La experiencia del aura descansa en la transferencia, de una forma de reacción normal en la sociedad, a la relación de la naturaleza con el hombre. Quien ha mirado o se cree mirado | alza la mirada | responde con una mirada. Hacer experiencia del aura de un fenómeno o de un ser significa notar su capacidad de | alzar | responder con la mirada. Esta capacidad está repleta de poesía. Cuando un hombre, un animal o un ser inanimado alza su mirada ante la nuestra, nos lleva, en primer lugar, lejos; su mirada sueña, nos arrastra a su sueño. El aura es el manifestarse de una lejanía, sin importar lo muy cercana que sea. También las palabras tienen su aura; Kraus lo ha descrito con una precisión particular: «Cuanto más de cerca se mira una palabra, tanto más de lejos ella nos devuelve la mirada».En el mundo hay tanta aura como queda sueño en él. Pero el ojo despierto no pierde el arte de la mirada cuando en él se disipa el sueño. Al contrario, sólo entonces la mirada se vuelve realmente insistente. Deja de asemejarse a la mirada de la amada que, bajo la del amado, alza los ojos, y comienza más bien a asemejarse a la mirada con la que el despreciado responde a la de quien lo desprecia, el oprimido a la del opresor. De esta mirada cualquier lejanía queda cancelada; es la mirada de quien se ha despertado de todos los sueños, tanto de la noche como del día. En determinadas circunstancias tal disposición de la mirada puede emerger en forma de masa. Esto ocurre cuando la tensión entre las clases ha superado un determinado umbral. Entonces sucede esto: a quienes pertenecen a una de las dos clases —a la de los dominadores o a la de los oprimidos— puede parecer útil o incluso atractivo mirar a los que pertenecen a la otra clase: pero ser objeto de tal mirada es percibido como desagradable o incluso peligroso. Se produce así la disposición a bloquear inmediatamente la mirada del enemigo de clase. Ésta se vuelve una amenaza, sobre todo de parte de aquellos que constituyen la mayoría. Se llega a una antinomia.Las condiciones en las que vive la mayoría de los explotados se alejan cada vez más de las condiciones que son normales, o incluso solamente imaginables para la minoría de los explotadores. {La posición de estos últimos es, en esto, contradictoria}. Cuanto más crece su interés por controlar a los demás, su satisfacción se vuelve tanto más precaria. Delante del proletariado en el trabajo, quienes gozan de los frutos de este trabajo ya no se atreven a ser vistos por mucho tiempo. Las miradas que en aquellos lugares esperan sus miradas indagatorias amenazan con volverse cada vez más maliciosas. En tal situación se vuelve extremadamente importante poder estudiar en paz a los que pertenecen a las clases inferiores, sin a su vez ser estudiados. Una técnica que permita esto tiene algo extraordinariamente tranquilizador, incluso si puede ser utilizada en numerosas ocasiones para otros objetivos. Puede solapar largamente cómo se ha vuelto peligroso vivir en la sociedad humana. Sin el cine, la decadencia del aura se haría sentir de una manera ya no soportable.
W. Benjamin,
Gesammelte Briefe, V, Suhrkamp, Frankfurt del Meno, 1999, p. 607.Leyenda: | | = formulación alternativa; { } = cancelado por Benjamin.Publicat en
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