Aldo no sabe que hoy comeré con Pepe y Pepe no sabe que he hablado con Aldo. Cada uno de ellos me cuenta cosas del otro que ninguno de los dos sabe de sí mismo. El padre de Aldo era residente de la KGB en México, el país en que los padres de Pepe se conocieron. Cuando atamos cabos reconstruimos una curiosa historia. A media tarde, María me envía desde México D.F. un dossier sobre Sylvia Ageloff y, ya entrada la noche, Bea me cuenta desde París los libros políticos que Caridad Mercader tenía en una estantería. Antes de irme a dormir escribo la página 522 de mi libro. Hoy le he puesto título: "Fe, esperanza y Caridad". Mañana se lo cambiaré. Quizás no lo acabe nunca. Quizás no debiera acabarlo nunca, porque este libro no es un libro, sino una aventura y las emociones que me proporciona sobrepasan con mucho mi reducida capacidad literaria.
Los nombre son ficticios, pero las personas reales.