Escribo esto desprovisto de todo título de politicólogo. No pretendo hacer un análisis científico de la realidad. De hecho ni tan siquiera sé que podría ser tal cosa. Sólo quiero escribir alguna reflexión meramente subjetiva sobre lo ocurrido en Andalucía, en el bien entendido de que lo subjetivo se opone a lo objetivo, no necesariamente a lo falso. Es decir, mi visión será parcial, pero no necesariamente falsa, de la misma manera que un soldado raso que participa en una batalla tiene una visión parcial y no por ello falsa de lo ocurrido.
No me han sorprendido mucho los resultados electorales. Ciertamente no esperaba tan excelentes resultados para VOX, pero era evidente que había un rumor de fondo en Andalucía que ponía de manifiesto un declive del PSOE que tarde o temprano tenía que salir a la superficie. A este rumor se le han añadido cuatro elementos significativos que lo han amplificado: (1) el desconcierto ante los pactos de Sánchez con gente que, como mínimo, no presentan un currículum ni de intachables demócratas ni de intachables patriotas españoles; (2) el antiespañolismo que se veía en Cataluña (son muchos los españoles dentro y fuera de Cataluña que se han sentido agredidos por una retórica antiespañola que ha alimentando en ellos un cierto deseo de revancha); (3) el progresivo acento en las llamadas políticas de identidad que dejaba átono a un sector importante del electorado y (4) la histeria con que la derecha tradicional y, especialmente, la izquierda han reaccionado ante el fenómeno VOX. Los socialistas han creído incluso que convenía atacarlo para dividir el voto de la derecha, lo cual ha contribuido a proporcionarle un altavoz considerable y a mostrarlo como el referente nítido de lo que no es el PSOE.
Por cierto (y dicho sea entre paréntesis), estar en contra del matrimonio gay, puede ser criticable o no, pero no es fascista; creer que la reciente legislación sobre la llamada "violencia machista" deja desamparado al hombre, puede ser criticable o no, pero no es fascista; creer que Europa está diluyendo algo que se considera propio, puede ser criticable o no, pero no es fascista. Lo cual no evita que pueda haber fascistas en VOX, como tampoco que pueda haber estalinistas o chavistas entre los que critican a este partido. Hay una cierta histeria penitencial en la izquierda que tiende a llamar fascismo a todo lo que le planta cara, sin pararse a pensar en aquello de "la paradoja de las consecuencias".
Volvamos al rumor de fondo. En cada uno de mis viajes a Andalucía (en Sevilla, en Huelva, en Granada, en Jaén....) me he encontrado reiteradamente con lo mismo: un hartazgo de la chulería con que, según se me insistía, ejercía el poder el PSOE. No sé si es verdad, pero en política las percepciones sobre la realidad pesan más que la misma realidad. Junto a esto, me encontraba también con la sensación de que Andalucía, mientras el PSOE tuviera las riendas del poder en sus manos, no tenía remedio. La imagen que me transmitían era de una Andalucía cautiva de -más que gobernada por- una red de clientelismo.
Sea como fuere, lo evidente es que la vieja estructura política de Andalucía, la que tenía como expresión al PSOE, al PP y al PCE, ha ido abriendo huecos electorales en su seno que nadie se ha preocupado de ocupar. Los huecos han ido creciendo y finalmente han vuelto a demostrar que en política el vacío dura siempre poco.
Si lo políticamente relevante ahora, como parece creer la izquierda, es la afirmación pública de las identidades autootorgadas, no debería sorprender a nadie que tal lógica se extienda a todos los campos de la política con unos efectos que acaban siendo los contrarios de los que se pretenden (sí, de nuevo la paradoja de las consecuencias). Cada afirmación de una identidad se lleva a cabo señalando una diferencia reticente al reconocimiento de esa nueva identidad. Si estas diferencias tienen algo en común, acabarán optando por ser el otro del otro y sentirse identificadas por la identidad colectiva que se les coloca como sambenito. Ahí está -creo yo- la razón de la marcha de un número importante de católicos hacia VOX. Este, a mi humilde parecer, es un fenómeno nuevo, muy importante y, potencialmente, de largo recorrido.
Un último punto: Cuando se quiere estar a la vanguardia de la historia, o bien se forma parte de un partido leninista, o bien se corre el riesgo de acabar muy en la vanguardia, pero desconectado de los votantes que podrían darte la mayoría. A esto huele el lenguaje políticamente correcto.