El constitucionalista norteamericano
Ackerman señala que la historia pasa por “épocas frías”, durante las cuales la institucionalidad existente contiene en lo fundamental las esperanzas y demandas de la población, y por “épocas calientes”, de carácter más bien fundacionalista, en las que un excedente popular no contenido o satisfecho en la institucionalidad existente reclama con más o menos éxito la reconstrucción del interés general y una arquitectura institucional acorde. Esto no es resultado de malignas y demagógicas conspiraciones, sino la esencia de la política: los fines de una comunidad, su propia composición, no están dados y es en torno a su definición que se articula la disputa y el pluralismo. También los “antipopulistas” elaboran relatos que explican la realidad, atribuyen responsabilidades, reparten posiciones e identifican a un “nosotros” que quieren mayoritario. La diferencia es que ellos lo niegan.
Iñigo Errejón,
Artillería intelectual contra el populismo, Babelia. El País 08/0982017
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Juan Carlos Monedero,
El populismo como justificación del poder [blogs.publico.es]