Spinoza se opone implícitamente a las principales definiciones tradicionales: primero, la que identifica la eternidad con una ilimitada e infinita duración (por ejemplo, en Boecioquien afirma que la eternidad de Dios consiste en ‘la posesión total y perfecta de una vida interminable’); y, la que define negativamente la eternidad como la exclusión de todo tiempo y duración. A diferencia de la eternidad, un rasgo distintivo del tiempo es su mensurabilidad. Pero la distinción con la duración es más complicada. Algunos autores caen en la tentación de platonizar a Spinozaoponiendo el mundo estable y necesario contra el mundo transitorio y contingente. Sin embargo, Spinoza concibe un solo universo y cuando habla de duración se refiere a la duración de las cosas particulares. De hecho, Spinoza se inclina, al concebir todas las cosas como necesarias, a identificar la necesidad con la eternidad, es decir, reconocer la necesidad de una cosa en conformidad con las leyes de la naturaleza significa que la eternidad es una especie de necesidad que se debe a una razón o causa interna:
Pues como poder existir es potencia, se sigue que cuanto más realidad le compete a la naturaleza de una cosa, tantas más fuerzas tiene por sí para existir […] por tanto, el Ente absolutamente infinito, o sea Dios, tiene por sí una potencia absolutamente infinita de existir, y por ello existe, en absoluto… nada de lo que tiene de perfección la sustancia se debe a ninguna causa externa; por lo que también su existencia debe seguirse de su sola naturaleza…. (E1p11esc)
La eternidad también está relacionada con el hombre. Desde luego, el hombre no es eterno en tanto la existencia necesaria no está comprendida en su esencia, pero la eternidad si está implicada en su duración, es decir, el hombre posee la capacidad de descubrir lo infinito de su modo finito de ser. Esta potencia es un modo de la razón, que le permite percibir las cosas bajo una cierta especie de eternidad –[e]s propio de la naturaleza de la razón percibir las cosas bajo una cierta especie de eternidad. (E2p44cor2) La eternidad en sí es la que transforma al hombre, o una parte de él, en tanto que es capaz de asumir esta necesidad –[n]uestra alma en cuanto se conoce y conoce su cuerpo bajo la especie de la eternidad, tiene necesariamente el conocimiento de Dios y sabe que es en Dios y se concibe por Dios. (E5p30)
Alfredo Lucero-Montaño, Aeternitas, Spinozianas, 10/10/2013