Tras Donoso, le toca el turno a Ramiro de Maeztu. Estoy disfrutando con él. Me gusta la desenvoltura con la que se enfrenta a los grandes problemas de su tiempo dialogando con los pensadores europeos de talla, a los que conoce bien. Maeztu posee un amplio dominio de la cultura británica y de sus tradiciones parlamentarias y, de hecho,
La crisis del humanismo fue publicado en inglés en 1916.
Lo que me ha animado a escribir este post es el siguiente párrafo, que acabo de leer:
"Tanto Stuart MIll como Buckle creían que la libertad es suficiente para formar el pensamiento. De aquí el fervor de su liberalismo. Esta creencia suya tuvo que basarse en esta otra: en la creencia de que bastaba consentir a los individuos que pensaran como quisieran para que las verdades brotasen espontáneas de las cabezas de los hombres. Sólo que no brotan. Y no brotan porque el pensamiento no es una actividad espontánea más que en los pensadores por vocación. La inmensa mayoría de los hombres no piensa casi nunca. Por lo común no piensa el hombre salvo cuando le ha acontecido algún percance. El resto de su vida no hace más que soñar o dejar que sus ideas se asocien al azar. Concentrar la atención sobre problemas objetivos es algo que sólo hacen por amor, en cada generación de un pueblo considerable, media docena de individuos".
Es esta una idea que yo he defendido -cuando me siento corajudo- en algún foro pedagógico, siguiendo algunas investigaciones modernas sobre lo que los americanos llaman "the wandering mind", que es el estado de serie de la mente humana. Pero no puedo seguir a Maeztu en la conclusión de su argumento. Me temo que soy más pesimista que él, quizás porque tengo el vicio de pensar en Sócrates cuando se tratan cuestiones como las del último punto:
"Una democracia que no reconozca el valor del pensamiento será una democracia sin pensamiento o con un pensamiento irregular e ineficaz. Será una sociedad inferior, como cualquier otra, oligarquía o autocracia que no lo reconozca. La ventaja de la democracia sobre las demás formas de gobierno es que no hay en la democracia una casta interesada en sofocar el pensamiento para que no se la discuta."