¿Se puede entender el movimiento del 15-M sin las tecnologías de comunicación?¿Son las redes sociales el aparato propagandístico del siglo XXI? ¿Han contribuido estas nuevas vías de interacción a modificar los modelos de organización y movilización social? ¿Cómo se debe repensar la política a tenor de este cambio de paradigma? Estas y otras preguntas han buscado respuesta este jueves en Barcelona en el marco de un debate sobre la nueva política en la era de la nueva comunicación. Un acto cuyo punto de partida ha sido la presentación del libro Nueva gramática política: de la revolución en las comunicaciones al cambio de paradigma (Icaria Editorial). Su autor, Francisco Jurado, fue uno de los impulsores de la plataforma Democracia Real Ya.
Jurista de profesión y actualmente cursando un Doctorado en Filosofía del Derecho, Jurado reconocía que unos meses antes del 15-M era totalmente escéptico con el papel de las nuevas tecnologías: "Cuando leí que las revueltas en Egipto nacieron de un grupo de Facebook pensé: pamplinas. Pero tras impulsar la manifestación delante del Ayuntamiento en Sevilla a través de la plataforma Democracia Real Ya, modificó por completo su percepción: "La convocatoria se viralizó y de 300 pasamos a ser 8.000". Ahí cambió el chip.
Para Jurado, que también ha participado activamente en iniciativas como Democracia 4.0, #OpEuribor o Democracia Digital Andalucía, todas ellas enmarcadas en el ecosistema 15-M, y de corte tecnopolítico, "Internet abre una nueva forma de acción para los movimientos sociales, que encuentran en lo virtual un espacio abierto para la organización, movilización y difusión de la información". Y eso es justamente lo que ha querido plasmar en su libro, la idea de que las redes sociales "no sólo nos permiten lanzar manifiestos, también nos permiten construir un metarelato colaborativo capaz de desafiar al relato impuesto".
En el debate también han participado Raimundo Viejo y Joan Subirats, doctor y catedrático en Ciencia Política respectivamente. El primero ha celebrado que hayan transcurrido ya tres años del primer 15-M, pues "de la euforia inicial se ha pasado a un debate más sustantivo, con menos urgencia y que, por lo tanto, empieza a dar sus frutos". Para Viejo, irrupciones como las de las CUP, Podemos o Guanyem Barcelona prueban que "estamos asistiendo a nuevos cambios en la relación política". Unos cambios que también tienen su explicación en la revolución tecnológica. "La imprenta, los periódicos, el cine, la televisión... Los cambios tecnológicos están ligados históricamente a nuevos procesos de definición de la política. Son herramientas que abren nuevas brechas de fractura en los órdenes tradicionales. Pero nunca antes una revolución tecnológica nos había permitido cuestionarnos tanto aquello que le corresponde al Derecho y al Poder".
Subirats, especialista en políticas públicas y exclusión social, así como en gestión e innovación democrática, asistía al debate con pleno conocimiento de causa. Y es que el pasado jueves presentó junto a la activista Ada Colau y el abogado Jaume Asens la plataforma ciudadana Guanyem Barcelona, que nace con vocación de candidatura a las elecciones municipales de la capital catalana. "Las nuevas formas de comunicación permiten desposeer al experto de la capacidad de decidir", incidía. Aunque también alertaba de los peligros de Internet y lo hacía poniendo como ejemplo las manifestaciones de los taxistas en contra de la aplicación para móviles Uber: "Es un caso en el que un grupo de gente ha aprovechado la red para generar economía colaborativa pero, desde el punto de vista del Derecho, son piratas y están precarizando un trabajo organizado. Lo mismo ocurre con la SGAE y Spotify. Ahora todos podemos ser mezcla de activistas y hackers del Derecho".
Para Francisco Jurado existe una nueva forma de comunicarse, de entenderse y, sobre todo, de decidir por, para y desde el común: "Internet es transversal y gigantesca. Una máquina de transformación de realidades". Pero por encima de todo está la percepción de que la forma de interpretar la política está proyectando nuevos horizontes. "Del 15-M escuchamos que los manifestantes eran apolíticos. Pero no es verdad: una cosa es lo partidista y otra bien distinta lo político. Aceptamos desde la llegada de la Democracia que la práctica política está institucionalizada mediante el voto y la militancia. Pero ahora tenemos herramientas tecnológicas que nos permiten ir mucho más allá".
Para ilustrarlo, Jurado utiliza dos ejemplos bastante comunes en la red, que a su vez conectan con otros dos conceptos, el de la justicia y el de la territorialidad. "¿Qué diferencia hay entre colapsar una plaza o boicotear un servidor? ¿Y entre prohibir una práctica y que se duplique en pocas horas? En Internet no hay territorios, ni control, ni represión. Se da por hecho que el Estado y la ciudadanía comparten los mismos valores de la justicia y no es así. Si el Gobierno abre un buzón de correo para que la gente denuncie a aquellos que trabajan en negro, puede ocurrir que se llene con mensajes con el nombre de Bárcenas. Lo que es lícito y justo lo marca la comunidad que interactúa en el ciberespacio".
El voto telemático o el Agora Voting —el sistema de democracia líquida que Podemos empleó en las primarias para las europeas— ha sido otro ejemplo de la bifurcación que la tecnología está creando en el camino democrático. "Ya no hay excusas ni jurídicas, ni técnicas ni éticas para no ejercer una democracia directa". En este sentido, Jurado apela a la desrepresentación política, una posición por la que el ciudadano no tiene porqué delegar su voto de forma forzosa. "Pensamos que la representación política es un derecho pero en realidad es una obligación. Votes o no, siempre habrá alguien que tome decisiones por ti. Pero tener a un intermediario conlleva acumulación de poder y mayores posibilidades de ejercer el abuso", sintetizaba.
La nota de color del debate la puso un asistente inspirado: "¿Y no es paradójico que las mejores herramientas para cuestionar la política estén controladas por imperios del capitalismo como Google, Facebook o Twitter?". A lo que Jurado contestó: "La izquierda, históricamente, siempre ha tenido miedo a las máquinas. Hoy tenemos herramientas tecnológicas que son ciertamente emancipadoras y que podemos hacer nuestras. Hay que socializar el conocimiento de las redes". La tecnopolítica pide paso.
Roger Xuriach, El poder de la tecnología, Público, 04/07/2014