente de ti,
como hago yo.
Goethe escribió este poema en 1774 y poco después de lo mostró a Jacobi, que hizo una copia.
Jacobí conservó su copia como un tesoro secreto hasta que el 4 de julio de 1780, se lo leyó a Lessing.
El 4 de noviembre de 1783 Jacobi le comunicó por carta a Moses Mendelssohn que en el transcurso de su conversación, Lessing le había confesado que compartía la fe de Spinoza. Le adjuntó una copia del poema. Estalla así la llamada "querella del panteísmo".
En 1.785 Jacobi publica sus Cartas sobre la doctrina de Spinoza e intercala entre ellas el poema, aún inédito, sin la autorización de Goethe, que se cogió un buen cabreo.
Estos versos impresionaron profundamente a F. Schlegel, Nietzsche, Turgeniev, Flaubert, Daudet, Goncourt, Gide... y a mis alumnos... que espero que no se hayan hecho panteístas.
-
8:03
»
El café de Ocata
-
-
21:08
»
El café de Ocata
-
-
11:17
»
El café de Ocata
-
-
10:07
»
El café de Ocata
Termino La razón conservadora, la biografía político-intelectual de Gonzalo Fernández de la Mora escrita por Pedro Carlos González Cuevas (2015). Lo hago con una sensación extraña. Debo pensar sobre el libro, pero, sobre todo, debo analizar las reacciones encontradas que ha despertado en mí su lectura.
A lo largo de estas 469 páginas bien apretadas, he tenido varias veces la sensación de estar ante una literatura que hoy nos resulta casi clandestina: algo que hay que leer vigilando que no te vean los censores. Pero aquí se encuentra la huella de un filósofo interesante, con el que me resulta imposible compartir muchas cosas fundamentales, pero al que es imposible negarle capacidad de estímulo intelectual. Tanto es así que ahora me espera su propia biografía, Río Arriba, y he decidido tomarme en serio su "razonalismo" y su concepto de ideología. Quiero pelearme con él para comprenderme mejor a mí mismo y, además, me gustaría aclarar su relación con las tesis de Kojève (si es que existe).
Desde mi punto de vista, un conservadurismo sano -es decir, desacomplejado- debiera asumir la tradición, en su conjunto, como algo propio. Un conservador debiera ser exigente con el presente y generoso con el pasado. En este sentido, Fernández de la Mora tendría que ser para él tan propio como un Fernando de los Ríos o un Azaña, por poner sólo dos ejemplos. Todos están ahí, en nuestro pasado. Cada uno de ellos puede ser (eso ya depende de nosotros) un acicate intelectual y un referente, un mojón intelectual ineludible, para encontrarnos bien ubicados históricamente.
Hay en el pasado intelectual de España un gran número de pensadores que dejaron reflexiones inacabadas porque en su tiempo no parecía lo más urgente desarrollarlas, pero que ahora nos ofrecen alternativas de desarrollo sugerentes para añadir voces discordantes con el presente que puedan poner en cuestión a la ortodoxia.
Quizás no haya ejercicio más difícil que el de la honestidad con nuestra historia. Pero en este ejercicio se juzga nuestra sinceridad para con nosotros mismos, porque si no lo enfrentamos será imposible disponer de algún tipo de figura de nuestra ignorancia.
-
-
13:49
»
El café de Ocata
Días de lluvia caprichosa. Unas veces, sorda y monótona; otras, violenta, con fuertes ráfagas de viento, que ha llenado las aceras de hojas secas de plátano, embozado las alcantarillas, convertido las calles en torrentes y depositado, en cada papelera, el recuerdo del costillar desarmado de un paraguas roto.
El viento sacude con furia las copas de los árboles, como queriendo desprenderlos de los ultimísimos reductos del verano, para que entren desnudos en el invierno. El cielo, gris, bajo, pesado, nos deja a los que nos hemos acostumbrado a alimentarnos de la luz mediterránea con una sensación de hambre y vacío. El otoño inverna.
