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El café de Ocata
IComentada hace unos días que, en tiempos de normalidad y previsibilidad, es fácil ser kantiano, pero que cuando nos atrapa una crisis, nos deslizamos rápidamente hacia el utilitarismo. Rawls concluyó, al observar este hecho, que estamos atrapados en una doble moral, según sean las que, siguiendo a Hume, llama “circunstancias de la justicia”.
La circunstancia que hace posible la justicia es para Rawls “la escasez moderada”. La justicia es necesaria porque competimos entre nosotros por bienes moderadamente escasos. Pero si lo que está en pugna es un bien que afecta a mi propia existencia, entonces veo las demandas de los otros como un riesgo existencial.
No siempre es así. Algunos, cuanto mayor es el riesgo existencial, más afirman su voluntad de mantener firme el principio kantiano del respecto absoluto de la dignidad del otro, sean las que sean las consecuencias. Es lo que hacen los santos, muchos de los cuales no han leído a Kant, pero sí el Evangelio. Es el caso de Giuseppe Berardelli, un sacerdote italiano de 72 años, que ha renunciado al respirador que su parroquia (en Bérgamo) le había comprado, para cedérselo a un joven desconocido, gesto que le ha costado la vida.
Don Giuseppe
IIAyer recibí este mensaje alarmista: "Buenos días, de manera extraoficial me han dado información de que se tiene pensado declarar el estado de excepción, por lo que ello conlleva, si no me han engañado y creo que no, le aconsejo que haga acopio de comida saludos." Mal asunto, que los bulos se vayan propagando. Independiente de lo que perturban por sí mismos la convivencia, ponen de manifiesto una desconfianza colectiva hacia las autoridades que es muy peligrosa.
IIIDe la UPAEP -universidad de Puebla, en México- me preguntan: “¿Te gustaría dar nuevamente una videoconferencia? qué tal sobre
La labor docente en situaciones humanas como la que estamos viviendo? Por supuesto, les respondo que me tienen a su completa disposición.
IVLeo ahora mismo en BBC News: "At least 50 priests have reportedly been killed by coronavirus in Italy."
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El café de Ocata
Varios medios confirman por las redes sociales lo que en un primer momento me negué a creer que pudiera ser verdad. Fuentes del Ministerio de Defensa aseguran que nuestros militares se han encontrado con cadáveres en las camas de algunas de las residencias de ancianos que han entrado a desinfectar, mientras los ancianos vivos, abandonados a su suerte, se movían de aquí para allá en un estado de salud lamentable.
Sí, estas cosas no sólo son posibles: Son reales. Y usted y yo podríamos estar allí, perdidos, desorientados, abandonando nuestro cuerpo a la llegada de la muerte. Y serían los militares los únicos que acudirían a salvarnos.
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El café de Ocata
IMañana gris. Lloviznea. Nubes densas, compactas y bajas que desfilan lentamente, con pesadez, sobre los tejados empequeñecidos por la proximidad del cielo. La gente aún duerme. ¿Cómo estará la playa? ¿Hasta dónde llegarán hoy las olas? ¿Cómo fue la puesta de sol de ayer? ¿Cómo se sentirá esta mañana en la cara la brisa húmeda y salobre del mar?
IIBeatriz Mazoy, farmacéutica con 26 años de experiencia en un barrio de Gijón, escribía ayer por la tarde una inquietante entrada en Facebook en la que aseguraba que el 1 de febrero, previendo lo que se venía encima “contacté con mis habituales proveedores, multinacionales conocidas, para hacer pedidos directos de aquello que consideré necesario: Sterilium, el gel hidroalcoholico que conocéis de los hospitales, y guantes.” La respuesta que recibió fue: “Sterilium, ni lo sueñes, lo compran los hospitales en media Europa.” Tras admirarse de que lo que ella era capaz de prever no lo previera el gobierno, continúa: “Mañana volvemos al mostrador, lleno de infectados sin confirmar, de infectados posibles, de gente atemorizada y triste, con nuestra mampara de metacrilato que nos ha hecho un colega abriendo el taller de noche, con una mascarilla cada uno que nos ha regalado un colega técnico de ambulancia (y que nos dure toda la crisis) y con los guantes que nos han regalado las peluqueras del barrio y mi amiga la dentista. Yo, además, tengo un escapulario de la Virgen del Carmen. El agua bendita la hemos sustituido por una solución casera de hipoclorito (lejía) que mi adjunta expande con un pulverizador que nos regaló el chino de al lado justo antes de cerrar la tienda y despedirse negando con la cabeza.”
IIISi en Europa están emergiendo del anonimato las fronteras interiores (el 83% de los franceses desea el cierre inmediato de sus fronteras), en España están tomando cada vez más protagonismo las fronteras autonómicas, cosa que pone de manifiesto una desconfianza hacia el poder efectivo del gobierno central -no me atrevo a escribir "del Estado"- y su credibilidad como gestor eficaz de la crisis.
IVEl coronavirus ha resuelto con su mera presencia una gran cantidad de falsos debates que, vistos desde aquí, parecen ahora entretenimientos de ociosos. En educación, por ejemplo, estamos redescubriendo la importancia insustituible de algo que nos falta: la relación cara a cara entre un maestro que sabe y un alumno que quiere saber. La educación no va de lectura de libros, sino del valor de mi interpretación del significado de este libro y el tasador del valor valioso es el maestro. No va de resolver problemas, sino de resolverlos ante alguien que puede comprender la lógica que me guía hacia el éxito o el error. No va de aprender autónomamente a ser autónomo, porque en el aprendizaje de la autonomía es imprescindible que alguien nos vaya orientado y corrigiendo en cada paso equivocado que damos. Hay mucha información que puede ser transmitida sin la presencia directa de un maestro, pero para evaluar la relevancia de esa información, necesitamos una relación cara a cara con alguien que sepa medir nuestra ignorancia.
