by Durero |
¡Mañana, mañana! Es verdad que el pasado también se beneficia, por el camino de la nostalgia, de aquello que permanece ausente. Pero la fe sólo puede ser fe en el futuro, circunscripción única de la política democrática. Por desgracia, el cambio imaginado se parece tan poco al cambio vivido que la contaminación de la vida pública es incesante: queremos una transformación mágica que en nada nos afecte y, cuando esa absurda expectativa es defraudada, nos revolvemos contra quien nos prometió aquello que esperábamos oír. De ahí la saturnina velocidad a que se deterioran los índices de aprobación de los dirigentes contemporáneos, que viajan del balcón fervoroso a la sima demoscópica en menos de cien días. (...)
A bote pronto, el cambio social en las sociedades contemporáneas parece depender de los siguientes factores: las innovaciones tecnológicas; los cambios demográficos; la acción de los movimientos sociales; el cambio cultural; el proceso de mercado; la acción política planificada; la influencia de los actantes o actores no humanos. (...)
... las sociedades están condenadas a moverse de manera desordenada e impredecible con arreglo a esta peculiar dialéctica entre cambio espontáneo y cambio planificado. Son las dificultades para llevar a término este último las que crean en nosotros la impresión de que nada se mueve: porque nada es más difícil que cambiar una sociedad anunciando antes a bombo y platillo la intención de hacerlo.
Manuel Arias Maldonado, Forever Changes, Revista de Libros 17/05/2017
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