Lo mejor es contemplar la intemperie desde la barrera de la ventana de mi estudio, con la calefacción puesta, en zapatillas y con una copa de vino en la mano. Días así son una invitación irresistible a sentarse en el sofá, con una manta de lana sobre las piernas y un buen libro entre las manos. La lectura que se impone, obviamente, es la cadenciosa, como de atardecer.
No conviene salir a la calle. Les haré una confidencia: la veo con ojos de viejo. A mí siempre me había parecido que lo peor de los viejos era su cobardía; ese andar con pies de cristal, con miedo a caerse, a tropezar, a romperse algo. Pues bien, así he comenzado a andar yo. Las aceras resbaladizas, cubiertas de hojas, se me presentan como una incitación al resbalón y voy andando a pasos de paloma, intentando fijarme bien por dónde piso.
Mis lecturas: Balmes, Gil Robles y, ahora, la autobiografía de Gonzalo Fernández de la Mora. Lecturas de otoño avanzado.
-
-
17:24
»
El café de Ocata
1) Es perceptible un progresivo descenso del porcentaje de alumnos con resultados excelentes (los dos niveles superiores) y un incremento de los alumnos con resultamos muy deficientes (dos niveles inferiores). La tendencia es preocupante, aunque en cada comunidad presenta perfiles propios.
2) Allá donde hay un porcentaje mayor de alumnos excelentes, hay un porcentaje menor de alumnos muy deficienes.
3) Producimos, de manera muy significativa, más deficiencia que excelencia. Esto es poco relevante para los lugares que importan capital humano (principalmente Madrid), pero desastroso para las regiones que lo exportan.
4) Es claramente perceptible que tenemos dos mentalidades educativas que pesan en los resultados mucho más que las leyes. Por una parte, la España minufundista, con (relativamente) buenos resultados y, por otra, la España latifundista (que no sabe cómo levantar cabeza).
5) Nuestros alumnos no están estresados. Para ellos la escuela no es una cárcel ni el aula, un campo de concentración. Es cierto que los neopedagogos se quejan mucho de las vetustas maldades de la escuela, pero nuestros alumnos se encuentran entre los más satisfechos de la OCDE.
6) Hay que estudiar a fondo el fenómeno de la repetición de curso y ver si el dinero que cuesta no podría invertirse más satisfactoriamente de otra manera.
7) Afirmación literal del Informe PISA: "La evidencia muestra que, en general, hay una relación positiva entre la realización de tareas escolares en casa y el rendimiento académico".
8) Las chicas dedican más tiempo a las tareas escolares en casa que los chicos".
9) La OCDE comienza a darse cuenta de que los conocimientos importan, por eso este informe habla del "bienestar cognitivo" y afirma que si no se cuida de él en el presente "será menos probable que los estudiantes disfruten de bienestar como adultos".
-->"-->
-
12:04
»
El café de Ocata
1. La comprensión lectora no tiene mayor misterio: obtienen mejores resultados los países cuyos alumnos tienen más conocimientos. Es lógico. Pretender que se puede mejorar la comprensión lectora sin aumentar los conocimientos de los alumnos es un sinsentido.
2. Un alumno de cada diez pertenecientes a los medios más desfavorecidos se sitúa en el nivel alto de resultados. ¿Es poco? Sí, pero es suficiente para deducir que la pobreza no es una fatalidad. Condiciona, claro; pero no determina.
