El término masa no es un concepto. Leitmotiv de la demagogia política, es una noción blanda, viscosa, lumpenanalítica. Una buena sociología intentará superarla en unas categorías “más finas”: socioprofesionales, de clase, de estatuto cultural, etc. Error: es merodeando alrededor de esas nociones blandas y acríticas (…) como se puede llegar más lejos que la sociología crítica inteligente. Por lo demás nos daremos cuenta retrospectivamente de que los conceptos de “clase”, de “relación social”, de “poder”, de “estatuto”, de “institución”, y el mismo concepto de “social”, todos esos conceptos demasiado claros que son la gloria de las ciencias legítimas, nunca fueron otra cosa que unas nociones confusas, pero sobre las cueles nos hemos puesto de acuerdo con fines misteriosos, los de preservar un cierto código del análisis.
Querer especificar el término masa es justamente un contrasentido –es endosarle un sentido a lo que no lo tiene. Se dice: “la masa de los trabajadores”. Pero la masa no es nunca la de los trabajadores, ni la de ningún otro sujeto u objeto social. Las “masas campesinas” de otros tiempos no eran justamente unas masas: solo hacen masa los que están liberados de sus obligaciones simbólicas, “rescindidos” (cogidos en “redes” infinitas) y destinados a no ser más que la innumerable terminal de los mismos modelos, que no llegan a integrarlos y que no los producen finalmente más que como desperdicios estadísticos. La masa es un ser sin atributo, sin predicado, sin cualidad, sin referencia. Ésa es su definición, o su indefinición radical. No tiene “realidad” sociológica. (pàgs. 111-112)
Jean Baudrillard,
Cultura y simulacro, Kairós, Barna 1978