Tengo muchas cosas que decir, pero no tengo tiempo para decirlas. Mañana me voy a Madrid a presentar ante el capítulo español del Club de Roma mis ideas para solucionarlo todo... o, al menos, alguna cosilla...
Ya contaré.
He estado pensando en iniciar algo así como un "Diario de otoño" que seguiría más o menos el tono de los "Existencialismos" de este verano que hoy se despiden y que ustedes han seguido si han querido. Cuando vuelva de Madrid me pondré las pilas... si tengo tiempo... porque el miércoles me voy a Valladolid y ya me han amenazado con un lechazo.
O sea que a la vuelta... si es que...
Resulta que la vejez me ha traído un regalo excepcional y completamemte inesperado (junto a unos cuantos achaques, es cierto): la libertad de pensamiento. Y parece que lo que digo sobre algunos temas no resulta indiferente.
Por ejemplo: Hoy he comenzado una sección -mensual, que no doy para más- en RNE.
Me pidieron unos amigos religiosos de Madrid un prólogo para un libro con un título que me pareció irresistible y, por lo tanto, que me impedía decir que no: "Pedagogía sacramental". Lo escribí, lo envíé y he estado unos días esperando a ver qué les parecía. Hoy me ha llegado la respuesta: "El prólogo me ha parecido atinado, sincero y profundo. Muchísimas gracias." ¿Y saben qué? Me he sentido feliz.
¡Viva la vida!