3. Finlandia. Esta ha sido su evolución:
-
4:23
»
El café de Ocata
-
-
18:24
»
El café de Ocata
De la compleja biografía de Maeztu la etapa más interesante, a mi parecer, es la que pasó en Londres, de 1905 a1919, codeándose con Wells, Shaw, Chesterton, Belloc, Lewis, Aldington, Baring... Con algunos de ellos compartió militancia en un famoso "círculo gremialista" y artículos en la revista
The New Age, que defendía el socialismo gremialista. Cuando posteriormente habla de los ingleses nunca lo hace de oídas. Por eso es tan instructivo lo que nos cuesta en un artículo de 1927 sobre las ideas pedagógicas de Bertrand Russell:
La diferencia entre Stuart Mill y míster Russell es que el primero sirvió de levadura a dos generaciones, mientras que el segundo, a pesar de su posición social y de su agudeza lógica y matemática, es el excéntrico cuyo talento se reconoce, pero a quien nadie sigue. Nadie cree en su principio del crecimiento libre. El espíritu del hombre no es estrictamente comparable a su cuerpo. Hablar de crecimiento espiritual es hablar por metáforas. Ningún padre ha creído nunca que su hijo se desarrollará mejor si deja rienda suelta a las tendencias de crueldad, de mentira, de vanagloria, de avaricia y de glotonería que todos los niños manifiestan. Recuerdo que una noche fue a conferenciar míster Russell, en Londres, a un Centro gremialista. Habló, como de costumbre, contra el Estado y su funesta intervención en los negocios del espíritu. Habló una hora recogiendo todos los argumentos del liberalismo contra las instituciones oficiales. Uno de los oyentes se acordó de las enormidades que suelen decir los oradores que vociferan en Marble Arch al caer la tarde y que míster Russell era profesor de la Universidad de Cambridge, y preguntó blandamente al conferenciante:- ¿Cree míster Russell que los discursos de Marble Arch, que son libres, alcanzan un nivel intelectual más alto que las conferencias de Cambridge, más o menos controladas por el gobierno?
Míster Russell dijo: “No”. Es posible de que a estas fechas no se haya enterado de que su No implica el reconocimiento de que el pensamiento humano debe infinitamente más a las instituciones que obligan a pensar que no al mero permiso de pensar.
Maeztu, “La crisis liberal”, en La Nación, 14-II-1927.
.
-
-
21:46
»
El café de Ocata
Andan mis nietos esperando impacientes el regreso de su abuela, que está en Pamplona, porque Ocata ya ha estrenado su decoración navideña y nosotros aún no hemos montado el belén. Este "nosotros" es una licencia familiar, porque, en realidad, la muy delicada operación belenista corre a cargo, exclusivamente, de la abuela y los nietos. No aceptan intrusos.
Para empezar, irán a comprar alguna figurilla más, porque del fondo del cajón en el que se guardan, siempre sale alguna descascarillada. Después trazarán en diagonal, sobre un mueble del comedor, el río de plata, al que le irán añadiendo puentes, patos, la noria, las lavanderas... En un rincón, el castillo con sus soldados; en la llanura, los pastores, los animales de granja -tenemos muchísimos, porque los niños han ido cediendo al belén sus juguetes-; la estrella en la pared; los tres reyes con sus pajes, que se sitúan en un extremo para que puedan ir avanzando un trecho cada semana. Por último, el pesebre. Y es aquí donde se arma la marimorena.
Cada año mis nietos se empeñan en rematar el conjunto poniendo una vaca enorme sobre el frágil tejado del pesebre y cada año mi mujer protesta airadamente, intentando frenar con argumentos muy lógicos el capricho de los niños, pero como la cuestión, finalmente, ha de dirimirse a votos, ganan inevitablemente ellos... y mi complacencia. Mi mujer, a decir verdad, no acepta la derrota con buen humor, pero, aun refunfuñando, la acepta, y la vaca vigía de nuestro pesebre contempla parsimoniosa, como una vaca nietzscheana el panorama del entorno, rumiando a su manera la buena nueva.
A mí me gusta que vayamos creando y manteniendo nuestras propias tradiciones, que dan vida a la trama de nuestra vida en común. Tengo la esperanza de que, cuando pase el tiempo y cada uno viva su propia vida, el recuerdo de la vaca vigía reverdezca cada navidad y en la memoria de los que queden se ilumine el recuerdo de lo mejor que hemos sido.