VHace unos siglos los cronistas de una pandemia como la nuestra hubieran hablado de las flechas de la muerte, convencidos de que hay Alguien tensando su arco y apuntando hacia algunos de nosotros y, por lo tanto, que a pesar de todo, la muerte, aun en estas circunstancias, sigue teniendo algún sentido. Hoy esas flechas no las dispara nadie. Simplemente nos contagiamos con un virus ciego y algunos, no sabemos muy bien por qué, mueren.
VIEl Marqués de Tamarón pidió ayer en su blog “a cuantos me honran con sus comentarios (…), que eviten descuidos en la ortografía”. Me parece un comentario propio de aristócrata: justo cuando el azar nos domina es cuando más debemos esmerarnos en los detalles que sostienen la cultura en su pugna permanente con la naturaleza.
VIIAl atardecer, la ciudadanía recluida en sus casas se ha puesto de acuerdo para asomarse a los balcones a aplaudir. Me emociona profundamente el caso de un anciano con Alzheimer al que su mujer lo saca al balcón a esa hora a tocar la armónica y le hace creer que los aplausos van dirigidos a su música.
VIIICinco minutos antes de que el mundo se hunda también será un placer supremo meterse en una cama con las sábanas limpias y dejarse arrastrar por su invitación a esa experiencia tan singular que es la entrega plácida y absoluta al sueño.
IXA las dificultades para concentrarme en la lectura hay que añadir las dificultades para controlar mi cuerpo mientras leo.
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El café de Ocata
Mi nieto Bruno (10 años) nos envía por WhatsApp a toda la familia un vídeo que ha grabado de una épica batalla que libran sus soldados de juguete. Imita vibrantemente las voces de dolor de los caídos, los gritos heroicos de los vencedores, etc. Pero la única pregunta realmente pertinente es la que le ha dirigido su primo Gabriel: "Pero Bruno... ¿cuáles son los buenos y cuáles los malos?"
¡Bendito mundo en el que los buenos son buenos; los malos, malos, y no hay entre ellos espacio para matices".
No es, desde luego, nuestro mundo a día de hoy. Por eso envidio a mis nietos. En nuestro mundo asistimos pasivamente al hundimiento -esperemos que coyuntural- de todos aquellos discursos que consideraban intocables los derechos inviolables (o inalineables o invulnerables, como quieran ustedes) de las personas, aquellos derechos que, supuestamente, deben ser respetados siempre de manera absoluta.
En tiempo de guerra, como el presente, cuando las necesidades son mucho mayores que los recursos, la moral kantiana (utilizar al hombre siempre como fin, nunca como medio) se retira para dejar paso a la moral utilitarista de Bentham (podemos dejar morir a un anciano si así podemos intentar salvarle la vida a un joven).
O sea que, efectivamente, tenemos una doble moral: una para tiempos de paz (kantiana) y otra para tiempos de guerra (utilitaria). Pero esto es como decir que toda consideración sobre el valor intrínseco de una persona sólo es creíble en el paréntesis que media entre dos conflictos o, lo que es lo mismo, sólo es creíble mientras la naturaleza no molesta.
Una anciana de 95 años gana la batalla contra el virus en Módena.
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El café de Ocata
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7:15
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El café de Ocata
ISi se produjera el fin del mundo, ¿durante cuánto tiempo seguiría llegando "spam" a nuestro correo electrónico?
IIComparecencia del presidente Sánchez en horario de máxima audiencia en la televisión. Me gustaría mucho poder hablar positivamente de la misma.
IIISigue creciendo el número de muertos. ¡Si el coronavirus oliera, todo sería distinto! Pero es las amenaza fantasma que todos intuimos que, tarde o temprano, llevaremos dentro.
IVRecibo muchos mails de amigos contando sus inquietudes e interesándose amablemente por mi salud. El historiador Claudio Albertani me dice: "En México es mucho más difícil observar las medidas que ese toman en Europa. Hay unos 50 millones de personas que viven al día, en la informalidad total, y es muy difícil explicarles que mejor que se queden en su casa. Muchos, ni casa tienen... A ver cómo nos va, porque las autoridades no lo están tomando en serio, no dicen la verdad y apenas están asumiendo que el problema existe".
VMi querida amiga búlgara Vesselina Vassileva, de la Nueva Universidad de Bulgaria: "¿Cómo les va en estos tiempos crueles? Le pido, de todo corazón, que se cuide. Todos estamos encerrados en las casas y cumplimos con exactitud las órdenes. Casi nadie sale de su casa. Las calles de Sofía están desoladas. Rezo para que se encuentre con la mejor salud del mundo y que siga tan valiente como le conozco".
VIVan cayendo los días de reclusión y allí afuera florece, con total inconsciencia, la primavera. Tiene la naturaleza algo de spam.
VIIEpitafio poskantiano: "La primavera creciendo allí afuera, y el spam desbordando mi ordenador".
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El café de Ocata
En algunos comercios están reservando ciertos horarios de compra exclusivamente para los viejos, que suele ser a primer ahora. Después la entrada está reservada para los que tienen menos de 65 años.
