Hollande tiene la bragueta inquieta, cosa trivial donde las haya. Todos los ayudantes de cámara de los hombres que en la historia han sido algo, han sabido cosas de este tipo y por eso mismo para ellos el concepto de gran hombre era bastante problemático, algo así como un concepto puro. Lo que ocurre ahora es que los ayudantes de cámara son los periodistas y estos, a diferencia de los ayudantes de cámara de antaño, son unos cotillas, que para eso estudian periodismo. Si los medios de comunicación en lugar de ser una cosa moderna hubieran existido en Grecia, ¿qué hubiera sido de Sócrates, de Platón, de Aristóteles, de Pericles...? ¿Qué lugar ocuparían en nuestros libros de historia? De Roma, mejor no hablar nada, que ya tenemos a Suetonio. La grandeza, vista de cerca, pierde mucho, encoge. Así que los grandes hombres del presente, empeñados en estar cerca del pueblo, tienen su merecido. Sale ganando, dicen, la transparencia. Pero eso quiere decir que los grandes hombres que continuarán en pie en nuestros monumentos cívicos son los encumbrados a la peana de nuestra ignorancia. Dicho de manera más cruda: la ignorancia respecto a los gobernantes ha venido cumpliendo una función de encantamiento político. ¿Qué diría hoy la prensa de un President como Companys? Así que habrá que ver cómo gestionamos políticamente la transparencia para que no se metamorfosee en desencanto.