Tengo un tesoro en la Biblioteca de Catalunya. Lo descubrí hace un año y desde entonces cada vez que tengo tiempo me refugio bajo las bóvedas de la sala de consultas para empaparme con sus fulgores y salir de allí un poco más rico. No es mío, pero ya que sólo lo disfruto yo, es como si fuera de mi propiedad. El tesoro ocupa 87 carpetas de folios manuscritos que comienzan a redactarse en 1918 y concluyen en 1961. Se trata del inmenso diario de Joaquim Renart, una joya histórica y literaria de la que se han publicado fragmentariamente algunas cosas, pero que en su mayor parte permanece inédita, esperando a los ojos ávidos que vengan a buscarla.
Ayer, aprovechando un paréntesis entre dos reuniones, comencé la primera de las tres carpetas del año 1937. Afuera caía un sol de escándalo sólo soportable por las hordas de exhaustos turistas, que por eso lo han pagado. Adentro, en una penumbra fresquita, blindado del exterior por el foco de luz de una lámpara, yo iba reviviendo la escritura manuscrita de un barcelonés, nacionalista catalán, que miraba perplejo a lo que sucedía a su alrededor, sin acabar de entenderlo y yo rumiaba su perplejidad y en silencio os traigo algunos fragmentos a vosotros:
10 de abril de 1937: "El nuestro [Cataluña] es un país primitivo (...), un pueblo primario en el que no caben las medias tintas ni las graduaciones. Pasamos de un extremo al otro. Conozco individuos que han sido separatistas, de la Lliga, de Acció Catalana, de Unió Democràtica, de la Federació de Joves Cristians y ahora son de la FAI. País primario, sentimental por excelencia, que hoy nos llenamos de favores y mañana nos arrancamos las entrañas. Somos del último que nos habla, de los últimos fuegos de artificio que nos hacen, del último cartel que nos enganchan. Somos amor y odio al mismo tiempo, blanco y negro, extremistas intolerantes, católicos de inquisición o bien demócratas autoritarios. Nos destruimos nosotros mismos y sólo nosotros mismos. Somos.... así. Nuestros propios enemigos".
14 de abril de 1937: "Es triste decirlo por los que toda la vida hemos sido republicanos y creíamos en la fuerza de la democracia: la república no trajo la felicidad a nuestro país. La sabotearon los de arriba y los de abajo... la droga del milagro. La droga del arréglalo todo nos tiene obcecados. Y a fuerza de querer arreglarlo todo rápidamente con polvos de la madre Celestina, no solamente no arreglamos nada, sino que lo estropeamos todo... En Cataluña, sobre todo, que era el país que parecía adecuado. Ni nuestra autonomía nos salva. Ha sido más de nombre que de contenido. Volvemos a las chapuzas y a las palabrerías."
16 de abril de 1937: "Vivimos en un tiempo imposible. Nos agotamos, nos derretimos. Esto no es vida.Se cuenta que un hombre se encontró a un amigo y le dijo:- ¿Qué haces?- Mira -le contestó- sólo intento sobrevivir.Este chiste de circunstancias tiene toda la profundidad de la tragedia que vivimos".
7 de mayo de 1937: "Ya oscurece cuando nos dicen que han llegado las fuerzas de Valencia en autocares. Los vemos pasar por el Paseo de Gracia desde el balcón y vemos que la gente aplaude. Estos aplausos me llegan al alma. Hieren. Son la muestra de nuestra impotencia. Los de fuera de casa vienen a imponernos el orden que nosotros no sabemos mantener. Y la gente aplaude porque, a fin de cuentas, es el orden lo que se viene a restablecer."