Como aquí nadie es especialista en reclusiones por coronavirus, estoy dispuesto a aceptar disciplinadamente todas las medidas que se nos impongan, aunque alguna no deje de sorprenderme.
Pero los más jóvenes debieran tener bien presente que no son inmunes al coronavirus. Hay jóvenes que mueren y ancianos que sobreviven y no pocos de los ancianos que mueren han sido contaminados por un joven inconsciente.
Entiendo que la esperanza de vida de una persona pueda ser un criterio para atenderla o no en unos hospitales sobrepasados de trabajo y faltos de camas, pero la esperanza de vida de un grupo es una medida estadística, mientras que la esperanza de vida de un individuo es un enigma. Nadie sabe si estará aquí la semana que viene. Entendámonos: nadie lo supo nunca. Por eso Esquilo hablaba de la esperanza ciega, que es la auténtica esperanza de vida.
El anciano Platón de
Las leyes decía que los abuelos son "imágenes vivas de los dioses" y añadía: "Cuando tienes en casa, como un tesoro inmóvil y abatido por la edad a tu padre o a tu madre, no deberías creer que ninguna imagen santa tiene más valor que ellos a los ojos de los dioses".
Gregory Ferrand, Who Are We Now?, 2017.
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17:35
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El café de Ocata
El TNC pone a disposición de todos los interesados su biblioteca teatral.
Aquí podéis encontrar "Les Veus interior" de Eduardo De Filippo con el prólogo que le he escrito. En principio, está previsto que se estrene a principios de mayo.
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10:58
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El café de Ocata
Tiene algo de insultante, este sol espléndido. Brilla como si fuera día de fiesta, cuando para nosotros, los humanos, sólo hay un sólo día, que no es ni de fiesta ni laborable. Es un interminable día de paciencia, en el que nos vemos comprometidos con el empeño de sacarle punta a la cotidianidad del recluso, mientras descubrimos lo frágiles que son los pronombres posesivos.
¿Continúa mi casa siendo MI casa? Si lo fuera, podría utilizarla a mi antojo y, por ejemplo, salir y entrar de ella cuando quisiera.
¿Continúa mi cuerpo siendo MI cuerpo? Si lo fuera, no me sorprenderá a mí mismo sondeándome en busca de algún síntoma del bicho, ese intruso soberano.
Los discursos sobre la soberanía, la autonomía y lo mío han envejecido de repente.
Decía Donoso Cortes que en el infierno sólo se oye una palabras, "mío". Si es así, nosotros estamos en el purgatorio.
Parece que están aumentando las peleas entre vecinos. ¿Era Kant el que hablaba de la insociable sociabilidad de los hombres?
Lo que veo veo cierto es que en las colas de entrada a las tiendas de alimentación, cada vez es mayor la distancia que las personas guardan entre ellas; que ya no nos cruzamos con nadie en las aceras, pues uno u otro baja al asfalto para preservar su espacio de pretendida inmunidad; que aumenta el número ds personas con mascarillas y que, por algunas reacciones, uno no puede evitar tener complejo de contaminado.
Y, sin embargo, ahí está el sol, impertinente y provocador, afirmando lo poco que le importamos.
Ayer un amigo me llamó por teléfono para preguntarme cómo veía todo esto. Le comenté que me estaba sorprendiendo la capacidad de iniciativa de China y el retraimiento de Europa y los Estados Unidos. China parece dispuesta a jugar -no sé aún si a pequeña o gran escala- el papel que los Estados Unidos jugaron en Europa tras la Segunda guerra mundial.
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23:08
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El café de Ocata
Me he propuesto ser optimista o, al menos, no alimentar con mis palabras ni la acritud, ni el pesimismo, ni, sobre todo, el caínismo. Pero me encuentro con que cada día se agranda un poco más la parte de nuestra realidad a la que no puedo mirar de frente si quiero ser fiel a mi compromiso.
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El café de Ocata
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23:06
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El café de Ocata
Me escribe mi querida amiga B. desde París y en cuatro palabras resume todo perfectamente: "Je ne pensais pas, à mon âge, avoir à vivre de tels événements qui, dans un brouillard confus et lointain, m’en rappellent d’autres".
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12:24
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El café de Ocata
Tras un amanecer amenazante y chulesco, ha aparecido el sol y he aprovechado a salir para hacer la compra, con la sospecha de que en Ocata no nos resistiríamos a la atracción de la luz.
La primera sorpresa. Me he encontrado en primer lugar con una vecina, una anciana, que me ha dicho, sin que yo le preguntase nada, que salía tranquila de casa porque en Ocata no había "ni un caso del coronavirus ese". He intentado convencerla de que un poco de prudencia no viene mal, pero me ha mirado como diciendo, "¿quién se creerá este joven que es para decirme a mí lo que tengo que hacer?"
La sorpresa de las colas. Colas largas para entrar en las tiendas, pero me ha parecido observar que las distancias entre las personas se va alargando día a día. Hoy no se dejaba menos de tres metros.
La sopresa de la gente que se para a hablar en la calle, al rebujo del calorcito del sol, comentando los tiempos que nos han tocado vivir, y que hay que tomarse las medidas en serio.
Seguimos.
