Por lo tanto, cuando un resultado experimental arroja un valor que parece contradecir nuestra hipótesis principal lo que termina ocurriendo probablemente es que se rechace alguna de las hipótesis auxiliares.Estas hipótesis no expresadas explícitamente se suelen llamar hipótesis auxiliares y son cruciales en cualquier caso de razonamiento disconfirmatorio. Tanto es así que, en cualquier situación en la que se usa una teoría para hacer una predicción que resulta ser incorrecta, es posible (de hecho muy probable, como demuestran todos los días los laboratorios de prácticas) que la hipótesis principal esté perfectamente bien y que lo que fallen sean algunas de las hipótesis auxiliares.
Dado el papel que juegan las hipótesis auxiliares, cuando realizamos un experimento, supuestamente para probar una hipótesis concreta, no estamos realmente comprobando sólo esa hipótesis individual. Por el contrario, en un sentido que es importante, estoy comprobando la hipótesis principal junto con las hipótesis auxiliares. Es decir, que lo que habitualmente comprobamos es un cuerpo de afirmaciones, cada una de las cuales puede ser rechazada o modificada en función de las pruebas disconfirmatorias.
Y este es uno de los elementos principales de la tesis de Duhem-Quine, a saber, que una hipótesis no puede ser comprobada aisladamente; lo que se comprueba siempre es un grupo completo de hipótesis, en el que cualquiera de ellas es rechazable o modificable si los resultados experimentales no son los que se esperan. A esto es a los que referíamos en la introducción a esta serie cuando hablábamos de que nuestras creencias se enfrentan al “tribunal de la experiencia” (esta expresión es de Quine) no una a una, en solitario, sino como parte de un cuerpo.
Este aspecto de la tesis de Duhem-Quine está íntimamente ligado al concepto de cosmovisión. Quine solía referirse a las colecciones de creencias (al fin y a la postre una cosmovisión es un conjunto de creencias que se soportan unas a otras, siendo unas más importantes, o centrales, que otras) como “redes de creencias”, haciendo una analogía con las telas de araña. En una tela de araña los cambios en las partes exteriores afectan a las partes centrales muy limitadamente. De la misma forma, las creencias en la parte externa de la red de creencias pueden ser modificadas sólo con alteraciones menores de creencias más centrales (recordemos que las observaciones de Galileo por sí mismas alteraban algunos aspectos de la visión del universo ptolemaica y que, sin embargo, el geocentrismo podía salvarse). Por el contrario, los cambios en las partes centrales de la red causarán daños en toda la red y, análogamente, los cambios en las creencias centrales causarán cambios en toda la red de creencias.
Duhem y Quine no siempre están de acuerdo. Una de las fuentes de desacuerdo es el tamaño del cuerpo de creencias. Porque, ¿qué tamaño tiene el cuerpo de creencias? Es decir, cuando pretendo comprobar una hipótesis con un experimento, ¿de cuántas hipótesis adicionales estoy hablando?¿Estoy comprobando sólo un subconjunto muy concreto de todas las que existen o, más radicalmente, estoy comprobando toda nuestra cosmovisión? No hay respuestas claras a estas preguntas por parte de Duhem y Quine, sobre todo de este último.
Quine defiende a veces la tesis radical: es toda nuestra red de creencias, toda nuestra cosmovisión, la que pasa el tribunal de la experiencia; ninguna creencia, por central que sea está libre de revisión (esto incluye para Quine las matemáticas y la lógica, siendo él mismo un lógico-matemático). Duhem, sin embargo, afirma que si bien los experimentos pueden poner a prueba números grandes de hipótesis, en ningún caso es nuestra cosmovisión completa ya que, al menos, la lógica y la matemática quedarían fuera.
César Tomé, La tesis Duhem-Quine(II): El tribunal de la experiencia, Cuaderno de Cultura Científica, 19/11/2013