Con independencia de los objetivos, y hasta de los resultados, algo distingue la disposición subjetiva que conduce a la filosofía de la que conduce a la obra de arte. El arte responde sin duda a la exigencia de actualizar las potencialidades de la condición humana, pero sin duda debe mucho a la fuga temerosa ante lo que nos determina. Por el contrario la filosofía es, al menos en principio, incompatible con cualquier disposición pusilánime. Tiene en su arranque comunidad con la ciencia en cuanto a la exigencia de inteligibilidad, pero no se detiene ahí: tal como se ha intentado poner de relieve en estas notas, la filosofía intenta sondear los cimientos mismos de la inteligibilidad, los principios rectores tanto del orden natural como de los lazos entre los propios seres de razón; la filosofía se confronta tanto a la necesidad como a la ley. Esta radical disposición la obliga a vigilar los resquicios por los que la subjetividad intenta escabullirse. Ahí reside quizás la base de la jerarquía establecida por
Platón en favor de la filosofía. Admirable paradoja es sin embargo que, para servir a la filosofía,
Platón utilice con absoluto dominio los recursos mismos de los grandes del verbo. No será el único: el
Discours de la Méthode es una pieza maestra de la literatura francesa, como el
Dialogo Supra i due massimi sistemi del mondo lo es de la literatura italiana.
Víctor Gómez Pin,
Asuntos metafísicos 44, El Boomeran(g), 08/04/2014h
ttp://www.elboomeran.com/blog-post/6/14804/victor-gomez-pin/asuntos-metafisicos-44-digresion-en-torno-al-tema-de-la-prioridad-de-la-filosofia/