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22:54
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El café de Ocata
Aconsejado por un amable visitante de este café, he leído con atención un más que
interesante artículo publicado por Yuval Noah Harari en Time. Me han interesado especialmente las siguientes tesis:
1. El verdadero antídoto contra la epidemia del coronavirus no es la segregación, sino la cooperación. Posiblemente sea cierto, pero no parece que las cosas, hasta el día de hoy, vayan por ahí. Las fronteras vuelven a estar presentes. Y posiblemente van a estarlo más. Lo conveniente no siempre coincide en política con lo efectivo.
2. En el siglo XIV no había aviones ni cruceros, y sin embargo, la Peste Negra se extendió desde el este de Asia hasta Europa occidental en poco más de una década. Efectivamente, al coronavirus le han importado muy poco las fronteras. Pero se le responde blindando fronteras, porque las estrategias de la naturaleza no coinciden con las de la política.
3. La epidemia podría proporcionarle a la UE una oportunidad de oro para recuperar el apoyo popular que ha perdido en los últimos años. Si los miembros más afortunados de la UE envían rápida y generosamente dinero, equipo y personal médico para ayudar a sus colegas más afectados, demostrarían la vigencia del ideal europeo. Pero si cada país tiene que valerse por sí mismo, entonces la epidemia a quien puede dejar gravemente enfermo es a la misma Unión Europea. Aquí los hechos están hablando por sí solos. Lo primero que harán esos países afortunados es echarnos en cara la dimensión descomunal de nuestros déficits que no nos permiten endeudarnos cuanto quisiéramos...
Sólo comentaré algo obvio: Hobbes ha vuelto a la política internacional. En realidad nunca se había ido del todo, pero en Europa estaba como dormido. Ahora, cuando las cosas se ponen mal, estamos redescubriendo aquel viejo principio de la política exterior inglesa: "Inglaterra no tiene aliados, tiene intereses". El artículo de Harari está lleno de buenas intenciones. Pero con buenas intenciones en política no basta.
Sobre el día a día: parece que a los mediterráneos la reclusión nos va a costar mucho esfuerzo. Nosotros no tenemos ese entusiasmo de los nórdicos por el coleccionismo o las manualidades. A nosotros la luz que nos entra por las ventanas de causa nos sabe a poco. A medida que pasen los días se irá poniendo de manifiesto lo difícil que nos resulta esto.
Un comentario importante: No sé por qué razón no puedo responder a sus comentarios. Sepan, pues, que mi silencio no indica una falta de cortesía, sino de impericia tecnológica.
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5:45
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El café de Ocata
IEn Europa vivíamos confiados en que la técnica había domesticado a la naturaleza. Tanto es así, que apenas hace quince días nuestras preocupaciones eran cosas como la futura ley Celaá y si había que penalizar los piropos callejeros.
IITodo era política, decíamos.
IIIEl virus es tan poco político que no tiene ni metafísica. No tiene ninguna razón de ser moral. No hemos hecho nada para merecerlo. No nos lo ha traído ni nuestra virtud ni nuestro vicio. Por eso mismo viene a mostrarnos que nuestro cuerpo no siempre es nuestro. Hoy por hoy, nuestro cuerpo es de ese soberano virus que no discrimina.
IVLa familia, se presentaba como la gran institución política, causa última de todas las disfunciones sociales. Por eso Celaá se atrevió a decir que los niños no son de sus padres. Poco después los mandaba a casa. Cuando las grandes instituciones que prometen una Justicia con mayúscula se tambalean, la familia sigue ahí, con los brazos abiertos, ofreciendo una solidaridad con minúscula, pero que ni caduca ni se agota.
VA lo natural lo llamábamos político para poder así imaginarnos la posibilidad de su manipulación indefinida.
VITodo lo que el Estado pueda ofrecernos como terapia es la frontera nacional y la reclusión familiar.
VIIUn apóstol y líder de la globalización, el canadiense Justin Trudeau, parece completamente noqueado. El coronavirus pone en jaque sus grandes sueños de hermandad global multicultural, y su respuesta es la perplejidad. El pequeño príncipe Boreal -así lo llamaban en Causeur- está paralizado por su ideología. No parece capacitado para asumir que el mundo también puede ser una amenaza.
VIIIEl blindaje de la política tras los científicos -unos científicos que no han estado a la altura de las circunstancias, puesto que son ellos los que inicialmente minimizaron el riesgo- muestra una seria dificultad de la política moderna para asumir lo evidente: que las naciones son instituciones morales y el virus, no.
IXLos políticos debieran habernos ofrecido una imagen de nosotros mismos en los que poder observarnos con confianza, con seguridad, con orgullo, incluso -lo han hecho los italianos-, pero no han ofrecido una cacofonía de voces fragmentarias, con frecuencia contradictorias.
XHa sido la misma UE la que ha empujado a sus Estados miembros a recluirse en el interior de sus fronteras. Ahí está esa dolorosa imagen de los chinos entregando a los italianos lo que Merkel y Lagarde les negaron. Los Salvini han tomado nota.
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12:12
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El café de Ocata
Esto es como una travesía. Esperamos llegar a puerto en pocos días, pero vete a saber qué harán con nosotros las desconocidas corrientes marinas. Mientras tanto, nos asomamos a las amuras de proa para ver si por casualidad se divisa a lo lejos un desconocido.
No quiero decir que no nos alegre el encuentro con los conocidos, sino que, para mi sorpresa, el auténtico descubrimiento de estos días de enclaustramiento es la añoranza del desconocido, de esos rostros anónimos con los que nos cruzamos por la calle y con los cuales, sin mediar palabra, nos comunicamos nuestra mera presencia, como confirmación del discurrir normal de las cosas. Un mundo sin desconocidos es un mundo amputado.
