Los primates somos unos mafiosos. Así lo cree el biólogo Dario Maestripieri. Para conseguir un trabajo o saltarnos la lista de espera de la Seguridad Social, usamos nuestra red social y de influencia, también llamados enchufes de manera popular. Recuerdo que a principio de los años 90, antes de su eliminación, varios de mis amigos se libraron del servicio militar gracias a familiares con contactos en el Ministerio de Defensa. En mi caso, sin posibilidad de favoritismo alguno, mi única alternativa fue hacer la objeción de conciencia como pastor de cabras en la Sierra de Gata. No hubo familiar que pudiera salvar a este mono, aunque confieso que lo intenté. El nepotismo, es decir, favorecer a familiares y amigos desde una posición de poder, es un fenómeno universal que podemos encontrar en casi todos los mamíferos, desde las ratas hasta los humanos. Una murciélago que regresa a la cueva con comida por ejemplo, la compartirá primero con su hermano o hermana pero no con el vecino colgado en la cavidad de enfrente. Existe gran diversidad en cómo se llevan a cabo estas prácticas, pero ninguna sociedad animal favorece a los no familiares frente a los que sí lo son. Como tampoco ningún país trata de manera preferente a inmigrantes en detrimento de los habitantes nacionales. La variable de la que depende la generosidad suele ser la disponibilidad de recursos. (...)La pregunta que surge desde el estudio de la evolución es: ¿están presentes este tipo de actos en otros animales? ¿hay otros
sopranos en la naturaleza? La respuesta es sí.En las sociedades de macacos, altamente competitivas, la posición social que poseen depende de la ayuda que les prestan otros familiares y del número de individuos que integran una coalición, muy similar al poder de los partidos políticos. Pero en los macacos se trata de hembras emparentadas, ya que los machos deben emigrar a otros grupos a los pocos años de nacer. Aún así, sus estrategias son muy agresivas y nos recuerdan prácticas humanas. Presionan, retan y agreden en clanes familiares para conseguir lo que desean. Algunos macacos dominantes obligan a otros individuos a abrir sus mandíbulas a la fuerza con sus propias manos para robarles comida directamente de la boca. (...)El fraude y la mentira también están muy extendidos en la naturaleza. Desde insectos inofensivos que se hacen pasar por otros venenosos hasta primates que emiten falsas llamadas de alarma para ahuyentar a sus compañeros y quedarse con toda la comida. Los humanos, aunque en general somos una especie cooperativa, también debemos convivir con la mentira. Algunos individuos siempre son susceptibles de convertirse en
free riders o agentes libres que se aprovechan de otros. Afortunadamente éstos son menos que los que siguen las reglas. De no ser así, el sistema entero se hubiera acabado. Por esta razón, siempre debemos prestar atención y vigilar de cerca a los
corleones,
pujoles y
bárcenas. Para asegurarnos de que las ventajas de vivir en grupo sean mayores que las desventajas. De no ser así, en pocos miles de años acabaremos siendo una especie solitaria o extinta. El resultado final depende de todos nosotros.
Pablo Herreros,
El clan de los primates mafiosos, Yo mono, 13/09/2014