La estrategia decidida desde el comienzo sobre cómo el procés fue “llegar hasta el final”. Al parecer, esto contentó a políticos y a asesores, que contagiaron su determinación al resto de la población que acabó apoyándolo. Como economista que algo sabe de Teoría de Juegos esto siempre me pareció absurdo, y no comprendo cómo colegas míos catalanes, también conocedores de la Teoría de Juegos, dejaron de lado todo análisis objetivo para dejarse llevar por los sentimientos a la hora de hacer previsiones (
aquí hablé de ello). La estrategia de llegar hasta el final solo puede funcionar en dos circunstancias: o bien el final es favorable o bien hay garantías de que no se llegará a él. Ninguna de las dos cosas ha sido cierta ni probable en ningún momento. En el juego de la gallina la parte débil tiene todas las de perder, no las de ganar. Lo hemos visto recientemente en las negociaciones del gobierno de Tsipras con la Troika y después en las del Brexit. La incertidumbre de una independencia, incluso en el caso más favorable, siempre jugará en contra de la economía. Las pretensiones de que empezar un país de cero permitiría diseñarlo como una república ejemplar eran también ensoñaciones. El país no empezaría de cero, sino que mantendría la misma clase política y dirigente que ha gobernado Catalunya con sus más y sus menos desde 1977, y la mantendría con menos competencia, por lo que camparía más a sus anchas.
José Luis Ferreira,
Por qué opino tanto sobre el procés, Todo lo que sea verdad 04/11/2017
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