He salido a comprar esta mañana. En el supermercado no permitían que hubiera más de 6 personas en el interior, cosa que me parece muy bien. Además en la puerta nos ponían, a medida que iban permitiéndonos pasar, un líquido desinfectante en las manos, cosa que aún está mejor. Sin embargo, nada de esto sirve de mucho si una inconsciente lanza contra las estanterías un estornudo con un desparpajo que, en estas circunstancias, son una muestra de incivismo que roza lo criminal.
Me cuesta leer. Me cuesta escribir. Navego por las redes sociales dejando que la ceguera colectiva guíe mi ceguera individual.
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El café de Ocata
Me han comunicado que uno de los periodistas que me entrevistó en Madrid el martes pasado está recluido en su casa, atrapado por el coronavirus. De repente, no puedo dejar de auscultar con un criterio más emotivo que científico cada una de las variaciones de mi estado físico. No me preocupo tanto por mí como por los que me rodean. No tengo fiebre, ni dolores musculares, ni ninguno de los síntomas de esta enfermedad. Pero...
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El café de Ocata
Salgo a comprar el pan. La panadería más próxima está en la Plaza de los caballitos. Sorprende el silencio de las calles. Me cruzo con pocos peatones. Alguno, al verme, se cambia de acera. Me encuentro también con un par de coches circulando, muy despacio, como si temieran llegar demasiado pronto a algún sitio. En la panadería sólo admiten a tres clientes en el interior, así que hay una cola muy larga en la calle. No es que haya muchas personas, sino que entre una y otra hay, al menos, dos metros de distancia. Hago bromas tontas y obvias con una conocida. Quizás en tiempos así es cuando más necesarias son las obviedades. El día está nublado, gris, pero no hace frío. En Ocata no estamos muy acostumbrados a vivir muchos días sin el amparo del azul del cielo. Compro el pan y vuelvo a casa dando un pequeño rodeo. Necesito estirar las piernas. Me encuentro con un negro que está barriendo una calle peatonal sin demasiado entusiasmo. Entonces comienzan a sonar las campanas de la Iglesia. Su sonido es más metálico, más amplio, más nítido, más profundo. Parece tener más determinación. Pocos coches en la NII. Me sorprenden, eso sí, algunas parejas corriendo y algunas personas jugando en la arena de la playa. Vuelvo a casa. Al comenzar a escribir esto el sol se abre paso entre las nubes e inunda mi estudio con una luz cálida, acogedora, parece que terapéutica, incluso.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Donoso describiría nuestro momento coronavírico como el del milagro. De repente la sucesión razonablemente previsible de las cosas se ha alterado y asoma las orejas el auténtico Soberano, la Naturaleza. Ella es quien decide cuándo nos encontramos en el estado de excepción. En este retorcerse abrupto de las expectativas que caracteriza a nuestros días lo que se acaba mostrando es la fragilidad de lo humano y nuestro sometimiento a fuerzas que se nos imponen de forma tan rotunda que mandan al carajo nuestras agendas para imponer sus órdenes perentorias.
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El café de Ocata
Siguen las suspensiones de actos. Así que me ha quedado un mes de marzo limpio como una patena, totalmente libre de compromisos. Ya me prometía yo varias semanas dedicadas serenamente a la lectura cuando, a media tarde, me ha entrado un correo que me ha proporcionado una alegría tan inesperada como intensa. Provenía de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y se resume en una invitación... de la que ya daré cuenta en su debido momento. Estos giros inesperados de la Fortuna me atrapan siempre. No es que sea incapaz de decirles que no, es que les digo inmediatamente que sí. Hay que hacer del azar un amigo.
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El café de Ocata
Parece claro que hasta el lunes pasado había entre los políticos miedo a ser los primeros en tomar medidas tajantes, no fuera a ser que... y ahora hay miedo a ser los últimos, no vaya a ser que...
Sobre Ocata ha descendido una niebla extraña, que parece invasión de climatología ajena. Aquí no estamos acostumbrados a estas cosas. Esta es tierra de luz y sombras nítidas. Desde mi cuarto contemplo el pueblo con un toque de irrealidad. Me dice mi mujer que la ciudadanía sale de los supermercados con los carros de la compra a rebosar, no vaya a ser que...
Heráclito tenía razón: en el gobernalle de la nave está el rayo.
Son tiempos estos que nos permiten entender el significado genuino de la soberanía.
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13:00
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El café de Ocata
Ahora parece que el Conseller d'Educació está ultimando una orden de cierre de las escuelas de Cataluña a partir del lunes.
De todo lo que está pasando, lo que más me inquieta es la sensación de falta de una autoridad clara, previsora, bien definida, con voluntad de decidir lo que sea conveniente y capacidad para ofrecernos la certeza de que hay alguien competente al timón.
13:14: Confirmado: a partir del lunes en Cataluña se suspenden las actividades en escuelas, institutos y universidades.
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El café de Ocata
Me comenta uns sindicalista que el Departament d'Educació de la Generalitat ha dicho esta mañana a los sindicatos que sería "exagerado" cerrar los centros educativos a causa del coronavirus. Todo ha de seguir como si nada, incluyendo las jornadas de puertas abiertas.
Así estamos. Lo que en una comunidad es un imperativo de la sanidad, en otra es una exageración y el ciudadano, en medio, cada vez más perplejo.
