Uno da una conferencia para mostrar, por ejemplo, que la primera sílaba de Palencia es "Pa". Pero cuando, después de analizar pros y contras, cree dejar la tesis bien asentada, comienza lo peor: el democrático turno de preguntas. Ya los veo venir. Está el que alza la mano satisfecho para replicar que "muy bien lo de Palencia y la 'Pa', ¿pero por qué no he dicho ni una palabra, que por cierto también comienza por 'pa', de Sevilla y la 'Se'?". Ya no hay remedio. Tras el impulso del primero, otro aprovechará inmediatamente para dejar constancia de que él sabe de muy buena tinta que también París comienza por 'Pa', y, tras mostrarnos sus conocimientos sobre las muchas ciudades del mundo que comienzan por 'Pa', añade que no menos importante que saber cómo comienza Palencia es saber cómo termina, porque Palencia, Valencia, Plasencia, y cien ciudades más terminan en "cia" y eso no se puede pasar por alto tan a la ligera. A estas alturas ya nadie se acuerda de tu conferencia y todos tienen presente lo lioso que es el asunto de los comienzos y finales de palabras, en general. Miras al reloj y das por finalizada la conferencia con un sentimiento de frustración profundo, pero curiosamente los mismos que te han mareado y arruinado tu tesis con el pim, pam, pum silábico, te aplauden con ganas y vienen a felicitarte personalmente. Yo creo que, en realidad, están mostrando su agradecimiento por la oportunidad que les has dado de hablar en público.