IMe preguntaban hace unos días en Madrid a qué época de mi vida quisiera volver. Se sorprendieron mucho cuando les contesté inmediatamente que a ninguna. Lo que quisiera, si pudiera, es hacer algunos arreglos de mantenimiento en mi vida presente, ¿pero volver atrás? Tengo las rodillas machacadas, la vista en declive, la audición se me ha independizado y va a su antojo, de vez en cuando me dan ataques de vértigo y me caigo en el lugar menos pensado. Pero ahora soy más libre que nunca. No, no quiero volver atrás. Lo que quiero es tener futuro y una cabeza clara para poder desarrollar mis proyectos, que son muchos.
IIEl hombre es un ser futurizador, decía Ortega. Quitadle esto, y le quitáis todo, incluyendo el presente y el pasado.
III Me preguntaron también que si, con mi perspectiva actual, pudiera darles un consejo a mis hijos, cuál sería. La verdad es que intento darles los menos consejos posibles a mis hijos. Son adultos y viven en su propio mundo, que ya no es exactamente el mío. Mi papel no es ya aconsejarlos sino quererlos. Como me insistieron en que les diera un consejo, respondía que les pediría que fueran buena gente. Es la mejor inversión que puede hacerse en la vida. No hay ninguna más rentable.
IVLa luz de la mañana es cálida y fría, poero se va diulcificando rápidamente. Le sienta muy bien a las jacarandás que veo desde mi ventana. Le arranca dorados insólitos al verde oscuro de sus hojas. El cielo tiene un tono azul gastado y el mar, al fondo, parece una prolongación del cielo. Cuando mi madre tenía mi edad, hizo un viaje a Fuenterrabía con una amiga que no había visto nunca en el mar. Al ver esta mujer aquel espectáculo, se quedó boquiabierta. Corrió hasta la orilla y le gritó a mi madre, "¡Gloria, mira que bajo está aquí el cielo, si hasta se puede tocar con la mano...!".