A las 6:00 aún es noche cerrada. No se oye ni un ruido. La calma es completa. Así que la madrugada me pillará entre mis cosas, dendaleando, como decía mi madre.
Hay veces en que me voy a la cama con la borrosa conciencia de que lo que acabo de escribir no ha resuelto bien el problema que pretendía tratar y al levantarme, todo está claro. Pero otras, y no son las menos, me levanto con la misma confusión con la que me he acostado.
Llevo varios días intentando comprender qué es la atención y no sé si estoy suficientemente atento al asunto, porque tiendo a descansar en formulaciones que suenan bien, pero son vagas.
La filosofía ha entendido tradicionalmente la atención como la aplicación de la voluntad a un objeto. Es una definición que está bien, pero no por lo que resuelve sino por lo que plantea. En primer lugar, porque atender a una cosa es desatender a muchas y por lo tanto algo que no es bien bien la voluntad, debe iluminar el objeto al que la voluntad se aplica. En segundo lugar, porque la voluntad, en cuestiones de atención, se encuentra siempre sitiada por un ejército de incitaciones a la distracción y no tarda en sucumbir a alguna de ellas. En la inmensa mayoría de los humanos, la voluntad atencional es débil, muy débil.
La atención, por otra parte, parece depender de la carga cognitiva que nos presenta un problema. Si es excesiva, nos cansamos pronto, si es muy liviana, lo resolvemos rutinariamente con la mente puesta en otra cosa. Pero la carga excesiva puede convertirse en rutinaria con la ayuda del hábito y, por lo tanto, la desatención puede ser la manifestación de un éxito en la resolución de un problema.
Añado, y esto me parece lo más interesante, que la creatividad parece ser un fruto de un cierto tipo de distracción. Cuántas veces hemos estados concentrados en la resolución de algo y, agotados, abandonamos la tarea para dedicarnos a cualquier labor sencilla y es entonces, cuando aparentemente estamos lejos del problema que nos ocupaba, cuando salta la chispa...
Pues con todo esto me iba a poner esta mañana, pero me he distraído en el café.
Otra cosa: Hoy en El Subjetivo hablo de la muerte, como corresponde a estas fechas.