-
-
23:44
»
El café de Ocata
Vengo de una gran escuela, la Escola Camp Joliu, de L'Arboç, situada entre viñas. La charla ha ido bien, a pesar de que mis acúfenos estaban disparados -como siguen ahora-, como si tuviese el brun-bruumm del motor de un inmenso camión aquí al lado. Creo que los padres -para ellos iba dirigida la charla- se han divertido y han reflexionado alguna cosa de interés. Pero no quería hablar de esto, sino de este fenómeno biológico que me acompaña, acentuándose más pronunciadamente cada año: los padres me parecen más y más jóvenes. Posiblemente andan casi todos de los treinta para arriba, pero es que a mí los de treinta se me antojan adolescentes. Así que, volviendo en el coche, envuelto en la noche, pensaba que yo debo parecerles a ellos cada vez más viejo. Una especie de abuelo cebolleta que les cuenta historias un pelín edificantes, pero no mucho, lo suficiente como para que la risa dejé en el paladar, allá al fondo, una idea digna de ser rumiada.
-
8:29
»
El café de Ocata
-
-
19:12
»
El café de Ocata
Barcelona Llego a casa cansado, después de un día largo. Muy cansado. Despernado del mucho andar por Barcelona. A las 10 de la mañana tenía una clase en un curso organizado por el
Ateneu Universitari de Sant Pacià en la Facultad de Teología. Buena gente. Con decir que nada más entrar ya me he encontrado con el gran Armando Pego... Tenemos una comida pendiente que andamos posponiendo tontamente. Habrá que ponerle remedio urgentemente. Armando es una de las personas más inteligentes que conozco. Mi clase trataba sobre la iconografía del mito de Prometeo y tendrá una segunda parte el 12 de diciembre. Creo que les han sorprendido las historias aledañas al mito y, sobre todo, la iconografía de los sarcófagos romanos del siglo segundo de nuestra era, especialmente aquellas en que se muestra a Atenea introduciendo una crisálida en la cabeza de los hombres de barro que han sido modelados por Prometeo.
Después he estado yendo de aquí para allá, haciendo varias cosas, hasta que han dado las seis de la tarde, hora en que tenía una entrevista en Catalunya Ràdio con Roger de Gràcia. Creo que ha ido bien, aunque he derramado un vaso de agua sobre la mesa causando un pequeño desastre. Al principio de la entrevista he defendido la importancia de la ironía y el entrevistador me ha preguntado si la izquierda no tiene más capacidad para el humor que la derecha. Yo creo que esperaba una obvia respuesta afirmativa. Me he limitado a contestarle que "la libertad se ha hecho conservadora".
Son las siete de la tarde, acabo de llegar a casa. Estoy, de nuevo, de Rodríguez. Pero qué bien se está en mi sofá, con la calefacción encendida, decidiendo si me ducho ahora o me hago un bocadillo de jamón con pan y tomate acompañado de un gran vaso de buen vino.
-
-
17:32
»
El café de Ocata
El Mas Vell del Masnou
Día grande, el de ayer. Me acompañaban en la mesa del Braval, en la presentación de
Sobre el arte de leer, personas a las que admiro mucho: Pep Masabeu, el alma del Braval, un experto en imposibles; Sergio Vila-Sanjuán, director del suplemento cultural de
La Vanguardia, un enorme periodista cultural que siempre se ha mostrado muy genoreso conmigo y con quien me encuentro, una y otra vez, en los sitios menos pensados; el gran Tono Masoliver, sin duda, el crítico literario más prestigioso del país, que sabe ver lo que nadie ve, por ejemplo, que en
El cielo prometido, el subtítulo de mi libro sobre Caridad Mercader, se encuentra la huella de ese soneto anónimo que es una de las joyas de la mística española: "No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido..." y, por último, mi estrambótico hermano electivo, Jordi Nadal.