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19:13
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El café de Ocata
Dado que no tenía ya nada que hacer en Madrid, me he vuelto este medio día para Barcelona en el AVE. El vagón iba lleno y algunas personas se cubrían la cara intentando ocultar pudorosamente su miedo respiratorio, con pañuelos o ropa. Pero no ha pasado nada relevante hasta que entre Zaragoza y Lérida un pasajero ha tosido. Creo que instintivamente todos hemos estado un buen rato reteniendo el aliento y temiendo una reanudación de la tos. A los pocos segundos ha retornado la calma. Pero se ha vuelto a interrumpir abruptamente con la temida repetición de la tos cuando ya no la esperábamos y aquí ya ha habido como un movimiento general de intranquilidad en el vagón. Varias personas se han levantado y poniéndose la ropa que tenían a mano en la cara, de forma que apenas se les veían los ojos, han abandonado el vagón. Yo venía leyendo a Maurice Barrès que es uno de esos autores que no te gustan y, sin embargo, no puedes dejar de leer una vez que has comenzado.
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El café de Ocata
Hoy Madrid presentaba una aspecto inquietante. Cuando he bajado a desayunar, en el comedor del hotel no había nadie. Ni un alma. Las camareras me han recibido intentando, a todas luces, aparentar una normalidad que no sentían. Yo, desde luego, me he sentido intimidado por el vacío que había a mi alrededor. Cuando ya estaba acabando ha entrado una pareja y, poco después, Juan Antonio Pedreño, a quien conocí hace años en Murcia y a quien no he dejado de admirar desde entonces. Hemos hablado de la inquietante situación que estábamos viviendo, con un rosario de actos suspendidos que nos condena a una inactividad forzada. Visto que la agenda se me vaciaba, he decidido regresar a Barcelona mañana a medio día. Las pérdidas económicas serán considerables, sin duda. Los apretones de manos escasean. Practicamos una cordialidad a distancia, higiénica y timorata, una cordialidad preventiva, pero, inevitablemente, todos, tarde o temprano, acabamos llevándonos la mano a la cara, que parece ser la meta final de todos nuestros gestos.
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El café de Ocata
Siento en Madrid una generalizada sensación de desconcierto, de falta de un liderazgo claro, de improvisación... de andar a tientas. Es decir, siento el latido, aún lejano, pero acercándose del miedo y el miedo no necesita razones, es suficiente con la verosimilitud de su representación.
El miedo siempre se las arregla para crear su propia causa.
Hace pocos días aquí no iba a pasar nada; hoy aquí puede pasar... ¡vete tú a saber qué! Hay quien se consuela porque la muerte se ceba en los viejos, que es una forma muy rastrera de encontrar consuelo.
En las épocas de estabilidad tendemos a creer que llevamos las riendas de la naturaleza y que esta va quedando progresivamente en un segundo plano. ¿Qué es el progresismo sino la convicción de que es posible imponerle una lógica a la naturaleza e, incluso, una moral? Pero las épocas de estabilidad son sólo el paréntesis que se extiende entre dos alborotos de la historia. Así que, tarde o temprano, nos vemos enfrentados a nuestro verdadero tamaño.
Vistas desde hoy, las imágenes de las manifestaciones de ayer sólo se explican por la frivolidad de olvidar la naturaleza.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
El País publica hoy un capítulo de
La escuela no es un parque de atracciones:
AQUÍ.
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El café de Ocata
Me aseguraba mi nieto Bruno (10 años) esta mañana que "en este mundo nada es perfecto". Su razonamiento ha seguido esta progresión: 1. Con un ojo siempre vemos mejor que con el otro, con una mano escribimos mejor que con la otra, con un pie chutamos mejor que con el otro.2. Por lo tanto todos los seres humanos tenemos alguna imperfección.3. En realidad en este mundo no existe la perfección...... (largo silencio).4. No hay nada perfecto. Ni la geometría es perfecta.
- ¿Te digo algo que es perfecto? -le he preguntado.- A ver...- Un vaso de agua fresca cuando tienes sed.- ¡Es verdad!- El abrazo de tu madre cuando llevas varios días sin verla.- Tienes razón.- Un buen bocadillo cuando tienes hambre.- ¿Cómo los de hamburguesa del Frankfurt Parera?- Por ejemplo.- Pues sí...Y hemos ido recogiendo cosas perfectas que se dan en este mundo imperfecto y nos ha salido una lista larguísima. Para celebrarlo vamos a hacer espaguetis al ajoaceite.
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El café de Ocata
Esta mañana, en los salesianos de Horta (Barcelona) he defendido la vigencia del viejo esquema escolástico de las potencias del alma:
En estos tiempos tan raros en los que se prefiere hablar del "yo", del "sujeto" o del "cerebro" antes que del alma, he comenzado reivindicando el alma para pasar posteriormente a la defensa de la memoria.
La superioridad del alma sobre el yo, el sujeto o el cerebro es su capacidad de cuidar de sí misma. En la cura o cuidado del alma se encuentra, según Jan Patocka, la esencia de Europa.
Entiendo por alma el ámbito en el que lo mejor que podemos llegar a ser se dirige a lo que somos (a la inercia de lo que somos). Por "lo mejor que podemos llegar a ser" no me refiero a nada arcano o religioso. En cierta forma todos sabemos lo que es, pero se encuentra disperso en el conjunto de experiencias personales de las que nos sentimos orgullosos porque, de alguna forma, ponían de manifiesto lo más elevado de nosotros mismos. Pero como esas experiencias son fragmentarias, la tarea del cuidado de sí comienza en el proyecto de dar una forma unitaria a esos fragmentos para que puedan ser una orientación fiable de nuestra moralidad.
