La educación es una tarea singular, de singularidades, de personas, centros, programas y necesidades singulares, pero en el seno de lo común. Y esta labor conjunta se alumbra desde las primeras luces del día, en cada casa. Incluso tal vez desde sus vísperas. Abierta, plural, inclusiva, la escuela es convocatoria, llamada y, a la par, respuesta. Y ha de serlo a las peculiaridades y necesidades, tantas veces compartidas, de cada quien. El camino a la escuela es también el camino de la propia escuela hacia cada uno, hacia cada una. Y se trata de evitar la injusta desmembración, la amputación de aquellas necesidades específicas que constituyen la realidad educativa, que requiere condiciones, oportunidades yposibilidades.
No ha de abandonarse el camino a la escuela, ni ha de abandonarse a nadie en él, a su suerte, extraviado o desamparado, vulnerable a todas las intemperies. Y no basta una imprescindible disposición. Se requieren personas y medios para que, tras un determinado trayecto, se llegue realmente a la escuela. Sin embargo, numerosos niños y niñas, unos cincuenta y ocho millones en el mundo, no están escolarizados. Y no pocos, tras estarlo, abandonan en menos de tres años. No siempre hay caminos. (...)
El camino se sustenta asimismo de la curiosidad. Esta hunde sus raíces en una necesidad que no es mera satisfacción de lo que creemos. Tal vez un incipiente amor al conocimiento, la voluntad, no menos maravillosa cuando es infantil, de saber, de entender, de comprender, de hacer. Y una no siempre perfilada confianza en jugar el juego serio en el que ser diverso es divertido. Tal vez, al arrancarse del limitado horizonte de expectativas más inmediatas, el camino a la escuela es también un itinerario de libertad, el de las mejores posibilidades. Por eso, incluso en medio de enormes dificultades, que han de combatirse y tratar de erradicarse, tal vez, antes de empezar la clase ya ha comenzado casi todo. Entre otras razones, porque al llegar, alguien, un maestro, una maestra, un profesor, una profesora, ha hecho asimismo su camino y nos aguarda. Y a su vez el conocimiento y el saber han corrido sus aventuras, abriendo senderos que no dejan jamás de transitar. Este encuentro conjunto hace escuela.
Ángel Gabilondo,
Hasta llegar a la escuela, El salto del Ángel, 16/09/2014
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