Y, en frente, tantas personas queridas...
Gracias a todos.
Seguimos.
-
-
15:09
»
El café de Ocata
Si tuviera que hacer una antología de textos filosóficos españoles, creo que la comenzaría con el prólogo que Ortega escribe a este libro:
No me he leído el libro, pero sí he repasado varias veces el prólogo, cuyo contenido me reafirma en la tesis de que el mejor Ortega se encuentra donde no se lo busca. Hoy he visto que ha sido traducido y publicado este mismo año en Francia por Editions Atlantica:
Aquí una reseña
-
-
10:17
»
El café de Ocata
Me he despertado desvelado cuando aún no eran las cuatro de la mañana. Normalmente, cuando esto me pasa, me voy a mi cuarto, cojo un libro y a la media hora me vuelvo a la cama a caer rendido inmediatamente en los cálidos brazos de Morfeo. Hoy no ha sido así. Y la culpa la ha tenido El hombre en desazón, de Gonzalo Fernández de la Mora, que me ha mantenido enganchado a sus páginas. El libro es irregular, pero no te da tiempo a decepcionarte, porque en cuanto el interés baja un poco, el autor te sorprende con una idea provocadora. Es un libro extraño porque, lo que nos muestra no es tanto lo que es el hombre, sino la mirada que sobre el hombre proyecta alguien a quien los años han empujado hacia el escepticismo. Es como una consolación para la vejez que viene a decir: "Tampoco ha sido para tanto".
El otro día un joven muy inteligente con el que comí en el puerto del Masnou, se sorprendía porque yo no estuviera alarmado por lo que está pasando en Cataluña. Le contesté diciéndole que el fundador del catalanismo y padre del nacionalismo catalán, Valentí Almirall, acabó militando en el partido de Lerroux y defendiendo a España y que Lerroux no sólo apoyó a Franco, sino que en su exilio portugués leía el Kempis y Los nombres de Cristo. Pasionaria, en su lecho de muerte, cantaba canciones religiosas con el padre Llanos. ¡Cuántos promontorios que sobresalen en la llanura son restos de altivas fortalezas!
-
-
18:22
»
El café de Ocata
Vuelvo de Santiago con las alforjas llenas.
Ha merecido la pena el viaje. Ha merecido la pena incluso la lluvia... claro que yo sólo ha conocido dos días seguidos de lluvia, mientras que las buenas gentes santiaguesas llevan más de un mes a remojo, sometidas al pertinaz chaparrón cotidiano. Ha merecido la pena el reencuentro con esas piedras que tanta historia callan, con ese cielo rebozado de capas de nubes a través de las cuales, sin embargo, de vez en cuando se abre paso un frágil rayo de sol como una bendición efímera. Ha merecido la pena volver a escarabajear entre las estanterías de las librerías de viejo... En la librería Cuceiro siempre encuentro alguna joya que me permite reafirmarme en la tesis de que el alma de una ciudad se encuentra más presente en sus librerías de viejo que en sus calles. Claro que esto es preocupante, dado que las librerías de viejo están desapareciendo, sustituidas por triviales librerías de segunda mano.
Ha merecido la pena llevar de compañero a Ángel Amor Ruibal. Puse, bien erguido, el tomo I de
Los problemas fundamentales de la filosofía y del dogma sobre la mesa, para formar los dos un dúo, aunque él hablara con su silencio, como las piedras de Santiago. Esto de la lectura y, en general, esto del lenguaje, tiene sentido en la medida en que nos permite empalabrar el mundo y escabullirnos así del anónimo vacío de sentido y de su oscuridad. Amor es grande porque su esfuerzo por enseñarle a hablar al mundo es heroico. Es un auténtico aventurero del espíritu.
Ha merecido la pena, muy especialmente, el reencuentro con otro Ángel, dulce compañía, y que gracias a su amparo, se haya incrementado el pequeño círculo de mis amistades compostelanas.