En esta tarea hemos de elegir bien los compañeros. Conviene que sean grandes porque sólo los grandes se contemplan a sí mismos desde lo alto, mientras que los pequeños se contentan con contemplarse desde lo bajo, por ejemplo desde la emotividad más ramplona.
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El café de Ocata
Tenía que ir a Badalona a una revisión de la vista y me llevé a mis dos nietos (10 y 5 años). Cuando vamos los tres solos se portan siempre de maravilla. Se preocupan mucho por mí y yo me dejo cuidar por ellos. Pasamos la tarde juntos y la verdad es que todo fue muy bien.Me acompañaron incluso hasta la consulta del oculista.Éste cuando me vio entrar renqueando me preguntó qué me pasaba.- Las rodillas, que me incordian -le contesté.Me pidió que me sentara en una silla y debió observar que algo en mí flojeaba.- ¿Se encuentra mal? - me preguntó.- ¡No es nada! Una laberintitis me produce con frecuencia mareos.El hombre hizo un gesto de compasión con la cara y comenzó a explicarme algo.- ¿Me puede hablar un poco más alto? -le pedí- ¡Es que oigo bastante mal.Me miró con cara de pena. Pero la cosa empeoró cuando me hizo mirar por una especie de catalejo y me preguntó qué letras veía mejor, si las de la pantalla verde o la roja.- ¡Es que soy daltónico! -le contesté.Entonces vi de reojo a mis nietos que estaban dispuestos a saltar en mi defensa en cuanto el oculista hiciera el mínimo comentario. Sin embargo, sólo dijo: "Pasemos a otra prueba, entonces".Al salir les compré un Halcón Milenario de plástico y nos fuimos a merendar a un Frankfurt.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Un día largo, el de ayer, pero repleto de buenos recuerdos. A las 5 de la tarde volvía a casa en el tren pensando en todo lo que aún tenía que hacer cuando una voz difícil de describir me sacó de mi ensimismamiento. Era la de una anciana metida en años y tan enjuta que se le marcaban todos los huesos del cuerpo. Arrastraba un aire de derrotada, de desahuciada, de arrojada a los márgenes de la vida. Con un bote metálico en la mano iba recorriendo el tren de punta a punta pidiendo limosna mientras contaba las muchas desgracias que se cernían sobre su miserable humanidad. Los pasajeros, la verdad, no le han hecho mucho caso. Cuando uno le ha dado unas monedas, ella levantando la cabeza, altiva, ha dicho bien alto: “Tienes que ser humano y mentir para que te ayuden”.
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El café de Ocata
Circula este cartel por México. La verdad es que no recuerdo en qué contexto pude decir esa frase pero, en todo caso, es cierto que las revoluciones educativas son posibles (tenemos ejemplos claros en la OCDE)... siempre que no se improvisen.
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El café de Ocata
Con la edad mi memoria ha ido invadiendo el territorio que mi juventud había reservado a la fantasía y me sorprendo con frecuencia recreando lo que ya no estoy seguro de si fue.
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El café de Ocata
La primera: “Descartes está considerado el enemigo público número uno del ambientalismo",
La segunda: “La suposición de que Derrida siempre sabe de qué está hablando, no es derridiana”.
De Timothy Morton, El pensamiento ecológico.
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El café de Ocata
El declive del antropocentrismo y el auge del patocentrismo. Esto es lo que resume todo.
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El café de Ocata
A veces, después de una época de trabajo intenso, se apodera de mí una pereza dulce, una somnolienta galbana que me tiene como descoyuntado, como si cada parte de mi cuerpo si hubiera tomado unos días de vacaciones. En estos casos no me apetece ni leer, ni escribir, ni andar, ni cocinar, ni oír música, ni hacer otra cosa que no sea tumbarme en mi sofá a la bartola, arroparme con mi manta preferida, acumular cojines bajo mi cabeza e ir pasando canales de televisión, sin entretenerme en ninguno más de diez minutos. Es como si algo en mí necesitase recomponerse y cargar baterías para la nueva embestida. No solo no siento vergüenza de esta dejadez vegetativa sino que me siento dichoso por poder permitírmelo. Mi mujer me deja hacer quizás porque sabe que esa es casi toda la televisión que veo.
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El café de Ocata
¡A por la cuarta!
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El café de Ocata
"Cuando era embajador en España, observé que, cada vez que su majestad católica Fernando de Aragón, el príncipe más poderoso y sabio, estaba a punto de embarcarse en una nueva empresa, o de tomar una decisión de gran importancia, lo hacía de tal manera que, antes de conocer sus intenciones, toda la corte y el pueblo ya insistían y exclamaban que el rey debía hacer tal o cual cosa. Luego anunciaba su decisión justo cuando todos la esperaban y clamaban, y es increíble qué justificación y favor encontraba entre sus súbditos y sus dominios".
En la pág. 96 de:
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El café de Ocata
Se ha ido el Fari.
Ha cogido sus cuatro bártulos y se ha vuelto para África. Antes de marchar nos pidió un teléfono móvil en desuso para su madre viuda. A sus hermanos les llevaba camisetas del Barça. Hicimos una colecta en el bar y le compramos un móvil nuevo. Nos dio las gracias y se fue. Y ahora echamos en falta lo que se reía cuando Antón le decía: "Fari, cuando cruces la carretera, sonríe, que si no, no se te ve y un día vas a tener un disgusto". Y él sonreía para nosotros mientras descargaba la calderilla de sus bolsillos sobre la barra del bar y hacía montoncitos con las monedas, agradeciendo nuestro interés y nuestras bromas y el vaso de agua de cada día.
