Probablemente sea Cataluña el país del mundo con más poetas por metro cuadrado. El fenómeno me resultó hace unos años interesante, porque parecía ser una promesa y, de hecho, había en el aire algo parecido a la efervescencia que precede a la irrupción de lo nuevo. Pero la efervescencia se iba repitiendo a sí misma y cada vez más lo oído sonaba a repetición y me aburrí de esperar. Sin embargo he intentado seguir de cerca a algunos nombres. Uno de ellos es Tomàs Arias. Por eso me he llevado una alegría cuando de Edicions Terrícola me han enviado su último libro,
En fi, començo. Tomàs Arias sigue vivo. De hecho, me parece ahora más vivo que nunca, porque mantiene toda su capacidad provocadora en un país en el que siguen creciendo los poetas (y eso no puede ser sano). Cuando uno lee a Tomàs nunca sabe qué encontrará en el siguiente verso, cosa que es de agradecer. Estoy devorando el libro, pero no he podido esperar a acabarlo para escribir esto.