Ayer en Madrid se podía ir por la calle con chaqueta. No así por los túneles del metro, pero tampoco hay que pedirle peras al olmo. Me encontré muy cómodo hablando durante hora y media de "la educación y el futuro: retos y espejismos". Intento guiarme por un principio que viene a decir lo siguiente: "allá donde vayas, compórtate de tal manera que se abra alguna puerta". Estos días se han abierto varias. La de ayer fue completamente inesperada, porque al otro lado está Angola. Terminé la jornada madrileña con un bocadillo de calamares, una cerveza enorme y la gozosa contemplación del espectáculo de las compactas nubes blancas, evolucionando a su aire sobre los tejados de la estación de Atocha. El mayor espectáculo de Madrid es siempre el cielo.
Por la mañana, mientras iba en el cercanías de Ocata a Sants, un par de señoras de no menos de 70 años hablaban a mi lado de política. Una se quejaba de la alcaldesa de Barcelona y la otra decía que la política es aguantar. "Salga el que salga, hay que aguantar. La democracia es esto, aguantar al que sale elegido". Lo decía con resignación cristiana.
Hoy espero una llamada de Juan Cruz y una entrevista de TVE.