Me llega un mail de una institución a la que sinceramente aprecio. Me dicen que aún quedan plazas para un curso en el que aprenderé a tratar con los alumnos y con las familias de manera eficaz. Me mosqueo al leer ésto, porque da por supuesto que no sé tratar eficazmente ni a unos ni a otros y me parece una evidente falta de respeto. Hasta los que nos dedicamos o nos hemos dedicado a la enseñanza merecemos la presunción de inocencia. Sigo. Me aseguran que el resultado de este curso es "más asertividad, más autoconocimiento y más autoestima" y, por si fuera poco, añaden que los resultados también se pueden aplicar al ámbito personal, como si el autoconocimiento y la autoestima fueran del ámbito extrapersonal. El título del curso es "Coaching sistémico". Y de manera impertinente me preguntan: "¿Te lo perderás?".
No acostumbro a responder a estas cosas, pero esta vez no me puedo aguantar.
"Sí, me lo perderé -les escribo-. De hecho me pierdo todo lo que tiene que ver con el coaching y, especialmente, si tiene que ver con el coaching y la asertividad".