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Tres joyas del Diálogo de la dignidad del hombre, de Pérez de Oliva:
“Lo que nos parece falta de naturaleza [en el hombre] , no es sino guía que nos lleva a hallar nuestra perfección (...). Esta incertidumbre en que Dios puso al hombre responde a la libertad del alma”.
“Ninguna cosa hay tan encubierta (...) do no entre la vista del entendimiento humano para ir a todos los secretos del mundo; hechas tiene sendas conocidas, que son las disciplinas, por do lo pasea todo”.
“... el gran misterio de las letras, que nos dan facultad de hablar con los ausentes, y de escuchar ahora a los sabios antepasados las cosas que dijeron. Las letras nos mantienen la memoria, nos guardan las ciencias y, lo que es más admirable, nos extienden la vida a largos siglos, pues por ellas conocemos todos los tiempos pasados, los cuales vivir no es sino sentirlos.”
Sin duda, releer es redescubrir(nos). Me imagino que cada libro le exige una edad determinada al lector y una serie de lecturas previas. En todo caso, pocas satisfacciones más grandes que la de la relectura que te permite descubrir cuánto has cambiado desde aquella lejana primera vez y, sobre todo, cuánto ha cambiado lo que en un momento y otro consideraste significativo.