Ha merecido la pena el pan y el vino, un par de invitaciones nuevas, caminar bajo la lluvia empapándome de esa humedad sensual, que tiene casi cuerpo; el paseo de esta mañana hasta Santa Susana... y -¡claro!- la visita al Maestro Mateo. Tras pasar un rato a su lado, ayer por la tarde, me dije a mí mismo que ya no me fijaría en ninguna piedra más mientras estuviera en Santiago. Quien visite el Pórtico de la Gloria y no quiera crecer, es que -lo sepa o no- está empeñado en menguar.
-
-
9:30
»
El café de Ocata
Leo en
Le Figaro que, según un sondeo de Ifop-Asterès, más del 80% de los franceses miran al futuro con recelo y, muchos de ellos, directamente con miedo. Tienen la sensación de que lo que les espera en el día de mañana empeorará sus condiciones de vida presentes. Se han vuelto pesimistas y recelosos. Los términos más usuales entre ellos cuando se refieren al futuro son los de "inquietud" e "incertidumbre".
Ni el mañana personal ni el colectivo les parece tranquilizador. El 50% se siente mal preparado para encarar las revoluciones que todo el mundo asegura que se avecinan. Lo curioso es que la mayoría se encuentra satisfecho con sus condiciones de vida presentes, pero no confían, en absoluto, en que perduren. Están convencidos de que perderán poder de compra y de que sus trabajos serán cada vez más precarios. Socialmente ven fracturas...
Este clima pesimista explicaría el incremento de las demandas de protección de los franceses en todos los dominios y su miedo a las reformas.
Únicamente son optimistas con respecto a la tecnología y este me parece a mí el dato más pesimista de todos, porque veo en él una progresión imparable de la decidida entrega del hombre a sus máquinas, rendido ya a aquel complejo de Prometeo del que hablaba Günther Anders. Cuando nos vemos a nosotros mismos como medida de todas las cosas, sentimos miedo. Sin embargo cuando nos vemos medidos por nuestras máquinas, encontramos un consuelo, una esperanza.
Yo hace tiempo que vengo observando en las escuelas españolas esta inquietud ante el porvenir. Estamos educando a los niños en el miedo. Les describimos un futuro ecológico desolador; les insistimos en que no tienen ni idea de cómo serán sus trabajos, pero que, en todo caso, serán inestables y precarios; los empujamos hacia una ética de la indignación y de la náusea, porque nos sentimos incapaces de ofrecerles una ética del apetito. Y lo peor es que hemos introducido la inseguridad y el miedo en su imagen de las relaciones de pareja y, por lo tanto, de la familia, haciéndoles creer que en cada hombre hay un enemigo potencial. Estamos insinuándoles que no encontrarán cobijo alguno para su humanidad.
El incremento de la sensación de desconfianza es, en sí mismo, un factor objetivo de desconfianza, porque quienes pierden seguridad en sí mismos, en sus propias capacidades para encarar los retos futuros, están siempre en peores condiciones de afrontarlos que los que confían en sí mismos. Pero esta es nuestra situación. No sé si no he cargado yo también un poco las tintas, pero, en cualquier caso, me parece urgente modificar el rumbo de nuestra educación y dotar a las nuevas generaciones de un optimismo razonable en sus propias fuerzas.
-
-
7:26
»
El café de Ocata
Son las 7:00 de la mañana. El despertar del día me pilla con un libro sorprendente entre las manos, El hombre en desazón (gracias, Karl Mill), de un filósofo al que cuando tenía más prejuicios que ahora, no sospechaba que pudiera leer algún día, Gonzalo Fernández de la Mora.
Ha sido comenzar a leerlo y comenzar a tropezar con afinidades en el tratamiento del hombre como ser iluso. Necesariamente iluso. Esencialmente iluso.
