Viniendo de Madrid, leo en Rémi Brague (El reino del hombre): "Nuestro cuerpo, que es sin embargo 'nuestro', escapa ampliamente a nuestro control. San Agustín atribuye esta insubordinación a las consecuencias del pecado por el que Adán desobedeció a Dios. Sólo algunos individuos excepcionales tienen un perfecto dominio de su cuerpo. Agustín los cita, y no deja de ser sorprendente encontrar entre esta élite a un antepasado de Joseph Pujol, quien dio algo que hablar, hacia 1900, en la escena de los music-halls."
La cita de Agustín se encuentra en la Ciudad de Dios XIV, 24, que dice: "Otros, sin fetidez alguna, emiten por la parte inferior sonidos tan acompasados que dan la impresión de cantar por esa parte."
Respecto a Joseph Pujol, se trata de un catalán universal que por alguna oscura razón no conoce en la Cataluña actual el renombre a que sus sonadas hazañas lo hacen merecedor. Bien es cierto que él, en el Moulin Rouge, donde actuaba, se hacía pasar por marsellés, pero todo parece indicar que era de Reus. Su nombre artístico era "Le Pétomane" y su hijo dijo de él que "a lo largo de su vida nos dio lo mejor de sí mismo". Sólo añadiré, para evitar caer en la escatología, que Freud lo visitaba con frecuencia por considerarlo un caso evidente de estancamiento psicológico en la fase anal de la libido.
¡Y después dicen que la filosofía no sirve para nada! A la próxima persona que vea proclamando que su cuerpo es suyo, pienso rogarle que no me lo demuestre.
Por cierto, amigos de Ediciones Encuentro, nada que objetar a que Brague hable de Jérôme Cardan, pero si traducimos el libro, mejor darle a Gerolamo Cardano lo que es suyo, su nombre propio.
Sobre Cardano en El Café de Ocata:
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