Me cuenta su viuda que en el transcurso de una revisión, a Z. le encontraron un pequeño carcinoma en un pulmón. Nada grave, en estos tiempos. Se planificó una operación que se realizó con éxito. Pero una infección hospitalaria se inmiscuyó en su vida y una neumonía fatal se lo llevó en dos días, sin que los médicos pudieran hacer nada por evitarlo.
Comentamos, emocionados, cosas de él y los dos coincidimos en que últimamente se lo veía relajado, feliz, centrado, sereno, haciendo planes.
Las personas ocupamos diferentes espacios vitales y por eso cuando morimos dejamos diferentes espacios desolados. Las que ocupan mucho espacio vital, dejan ausencias muy grandes. Nada volverá a ser lo mismo, porque cuando vuelva de mis paseos ya no te encontraré en la terraza de ese bar tomando una cerveza.
Cada vez se esponjan más los espacios vitales. Quedan huecos de sentido, vacíos, burbujas de ausencias, terrenos baldíos. Hay que ir aprendiendo a transitar por ese mundo sin dejar de amar la vida.