Estamos construyendo en el marco de una sociedad estructurada en torno al consumo un “Yo-sagrado” para el que cualquier limitación es vista como un ataque. Un Yo-sagrado para el que el contexto, las necesidades de los otros y de la sociedad, cuando chocan con sus deseos, son vividos como una profanación.
Joseba Achotegui,
El fanatismo sacraliza las ideas: solo cabe venerarlas o enfrentarse, no negociar, Público 28/0572017
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