Cada noche a eso de las diez emergía de la oscuridad de la playa y cruzaba la vía del tren y la N-II arrastrando su carro de la compra lleno de abalorios.
Durante el verano aún iba tirando, pero estos dos últimos meses lo único que vendía era pequeños elefantes anticrisis de un plástico vetado y quebradizo, con la trompa levantada, a un euro la unidad.
- Comprar, esto contra crisis. Elefante buena suerte.
Si alguien le replicaba que no estaba en crisis, el Fari hacía de los elefantes amuletos amorosos. ¿Quién no busca un trabajo más alegre o un amor más seguro?
Yo solía acompañarlo por las mesas para animar a los clientes a superar la crisis por un euro. Con irregular fortuna, todo hay que decirlo. Además un cliente que le compró un elefante tuvo un accidente doméstico y apareció una noche con muletas y un humor corrosivo que le hizo mucho daño a nuestra campaña de márqueting.
Más de una vez estuvieron a punto de atropellarlo al cruzar la carretera. Un conductor desalmado arremetió una noche contra el carrito voluntariamente, se lo arrancó de la mano y desparramó toda la carga de pulseras, anillos, collares y elefantes anticrisis por la Nacional II. Era bien triste oír su crujido bajo las ruedas de los coches mientras el Fari se llevaba desconcertado las manos a la cabeza.
- Fari, sonríe cuando cruces, que si no, no se te ve.
Nos dijo que para estar aquí sin hacer nada, prefería estar sin hacer nada en su pueblo de Senegal. Y se fue a refugiarse de la crisis en África. Ahora, cuando hace buena noche en Ocata, sentados en la terraza del bar, miramos a la oscuridad, por donde aparecía el Fari con su carro de la compra repleto de bisutería barata, y nos decimos que quizás el día menos pensado, en cuanto apunte la primavera, lo veamos reaparecer, como los brotes verdes.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
El razonamiento políticamente correcto es aquel que le impone las conclusiones materiales a las premisas. Es decir, aquel que establece a priori las conclusiones materiales legítimas de cualquier razonamiento.
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El café de Ocata
“Human babies are not born self-aware, or capable of grasping that they exist over time. They are not persons [therefore] the life of a newborn is of less value than the life of a pig, a dog, or a chimpanzee.”
- Peter Singer, profeta de los derechos de los animales.
En The Guardian
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Encuentro sumamente divertido algo que escribe el etólogo Frans de Waal con completa seriedad y abundante aporte de pruebas, en su libro El último abrazo (Tusquets, 2019).
Lo que viene a decirnos es que nosotros, los humanos, podemos discutir sobre la existencia o no del género, pero que nuestros primos, los primates, no tienen ninguna duda a la hora reconocer si lo que tienen delante es un hombre o una mujer, y actúan en consecuencia. Los machos jóvenes de los laboratorios tienen erecciones en cuanto ven a una mujer y las perciben con tanta nitidez que si un experimentador se disfraza de mujer, no se dejan engañar. No muestran en este caso ni el más mínimo interés sexual. ¿Cómo lo hacen?
Esta es la respuesta de de Waal: "Se fijan en la única diferencia sexual visible que es frecuente en el reino animal: los movimientos masculinos tienden a ser más bruscos y resueltos que los de las hembras, de movimientos más fluidos y flexibles. Ni siquiera necesitamos ver cuerpos completos para apreciar esa distinción. Los científicos han comprobado que si se colocan puntos luminosos en brazos, piernas y pelvis de personas y se les filma caminando, estos puntos contienen toda la información que necesitamos para distinguir el género. Mirando solo unas pocas manchas blancas en movimiento sobre un fondo negro, los sujetos experimentales pueden decir enseguida si están viendo un hombre o una mujer. Si podemos discernir con precisión el género de la gente con una información tan escasa, no es difícil ver por qué la masculinidad o feminidad humana es un libro abierto para tantos animales. Esta capacidad también funciona al revés, porque yo puedo distinguir con seguridad desde lejos si un chimpancé es macho o hembra solo por su forma de moverse."
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El café de Ocata
Y no hemos hecho más que empezar.
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El café de Ocata
I"Mi programa es que nos gobiernen con buena educación".
- Jacinto Benavente.
IITermino un prólogo para un libro de Scruton de próxima aparición. Me siento satisfecho, un poco más ancho y más grande, hasta ligeramente más alto. Un buen trabajo es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos.
IIITengo pendientes un artículo sobre conservadurismo para una revista importante y otro prólogo para un libro sobre el gran Pierre Manent.
IVInicio un nuevo libro. Será corto, poco más der 100 páginas, pero es un proyecto ilusionante de una editorial dinámica. Debo acabarlo en un par de meses. No será difícil, porque tengo bastante material recogido.
VAndo dándole vueltas a un artículo largo para El Mundo. Título: El psicosocialismo. Y a la continuación de la Imaginación conservadora.
VISiguen los pintores en casa, pero el caos ya parece decidido a ir dejando paso al orden.
VIISí, hago mío el programa de Jacinto Benavente.
VIIIMañana voy a un colegio de Hospitalet a hablar con los profesores sobre lectura. Hoy me han dicho en Plataforma que ya han sacado la segunda edición de Sobre el arte de leer.