Me imagino que nunca nos libramos de una buena carga de prejuicios. Probablemente lo que vamos haciendo es ir cambiándolos, pero sí creo que podemos aprender a sospechar sobre qué prejuicios nos mantenemos erguidos cuando miramos hacia el horizonte. Y quizás sea eso lo más lejos que podamos estar de nosotros mismos.
Mañana viajo a Santiago de Compostela, donde estaré hasta el sábado. Voy a dar una charla a los editores gallegos, pero también a ver el restaurado Pórtico de la Gloria y, sobre todo, a rendir un pequeño homenaje a Amor Ruibal, a quien descubrí hace tiempo, pero al que leo con atención desde hace poco. Me llevaré el tomo I de Los problemas fundamentales de la filosofía y del dogma para el viaje.
El dogma elemental de los humanos: deberás creer en las ilusiones que proyectas sobre tí mismo.
Por supuesto, saltarse el dogma tiene sus consecuencias: no encontrar acomodo en la naturaleza. El estado de naturaleza está a nuestro alcance: consiste en vernos a nosotros mismos desnudos de ilusiones y no creer en otro futuro que el que nos imponga en cada caso nuestra bioloogía.
Cierro el libro con la sospecha de que la ignorancia voluntaria es la forma más vil del olvido.
-
-
23:03
»
El café de Ocata
Luis Carandell, Las anécdotas de la política:
“El dirigente obrero español Anselmo Lorenzo fue a Londres con ocasión de la conferencia de los sindicatos obreros europeos. Visitó a Karl Marx, que lo recibió muy efusivamente y le habló en español. En la primera conversación que mantuvieron no trataron de cuestiones sindicales. Marx, que era gran lector de los clásicos españoles, prefirió hablar del teatro del Siglo de Oro. Lorenzo, que era tipógrafo y hombre culto, no desdeñó el tema. Y hablaron de Calderón, Lope de vega, Tirso o Moreto. Marx había transmitido a su familia su afición a las letras españolas. Su hija pidió a Anselmo Lorenzo que le leyera un capítulo del Quijote para deleitarse con la musicalidad del castellano.”
-
9:03
»
El café de Ocata
"En política lo que no es tongo es guerra civil", leo en
Por los pasillos de las Cortes (1972), de Joaquín Aguirre Bellver, periodista que fue, entre otras muchas cosas, cronista parlamentario del diario Pueblo. Quisiera no estar de acuerdo. Por cierto, unos días antes Urtain había dejado KO, obviamente, a Peter Weiland. En aquellos días se decía por los pasillos de las Cortes que si un día llegaba la revolución, bastaba para pararla con poner por la tele un combate de Urtain.
En abril de 1970 se discutía en las Cortes sobre educación sexual y Joaquín Aguirre Bellver resume así el debate: "Un muchacho sin educación sexual ve pasar a Sofía Loren, piensa lo que le da la gana y luego silba. Mientras que un muchacho con educación sexual, ve pasar a Sofía Loren, piensa lo que le da la gana y no silba. ¿Está claro? Porque ninguno de ustedes, señores procuradores, va a atentar contra la libertad de pasearse por la calle y pensar lo que cada cual quiera. De donde se infiere que la educación sexual lo que elimina es el silbido". Recientemente pasé todo un día con un grupo de adolescentes madrileños y lo que me vinieron a decir fue esto mismo.
Ahora estamos en julio del 70. Se debate la ley de peligrosidad social. Escribe Aguirre: "Esta ley me está produciendo una profunda desazón. Temo a los puritanos. Temo a doña Engracia. Doña Engracia es (segun Herminio, cronista del
ABC) una señora que se pasaba del cielo, de puro recta que había sido en vida, y San Pedro tuvo que gritarle: "¡Un taco, doña Engracia, diga un taco, que se va usted a poner en órbita!"
Acabo este libro, ameno e instructivo, porque nos muestra las tripas de aquellas cortes herméticas, corporativas, escleróticas del franquismo, con la sensación de que en nuestra "memoria histórica", lo que no es tongo, es guerra civil.