
Por otro lado, los propios códigos estéticos de la cultura de internet hacen sencilla la participación de cualquiera. No es tan sólo la distribución de contenidos, sino que la baja calidad de los mismos provoca que sea mucho más sencillo construir un gif antisemita o machista que escribir un ensayo o rodar una película de contenido reaccionario. La vulgarización internetera, celebrada a menudo como el fin del elitismo de los profesionales de la cultura, ha abierto las puertas a la difusión del odio entre los jóvenes, sobre todo cuando estos abjuran cada vez más de libros, discos y películas en favor de los contenidos de digestión rápida de la red. Además, el sistema de estatus, fácilmente medible en las redes, dota de una legitimidad nueva a los mensajes, no por la trayectoria y fiabilidad intelectual de quien los emite, sino por su número de seguidores. Trágico final para los tecno-utopistas, que esperaban una revolución pacífica y liberal del conocimiento y se han encontrado con la Rana Pepe enseñando a odiar de forma simpática.
Daniel Bernabé, Fascismo gif. Cómo la ultraderecha se apropió de la cultura de internet, lamarea.com 24/05/2017 [www.lamarea.com]