IInolvidable viaje a Valladolid, entre académico, onírico, gastronómico e iniciático. Resalto muy especialmente las conversaciones con el socialista Juan José Laborda, que fue presidente del Senado, que me enseñó el significado de la "efebocracia" y me dio pistas importantes para comprender el significado de la Transición. Desde un punto de vista personal, me cayó muy bien Jaume Vives. Me impresionó especialemnte lo que menos esperaba encontrar en él: una profunda espiritualidad. Jaume tiene algo de místico español. Con Cayetena apenas tuve tiempo de intercambiar algunas frases de cortesía, a pesar de que compartíamos la misma mesa. En su crónica de lo sucedido en nuestro hipotético debate, el Norte de Castilla dice: "La exposición de Gregorio Luri sobre conservadurismo quedó ensombrecida con la intervención de Álvarez de Toledo, que dedicó su tiempo a señalar los fallos de otros grupos políticos y movimientos sociales".
IIYa saben ustedes que me gusta recorrer las librerías de viejo de las ciudades por las que paso. En Valladolid me encontré con varias librerías de segunda mano bien surtidas de cacharrería literaria, pero la librería de viejo es otra cosa. Como no supe dar con ninguna que mereciera este nombre, acabé comprando en la magnífica librería Un árbol de letras, de la calle Juan Mambrilla, la edición que hizo en el 2001 la Junta de Castilla y León del
Europa heautentimorumene de Andrés Laguna, con prólogo de Joseph Pérez. Lo leí de una tirada en la Plaza Mayor, esquivando a vendedores ambulantes de todo tipo de abalorios y lo cerré con un punto de melancolía, porque los buenos libros siempre hablan del presente continuo.
IIIEn la misma calle Juan Mambrilla, a un par de pasos contados de Un árbol de letras, topé con este cartel, situado justo delante de una "escape room". Pensé que sería buena idea que en este último lugar se enseñara a las moscas a salir de la botella.
IVComo ocurre en el resto de ciudades castellanas, en Valladolid, la hora de la lujuria es la mañana. Si el sol del mediodía es inmisericorde e implacable, las mañanas reivindican a Castilla, sacudiendo su "polvo, sudor y hierro" y entregándole al visitante curioso una promesa que, como todo en la vida (piénsese en las castañas en otoño) siempre huele un poco mejor de lo que sabe. Pero ese olor es real: emana de las sombras que adornan las fachadas. Castilla es también el "cobijo de la sombra", por emplear una expresión de San Agustín.
VPasaron en Valladolid muchas otras cosas. Conocí, por ejemplo, a una filósofa admiradora de Gómez Dávila, artista de performances y "ama" felizmente casada con su esclavo, que me informó detalladamente -sin pasar nunca de la estricta teoría- de los pormenores del arte de la sumisión y la dominación. Perdí un avión y gané un día. Abracé efusivamente a María Blanco, economista, liberal, mediática y magnífica persona, a quien descubrí virtualmente hace tiempo gracias al singular "MSV" (Movimiento Stalin Vive). María me informó que el promotor de esta genial "performance" digital murió hace algún tiempo. Descanse en paz. Recordaré un paseo que un día de invierno hicimos lo dos por las Ramblas de Barcelona en el que me habló de sus proyectos con Vagina Seminova... pero esa es otra historia. Saludé a estraussianos que adquirieron la condición de tales en este café, al economista John Müller, a Vidal Arranz... y, finalmente, logré desvirtualizar a Miguel Ángel Quintana Paz, viejo cliente de este café, alma de este encuentro en Valladolid que me han regalado él y el cielo. En la noche del viernes fui testigo de su ascensión a la nobilísima condición de Caballero de la Cassette de Carreteras: