Hay muchos catalanes -no sé cuántos, ni qué porcentaje representan- que quieren la independencia. Pero hay pocos que la quieran a cualquier precio y este es el talón de Aquiles de la cosa en sí. Como me dijo recientemente un alto cargo, "somos cuatro los que estamos dispuestos a pasar hambre por Cataluña". Aquí se quiere la independencia para -entre otras cosas, sin duda- vivir mejor. Rajoy, que sabe esto, ha optado por la estrategia de la prima de riesgo (va sin segundas). Es una estrategia que maneja bien. En cuanto al día siguiente, es jueves y trece, y resulta un pelín patético ver cómo se mezcla el agua del discurso de la euforia ("somos imparables", etc) con el aceite de los reproches a Rajoy porque no le facilita el portazo a Cataluña ("no nos permiten hacer un referendo legal", etc).