Tengo la impresión de que la izquierda se ha envuelto, como una crisálida en su capullo sedoso, en un lenguaje tan cargado de moralinidad, que se ha incapacitado a sí misma para ver la realidad. No es ceguera, es, simplemente, que el lenguaje la empuja tan para adelante, que el pueblo se le ha quedado demasiado rezagado.
Sospecho igualmente que las conversaciones de los bares de nuestros pueblos están más cerca de lo que propone VOX que de la deconstrucción del hombre y de la masculinidad.