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Bajo la consigna de “¡sed emprendedores!” a los desocupados se les recuerda que son personas libres y se les anima a imaginar formas de introducirse en un mercado que no da indicios de necesitarlos para nada. Innovación, emprendeduría, creatividad, son las palabras mágicas. (...)
Decimos que el trabajo es un derecho, pero lo hemos convertido en un mercado, el mercado laboral, basado en la competitividad. Como ha escrito Enrique Gil Calvo (La hegemonía de la competitividad, La Maleta, nº 4), “la fraternidad socialdemócrata ha quedado arrumbada en nombre de la competitividad neoliberal”, de tal forma que el eslogan de la revolución burguesa libertad, igualdad, fraternidad ha sido sustituido por el de libertad, igualdad y competitividad. El problema es que quienes deberían mostrar más actitudes fraternales para luchar contra la precariedad de los más débiles son los más poderosos, los que menos piensan en ello. Al resto solo nos queda reclamar que lo hagan.
Victoria Camps, La precariedad como forma de vida, El País, 06/05/2014 [ccaa.elpais.com]